2018-03-05.ABC.LO QUE PERVIVE GABRIEL ALBIAC

Publicado: 2018-03-05 · Medio: ABC

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ABC (Madrid) - 05/03/2018, Página 12
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Trevijano fue un esteta.  Ante todo. En rigor, sólo  la estética salva a la política SCRIPTA manent: permanece lo escrito. Pasado el tiempo de las palabras, de la po-lítica que es su barata ceniza, de Antonio García Trevijano quedará lo esencial: lo que escribió. Para mí, dos libros ante todo. A dis-tancia sideral de la bibliografía española en los tan distantes campos en los que cada uno de ellos oficia: «Teoría pura de la República» y, sobre todo, «Ateísmo estético». Muchos van a hablar ahora del primero. Que así sea. Mejor, aunque llegue tarde, que ese cúmulo de conocimientos históri-cos y políticos ejerza el ascendiente que merece: el que le fue negado en vida del autor, como tan común es en esta dura patria nuestra. No obstan-te, hay riesgo de orillar el otro libro: ¿a quién, en este tiempo oscuro, va a ocurrírsele perder su va-lioso tiempo en los frágiles encajes que constru-ye el arte? Pero, si yo aprecié tanto a Trevijano en vida, fue sobre todo por eso que su «Ateísmo estético» disecciona: que en la relación con el arte se cifra lo más precioso de una vida humana. Y que ningún hombre que ignore eso podrá siquie-ra plantearse la dura paradoja de ser libre. Trevijano fue un esteta. Ante todo. En políti-ca también. Como en todo. En rigor, sólo la esté-tica salva a la política: por eso son tan raros los políticos decentes. Y fuerza a entender algo que, desde Platón, debiéramos saber: que lo bello y el bien son lo mismo, que «si no crece el nivel de moralidad común, no hay progreso en la cultu-ra ni en la civilización… Si Degas, Cézanne, Ma-tisse condenaron en vida a los vividores del arte, los espíritus jóvenes deben oponerse, por orgu-llo de la tradición artística, al ateísmo estético del arte modernitario y a las expresiones farsan-tes de lo bello. Pues la juventud consiste en per-manecer cercanos a las fuentes de la vida, en zambullirse en lo elemental, para sublevarse, con las espaldas mojadas de naturaleza, contra los artificios que intentan disimular la decaden-cia de aquellos instintos donde está la génesis del arte». Encerrado en el sosiego del museo privado que fue su hogar, García Trevijano podía cada jornada recordarnos a todos –aunque tan pocos supieran escucharlo– que «toda reflexión sobre la belleza que no derive de los placeres brinda-dos al espíritu por las hermosuras y tenebrosi-dades de la Naturaleza o de las obras artísticas no pasa de ser una abstracción indiferente a las necesidades espirituales de la vida». Que no hay paraísos fáciles, que la belleza premia sólo una ascesis, una entrega en la cual nada guarda el artista para sí mismo. Ni el Donatello ni el Mi-guel Ángel o el Leonardo a quienes Antonio Gar-cía Trevijano amó tan desmedidamente acepta-ron jamás ser otra cosa que siervos de esa diosa suprema y despótica que era su maestría, el arte al cual lo habían sacrificado todo. Es la lección más sabia: una estética rigurosa resulta ser el único territorio digno de la ética.  Olvidaremos a los políticos muy pronto. To-dos sus debates nos darán risa. Quedarán los li-bros. Sólo. Éste de Trevijano. Scripta manent.GABRIEL  ALBIACLO QUE PERVIVEOjalá el pueblo colombiano sepa distinguir a su verdadero defensor EN apenas unos días se celebra en Colombia, coincidiendo con sus elecciones legislati-vas, una curiosa consulta popular a través de la cual los colombianos tendrán la opor-tunidad de escoger entre diversos aspirantes los can-didatos que disputarán la carrera presidencial. En-tre tales aspirantes se cuenta Alejandro Ordóñez, que concurre en una terna conservadora con repre-sentantes de las familias uribista y pastranista. A Alejandro Ordóñez tuve ocasión de tratarlo hace un par de años, coincidiendo con una invitación que me cursó la Universidad Católica de Bogotá; y así conocí su temperamento hospitalario y afable, en la mejor tradición de los pueblos hispánicos. Ahora se habla mucho de outsiders en la políti-ca; y se pone esta medalla a cualquier fulano que se presenta a unas elecciones sin el aval de los viejos partidos. Pero uno empieza a rascar en el outsider de marras y enseguida se encuentra con un millo-netis que ha asfaltado su ascenso con billetes, o bien con un pipiolo fotogénico aupado por los medios de adoctrinamiento de masas; y lo mismo el millone-tis que el pipiolo acaban enseñando la patita y dela-tándose como unos obedientes lacayos del mundia-lismo. Por supuesto, apenas alcanzan el poder, es-tos outsiders de pacotilla entregan la dignidad nacional al dinero apátrida y promocionan los de-rechos de bragueta (que son la gallofa que se arroja a los pueblos sometidos, mientras el dinero apátri-da los saquea). Pero aquel Alejandro Ordóñez era un outsider auténtico. No era ningún millonetis que hubiese as-faltado su triunfo político con billetes ni tampoco un figurín exaltado por la prensa. Hijo de una fami-lia menestral, Ordóñez hizo carrera académica y ju-dicial gracias a que apretó mucho los codos, hasta lograr presidir tribunales y consejos de Estado, has-ta ser incluso nombrado Procurador General de la Nación, una magistratura que en España no existe, algo así como una mezcla entre Fiscal General del Estado y Defensor del Pueblo, con capacidad para investigar, sancionar o suspender a funcionarios co-rruptos y gobernantes prevaricadores. Al frente de esta Procuraduría, Ordóñez se probó como un au-téntico outsider, dedicándose a hacer exactamente lo contrario de lo que el mundialismo exige a sus la-cayos. Inhabilitó a representantes de todos los par-tidos, cada vez que los sorprendió dedicándose a la rapiña o en connivencia con el narcotráfico; se re-sistió a la promoción de los derechos de bragueta; y denunció los enjuagues de Juan Manuel Santos, la-cayo máximo del mundialismo, oponiéndose a su paz oprobiosa con la guerrilla terrorista, que el pue-blo colombiano rechazó mayoritariamente en un referéndum (aunque Santos, por supuesto, se pasó por el forro de los cojones –técnicamente llamado escroto– el resultado del referéndum, siempre aten-to a satisfacer los intereses del dinero apátrida). Por supuesto, toda esta labor valerosa en defensa de la familia y la dignidad nacional la pagó Alejandro Or-dóñez con sucesivas y cada vez enconadas campa-ñas de desprestigio, hasta que finalmente lograron despojarlo de su cargo de Procurador General.  Pero Ordóñez, además de outsider, tiene una re-sistencia sobrehumana (tal vez porque tiene Quien le proteja) y ha logrado colarse en esta terna conser-vadora. Lo veo en las fotos recorriendo todos los rin-cones de Colombia en mangas de camisa y con unos tirantes que le dan un aspecto menestral y honra-do. Ojalá el pueblo colombiano sepa distinguir a su verdadero defensor. Pues, como dijo otro hombre también menestral y honrado, los verdaderos ami-gos del pueblo no son ni revolucionarios ni innova-dores, sino tradicionalistas.EL ÁNGULO OSCUROJUAN MANUEL  DE PRADAEL ASPIRANTE ORDÓÑEZPUEBLACAMBIO DE GUARDIA12 OPINIÓN abc.es/opinion LUNES, 5 DE MARZO DE 2018 ABC