1975-05-31.EL ECO D CANARIAS.LA COLMENA
Publicado: 1975-05-31 · Medio: EL ECO D CANARIAS
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LAS PALMAS DE GRAM CANARIA, sábado. 31 de mayo de 1.975 ^iiittiniuiiuutiiüuitMiMiiiuiiiiiiiiJiiiimiiUiiiniiniiuiiiiinii|iHni»^niiiiiiiiin { « • • • • • • « • •I iiiiiiiiiiiiiiiiiiiirHn uiiiiniiiiiiiiiiimiiiiiiiiumu Miiiiiiiiijii|iiiiiiiitiiiMHMiiMwiitHiiiijjiiiMiUiiiii|i|iiiiiiiiil EL ECO DE CANARIAS — Página 15 • M i a ai = : SI • á a É" POR LA GALLE DE EN MEDIO ZíSSSS !"3SS' rlSSSSSaSI ' • • M B aí { • • • • • • • • • • í ^ B B aí •••SáSSSü • • • • • • . • • • « • • •I . • • • • • • f t i i i H ai ( • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • S i a a a a ai taaBaiaaaaaBapBaBBaaíaaavaaaBaai : El "New York Times" tiene una larga historia de patinazos politices. Y hasta casi resulta Inverosímil. A un periódico de esas proporciones, que es uno de los j ^ n d es dinosaurios de la 'Prensa mundial, |iay que su ponerle, y hasta exigirle, un p-an aparato documental, y puntual, de información propia, tanto para uso privado del equ po. directivo, como para pqnor- lo al servicio de los lectoras. Resulta decepcionante muchas veces su ligereza, mientras que algunas de sus profecías h i ^'í do de aurora boreal, la más representativa fue la de su cé lebre columnista Matthews que presentó en sociedad a Fidel Castro como el gran liberal de Cuba, una especie de Jefterson del Caribe, que a poco ánimo y ayuda que recibiera de los Es tados Unidos implahtaría todos los derechos de las constitucio nes liberales. El chasco fu% ma yúsculo. Fidel instauró el iste- ma comunista; la poesía e< re sentativa híe la de Nicolás Gui llén, antiyankf, —^nno de los más grandes poetas de Améri ca— y todo lo demás se lo aho lectores. Conocí a rró a ló« Matthews en Madrid, cuando antes de Fidel, y me pintó al lí der cubano como un Ruiz - Gi- Xa(sat% con bptas de montaña. El despiste era colosal. Ahora el periódica de Nueva laiSSáSSii laaiBaaBaí iBBflaaaaaBBBaaaaaBMBBBaaBaBaNVBaaBaBBi iBBaaiaBaaaBBBBWBaaaBaaaaaBBBBBBBBBaai l a f B a B B f l a a B B a B B B B B B B B B B B a B M B B B a B B B B a BI l f l Í B B a B B B B B B B B B « B a B B B a B B a a a B a B B ( B B B B BI L a B B B V a B a a a B B B B B a a a B B B B B B B a a B B B l . B B B B f ll York califica de imprudente la visita de:l presidente Ford a Ma drld porque piensa que "hala gando Washington a Franco puede ofender a los demócra tas para el futuro». La '^«Tctri- na es original. Si las visitas ofi ciales de los Jefes de Estado han dfc tener en cuenta quienes han de s:>r go>ernaiiícs del i'u- turo y operar con éstas precau ciones, parece que lo aconseja ble es montar organismos de predicación, de adivinación, con ministros cabalistas como en los pueblos antiguos. La cosa, sin embargo, es mu cho más simple. Las Azores son menos que Rota, y Portugal ahora es m^nos de fiar xiuc Es paña para, la Alianza Atlántica. Europa, al fin y al cabo, con sus condicionamientos pouticos • terños, sabe todo esto muv cla ramente, pero tiene que i. fmer- ¡ • • • • • • • • • • • • • « • ti ' ! > • . •• • • { Í { ÍB ::s!::::: los amcvicanos, se la lengua; no. La Europa liberal, demócra ta y socialista, aguarda sus for mas de despego con España, y, simultáneamente, muchos de sus políticos nos dicen por na jo: "¡Cuidado con imitar a Por tugal! ¡Hagan ustedes algo que pueda ser presentable! Un so cialismo a la Ibérica, o una de mocracia cristiana a la italiana sería BBás intranquilizd'lov pa ra Europa que lo que titn?ri». Los problemas son de ahora y no de pasado mañana. Nunca han venido románticamente los presidentes americanos a Ma drid. Pero pocas veces los Jefes de Estado hacen viajes román ticos a ninguna parte. Esto JO dijo uü día escandalosamente De GauUe, mientras el venda val de la literatura polííica de Marcuse para las columnas jó venes se instalaba en Manterrc. La América, o la Europa, u el Oriente de los intere-ses, pasan por encima de las rosas rte Ca lifornia, de los daveis'j (le Pcr- tugal o de los.capullos de caal- . quier parte. ¡Bueno, una ex presión floral de la igualdad, de la democracia, del socialismo, o del amor es bonito! y el futuro será de quien sea. «New York Times" dice que el futuro político de España es de los demócratas. Pero esto es como si dijera que os brague ros están especialmente indica dos contra la hernia. :Purs cla ro! Pero como el país no tiene más que un mago privado, que es Rafael de la Fuente, y toda vía no ha sido instalado al lado del ministro Garro, no se sabe oficialmente quiénes van a sel los demócratas del futuro. ¿Tie ne ésta noticia, y la lista, (A pe riódico neoyorquino? Esto aquí imagina ni Apustúa, no se lo qiie ya se ha inscrito entre ellos. Ahora ihay una carrera hacia Vlos demócratas del futuro", qua por velocidad, van a llegar an tes de los que estaban, l os r.ue vos demócratas pierden de vista a los viejos. Un» vez hace mu chos años, aspiraba un ciuda dano ai honor de ser miembro de la Vieja Guardia. Cuando se le pidieron los testimonios de su alistamiento con (osé Anto nio, contestó. "¡Anda, si yo soy de Primo de Rivera padre!». ¡Los demócratas del futuro! ¿De qué pasado vendrán? Por lo pronto habrá que de sear para "New York Times» que no incurra, para sus pre dicciones, en iei asunto dé Iat-<. thews. En cualquier caso, y per la gracia que Se dispensa a este pais, y por lo halagadora que es la visita de Ford, nuestro chapó al aire. .'I. = i ^í 5 YO Y La ansiosa, in^otable bús queda de una recomendación eficaz consume todos los años un elevado-porcentaje de las energías nacionales. En esta España nuestra, del Desarrollo y la Productividad, los técnicos, sociólogos y especialistas, han despreciado el estudio del te ma, excluyéndolo sin más de "Avances de prospectiva sus operacional", tal vez porque no han sabido calibrar la magnitud del problema. Cuesta trabajo admitir que una costumbre tan profundamente arraigada en la idiosincrasia del esi>añoI, prac ticada con dedicación intensa y aceptada sin la más leve opo sición, pueda hacerle perder al país muchos mUes de diuros, día a día, sin interrupción a lo largo del año. Los españoles ejercemos la "Recomendación» con ^a misma naturalidad empleada en respi rar o mover los brazas. Es un valor convenido que ue,jcansa en las más sólidas regÍon<^s de la i)ersonaHdad hispana. Y por inconmovi ello es una fuerza ble, capaz de resistir a los muy escasos recalcitrantes que pre- •"idieron, alguna vez en su vi da, oponerse al manejo de la recomendación. Ninguna barre ra parece suficiente para dete- "T la fuerza arrolladora de es ta auténtica y bien cimentida costumbre nacional. A sus en ceden las cantos seductores lavaBBBaBBBBBBaai !!;:u«::3a::!t:in::u::::9:H»;t^ laBaBWBSBaaaaaBBBiBaaaaBBBBiBBBBB'BBaBí !!•!!••••••••••!!'••!••!!!!!!:!!::!!!!::::::::•< EL PENDÜLOI ••aBMBBBa«BB«aaa«a>aaa laaaaaBMBaí inHHüSL laaaaaBiaaaiaBaai i i a a j « i a a « a a B a a i s a i « a a a « i i a u « i i «a BÍaBaBaaaaaaBí IBBaaaaaia BBBBI StS B i!s:i laaBBBaBaaaaaaBBaBaavBaBaaaBBi i i No hubo «pfi^». Los periodistas políticos teníamos puesto el termómetro en las procesio- • nes del Corpus -t-<ya es rizar el rizo— para averi guar el grado de enfriamiento de las relacio nes Iglesia - Estado, pero esta vez falló el pun to de mira. No os qtie las autoridades religiosas, civiles y militáivés íecorrieran las caillec y las I>i!'azas de España cogidas del brazo, pero tam poco se dieron niaterialmente la espalda. En Toledo, incluso, el ministro de Jus'Hcla presadlo el brillante cottejo. Las notas amargas estuvie ron en Pamplonaj donde la dedslón civil dci no participar fue áiprobada en un Pleno municipal, y en Las Palmus, por las difereñ«das de crite rios ííúé todo ^'paíig conoce. Nó húbó «pulso», pero tanipoco sé pueden poner tes campanas s repicar. Como los periodistas no {ñventamOs los estados de opinión, hay que certificar que por prixnera vez, se plantearon dudas a nivel nacio nal de si gobernadores y alcaldes debían presi dir una celebración religiosa. Ya es algo. Y también eñ este, caso hubo unas procesiones externas y otras, ótiiizá las auténticas, que, como sabj nuestro pueblo, «van por dentro». don Ramón, ha dado a luz 150 páginas ttula- das «Un proyecto de democracia para el futuro de Fspaña». ¿Un nuevo nombre en la lista de adictos al cambio? Ni más ni menos. Y con el aval de centenar y medio de páginas de razona miento, continuación de otro tanto que apare ció hace seis meses. Tamames trazó un pro grama político intenso, donde se vota por )a autonomía regional, por las reformas a todos los niveles, por los partidos políticos, por toda clase de libertades, jHyr el sufragio universal... Frente a iDiez-Alegría, por ejemplo, que abo ga por una reforma frente a la disyuntiva «todo onada», Tamames escribe con todas las letras: «Esto o la democracia». El Intento es válido y clarificador. Los resul- ta'dois, algo Improvisados, como lo puede demos trar el hecho de que toda te obra tuvo una ges tación de menos de once meses. La fórmula so cial, aunque Tamames se revista de una túnica izquieridsta, le lleva irrefrénabiémente a la de recha: al neocapltaHsmo y a un genuino tipo de reforma fiscal que beneficiaría también —eso se pretende— a la clase dominante. Con el presidente Ford ya en la sala de espe ra y con el paréntesis festivo, parece como si la política entrara en marcha lenta, con más puntos de auscultación que disparaderos. Natu ralmente, eso no impide que en los periódicos no falte i)a noticia d¡e una mesa redonda siuspen- dida, ni que los grados de tensión hayan vuelto al Sahara, escenario de deseixlones indígen'as y secuestros. La opinión pública española, que si gue él tema con justificada pasión, todavía no logra comprender que hay en el reverso de las noticias. Lo que si queda claro es el respaldo a la decisión oficial de acelerar la transn^sión de poderes. Frente a las reticencias de los sec tores más «intégristas» del ^stema, el generail Salas Lazárrabal sentencia; «Cuanto menos tiempo estemos allí, niejor». Es te opinión miUtar. Pero que no decaiga. El profesor Tamames, Los fundamentos políticos, dudosos. Tama- nfes arreniete contra los Principios Fundamen tales y dice textualmente que son «antitéticos con formulaciones del tipo del sufragio univer sal, separación de poderes, libertad de partidos, etc. La santa verdad que en toda la Ley de Prin cipios, sólo hay uno restrictivo: El VIII, cuando dice que «toda organización polítícia de cualquier índqle, al margen de este Sistema rápresenta- tivo, será oonslredada Hegal». Y aún asi —lo sa ben mejor quienes consideraron <^emasiado ancho» el Estatuto— fueron posibles las asocia ciones. Éa Informe de T^nannes no parte dei hecho de que hay una COTístitución aprovecha ble. Al contrario: vuelve a perfilar cruelmente la imagen política de dos ESpáñas. Fernando ONEGA iiViimiiiiniiniiiNiitíMuiiíiiiHiiiiiiiiiiiiiiinítniíiiiiniiiiii iiiiiiimnmiiiintnmiinmiiitin! iittnniíiniiin (c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria. funcionarios más altas dignidades. Catedrá ticos, incorrupti bles, altos cargos políticos, caen apabullados ante el arrojo de un ejército de "recomendados» que batalla con entusiasmo en campo abierto y sin f/onteras. Afincada en el context-j socio económico del país, la "Reco mendación" adquiere carta de naturaleza, y se extiende pro gresivamente a