1996-04-22.EL MUNDO.LO QUE DE VERDAD IMPORTA AGT
Publicado: 1996-04-22 · Medio: EL MUNDO
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LO QUE DE VERDAD IMPORTA EL MUNDO. LUNES 22 DE ABRIL DE 1996 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El estado de la opinión pública se parece al de 1977, pero sin miedos ni alegrías. Entonces se creyó que las libertades civiles eran la libertad política, y se dejó que aquéllas alegraran las calles mientras ésta se aprisionó en los despachos oficiales. Entonces se pensó que los españoles no eran capaces de decidir su porvenir, y se dejó que media docena de profesionales del poder lo decidieran por ellos. Entonces se imaginó que el pueblo no entendía de problemas de Estado, y se dejó que los solventaran los que en la vecindad del poder perdieron la animosidad de sus antiguos ideales y se hicieron «hombres de Estado». Allí se descubrió que el enemigo de los españoles era España, y se dejó que la nación española se desenlazara para que los símbolos personales de la represión y de la libertad se abrazaran. Allí se ideó que la opresión venía del Estado central, y se dejó que las competencias estatales se cedieran por abajo a dieciséis centralistas y, por arriba, a la megápolis europea. Allí se vio que el peligro para los «hombres de Estado» estaba en el debate público, y se dejó que un consenso de conciliábulo suplantara la democracia y la decisión por mayoría. Casi veinte años después, la cosa política es diferente, pero la desorientación pública, no es el antifranquismo, sino el antifelipismo, lo que precipita conciliábulos sobre el poder. Ahora no son las libertades civiles, sino el traspaso de fondos y competencias estatales, lo que compensa la ausencia de libertad política. Ahora no es el miedo al pueblo, sino la falta de miedo, lo que desata las ambiciones de la fronda federal. Ahora no es la confianza ciega en Europa, sino la desconfianza en ella, lo que hace moderna la estampida de las finanzas hacia la periferia. Ahora no es el consenso de seis oligarcas, ni un resultado electoral que permite otras salidas, sino el toma y daca del hambre de poder nacionalista con las ganas de comer gobierno del partido exfranquista, lo que está diseñando la liquidación del Estado social, con la improvisada idea del Estado mínimo para el siglo XXI. Ahora no son los empresarios, sino los sindicatos, lo que se opone a la colocación de la clase obrera en el plurinacionalismo. Ahora no son los militares ni la Iglesia, sino pequeñas voces en el PSOE y PP, lo que denuncia el saqueo del Estado social único, ante una opinión pública decidida a permanecer en la indiferencia. Contra Franco, se mantuvo en vilo una esperanza de libertad. La transición cabalgó sobre ella para domarla y trucarla en ilusión. Desvanecida la quimera, todavía ayer se combatía, en nombre de la necesidad de honradez personal en el gobierno y de igualdad ciudadana en la diferencia regional, contra el cínico González y su cómplice Pujol. Hoy toda esa apariencia de libertad crítica ha terminado. Nada importa ya que el Consejo del Poder Judicial esté arruinado; que estén por solventar las responsabilidades del Gobierno pasado; que el oligopolio de los medios amenace la libertad de expresión futura; que la ley electoral otorgue al cuatro por ciento nacionalista un derecho de arbitraje sobre el resto del electorado; que este arbitraje sea cuantificado en dinero; que el legislativo esté esperando las órdenes de dos negociantes del poder para transformar en leyes sus pactos secretos; que el encarecimiento de la financiación autonómica empeore la situación ante la UME; y que, en fin, se retrase la formación de gobierno. Lo único que importa a esta «gente de Estado» es que la investidura de Aznar por Pujol se realice en Quebec. Con tanta frivolidad en la ambición de estas gentes de Estado y tanta apatía en la opinión, esto lleva todas las trazas de acabar mal. Las cosas históricas y sociales obedecen a otro tipo de leyes que estos gobernantes ignoran. Y ahora, lo que importa para descubrirlas, por encima de cambalaches de poder, es decir la verdad, denunciar el fraude y procurar la libertad.