1978-03-05.ABC.LA CENA DE BALTASAR
Publicado: 1978-03-05 · Medio: ABC
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ABC. D O M I NG O, 5 DU M A K ZU 1>E 197ft. PAG. 6 LA CENA DE BALTASAR María Cuadra aplastó su cigarrillo sobre el cenicero, sacando del fondo de un bolso una barra de cacao de las que se usan para evitar las grietas en los labios. Antonio Guerrero Burgos, con gesto imperioso, mandó cerrar entonces la pesada puerta corrediza de madera noble lacada de negro. Las paredes, igual- mente negras, del apretado comedor privada, comenzaron a reflejar en seguida el eco de las palabras bíblicas —«Mané, Tequel. Ufarsin»— y los émulos de Da- niel desgranaron el rosario de la profecía, anunciando la caída de Babilonia. José Luis de Vilallonga —conferenciante aquella tarde en el Club Siglo XXI— eligió la vía de la épica. Sus poderosos trazos de escritor describieron luminosamente los días parisienses de la Junta Democrática —Ca- rrillo, Calvo Serer, Tamames, Vidal, Beney- to..., todos en torno a una mesa pergeñan- do los destinos de la Patria— en evidente contraste con el derrumbamiento actual. «Eramos unos ingenuos. Todo ha quedado en agua de borrajas, en componendas y compromisos cojos... Ya no me excita en absoluto la política.» Antonio García Trevijano optó por la vía trágica, su registro favorito. «Esto es una mezcla sin sentido y sin ideas. España vive Un Termidor que se define por la cobardía y el miedo. Una izquierda asustada como la nuestra es imposible que permita que el país sea ordenado y próspero... No veo nin- gún camino. La clase dirigente quiere olvi- dar las necesidades populares. Hoy, la única política consiste en salvar a los hombres del franquismo.» . Por fin —al cabo de las intervenciones de -toda una serie de magos menores— José María de Areilza contó una parábola. La del Rey Alfonso XIII que, victima de una serie de presiones exteriores, se vio obligado a prescindir de Maura y confiar en Dato, aun cuando el primero tenía una completa visión del .Estado y era capaz de entusias- mar al país y el segundo no. No hubo en sus palabras ni una sola referencia al presente, pero todos sabíamos de qué estaba hablan- do. «En la política las distintas alternati- vas no sólo son ideológicas. A veces, lo que las distingue son precisamente las diferen- tes expectativas y esperanzas que suscitan en el país.» ABULENSES, SEGOVIANOS, ZORROS PLATEADOS No entraba en mis intenciones el hablar de esta nueva cena de Baltasar—así se llama el restaurante que hizo las veces de escenario, celebrada el pasado lunes. A fin de cuentas sus protagonistas son, salvando las obvias distancias entre ellos, tres aris- tócratas—el uno por nacimiento, el otro por matrimonio, por extravagancia y hábi- to el tercero— que no tienen por qué re- presentar los sentimientos del país. Si al final me he decidido a hacerlo ha sido por percibir, al cabo del Pleno del Congreso del miércoles, que —elementos ornamenta- les aparte— el balance de una y otra asam- blea es medularmente el mismo: la nave del Estado puede quedar de un momento a otro a la deriva por impericia o desmo- ralización del timonel. Asumo cuantas críticas se han formulado en las últimas horas contra el torpe com- portamiento del Gobierno, que le llevó a cosechar la primera derrota de la legisla- tura en la Cámara de Diputados y rechazó de plano las pobres excusas que, con mas oficio que convicción, han inventado algu- nas personas de la U. C. D., dignas de la mayor estima. Un Parlamento no debe parecerse nunca a los rutilantes salones de la corte de Versalles, plagados de obli- gadas cortesías, de pavos reales y de zo- rros plateados. Un Parlamento es, ante todo, un campo de batalla en el que las «emboscadas» no exigen denuncia—la del