1995-10-23.EL MUNDO.LAS TRES ESPAÑAS AGT

Publicado: 1995-10-23 · Medio: EL MUNDO

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LAS TRES ESPAÑAS
EL MUNDO. LUNES 23 DE OCTUBRE DE 1995
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Para comprender el mundo de las ideas y de las cosas, la mente siempre anda buscando una tercera vía. No obstante, para explicar el sentimiento de España, sus guerras civiles y sus poetas se empeñaron en dividirla en dos mitades. Y llamaron profunda a la mitad estancada en  última instancia, la intuición y la acción entienden mejor la complejidad social reduciéndola a dos elementos simples en discordia, que con un tercer factor de conciliación. La necesidad de hacer la síntesis entre dos contrarios no parece estar en el mundo externo de las cosas sociales, sino en las estructuras internas de la mente que las percibe y en las oposiciones antitéticas que dan su lógica a los mitos primitivos y al lenguaje binario de los ordenadores. La teoría anatómica de los tres cerebros y la teoría analítica de las tres grados de conciencia situarían a la España profunda en el cerebro del cocodrilo y en la mente subconsciente. En ese cerebro y en esta mente se sitúan los sentimientos y las acciones de la España oficial. Un tercio de España se identifica ahí. En el Estado laberíntico de las sentinas de  la razón de Estado, que la razón de humanidad no comprende, donde el crimen y la mentira se justifican con brutal desparpajo en el principio de autoridad. 
Esa tercera parte de los españoles, la que apoyó activamente a la dictadura, defiende ahora con uñas y dientes la satrapía de Felipe González. Se suele creer que las personas cambian de actitud ante el Estado, según sea la naturaleza de su régimen político. ¡Qué gran error! La tercera parte que sostiene, contra el viento y la marea de la putrefacción, al gobierno socialista, está en los mismos nichos sociales que apuntalaron sobre tierra firme la sinrazón de  ha cambiado de posición  mundo obrero sindicado ocupa la misma función que la del sindicato vertical. La mayor parte de los intelectuales también está, como en el franquismo, en la España oficial. El problema es que esa tercera parte dominante impone su ley, sin necesidad de coacción, a otra tercera parte, la de la España oficiosa. Ese tercio acomodaticio que, ante el horror de la dictadura y la satrapía, reacciona con tolerante y prudente resignación. Su miedo pánico a los cambios políticos, le hace razonar con escepticismo conservador. A este tercio que vota sin saber a qué ni por qué, no le gusta la corrupción, pero nunca hará nada para acabar con ella y construir un ideal que ilumine su pobre visión de la vida. 
Queda por fin la tercera parte que rechaza no tanto a los bárbaros corruptos, como al régimen de barbarie, dictadura y oligarquía, que los produce. Aquí está la conciencia moral y  esperanza de que la libertad política, aquella que determina las cosas del poder, establezca la democracia y la decencia en los asuntos públicos. En esta tercera parte, que no participa en la farsa electoral del Estado de partidos, se dan la mano la mayor sabiduría y la mayor ignorancia política. Los que se abstienen de votar porque saben demasiado, incluso que el hecho de votar legitima tanto a lo que hay como al grupo de Fraga y Martín Villa que lo va a sustituir; y los que no votan porque no saben nada. Honrosa compañía. La división de los españoles en tres tercios, por razón de su apoyo, acomodación o rechazo al régimen de poder en el Estado, sea cual sea su naturaleza no democrática, parece ser más estable y profunda que la producida por la división ideológica entre la derecha, la izquierda y el centro. Y tampoco coincide con la diferencia de carácter que provoca la distinción entre conservadores, moderados y radicales. Nunca, como ahora en el Estado de partidos, se había concentrado una mayor dosis de conservadurismo social y radicalismo criminal en un gobierno. Hasta tal grado llega el extremismo gobernante, y la inoperancia activa de la oposición, que la rebelión contra el régimen político, en nombre de la democracia, acapara todas las variantes posibles de la moderación personal.