1996-10-28.EL MUNDO.LO CORRECTO Y LO INCORRECTO AGT
Publicado: 1996-10-28 · Medio: EL MUNDO
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LO CORRECTO Y LO INCORRECTO EL MUNDO. LUNES 28 DE OCTUBRE DE 1996 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO Cuando no triunfa la libertad de las voluntades sino el consenso de los intereses, cuando la demagogia social sustituye a la democracia política, cuando decir la verdad sobre lo que a todos importa atenta al sosiego del ánimo social y al buen gusto del cuerpo político, cada persona declina su opinión y se inclina de antemano ante la que unos pocos le impondrán como moda. Con etiquetas uniformadas en el vestir y en el no pensar, sólo la belleza consciente y la personalidad vigorosa pueden liberarse del color y la opinión que se llevaran por temporada. El uniforme desfavorece a esas multitudes que, sin la tiranía de la moda y del consenso, podrían revestir con sencilla dignidad sus variados cuerpos y acordar sus personales opiniones a la clara diversidad de sus intereses. Los votantes de partidos se creen libres porque pueden elegir entre el rosa marchitado o el azul desteñido de un mismo consenso. El mundo políticamente uniformado por los medios de comunicación va hacia donde los fabricantes de opinión lo empujan. Los sofistas del comercio de las ideas monopolizan el derecho de decir lo que es y no es políticamente correcto. Y lo correcto es que no haya variedad de ideas ni confrontación de opiniones, sino turnos de reparto prebendarlo para grupos de poder que participan en un solo y mismo consenso. Lo correcto es que se asesine y se robe desde los cargos públicos con eficacia, es decir, en secreto y con resultados que justifiquen el crimen por su magnitud. Lo correcto es confiar en una regeneración de la política sin desconfiar de los gobernantes que la degeneran y sin modificar las reglas del juego que correcto es mirar al futuro sin hacer justicia ni decir la verdad sobre el pasado. Lo correcto es pasar la página de esa historia que ilustraría al pueblo sobre la sordidez instalada en las altas instituciones. Lo correcto es hacer borrón y cuenta nueva cada vez que se cambie de gobierno. Lo correcto es sospechar de los jueces que anteponen la investigación de la verdad a la razón de Estado. Lo correcto es llamar errores a los grandes crímenes de Estado. Porque, corrompidos los hombres, lo correcto es corromper el idioma para no llamar a las cosas por su nombre propio. Lo incorrecto es decir en público lo que se reconoce en privado; hablar con propiedad sobre el factor institucional que impulsó la dimisión de Suárez, tratar de esclarecer la causa eficiente que inició y terminó el 23-F; considerar vergonzante la relación del Jefe del Estado con personas implicadas en procesamientos y comparecencias judiciales; indagar la paternidad del nombramiento del Ministro de Defensa; comprender a los obispos que cumplen las misiones pastorales de la Iglesia; afirmar que la corrupción en Cataluña y Baleares es tan intensa y extensa como en los centros de poder que fueron dominados por el felipismo; diagnosticar la bulimia que produce el sistema autonómico y la anorexia cultural que ocasiona en la juventud el sistema educativo; denunciar la quiebra del principio de igualdad fiscal en los conciertos con regiones privilegiadas, mientras se procura la unificación de España con el tipo impositivo europeo. La regla de la corrección política es siempre una y la misma: propagar laudatoriamente lo que dice el gobierno sin mirar lo que hace. Porque si nos atenemos a los resultados, la incorrección aparece tan pronto como la diferencia entre Dictadura y Monarquía desaparece, a causa de su misma Razón de Estado y su misma Razón económica: la que mata y tortura por la patria, la que hace fortunas privadas con licencias públicas. Lo correcto es conformarse y perderse. Lo incorrecto, oponerse y salvarse.