diversos terre nos, como el de las proíesiones, la política, la cultura :. el arte y en ocasiones, hasta el sagrado recinto de las amistadas o la familia. Conscientes del enorme po der aparejado a cualquier reco mendación bien «afinada', los españoles, tan negligentes en otros detalles, procedemos en tonces a un planteamiento se rio y meditado de las opera ciones. Algunas, por su especial delicadeza, requieren un trato exquisito. Los móvimíento'3 de ben estar calculados hasta sus más leves matices. De lo con trario una recomendación rival bien orientada, puede acabar con la estrategia mejor monta da. El auténtico valor personal, las facultades propias de los in dividuos, o la posible justicia de los asuntos "Recomendados», quedan sin efecto y ocupan un lugar muy secundario. Prácti camente nulo, si hemos de ser un poco sinceros. Priva aquí el grado, o la índole del compro miso con la persona que pre senta la recomendación Muy importancia, escasa, tiene el coineter atropellos. Causar daños, a veces irrepara bles, a terceras personas con mayores derechos y menores recomendaciones. Actuamos ce gados por la fidelidad a un va lor en el aue todos creemos de un modo tan ciego como irres ponsable, inconsciente. Al servi- ninguna "Recomendación», la cío de quedan . enormes sacrificados esfuerzos, cientos de horas per didas en doblegar las más fir mes voluntades^. - Y tal vez no sea el hecho más grave —con serlo macho— la existencia generalizada de esta viciosa actitud. Lo que resulta asombroso, visto con friablad, es el grado de cinismo desarro llado al admirar, como si de grandes héroes se tratara, a los expertos consagrados en el arte 'le la recomendación. Como si todas sus habilidades, hazañas, cabildeos y alcaldadas na fue ran más que un triste, doloro so, reconocimiento de un oscu ro complejo de inferioridad. Evidencia a gritos, te expresión de su derrota iunparada en el dicho que, con cierto aire filosó fico, se refleja en el "Yo soy yo. y mi Recomendación». "El Eco de Canarias" i *. iiWciiii laBaaflBBBB^aaaaBaí iBaaaaaaaBBBaaaaaaaBaBaBjiBi IBMBBBeiiBBBaBBI LA COLMENA n sólo los «si'lvistas» de la DDE, que van a las ur nas bajo palio, tienen, prácticamente ¿n el bota las listas. Se supone que «<1 listón de los 25.000 seri salvado también Umi>iamiente por «Unión del Pueblo Esi>añol», en cuanto comparezca. Valentonadas aparte, no se como va Cantarero, pero los demás marchan —con perdón— «aco llonados» que diría Ansón. • > • • • • •• • • • • • • • • • • • ^ • • • • • « • • ' • • • i Ka ! • • • •• • • • • • • • • • • • • • • •• • • • • • • • • • • • • • • - - ' • • • • • • • • • • • < • • • • • " • • • • • " < • • • • ! • > • >• > • • • • ! • • • • • • • • • • ! • • • • ! • • • « • • • • • • • • • • • • • • ' • • • " " • • " • • " ! • • • • • • • • • * " " • " ' > • • •• iBBaaaBBaBBavaaBBBBBBBaaaBBaBaBBBaBBBaaaai i í 1 Con la misma emoción con la que Pepe Isbert Se asomaba al balcón del Ayunta miento de Villar del Río, el alcaide Gar cía Lomas ha sacado el bando para in vitar a los madrileños al Júbilo, a la hospitali dad y al trémolo o.k. pero, ¿cuál es el argu mento tras la cortina del protocolo? Parece que Ford —Gerald— quiere fijarse no sólo en la Es paña oficial, sino en la España real y hasta en la España cañí. Se supone que el presidente Ü S\ es consciente de un montón de cosas: de que, intemaclonalmente, a la gran nación an»e- ricaiia le ha abandonado su desodorante en la media tarde de Vietnam. De que los Césares de Washington tienen patas de gallo en sus rostros de atletas de la negociación. De aquí, como en medio mundo, verá en las aceras, una Juventud, que en buena parte canta más cerca de Víctor Jara qUe de Sinatra. La palabra norteamericana en -Madrid será «humildad». Lo que no quiere decir que, al margen d«;l protocolo, el