2001-10-01.LA RAZON.LIBERTAD PERDURABLE AGT
Publicado: 2001-10-01 · Medio: LA RAZON
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OPINIÓN 18 LA RAZÓN LUNES, 1 - X - 2001 LIBERTAD PERDURABLE TECNOLOGÍA Y BARBARIE OTRAS RAZONES tencial ante la nada (revelada de repente con el impacto de los aviones, aniquilador de la conciencia americana de poder todopoderoso), que una idea política so- bre la necesidad de un «renacimiento moral» del mundo, mediante la reacción ejemplarizante de EE UU. Se enfatiza la perdurabilidad de la li- bertad porque se teme, sin causa, que el terror repetible la haga perecer. Pero no hay poder militar o económico capaz de amenazar las tradicionales garantías de la libertad en EE UU. El equilibrio entre se- guridad y libertad seguirá siendo estable pese al temor de que se pueda romper, en menoscabo de la libertad, si se olvida la atinada advertencia de Benjamin Fran- klin: «Los que abandonan una libertad esencial por una seguridad mínima y tem- poral no merecen ni la libertad ni la se- guridad». El riesgo es otro. Lo que está en peligro no es la seguridad vital ni la li- bertad interior de los Estadios Unidos, si- no la esperanza de vida digna en la parte insumisa del Islam ante la libertad de ac- ción represora de la única potencia exte- rior del mundo occidental. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA--TTRREEVVIIJJAANNOO ¿Q ué ocu- rriría si un en grupo de chimpancés repartiéramos armas de fuego? Es un expe- rimento cruel que, afortunadamente no han realizado los etó- logos. Pero que corres- ponde analógicamente a la situación que estamos viviendo los huma- nos. Hemos elaborado una poderosa tecnolo- gía, que ha desbordado viejos sueños y fanta- sías, pero nuestra organización social y los hábitos mentales dominantes han permaneci- do en una fase atávica. Anclados en la mitolo- gía de la lucha por la existencia y el dominio. Frente a la comprensión de la unidad de la es- pecie humana, imantados por la división entre el amigo y el enemigo. Un amigo que más bien es un compinche en la depredación y un enemigo que no es sino «el otro», el que está fuera de la banda y el reparto del botín. Así nuestro inmenso caudal del conocimiento científico ha sido volcado hacia una tecnolo- gía no del desarrollo y la fructificación de de la vida, sino de la destrucción y el control de cuerpos y mentes. Con el hipócrita disfraz de un lenguaje que proclama la democracia, las libertades y los derechos humanos como los ideales que guían la política de las grandes po- tencias. Creo que estas duras reflexiones son clave para entender la crítica situación que la GESTOS FUNDAMENTALES C omo no me puedo creer que un políti- co ignore la importancia de los gestos y más ejerciendo una actividad mayor- mente basada en ellos, sigo perpleja con el «no saludo» de Rato a Ramallo. Todo el mundo sa- be, que tanto en la política como en toda rela- ción social, los gestos son fundamentales. Con ellos se conquista o se pierde el favor del pú- blico, se traban amistades o se ganan debates. Alguien de la gran talla política del vicepresi- dente lo sabe mejor que nadie. Así que, con- clusión: existió un motivo deliberado para ne- garle la mano. Por encima de si está bien o mal, lo interesante es conocer ese motivo, y más porque todo indica que está relacionado con Gescartera. ¿Qué ha debido ocurrir para que al- guien como Rato se salte las formas en público jus- tamente con el que fue vi- cepresidente de la CNMV y compañero de partido de años? Sea lo que sea, el ca- so es que se ha abierto la veda y los observadores andan más atentos que nunca a los gestos. ¿Imaginan cuántas cosas se hubieran deducido si en vez de Ramallo hu- biera sido Montoro (al que Aznar no sonrió) el ignorado? LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO P asado el pri- mer momento ineludible de estupor y dolor, el caos material de Manhattan, el desor- den de las cosas ha- bituales en Nueva York está decrecien- do al mismo ritmo que crece el caos mental en los centros políticos y militares de Washington, ante el modo de entender la agresión y de encontrar el camino de una respuesta adecuada. Pasado el segun- do momento de indignación y anhelo de venganza inmediata contra los gérmenes del terror de Alá, sentimientos que se ex- presaron con palabras de guerra, sin ene- migo al que atacar militarmente, comen- zaron los balbuceos de la reflexión. Se empezó cayendo en el error de que el ob- jetivo del terror no era la venganza, pro- vocativa de reacción injusta, sino la liber- tad o la democracia en el país que las inventó como forma moderna de gobier- no representativo. Se intentó corregir el error acudiendo a la idea certera de justi- cia, pero dotándola de un atributo que la hacía irreconocible: «justicia infinita». Este absurdo tuvo que ser rápidamente sustituido por otra consigna que parece más saludable, al entrañar necesidad de coherencia con la libertad, pero que en el contexto donde aparece denuncia