2004-03-15.LA RAZON.JUSTIFICACIÓN DEL BIEN AGT

Publicado: 2004-03-15 · Medio: LA RAZON

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OTRAS RAZONES
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LA RAZÓN
LA RAZÓN
LUNES, 15 - III - 2004
LUNES, 15 - III - 2004

OTRAS RAZONES

JUSTIFICACIÓN DEL BIEN

ENGAÑO SOBRE EL TERRORISMO
E ran  hombres,

gica  sobre  la  condi-
ción  sustantiva  del
bien, con la respuesta
metafísica de la nece-
sidad del mal tras el
anuncio de Zaratustra
de la muerte de Dios
en  las  puertas  de  la
modernidad.  El  su-
perhombre tecnológi-
co aumentó la poten-
cia de la voluntad de poder sin disminuir la
cruel tribalidad de la ambición nacionalista.  
Lo sucedido en España es un aconteci-
miento histórico ejemplar. No la enormidad
de  la  muchedumbre  pacífica.  Eso  puede
deslumbrar al periodista y a la clase políti-
ca. Tampoco la circunstancial sintonía de las
autoridades de oficio con los elevados sen-
timientos de la plebe. Eso puede engañar a
los ilusos burócratas del poder. Lo original
y genuino está en el hecho de que la sencilla
pregunta popular, ¿por qué?, no precede ni
antecede, sino que va entrañada en la for-
midable respuesta antinacionalista. La pre-
gunta ha sido contestada. Es la primera ac-
ción  política  digna  que  los  españoles
acometen en masa desde el fin de la guerra
civil.

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA  TTRREEVVIIJJAANNOO

mujeres,  tam-
bién niños, que
el pasado jueves se di-
rigían pacíficamente a
sus lugares de trabajo
y estudio y encontra-
ron una imprevista y
salvaje muerte en un
bárbaro acto terrorista,
derivado de la guerra
de Iraq. Una guerra apoyada por el gobierno
de Aznar, contra la cual, seguramente, mu-
chos de ellos, como la inmensa mayoría de la
ciudadanía española, se habían manifestado.
Y han resultado víctimas de la contienda que
no deseaban. Han perecido a consecuencia de
la barbarie propia del terrorismo indiscrimi-
nado, al tomar como blanco a personas co-
munes, ajenas a cualquier responsabilidad y
participación en los conflictos con que los te-
rroristas pretenden justificar sus sangrientas
acciones. Pero a consecuencia también de la
obstinada irresponsabilidad con que Aznar
nos ha implicado en una guerra injusta e ile-
gal y ha situado a nuestro país en el punto de
mira de las represalias terroristas. Al escribir
estas líneas, sabemos ya que fue Al Qaeda el
ejecutor de la matanza. Que se tratara de ETA
o de otro grupo terrorista no modifica, cierta-
mente, el dolor inmediato y la solidaridad con

EMOCIÓN DEMOCRÁTICA

Los votantes acudimos ayer a las urnas

bajo el impacto emocional de la horrible
masacre de Madrid. Fuimos a ejercer
nuestro voto democrático llorando todavía a las
víctimas. Desde el jueves, los expertos de los
partidos no sabían a qué atenerse con una cam-
paña que resultó también cercenada. Así pues,
a las urnas de ayer se llegó con una incerti-
dumbre impuesta por los terroristas. Los pri-
meros sondeos reflejaron claramente hasta qué
punto las expectativas electorales habían varia-
do. No se parecían en nada a lo que habían ve-
nido apuntando las encuestas durante todo el
período electoral. En esos momentos sólo se
quedó igual uno de los datos, la elevada inten-
ción de voto a Esquerra Republicana, con lo
que Carod-Rovira seguramente pueda presu-
mir de verse avalado en su negociación con los

terroristas  de  ETA.  Tiempo
habrá para ver quién o quiénes
han utilizado el terrorismo a
favor de sus propios intereses.
Porque lo han hecho sin pa-
rarse en barras, tanto que ha
llegado a importar si los terro-
ristas asesinos de Madrid eran
de un lado o de otro. Por ahora, cabe destacar
un dato que cobra más importancia por este te-
rrorífico final de campaña que hemos tenido
que vivir, como es que el PP sigue siendo un
muy importante referente de estabilidad. El día
de ayer tuvo mucho de tristeza y la noche, sin
duda, fue muy larga. Parece que el terrorismo
nos ha quitado también parte de la alegría de-
mocrática.

