2020-12-25.ELIMPARCIAL.LA HOJA DE PARRA QUE NOS QUEDABA RUBIO ESTEBAN

Publicado: 2020-12-25 · Medio: ELIMPARCIAL

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La hoja de parra que nos quedaba

Viernes 25 de diciembre de 2020, 20:15h

La IIª República ennobleció el gobierno provisional con un egregio
erudito de la Filología Clásica, Luis Nicolau D´Olwer, al que Niceto Alcalá
Zamora hizo ministro de Economía. Luis Nicolau D´Olwer ha sido uno de
nuestros mejores estudiosos del latín medieval, a la altura de Veikko
Väänänen. La República quiso en su puesta de largo señalar así que la
Alta Cultura estaba entre sus objetivos, aunque la cultivase una minoría.
Desgraciadamente pronto vendrían los días 10 y 11 de mayo, días de
espectáculos neronianos y dantescos, en que las turbas rojas quemaron
la Residencia de los Padres de la Compañía de Jesús, sita en la calle Flor,
en el extremo de la Gran Vía, junto al cruce de la calle de San Bernardo.
Ardieron numerosas obras de arte y reliquias sagradas, y una biblioteca
de más de 180.000 volúmenes, donde se conservaban ediciones únicas de la evangelización
americana y colecciones grecolatinas de un valor inestimable.

Doctor en Filología

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Clásica

Con el Alzamiento Nacional Franco creó Radio Nacional de España, cuyo principal cometido
era la propaganda y el aliento durante la guerra civil, y puso al frente como su primer
Director a Antonio Tovar, extraordinario catedrático de latín, magnífico hermeneuta de los
textos griegos y romanos, autor de la mejor Vida de Sócrates y el indoeuropeísta más
importante durante el régimen de Franco, y que veló con magnífico celo por el recto uso del
idioma español en RNE. Fue también quien hizo la traducción simultánea entre Hitler y Franco
en su famosa entrevista en Hendaya. Posteriormente Tovar sería el Magnífico Rector de la
Universidad de Salamanca y que inspiró y protegió entre otros a mi maestro, Agustín García
Calvo. Franco quiso así acercar la alta intelectualidad de las Humanidades al nuevo Estado.
Los “años imperiales” del franquismo impusieron, a través de las directrices del ministro
Pedro Sainz Rodríguez, el latín y el griego en todos los alumnos del Bachillerato. De aquellos
adolescentes cultos precisamente vendría la Transición.

Con el advenimiento de la Democracia Adolfo Suárez nombró como primer Presidente del
Senado a Antonio Fontán, uno de los más grandes latinistas españoles de la segunda mitad
del siglo XX junto a García Calvo, Miguel Dolç y Carmen Codoñer, y buen intérprete de la
historiografía romana. En los últimos años de Franco había combatido con su amigo Antonio
García Trevijano, a quien le salvó de un atentado de aquel régimen contra su vida, a la
Dictadura desde el diario Madrid, defendiendo la Monarquía Parlamentaria y haciendo
entrever que el No a De Gaulle de la editorial del diario era en realidad un No a Franco.
Obviamente Emilio Romero interpretó el mensaje, “se lo chivó” a la autoridad, y el diario
Madrid se volatilizó. También fue Ministro durante tres años de Administración Territorial bajo
Suárez. SM Don Juan Carlos I lo nombró Marqués de Guadalcanal. Es así que la Filología
Clásica aparecía rutilante en el fastigio del nuevo régimen político inaugurado por Don Juan
Carlos I.

Hasta el propio José Luis Rodríguez Zapatero puso a una licenciada de Filología Clásica para
pilotar el Ministerio de Cultura, Ángeles González-Sinde Reig, que compatibilizaba su amor a
los clásicos con el cine. Había apoyado, además, el Manifiesto por una Lengua Común, que

defendía sin paliativos la enseñanza del castellano en todos los territorios de España, y que
fue acérrimamente defendido por tres Editoriales del diario EL PAÍS. Lo que son las cosas…
Todavía el socialismo apostaba algo por las Humanidades y combatía la barbarie. El PP
siempre ha tenido diputados y senadores del mundo de la filología clásica que han hecho lo
posible por defender la Filología Clásica junto a la benemérita Sociedad Española de Estudios
Clásicos.

Pues bien, el actual gobierno de miembros tan nutrido, salvo cuatro casos puntuales
intelectualmente solventes y de reconocido prestigio, se define en general por el nivel
intelectual que marcan un maestro sin oposiciones que dio clases tres meses y una psicóloga
que no ha ejercido. Ya no es un órgano que pueda ser referencia nacional de Alta Cultura, ni
siquiera de cultura, más bien de la contracultura, gracias al espíritu maoísta que impregna la
bárbara Ley Celaá, que llega incluso a cuestionar la importancia de las grandes tradiciones
culturales. Ello también explica la deriva desnortada y totalitaria en la que se encuentra
España. Las Antigüedades clásicas, lo mismo que las generaciones más mayores, son el
áncora que sujeta a la sociedad con el sentido común y las verdades milenarias de la
experiencia. Una época de viejos eutanasiados y de eliminación del latín y el griego
representa la juventud salvaje y totalitaria, de criminal desfachatez y codicia desaprensiva. A
una sociedad sin viejos y sin latín y griego la devorará la galerna, y no merecerá la pena vivir
en ella. El latín y el griego eran la hoja de parra que le quedaba a nuestra sociedad para
ocultar la brutalidad juvenil y totalitaria. Ya mi paisano Ramiro Ledesma Ramos prohibía que
se pudiera adscribir a las JONS un español que sobrepasara los cuarenta y cinco años. Y lo
prohibía con perspicacia; de sobra sabía el zamorano que el liberalismo nació y es defendido
por la madurez, “por los hombres viejos, enfermizos, temblorosos, sin pulso ni sangre de
disciplina guerrera”. Se lo dijo a su maestro Ortega. “¡Paso a los jóvenes quiere decir paso al
combate, al heroísmo y al sacrificio de guerra!” Yo diría que es el paso a la barbarie. Y hoy el
paisaje educativo de España es muy desagradable.