2002-03-19.LA RAZON.LA PRIVATIZACIÓN DE LA RELIGIÓN DALMACIO NEGRO

Publicado: 2002-03-19 · Medio: LA RAZON

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LA PRIVATIZACIÓN DE LA RELIGIÓN 	 
LA RAZON. 19 MARZO 2002 PÁG. 16  
DALMACIO NEGRO	 
La estética, la religión y la política son los tres grandes abarcadores de la vida humana. En realidad, el abarcador estético une los otros dos. Pascal decía que hay razones del corazón que la razón no conoce; la razón sólo demuestra y el corazón comprende, y la razón del corazón, que siente, es la de la estética. Por eso siempre hay una estética de la política, que se refiere al más acá, al aquende, a este mundo y, sobre todo, detrás de la religión que se refiere, al más allá, al allende, al otro mundo, a lo suprasensible. Es, pues, lógico que, si no hay estética o está en decadencia, como muestra Antonio García Trevijano, estén en crisis o decadencia tanto la política como la religión. Hay quien piensa como Hans Belting, esgrimiendo buenas razones, que la historia del arte ha llegado a su fin.
La relación entre la política y la religión es inextinguible y siempre será conflictiva: ambas tienden a ser públicas. La privatización de la religión, la religión privada, puede ser voluntaria u obligada, pero, por su carácter de abarcador, en modo alguno es lo propio de la religión: la religión es por naturaleza pública y si hoy se habla de privatizar la religión es porque habiendo conquistado el Estado todo lo público, el estatismo y los estatistas o antirreligiosos fundamentalistas, para hablar a la moda, no toleran que la religión se manifieste y se produzca como tal públicamente, igual que hacen con la política los antipolíticos fundamentalistas religiosos. Si se prescinde públicamente de la religión y se quiere privatizarla es porque impera un fundamentalismo político coherente con la politización universal vigente desde la segunda guerra mundial. Como se sabe, la Unión Europea ya exige el castigo para las opiniones disidentes y ha conseguido que, por ejemplo en España, se incluya el delito de opinión en el código penal. Es éste un aspecto tenebroso de la actual ideología de la «construcción» europea que se airea demasiado poco.
En la Edad Media, lo público fue la religión y Europa era una universitas christiana, la cristiandad. Al afirmarse el Estado, consagró como público el ámbito de la soberanía según la doctrina moderna, en tanto ámbito neutral común en condiciones de arbitrar en las disputas religiosas consiguientes a la reforma protestante. Ese ámbito se fue ampliando paulatinamente, destruyéndose el equilibrio entre religión y política a medida que crecía la estatalidad e intervenía más en la sociedad. Hobbes, al construir su teoría del Estado, consideró indispensable el culto público y con la revolución francesa el Estado estableció su propia religión en tomo a la nación, oponiendo el nacionalismo religioso a la religión tradicional. Y es que para el Estado evolucionado, la religión es, ciertamente, el opio del pueblo, ya que le disputa lo público, el espacio público, el espacio común y la lealtad de los súbditos.
Es decir, le disputa el control de las conciencias. Pues, como dijo el teólogo protestante Karl Barth, «la conciencia es la verdadera intérprete de la vida». Mas, el Estado, cuando degenera en estatismo, se autosacraliza y tiende a dirigir toda la vida, a politizarla, pues el Estado es lo Político. Ésta es la esencia del totalitarismo que, a diferencia de otras formas de tiranía basadas en la violencia, aspira, como comprendió Tocqueville, a gobernar suavemente mediante el dominio de las conciencias. De modo que si el estatismo no puede eliminar a la religión, por lo menos ha de privatizarla por una necesidad intrínseca, para que no le moleste y, si puede someterla, para dirigirla. Una de las principales aportaciones del cristianismo, como ha mostrado el escritor político lord Acton, es precisamente el descubrimiento de la libertad de conciencia, que la cultura europea añadió a la libertad de pensamiento descubierta por los griegos.
Es lógico que el no menos talibánico fundamentalismo político inherente al estatismo y la politización, quiera relegar la religión al ámbito de lo privado, a la intimidad. Pero, si no consigue extirparla definitivamente implantando el totalitarismo universal, está planteando así un conflicto que, a larga, puede tener graves consecuencias.