de mo- do alarmante con su insania metafísica, un peligro inexistente de involución de las libertades en EE UU: «libertad perdu- rable». Este lema no se dirige a los enemigos exteriores. Sólo se quiere hacer duradera la libertad que se tiene y puede perecer. Pero una cosa es la garantía institucional de la libertad futura, que los estadouni- denses consiguieron con su maravillosa Constitución, y otra cosa distinta creer la fantasía de que la libertad sea o pueda ser una entidad perdurable. Lo perdurable es un atributo exclusivo de la eternidad. Pre- cisamente aquello que la humanidad no puede procurarse porque, con ella o sin ella, existe desde siempre y para siempre. Es lo sempiterno. Lo perpetuo que perdu- ra desde el hontanar hasta el fin de los tiempos. Aparte de la creencia religiosa en la in- mortalidad del alma, la unión de la eterni- dad a lo humano se expresó, en la aventu- ra del pensamiento occidental, con dos metafísicas paganas: la del eterno retorno y la del eterno presente. Y sólo en esta úl- tima, incorporada al existencialismo dia- léctico de Louis Lavelle, la libertad se unió a lo perdurable. «La eternidad no es nada si no es para nosotros un PERPE- TUO MIENTRAS». Lo cual implica que «debe ser elegida –aceptada o rechazada– mediante un acto libre». La libertad per- durable, concepto distinto de la kantiana «paz perpetua», constituye una perversión ontológica que haría eterno el presente poder de EE UU, sin ser de libre elección universal. La «libertad perdurable», a cau- sa de su in-definición y de su in-determi- nación, manifiesta de forma insidiosa la misma voluntad de dominio eterno, la misma potencia endiosada de la «justicia in-finita». Y denota más una angustia exis- humanidad está actual- mente atravesando. Los hombres y mu- jeres de la comunidad occidental se estreme- cen ante el cruel y pa- voroso espectáculo de los miles de cadáveres sepultados bajo las rui- nas de los edificios de- rribados el pasado 11 de septiembre en acción terrorista. Su dolor y solidaridad son tan nobles como naturales sentimientos. Pero la mayoría no los ha experi- mentado ni exteriorizado, cuando son los EE UU o la OTAN quienes producen en bombardeos o bloqueos muchedumbre de víctimas. Los pri- meros son los «nuestros», los segundos son «los otros». Incluso algunos sectores no verí- an con desagrado desencadenar una tormen- ta de fuego sobre países del Tercer Mundo, como réplica. En la mayoría, sin embargo, yo creo que domina el temor y la perplejidad. La perplejidad, el desconcierto de que están pre- sos, aunque traten de disimularlo, alardeando de planes de combate, los propios líderes de EE UU. Habían ofrecido seguridad a su ciu- dadanía como elemento básico de integración en el «Estado Guardián» y ahora tal señuelo de la seguridad se les escapa. Y los hombres y mujeres más conscientes temen que dicho Estado se convierta en pura tiranía sobre una ciudadanía universalmente sospechosa. Y aquí vienen a cuento las primeras refle- xiones que proponía al lector. A lo largo del si- glo XX, en lugar de afrontar la política de de- sarrollo humano planetario que la civilización científico-técnica hacía posible, se elaboró una enloquecida tecnología de la aniquilación. Desde la fabricación y lanzamiento de la bom- ba atómica hasta la carrera nuclear. La imagen de un enemigo, la Unión Soviética y el comu- nismo, servía de justificación para el negocio de los armamentos y la integración en el Esta- do de Guerra, el Warfare State, complementa- rio del Wellfare State, de la ilusión del Estado de Bienestar, como escribió Marcuse. El pla- neta se convirtió en un polvorín. No sólo de ar- mas nucleares, sino químicas y biológicas. Un vehículo, como en la película «El salario del miedo», altamente peligroso de conducir, a punto de estallar al menor error. Y ahora nos encontramos con todo este salvaje potencial descontrolado. Cuando los bobos anunciaban el fin de la historia en una planicie de aburri- miento cósmico, sobreviene un repentino des- pertar en la perplejidad, el terror, la ira. Antes se podía negociar para evitar el estallido del polvorín, ahora ha surgido un enemigo anóni- mo. ¿Es verdaderamente Ben Laden el res- ponsable del ataque? ¿Qué pruebas hay? Nos explica el Sr. Bush que hay que mantener el secreto. Estamos presos en redes invisibles. Y se acaba de demostrar que el terrorismo es ca- paz de infiltrarse armado de simples cuchillos en esta tan sofisticada como frágil tecnología del mundo avanzado. Qué efectos terribles no pueden dejar de producir sus armas atómicas, químicas, biológicas en manos de fanáticos desesperados? ¿Nos resignaremos a vivir en es- te mundo sórdido? ¿Permanecerán las Nacio- nes Unidas pasivas y sumisas a la política que nos conduce al abismo? Es hora ya de que sal- gamos de la barbarie y emprendamos el cami- no de una nueva civilización. Frente a la pasi- vidad el llamamiento a la crítica y la rebeldía. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS