2007-12-02.EL MUNDO.LA II REPÚBLICA CONTRA LA PRENSAMARTIN PRIETO

Publicado: 2007-12-02 · Medio: EL MUNDO

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LA II REPÚBLICA CONTRA LA PRENSA
EL MUNDO. 02/12/2007 Página, 4
MARTÍN PRIETO
La Prensa en la Segunda República española. Historia de una libertad frustrada.
Autor: Justino Sinova. / Editorial Debate, 2006.
Durante la última República, y pese al analfabetismo rampante, la prensa fue proteica en diarios, revistas y pasquines. En el satírico Aquí dibujaban a Manuel Azaña señalándose el culo y diciendo: «¿Me quiere dar aquí?». No fue una situación feliz y la libertad de prensa quedó fracasada entre la censura, las multas y los cierres. Aun así hubo tiempo para que la prensa retratara al minuto los prolegómenos de la revolución de 1934 y la sublevación del año 1936.
Aunque es catedrático de Teoría de la Comunicación, el conocido periodista Justino Sinova pareciera en La Prensa en la Segunda República española. Historia de una libertad frustrada (Ed. Debate) que hubiera forjado una exhaustiva tesis doctoral para colegas, amigos de la Historia y atrevidos postulantes de la recuperación histórica.
Sinova apunta a una de las causas de aquel naufragio de papel: la extracción de los periodistas; los profesionales fueron desplazados en buena parte por políticos que hicieron feudo de las publicaciones.Indalecio Prieto, por ejemplo, era un excelente periodista pero en él primaba el sectarismo socialista pese a su fama de moderado durante la guerra. Así, la República fue tomada al asalto desde 1931 por todas las huestes y los militares tardaron cinco años en hacerlo. Las barricadas fueron los quioscos. Aunque el propósito de este libro es la prensa escrita, la mordaza republicana se extendió a la radio que no podía emitir transmisiones políticas en directo sin permiso, el cine, el teatro y hasta las conferencias a las que asistía un delegado gubernativo con poder para interrumpir al orador. El peor franquismo se hubiera sentido satisfecho.
En un sumidero de restos, Sinova se centra en lo importante: la Ley de Defensa de la República, que elevaron a cuerpo constitucional.Azaña, de tantos talentos desperdiciados, redactó personalmente el articulado de la ley que fue saludada en Cortes por los jabalíes y los tenores. La clase política republicana creyó que el peligro le acechaba por la derecha (que quedó en la sanjurjada) y no por comunistas, anarquistas y el ala sovietizante del socialismo, principales responsables de la violencia que aquejaba al régimen.Azaña creía que podía darles de comer domeñando a las derechas.Ya tenía la República leyes como la de Excepción y Orden Público, pero le dio otra vuelta de tuerca a la opinión conservadora.
No comenzó sino que continuó el cierre de periódicos en cascada.Son la fechas en que Ortega y Gasset escribía en Crisol: «Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron en el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo eso, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: '¡No es esto, no es esto!'. La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo».
Sólo 127 periódicos fueron cerrados tras la asonada de Sanjurjo, lo cual es una desmesura para tan raquítico hecho de armas. Aunque en algo no se equivocó Manuel Azaña: suspendiendo la prensa militar, que era una infección en los cuartos de banderas. Los periodistas sacamos malas notas en el estudio de Justino Sinova: poblábamos no sólo las redacciones sino también los ministerios y lo enredamos todo en ambos sitios. Nunca como durante la República estuvo el periodismo más alto y más vilipendiado. Dice Antonio García Trevijano que él no quería presidir la II República sino la III.
Y es que sorprende que haya añoranza por aquella República que fue un fracaso absoluto desde sus primeros pasos.