séquito de Ford no dispense algún «surprise party» En el primer nivel, el pro grama de la visita creo que incluye —no ofi cialmente— tres «apartenids», es decir, tres con versaciones privadas con eíl Jefe del Estado, el Príncipe de España y el presidente Arias. Co mo supongo que el comunicado Oficial será opaco como ejs de rigor en todos los comuni cados Oficiales, me atrevería a apostar que —con toda humildad— Washington propondría a este viejo país —y se daría con un canto en los dientes— un nuevo «estado de cosas», a ni vel de bases militares. O sea: «desactivar» —en el argot americano— las bases de Torrejón y Morón. Es decir, «limpiarlas de toda cabeza atómica y todo riesgo bélico y nuclear. Dos ae ropuertos, y poco más. A cambio, libre circula ción por eil cielo azul espiañol —procurando no ensuciarlo— y aposentarse en Rota; que pasaría a ser el gran «bunker USA» en Europa. Porque no sólo de «bunkers» interiores viv* el hombre... 2 Igual que Jardiel Poncela se preguntaba «¿Pero hubo alguna vez once mil vírge nes?», los Jeíes de fila asoclacionistas so empiezan a preguntar si, en este país, hay ZS.OM españoles que tengan la misma idea. Están sudando la gota gorda, y alguna caplaci- dad de convocatoria —que se decía hace cinco años— no pasa del «cocktail» o la cena unifica da. Parece que era mucho más fácil armar un Ejército contra el turco que reunir «las veinti cinco mil» y presentarse en ventanilla al inol- vidíiMe grito de «estos son mis poderes». Salvo que Cruyff —y en Barcelona— decida formar una asociación, aquí —de momento—- imiiiimniifiiMiiif«««""i»"'"«->">"«i«Mi"»«»nM«. M Entonces, salta a la arena -rtal como se avi só aquí— Manolo Funes. Es el «guerrero sofita- rio», el «Robín Hood» del asoctedoídsmo, inan- que páerdia. Me dice que, por ló pronto, 13.000 telegrafistas —(a los que él defendió— están dispuestos a firmar. Y es que el «ifumesismo» ha hecho pública una especie de homilía econó mico-política apocalíptica, pero de lectura obli' gatoria. Resulta esto: la devaluación vuelve a enseñar Ja pata por debajo de la puerta. Loa sectores y los grupos de presión económicos en crisis amagan. Y en este país la facturas de las estabilizaciones y lag devaluaciones tes han pa gado siempre «los sociales». Bueno, entonces, Funes que wavega en esa órbita, coge la pluma y lanza estc- enorme trueno: «Hoy, a la vista Je un buen año turístico, y con una posición en el mundo en tomo al lugar 12, vemos cómo ban queros Ugados a te exportación... ¡logran con tagiar!... preparase de este modo el clima para dar la puntilla al régimen y a la paz, mediante un plan de devaluación y estábUlzación qué permita que las nñnorías que temen te tran sición, se pongan a salvo mediante una gigan tesca evasión de capitales». Manolo, ¡mashasho!... lo que pasfa es que los economistas politizados son como los trompe teros de Jericó. Con una «envío» en él prólogo, que encajó humildemente, Ramón Tamames acaba de ungir las cabelleras democráticas con el óleo de un libro de cabecera para quienes as piren ai cambio. Con toda pasión, el gran ta lento económico de Ramón Tamames, se ha es trellado en una especie de «BlMla demócrata pronto uso» contra los procelosos acantilados de la política. Que es otra cosa... 9. Una vez avisó «La Colmena» —y el que lavisa no es traidor— qu^ una colección de fascículos, ilegales, apócrifos y a mul ticopista, iba a turbar la paz de la clase política. Eran una especie de «esta es su vida», de «who is who» de te oposición, puesta a pa rir. El número uno describía la» aventuras de García Trevijano. La misteriosa mano negra, como Jack el destrlpador, ha cobrado su se gunda víctima y acaba de distribuir, para ge neral conocimiento, un retrato biOgráflco-polí- tico de mi estimado Joaquín Garrigues Walker Pedro RODRÍGUEZ