señor Pérez Llorca sonó decididamente a pataleta—, sino reciprocidad. El gran responsable de lo ocurido es, sin duda, el presidente Suárez. Desgraciada- mente, las dos semanas transcurridas desde entonces—resolución última de la crisis in- cluida— confirman todas y cada una de las tesis de mi «Burla, burlando» del do- mingo, 19 de febrero. El presidente cada día aparece mas encerrado en sí mismo, Inca- paz de comparecer ni ante el Parlamento ni ante la Prensa, dejando pasar el tiempo sin afrontar la institucionalización del par- tido que le sustenta, dando pie a que —con cierta exageración— la preeminencia de abulenses y segovianos empiece a conver- tirse en una especie de chiste nacional. Q ESE ESCAÑO VACIO EN LA CABE- CERA DEL BANCO AZUL Suárez está empezando a recordar —.fuen- tes del P. S. O. E. indican que Felipe lo en- contró el miércoles, por la noche, abatido y taciturno— al Richad Nixon de los meses inmediatamente anteriores al desenlace del caso Watergate. Su comportamiento debía de ser sin embargo, otro muy distinto. Por- que Suárez no es reo de ningún crimen contra el Estado. Muy al contrario. El presidente tendría que tratar de capitalizar esa deuda de gratitud que todas las fuer- zas políticas, y el país en general, tienen contraída con él Suárez tiene motivos a puñados, siendo la instrumentación del ad- Adolfo Suárez venimiento de la democracia el compendio de todos ellos, para subir a cualquier tri- buna con la cabeza muy alta y acallar las voces de quienes —no tan desinteresa- damente siempre— tratan de presentarse a si mismos como serenos próceres sólo pre- ocupados de la salvación de la Patria. Desde luego que es preciso salvar a Ba- bilonia, señor presidente. Y la salvación de Babilonia pasa indefectiblemente —al menos en estos momentos, con la Constitu- ción en puertas—por la salvación de la Unión de Centro Democrático y por la suya propia. Pero para ello, señor presidente, urge un cambio de actitud inmediato y ter- minante. Basta ya de comportamientos de- fensistas. Usted debe subir a la red, debe entrar en el área, debe mandar sobre el toro, debe demostrar que es un verdadero líder capaz de sacar al país del pozo del pesimismo en el que esta inmerso y guiarlo hacia una nueva frontera de orgullo na- cional y bienestar. Busque a su alrededor, disipe absurdos recelos —antes de fin de mes Fernández Ordóñez hablará de políti- ca en el siglo XXI, y no en la línea que los socialistas esperan—, olvídese de los mediocres, inservibles por su docilidad, y encontrará personas capaces de ayudarle con lealtad y eficacia. Tenga en cuenta, en cualquier caso, que nada erosionará tanto su imagen pública como la repetición de la desoladora sensación que irradiaba el pasado miércoles su escaño vacío en la cabecera del banco azul. A expensas de los sustos que nos de la LA FRASE DE LA SEMANA JOSÉ LUIS ALVAREZ (En su toma de posesión como alcalde): «Prometo una dedicación absoluta, una transparencia completa y una rendición de cuentas cons- tante al pueblo de Madrid.» ABC. D O M I N G O, S DE M A R ZO DE 197». PAO. 7 ciso que los pequeños y medianos empresa- rios tomen conciencia de su situación y de la necesidad de tomar iniciativas antimo- nopolistas para superarla.» «Los pequeños y mediónos empresarios —atención, porque es como para retorcerse de risa-—que han comprendido que la li- bertad humana de emprender y el socialis- mo son inseparables, y que por ello se han incorporado al partido, deben asumir co- mo una tarea en la que son protagonistas insustituibles la de movilizar a sus cole- gas empresarios, convocándoles para la de- fensa real de sus intereses y planteándoles la absoluta necesidad de formar un frente antimonopolista para proteger con eficacia su situación financiera