2000-11-04.LA RAZON.LA TRANSICIÓN DE POLIBIO MARTIN MIGUEL RUBIO

Publicado: 2000-11-04 · Medio: LA RAZON

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LA TRANSICIÓN DE POLIBIO 
LA RAZÓN. SÁBADO 4 DE NOVIEMBRE DE 2000
MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN 
Antonio García-Trevijano escribía el 19 de octubre en esta misma página un artículo titulado «Lo pragmático», en el que como consumado epitomator hacía un recorrido cronológico sobre lo que por «pragmático» se ha entendido en todas las épocas, desde Polibio y su historiografía pragmática hasta el pragmatismo ficcionalista de Hans Vaihinger. Pero lo que me ha movido a escribir este artículo sobre aquél es el sorprendente hecho de que el sentido gnoseológico que Polibio quiso dar al «pragmatikós trópos» que debe tener todo historiador veraz y objetivo (y útil al futuro político de su comunidad) era aquello con lo que el historiador megalopolitano quería poner coto a los mitos y ficciones genealógicas con que el Estado elabora su propaganda histórica para consumo de sus ciudadanos y justificación de su propio modelo. Es decir, el primer pragmatismo (Polibio) nace contra el sentido ficcionalista que le confirió el último (Vaihinger).
    La historia pragmática polibiana «demuestra» –también es apodíctica– que todo fenómeno histórico responde a cinco categorías: el tiempo, el modo, la causa, la ideología (u «operaciones mentales») y el tipo de constitución. Para Polibio estas cinco dimensiones determinarían (y explicarían) el fenómeno histórico. Por eso la historia pragmática es una ciencia política: porque capacita al político para prever el fenómeno político a partir de las variaciones que su poder consiga producir en cualquiera de esas cinco categorías. Polibio estaba convencido de que conocer bien cómo y por qué género de constitución política un pueblo vence o es vencido es el mayor conocimiento que un político puede tener. Y el establecimiento de pautas históricas a partir del análisis de las Constituciones (y Grecia ha sido la mayor fábrica de Constituciones desde el siglo VII al siglo II a. C.) sería uno de los principales atributos del pragmatismo polibiano. Son las instituciones públicas las que salvan la causa del pueblo si son excelentes, o las que la hacen fracasar si están amañadas. 
    Pues bien, García-Trevijano, en estos últimos cuatro meses, nos ha presentado en estas mismas páginas una insoslayable historiografía pragmática (una autopsia polibiana) sobre la Transición, de suerte que con una exposición de hechos –no de opiniones– hace inútiles la mayor parte de las historias adulatorias de la Transición que se han publicado en los últimos cinco años –al calor de «los nuevos veinte años de paz»– por no estar presentes en ellas la verdad. Y como dice el mismo Polibio, creador del primer pragmatismo, «lo mismo que un ser viviente privado de vista es totalmente inútil, así lo que queda a la historia, una vez eliminada la verdad, resulta ser un relato inservible». Pero nuestra «democracia» vive como un fantasma superlumínico del pragmatismo ficcionalista del hiperkantiano Vaihinger. Como nada existe realmente, como todo es ficción, o al menos nada es cognoscible, vivamos por utilidad biológica como si realmente tuviéramos una libertad política que no existe; como si nuestros más profundos anhelos estuvieran representados en el Estado sin estarlo; tranquilizadoramente durmientes en una confianza del como si que nos asegura que a nuestros sueños los protege el sistema político llamado Democracia. Afortunadamente Polibio, tras describir el desastre de los etolios, nos enseña «que no se debe deliberar sobre el futuro como si fuera pretérito, ni se debe concebir una esperanza demasiado segura en cosas que aún pueden ocurrir de otro modo. Somos hombres: siempre hay que ceder su parte a lo inopinado». Nuestro sueño no está cerrado, aunque algunos lo crean así. Podemos despertar a una realidad distinta. Siempre hay lugar para el optimismo. Y es el propio ciclo vital de cada sistema político, que con tanta pulcritud nos describe Polibio, basado en la secuencia biológica de juventud-madurez-senectud, el que nos confirma el seguro mejoramiento de este presente. Porque lo ciclos polibianos no son eternos retornos a lo idéntico, sino que tácitamente prometen la evolución optimista y progresiva de la figura de la espiral. Acabemos con Polibio: «De modo que los epirotas, si se razona correctamente, ¿podrían no aparecer como causantes de sus propias desgracias, si convirtieron a estos en guardianes de la democracia y de las leyes?»