1995-10-11.ABC.LA BIBLIOTECA DE UN MODERNO HUMANISTA MARTIN MIGUEL RUBIO

Publicado: 1995-10-11 · Medio: ABC

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ABC  Pág.  76

TRIBUNA ABIERTA

LA BIBLIOTECA DE UN MODERNO HUMANISTA

Por Martín-Miguel  RUBIO  ESTEBAN

D1, ESPUÉS  de  una

dódeka  de  go-
bierno  socia-
lista,  donde  la  ramplo-
nería, la mediocridad, la
incultura,  el  Kampu-
cheísmo  educativo,  la  picardía,  el  gitaneo,  el
deshonor  y  el  crimen  han  sido  las  señas  de
identidad de la política nacional, visitar la pre-
ciosa  Biblioteca  de  Antonio  García-Trevijano
es  una  fiesta  que  te  llena  los  pulmones  del
alma de oxígeno y de optimismo cultura! y mo-
ral.

La canalla  gubernamental  ha intentado  con
todas  sus  fuerzas  convertir  en  un  secarral  la
cultura media del  pueblo español  sometiendo
a  los niños y adolescentes  a. un implacable y
despiadado  proceso  de  analfabetización  sólo
comparable al régimen del Khmer rojo Pol Pot.
Disciplina  y  saberes  arraigados  de  la  cultura
escolar  española desde  la Ley Moyano,  e in-
cluso desde  la Ley de Gil de Zarate, como el
latín,  el  griego,  la  filosofía,  la  literatura  es-
pañola,  el  francés  y  otros,  se  han  rabiosa-
mente liquidado en favor del diseño, la tecno-
logía de trabajos  manuales,  la «transición  a la
vida adulta y activa», «enseñar a pensar», «los
papeles  del  hombre y  la mujer» y otros pasa-
tiempos  muy creativos  con  los que lograr por
completo  el terrible desiderátum vandálico de
«¡muera  la  inteligencia!».  Si  lo de  José  Millán
Astray y Terreros,  Jefe  del  Cuerpo  de Mutila-
dos, 
fue una fanfarronada retórica de la eterna
desconfianza  de  la espada  hacia  la inerme e
írrita  pluma,  resuelta  inesperadamente  ya por
Don Quijote, lo que ha perpetrado turbiamente
el Gobierno socialista a través de su tumultua-
rio Ministerio  de  Educación y Ciencia deja de
ser retórica vana para convertirse en una reali-
dad cruel y despiadada: la sistemática descul-
turización programada implacablemente  por la
Karripucheana  Reforma  educativa  contra  las

C UALQUIER  oc-

cidental, 
in-
cluido  más  de
un  bienpensante,  lo
habría  calificado  de
«hombrecillo».  Era  de
pequeña estatura, flaco, y los pómulos se des-
tacaban  en  un  rostro  que  no  rellenaban  unos
carrillos opulentos. El milagro de la vida se re-
velaba  en  unos  ojos  chispeantes  que  delata-
ban  que  no  se  consideraba  un  ser  desgra-
ciado.  Lo descubrí en un desvencijado y ren-
queante tren asiático que necesitaba dieciséis
horas  para  cubrir  un trayecto  que  en  Europa
sólo exigiría tres o cuatro. Su imagen me llegó
a través de un programa de televisión de! que
luego  averigüé  el  título:  «El planeta  solitario»
que,  en esta ocasión, se centraba en  el Viet-
nam. 
Sus  breves  reflexiones  -hablaba  en
francés- eran más que suficientes  para hacer
su retrato incompleto  pero exacto.

En el tren viajaba una joven periodista norte-
americana que entabló una corta conversación
con  aquel  compañero  del  bullicioso  y abarro-
tado  vagón  en  el  que  familias  enteras  se
habían  pertrechado  de  to  necesario  para  ei
largo  y  lento  recorrido.  El  viejo  vietnamita
-quizás  las  privaciones  le  hacían  aparentar
más años de los que podía tener en realidad-
explicó respondiendo sonriente a una pregunta
que  su  oficio  era  el  de  escritor;  la sonrisa se
amplió  cuando  añadió  que también  era  pintor
-lo  demostró  dibujando  a  lápiz  sobre  un
blanco  papel  el rostro  de  la entrevistadora- y
llegó  a  la  cima  de  la  expresión  de  la  dicha
cuando  corroboró  que,  en  efecto,  era  un ar-
tista.