y sus intereses fis- cales, económicos e industriales.» «Existen en la actualidad organizaciones de pequeñas y medianas empresas que han comprendido la necesidad de defenderse practicando una política antimonopolista. Nuestros empresarios pequeños y medianos debieran incorporarse a estas organizacio- nes para potenciarlas y trabajar en ellas y desde ellas en la doble perspectiva de la creación de un frente antimonopolista y de la defensa de los pequeños y medianos empresarios.» Entre «estas organizaciones» figura, por supuesto, en primera línea, la C.O.P.Y.M.E. Comisiones Obreras de la Pequeña y Me- diana Empresa, según traducción de algu- nas mentes perversas.—Pedro J. RAMIREZ. SI ARGELIA NO OFRECE PRONTO UN GESTO DE BUENA VOLUNTAD HACIA ESPAÑA, EL P. S. 0. E. ESTA DISPUESTO A REPLANTEAR SU POLÍTICA EN EL MOGREB economía, y pensando que la única mane- ra de mejorar el mediocre texto constitu- cional es un vigoroso debate a sangre y fuego en la Cámara de los Diputados, dos son los problemas cuya solución condicio- na a corto plazo la salvación de Babilonia. Me refiero, evidentemente, a la fijación de un calendario político para la fase final de la transición y a la rápida puesta en marcha de una nueva política internacio- nal en la que la solución del problema canario sea el eslabón primero de una ca- dena de coherencias. Q CALENDARIO: EN LAS FAUCES DEL CONSENSO Parece que el calendarlo va a ser objeto de un nuevo pacto político —«Moncloa's number two»—que atempere las posibles asperezas del, gubernamentalmente tan te- mido, pleno de la primera semana de abril. Es una lástima que así tenga que ser, pero la inoperanc'la, el «burla, burlando» del Gobierno termina arrojándole siempre en las fauces del consenso. ¿No es sorprenden- te que a estas alturas no se haya alzado aún ni una sola voz ante una aberración de tanto calibre como esa especie de Go- bierno paralelo propuesto por Carrillo, a modo de órgano de seguimiento de la eje- cución de los primitivos Acuerdos de la Moncloa? ¿Estamos volviéndonos todos lo- cos,o es que ya hemos llegado a la con- clusión de que la democracia es el gobierno de todos —vencedores, colocados, vencidos y humillados— y las elecciones una simple diversión periódica en la que quemar dine- ro y energías corno si del Campeonato de Liga se tratara?. La estrategia ha estado a punto, por cier- to, de explotarle al Gobierno entre las ma- nos, por culpa de su pésima interconexión con el partido y el grupo parlamentario, o quizá—esa es una duda que convendría despejar—por la ineptitud de los represen- tantes de U. C. D. en la Comisión de Inte- rior del Congreso. El rechazo de la enmien- da—inicialmente aceptada por la Ponen- cia— por la que se obligaba al Consejo de Ministros a convocar elecciones municipa- les en un plazo máximo de treinta días desde la aprobación de la normativa elec- toral, ha encrespado al P. S. O. E. La pro- pia tarde del jueves, los socialistas trata- ron de pactar un calendarlo con todos los grupos parlamentarios, a excepción de la U. C. D., que hubiera sido immediatamente impuesto al Gabinete. LA maniobra hubiera dejado al señor Suárez al borde del fuera de combate. Si fracasó fue únicamente porque Fraga —pie- za esencial para «puertear» a la U.C.D.