1995-06-15.EL MUNDO.LA BRIGADA SOCIAL DEL TIROS A LA BRAGUETA ANTONIO BURGOS
Publicado: 1995-06-15 · Medio: EL MUNDO
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LA BRIGADA SOCIAL DEL «TIROS A LA BRAGUETA» EL MUNDO. 15/06/1995. Página, 5 ANTONIO BURGOS Es lo menos que podía esperar de mi republicano y sin embargo amigo Antonio García-Trevijano. Los viejos radicales nunca te defraudan. La fontana del Trevi ha manado la verdad de decir que si a él lo han espiado, ha sido por el plan antiguo, por el de los teléfonos intervenidos, que en su vida ha hablado por una motorola. No podía yo esperar menos del viejo hidalgo granadino. Un señor sevillano decía: «En mi casa, gracias a Dios, nunca hemos pagado una letra». Este señor granadino que tan nerviosos los pone ha dicho como aquél: «En mi casa, gracias a Dios, nunca se ha hablado por una motorola». Estoy seguro de que estos perros que comen carne de perro y que se dedican ahora a la maniobra de distracción del acoso y derribo del mensajero, saldrán diciendo dentro de poco: «Se lo tienen bien merecido, por cursis, por ir por ahí presumiendo tanto de motorola cuando nadie la tenía...». Cambia el lenguaje, pero los hechos permanecen. La única diferencia entre esto y el franquismo es que antes se intervenían los teléfonos y ahora se escanean las motorolas. Ya está bien de que hablemos tanto de los males de la joven democracia. ¡Pues no tiene ya pelos en las piernas la joven democracia, y no está harta de ir al Barbero...! En estos usos de la cleptocracia felipista, de joven democracia, nada. Lo que hay es mucha vieja dictadura pura y dura. Que no se mosquee el caudillo de nuestros días, el mendaz Don Tancredo, cuando se le compare con Franco y a su régimen con el franquismo. En todo caso, González no querrá que se le compare con Franco porque sale muy mal parado. Lo que hace el Cesid en la democracia es bastante peor que lo que hacía la Brigada Social en la dictadura. La Brigada Social por lo menos no se dedicaba a espiar las vidas particulares de los que se encerraban en Montserrat o convocaban la huelga general revolucionaria. La Brigada Social estaba muy bien con la espada, mucho mejor que el Cesid. La Brigada Social le tenía buscado el rincón de Ordóñez al Partido Comunista y a los abogados demócratas, y con los pinchazos hondos aquellos que pegaba en el hoyo de las agujas de los teléfonos caían sin puntilla los aparatos de propaganda. Con Franco nos espiaban mejor. Tenían, eso sí, peor puntería. Entonces el pinchazo no era aleatorio, sino a tiro hecho. Pero tenían más mérito. Claro, Franco espiaba con un mauser de la guerra de Marruecos y González espía con el cetme de asalto (a la intimidad) de la Otan de su alma y de la Bosnia que nos parió. Este Manglano, tirador de primera de González, es un Búfalo Bill del neo-franquismo de la Brigada Social de las escuchas. Donde pone el escáner pone la bala, que siempre da el tío en todo el bebe, al grito de Azaña por el sector renovado: «¡Tiros a la bragueta!». Lo aleatorio les sale divinamente. Con la de conversaciones que no habrá tenido Ramón Mendoza sobre la ficha de Butragueño y la esquina del Bernabeu, lo pillan precisamente echándole la bronca a la secretaria por culpa de Nati, que es fácil imaginarse lo que le decía: «No sea usted tan tonta como ella y no me ponga usted más llamadas de esta señora, que cuando coge el teléfono, la hora y media de charlita no hay quien se la quite, esta señora es una pesada...». ¿Y quién oye al oidor?.- Estos tíos de la Brigada Social del caudillo Felipe González a la vileza le llaman suerte. Que digo yo que habría muchas otras conversaciones de Barrionuevo para grabar y no precisamente la que mandaron a la cintateca... Si ese virtuosismo de lo aleatorio lo hubieran empleado en rellenar primitivas y quinielas o en comprar billetes de lotería, a estas horas no hay déficit del Estado que valga. A Franco no le intervenían el teléfono. A González no lo escanean. Nadie oye al oidor de la Nueva España. González calla porque el andaluz, como el gallego no daba explicaciones más que ante Dios y ante la Historia, no se justifica más que ante Europa y ante Polanco. La mayor de las punterías de la Brigada Social de Felipe es que al jefe nunca lo espiaron, ni a su Carrero Blanco. Al hermano de Juan Guerra nunca le cogieron una conversación con María Jesús Llorente sobre el precio de los cafelitos, mire usted qué casualidad más aleatoria. Alea jacta est. Sobre todo, para el oidor. Ese sí que tiene un pinchazo hondísimo en las agujas del reloj parado...