No se trata de alimentar el vergonzoso y de-

más  jóvenes  generaciones  de  españoles
tendrá  consecuencias  insospechadamente
dramáticas  a medio y largo plazo en las posi-
bilidades  de  desarrollo  cultural  de  este  país.
Va a ser extremadamente  difícil recuperar a
los adolescentes que ya han sido sistemática-
mente  embrutecidos  por  una  Reforma  antie-
ducativa bárbara, donde  la ignorancia y zafie-
dad  de  sus  «mentores»  han  confundido  los
valores oligárquicos, como la «tolerancia», con
las virtudes  democráticas, como el «respeto».
España  así  está  comenzando  una  etapa  de
africanización  espiritual  cuyo  tercermundista
cáncer,  provocado  por la ignorancia de peda-
gogos de tres al cuarto, reclutados más como
comisarios  políticos  que  como  funcionarios
capaces,  sólo  Dios  sabe  cuándo  podremos
extirpar.  Yo  calculo  que  en  no  menos  de
veinte  o  treinta  años  desde  las  expectativas
más optimistas. De seguir con esta antipolítica
educativa  de  lectores  de  C.  B.  Macpherson
en  ediciones  de  kiosco,  admiradores  de  la
«Nuova Scuola» -me ne frega!- y-catedráticos
de  gimnasia y  peluquería,  el saqueo de valo-
res espirituales, culturales y morales alcanzará
un  nivel  pavoroso,  sólo  comparable  al de los
cruzados del veneciano  Enrico Dándolo sobre
Constantinopla, causantes de una ruina con la
que  cayó  un telón  entre  los antiguos y noso-
tros;  un telón  oscuro  e  impenetrable  que  no
se levantaría jamás.

En  relación  con  esta  maldad transcenden-
tal, 
las  cuestiones  del  GAL,  el  CESID,  la co-
rrupción  y  la  malversación  sistemática  son
sólo males menores, a pesar de su presencia
ubicua  en  la  Prensa.  Males  que  sólo  se

LIDERTAD  PROFUNDA

moníaco  argumento  según  el cual  los  pobres
encuentran  la  felicidad  más  fácilmente  que
quienes  no  lo  son,  porque  se  conforman  con
poco y exigen menos. A mi entender, sucede,
simplemente, que ese hombre que tanto y tan
bien debe conocer la miseria material, ignora la
miseria  moral,  la  que  conduce  a  la  ambición
desmedida,  al ansia de poder,  al deseo  de fi-
gurar en cabeza entre un sinfín de marionetas.
Porque  cada vez  es  más  cierto  que  la socie-
dad  actual  es  capaz  de  cualquier  cosa, aun-
que  conduzca  al  desequilibrio  personal  y
ajeno, con tal de lograr el palmares de los ho-
ñores  pomposos  y fatuos.  Parecen  no querer
darse cuenta de que entran a formar  parte de
un mecanismo que si por un lado sé manifiesta
encumbrándolos  por  encima  del  resto  de  la
ciudadanía,  por  otra  los  convierte  en  dóciles
actores  de  una farsa deleznable,  aquélla que
conduce  a conocer  la vanidad, pero no el or-
gullo de la propia estimación.

Lo  más  penoso  es  que  incluso  personas
que no desearían, en principio, entrar en el en-
granaje  de  la  mezquindad  -siempre  más  la-
mentable  moralmente que el de la indigencia-

692.694 ANUNCIOS
PUBLICADOS EN EL 94,

SON PALABRAS MAYORES ABC

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podrán  erradicar  con
una tajante  Reforma de
las  instituciones  de-
mocráticas.