— la rechazó con buenas palabras. Recuérdese —y no pretendo insinuar nada—que el se- cretario general de Alianza Popular había visitado aquella mañana el Palacio de la Zarzuela. Es significativo el cambio de rit- mo de Alianza Popular en cuestión de sólo veinticuatro horas: en el Pleno fue quien, de hecho, remató al Gobierno, alineándose con sentido del Estado junto a comunistas y socialistas, y, en cambio, en la Comisión de Interior arropó la retirada—tan vergon- zante como válida y explicable— de los cen- tristas hasta unas posiciones acordes con la libertad de maniobra que debe poseer un Gobierno que se precie como tal. No quiero anticipar acontecimientos—la remo- delación de la derecha exige un estudio más amiplio y detallado—pero parece que en las altas instancias se vislumbra la conve- niencia de un pacto de Gobierno —poselec- toral en cualquier caso—similar al que, en su día, unió a la C. D. U. y a la C. S.U en Alemania. H POLÍTICA EXTERIOR: ATLANTIS- MO Y NEUTRALISMO La vertebración de la política internacio- nal es cuestión muy diferente a la del ca- lendario. Se trata de una de las escasas áreas en las que sí que debe funcionar, en cierto modo, el consenso. Pero, no nos equi- voquemos, consenso de la oposición-—con- senso constructivo y generoso—a partir de las iniciativas del Gobierno, las cuales de- ben emanar, a su vez, del contraste de pa- receres Parlamentarlo. El resultado de la votación de Trípoli no ha sido fundamentalmente consecuencia de la intriga argelina —aunque todo ayu- de—, sino de la constante indefinición de nuestra política exterior. Es perfectamente comprensblle la negativa matizada de Feli- pe González a participar en una precipita- da operación interpartidista de relaciones públicas africanas. ¿Qué sentido tendría que el señor López Bravo, el señor Camu- ñas, el señor Yáñez y el señor Azcárate aterrizaran en Luanda, Dakar o Addis-Abe- ba si no existe previamente una política internacional que defender? Sería, desde luego, una lamentable pérdida de tiempo utilizar a tan ilustres señorías como sim- ples recaderos. Nuestras grandes opciones, nítidamente compartimentadas, son solamente dos: atlantismo y neutralismo. No es mi pro- posito ponderar las ventajas de una u otra solución que, en cualquier caso, deben que- dar filtradas a través de uin gran debate nacional con su correspondiente culmina- ción en referéndum. Si los españoles optá- ramos por la O. T. A. N., comunistas y so- cialistas deberían entonces servir lealmen- te a esa opción y viceversa. El P. S. O. E, tiene, en cualquier caso, planteado un reto a corto plazo. O Argelia proporciona una rápida prueba de buena voluntad—la in- minente visita del coronel Offman, conse- jero de Bumedian, proporciona la coartada adecuada— o el partido de Felipe González deberá realizar una severa autocrítica—y, según mis noticias, estaría dispuesto a ello— sobre su política en el Magreb. Q DOCUMENTACIÓN PARA PEQUE- ÑOS Y MEDIANOS EMPRESARIOS Al amparo del vacío de poder creado en la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (C. E. P. Y. M. E.)-co- mo consecuencia del nombramiento de su infatigable promotor, Agustín Rodríguez Sahagún, como ministro de Industria, algu- nos medios de comunicación han sugerido —e incluso jaleado tendenciosamente— la fusión de dicha organización con su casi homónima la C. O. P. Y. M. E., desvincu- lándose de la C. E. O. E. El bulo ha quedado de momento desmen- tido, pero podría volver a suscitarse, tal vez con el concurso de algún elemento de militància centrista, reciente candidato a un cargo público que, aun modesto, excedía con creces sus capacidades. Por si tal caso llega, quiero aportar como simple docu- mentación algunos párrafos del artículo publicado esta semana por Luis Larroque —comunista de carné y «alma mater» de la C. O. P. Y. M. E.— en «Mundo Obrero», dentro de la sección «Tribuna del IX Con- greso». Aunque el artículo no tiene desperdicio, me concentraré en las líneas de actuación que Luis Larroque «propone» a sus cama- radas comunistas: «Debemos identificar concreta y crítica- mente la contradicción existente entre oli- garquía financiera y pequeños y medianos empresarios allí donde se manifieste. Y ha- cerla pública en toda su dimensión. Es pre-