1997-06-21.EL MUNDO.LA SOMBRA CHINESCA AGT
Publicado: 1997-06-21 · Medio: EL MUNDO
Ver texto extraído
EL MUNDO. SÁBADO, 21 DE JUNIO DE 1997 El Congreso del partido de la oposición teórica debería haber sido la ocasión para convertirlo en el partido de la oposición práctica. La ocasión de pensar en las causas de su fracaso como partido socialista y de su triunfo como aparato de poder y prebenda. Siempre he combatido la falsa idea de que el felipismo era una creación personal de Felipe. Los intelectuales de éxito atribuyen a las personas los grandes fenómenos sociales. Eso es fácil de entender por el vulgo. Pero la dictadura no habría durado cuarenta años si la mayor parte de los españoles, por convicciones antidemocráticas, por conformismo, por utilidad personal y por miedo a la represión o, lo que es peor, a la simple idea del cambio político, no la hubiesen apoyado. Condenar cuarenta años de nuestra historia es condenar al pueblo que esto suena muy fuerte en los oídos de quienes piensan que los pueblos jamás tienen culpa y que todas sus desgracias provienen de quienes lo dirigen. Como si no hundieran éstas sus raíces en las masas amorfas de donde emergen, como si la cabeza pudiera ser extraña al tronco que la sostiene. Algo muy parecido sucede con el PSOE. Felipe y la mala cabeza que lo ha dirigido durante los últimos veinte años, está entroncada en la mala conciencia de la oposición teórica del pueblo español al franquismo. La dicotomía entre lo que se piensa y lo que se hace formó la naturaleza de la oposición socialista a esa doblez continuó dando carácter, o falta de él, a los dirigentes del PSOE. Esta ambigüedad distinguió al oportunismo socialista de la coherencia comunista. Sin conocer la naturaleza oportunista de la ideología socialista, no se puede entender la de los hombres que la encarnaron en el pasado, ni la de los que hoy representan a ha dado expresión balbuceante y grotesca a esa barroca ambición de clase media de querer gobernar como la derecha, pero creyéndose de izquierdas, a esa clase social envidiosa y revanchista que dio conciencia de izquierda al fascismo puro. Cambia la circunstancia pero no pesado cuerpo de Felipe se va, arrastrando consigo a la liviandad de Guerra, pero la sombra de su feroz oportunismo se queda. Que nadie espere renovación de lo que nunca fue nuevo. Ni regeneración de lo que no fue generado. En un primer momento, la piedad masoquista de los que sufrieron más de cerca su tiranía de reyezuelo cantarán sus mitos y llorarán su ausencia. Pero, enseguida, la negra perspectiva judicial pesará más, en felipista, que el deseo de proteger al antiguo jefe. La salida de Felipe ha carecido de grandeza. Sale cargado de un peso muerto que no tenía cuando llegó. Y entra en la Historia con el baldón de haber sido el gran introductor de la corrupción y del crimen de Estado como factores de gobierno. Los buenos gobernantes no dejan herencia popular que los sucesores tengan que respetar. Los malos sí. El felipismo sin Felipe, como el franquismo sin Franco, más que una posibilidad de sus herederos es una necesidad social que nueve millones de votos expresan. tendrá que traicionar a Felipe para seguir siendo fiel al felipismo, esa sombra chinesca que se proyecta sobre un partido donde nadie se sublevó contra el absolutismo de un jefe desalmado.