Por ello, la primorosa
Biblioteca  de  Antonio
García-Trevijano, con la colección universal de
clásicos de «La Pléiade», con todos los núme-
ros  reunidos  y  magníficamente  encuaderna-
dos  del  periódico  «La  Falange»,  dirigido  por
Fourrier  y  Víctor  Considerant  (los  analfabetos
del  poder  socialfelipista  entenderán,  los  po-
bres, otra cosa), con las obras  completas del
genial  político,  antropólogo  y  poeta  cubano
José  Martí,  con  las  obras  completas  de  las
mejores  ediciones  criticas  de  Jean  Bodin,
Thomas  Hobbes,  John  Locke,  David  Hume,
Montesquleu,  Rousseau,  Benjamín  Constant,
Tocqueville, Marx, y de cien pensadores políti-
cos  más  antiguos  y  modernos,  con  docenas
de  obras  de  historiadores  de  todas  las  épo-
cas,  bellamente  encuadernadas  por  el infinito
amor que tiene su dueño al género literario de
la Historia, con miríadas de obras de Derecho
Romano y moderno, con todos  lo clásicos de
la economía y la sociología, con los mejores li-
bros de Antropología,  desde  Morgan o Frazer
a  Karl Wittíogel  y  su  Estado  hidráulico,  etcé-
tera, etcétera, etcétera; con todas esas mara-
villas,  digo,  la  Biblioteca  de  Antonio  García-
Trevijano representa hoy un faro iluminador de
la ruta cultural  que tenemos  que  seguir  hacia
el  rigor  intelectual  que  produzca  la  democra-
cia y  la libertad  política en este  brumoso pié-
lago que en la actualidad es España.

La Biblioteca privada, y no la figura pública,
es el verdadero espejo del alma de un intelec-
tual humanista. Sus obras, además, acreditan
qué la erudición no es mero conocimiento  del
pasado,  sino  acicate  del  pensamiento  sobre
el presente y de la coherencia en la conducta
moral.

sucumben  a  la  presión
de  las  fuerzas  vigorosas
de  los  razonamientos (?)
que  imperan  acerca  de
que  sin fama -poco  que
ver  con  el  prestigio-  no
hay nada que hacer en el mundo actual. Y así
escritores  con  el  ansia  justa  de  dar  rienda
suelta a su vocación  ponen  límites  a su oficio
para  rendir  pleitesía  «a lo  que  vende».  Y así
aquellos que deberían intervenir en los asuntos
públicos para hacer pensar serena y concien-
zudamente a los ciudadanos se contentan con
añadir  más  algarabía  a  la  confusión  porque
eso  «es  lo  que  la gente  pide».  Muchos  em-
plean  grandes  palabras  y rimbombantes con-
ceptos  como  si  eso  bastara  para  llevar  luz a
las reflexiones vacilantes, serenidad a las men-
tes atribuladas,  paz a la tortura del desaliento.
Pocos  son  los. que  se  aventuran  a  los juicios
más  reposados  y  valientes,  quizá  porque  al -
hecho  de  ser  los  más  ecuánimes  añaden  el
ser  los  más  conflictivos  para  quien  los  ex-
presa. Parece que se prefiere vivir en una nada
que,  eso sí, se'adorna  con los colorines de lo
superfluo, con  los artilugios  de la fantasmada.
Decía  Faulkner  que  entre  la nada y  la pena
se quedaba  con  la pena.  Hoy  lo tacharían de
loco todos los que llenan su vacío con los oro-
peles de la apariencia. Contemplando la auten-
ticidad  del  humilde  vietnamita  sentí que aquel
hombre  guardaba  en  su  interior  riqueza  sufi-
ciente  como  para  repartir  en  nuestro  mundo,
tan  pobre  en  valores  puros.  «¡Artista!»,  dijo,
con la emoción de quien goza por estar capa-
citado  para mirar a su alrededor  con ojos que
poseen  un don especial.  ¡Qué orgullo envidia-
ble el que proporciona la libertad profunda!

Por Trinidad de  LEÓN-SOTELO

ABC (Madrid) - 11/10/1995, Página 76
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