1995-07-24.EL MUNDO.LA OTRA CARA DEL FELIPISMO AGT
Publicado: 1995-07-24 · Medio: EL MUNDO
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FELIPISMO EL MUNDO. 24 DE JULIO DE 1995 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO No importa que los políticos y los intelectuales no se percaten todavía del verdadero alcance de la crisis de valores y de las relaciones de poder que padece España. Siempre ha sucedido lo mismo en las situaciones precursoras de un cambio histórico. Es inútil advertirles. Ellos son y serán los últimos en creerlo. A fuerza de ser realistas, nada más que de lo inmediato, terminan por vivir en la inopia política, alejados del movimiento vivo de la realidad social. Se aferran a un pasado muerto con la vana ilusión de que su sola voluntad de permanecer en él le dará vida. Así ocurrió hace poco en Italia, así ocurrirá mañana en España. Donde ya hemos entrado en el desconcierto de esa fase preliminar que nos hace ir dando tumbos por la historia, a remolque de los acontecimientos producidos por el azar de una noticia escandalosa o por la necesidad social de responder a los desastres derivados de la imprevisión de la clase dirigente. La sociedad política, entidad diferente y realidad distinta de eso que llamamos Estado, se deshace ante nuestros ojos, sin que la clase gobernante ni los medios de comunicación hagan nada positivo, sino más bien todo lo contrario, para que esa «dichosa» sociedad política pueda ser renovada o refundada en la sociedad civil, con una nueva base de legitimación del poder. Es tan brutal la crisis del gobierno, tan caótico es el desorden moral de la entropía gubernamental, que casi todos propenden a caer en la peligrosa utopía de que basta un cambio de personas para enderezar la situación y dirigir con honestidad y previsión la sociedad y el Estado. Nadie quiere pensar, ni saber ni oír, que la brutalidad felipista no hubiera sido posible de haber contado la sociedad política con una oposición capaz y de haber contado el Estado con una justicia independiente. Lo que produce alarma no es el conocimiento diferido de las ilegalidades que el gobierno socialista emprendió de modo sistemático desde que logró el poder (Rumasa, Gal, CESID, fondos reservados, etc), sino el hecho irrefutable de que esta Monarquía parlamentaria, con esta Constitución oligárquica y esta oposición de consenso, estos Tribunales y estas Cortes, estas Autonomías y estos medios de comunicación, han propiciado la impunidad de los crímenes de Estado y fomentado la quiebra de la conciencia nacional, durante doce años. El museo de los horrores está en las hemerotecas de la apología del gobierno socialista. Menos mal que un puñado de periodistas, un juez, un fiscal y cuatro medios de comunicación han logrado probar que, sin control parlamentario del poder y sin justicia independiente, se podía vencer al felipismo. Lo que ahora debe impedirse es que se repita en el futuro la horrible experiencia del pasado, o sea, que el partido de Aznar, sometido a la influencia de tenebrosos personajes del franquismo, pueda recomponer la trama de intereses personales que ha sostenido al felipismo, convirtiéndose en mero beneficiario de la ilícita herencia socialista. Para evitarlo necesitamos unas instituciones políticas que dividan y separen los poderes a fin de que el poder frene al poder. Aparte de los escándalos de corrupción que socavan la legitimidad del gobierno y del partido gubernamental, hay crisis política porque no hay control ni freno del poder, porque la sociedad civil no está representada por la sociedad política. La falta de representatividad se traduce en profunda crisis de la legitimidad institucional. Por ello no se debe votar a ningún partido que omita en su programa la revisión de la Constitución, para separar el poder ejecutivo del legislativo y dar independencia al judicial; y la reforma de la ley electoral, para sustituir el criterio proporcional por el mayoritario. Sin esa revisión y esa reforma, el aznarismo será la otra cara, menos demagógica y más autoritaria, menos acomplejada y más dura, del denostado felipismo.