LLuuiissaa  PPAALLMMAA

REBOREDO Y SAÑUDO

E spaña  todavía

conserva ener-
gías  de  gene-
rosidad  social  que
otros  pueblos  de  su
misma  civilización
material casi agotaron
con  el  absorbente
egotismo del bienes-
tar  individual,  salvo
en las grandes catás-
trofes naturales. La reacción extensiva del
bien derrochado por la totalidad, más im-
presionante que la acción infrahumana te-
rrorista, ha diluido en la pleamar de la so-
ciedad  la  intensidad  del  mal  absoluto
sufrido por algunos. 

Pero la necesidad de una justificación ra-
cional del bien no la suscita la amplitud del
movimiento compasivo que, al fin y al ca-
bo, tiene explicación natural. Lo inédito en
el  mundo  industrializado  está  en  que  la
compasión general haya respondido a una
pregunta sobre la teodicea del mal, que no
tiene justificación en el mejor de los mun-
dos posibles. Las respuestas optimistas  o
pesimistas de los tiempos ilustrados no pue-
den satisfacer a las masas huérfanas de Dios
que se encuentran instaladas en el bienestar
social como en una finca heredada. 

Desde  el  holocausto,  aquella  pregunta
clásica dejó de tener sentido. Y ningún pen-
sador ha osado invertir la cuestión para ha-
llar la respuesta. ¿Cómo justificar el bien
cuando la tecnología ha dado al poder sin
control una capacidad ilimitada de procurar
el mal? ¿Por qué la voluntad de poder insa-
tisfecha no nos causa todo el sufrimiento de
que sería capaz? Cuenta Maquiavelo que el
condotiero Colleoni dijo a la corte venecia-
na que aún le adulaba en su lecho de muer-
te: «No volváis a dar el poder a un general,
siempre os he tenido a mi merced, y si os
causé males eso no fue nada en compara-
ción con el daño que pude haberos hecho». 
Al servicio de la ambición de poder na-
cionalista, la tecnología del terror hace pre-
caria la duración del bienestar por la gran-
diosidad  de 
la  memoria  del  mal.
Conmovidos por la tragedia aparentemente
gratuita de Atocha, millones de españoles
enarbolaron pancartas preguntando por qué.
La cantidad de dolor no legitima la pregun-
ta. La inocencia de las víctimas tampoco.
Las guerras causan males mayores en la po-
blación civil y, sin embargo, no levantan res-
puestas a preguntas que nadie formula. Ma-
sas de españoles han preguntado por qué y
para qué el terrorismo necesita cosechar pe-
riódicas matanzas de inocentes. Ignoran que
el terrorismo permanente no busca compla-
cencias en la carnicería de almas, ni un le-
nitivo a su desesperación nacional, sino el
sabor de una victoria política en la guerra
nacionalista que no puede iniciar ni acabar
porque la sabe perdida. Ignoraban que en su
porqué colectivo estaba la respuesta. 

El mito responde a preguntas sobre he-
chos de existencia nacional, y no sobre he-
chos de experiencia nacionalista. Los espa-
ñoles han hecho mítica la pregunta acerca
de la posibilidad histórica del bien con la ra-
cionalidad existencial de una respuesta na-
cional antinacionalista. Así comenzó la ci-
vilización  helenista  de  lo  bárbaro.  El
pensamiento filosófico nació para adecuar
la pregunta a la respuesta, y no a la inversa.
Madrid ha cohonestado la pregunta ontoló-

víctimas y familiares,
pero sí afecta intensa-
mente a la lucha antite-
rrorista y de un modo
inmediato al juicio so-
bre la política del go-
bierno  Aznar,  en  un
momento  tan  crítico
como  las  vísperas  de
elecciones.

La atribución de la
autoría a ETA, en efecto, podía volcar los vo-
tantes hacia el PP así como el protagonismo
de un grupo islámico era capaz de actuar en
sentido contrario. Y, consciente de ello, el Go-
bierno, especialmente a través de los minis-
tros Michavila y Ana Palacio, se lanzó a una
campaña de desinformación, ocultando los
datos y análisis que los investigadores con
profesionalidad y eficacia iban aportando. y
presentando forzadamente el salvaje acto co-
mo obra de ETA. Hasta que finalmente ha te-
nido que dar su brazo a torcer. 

En efecto, si bien, al difundirse la trágica
noticia, todos pensamos espontáneamente en
ETA, ya en los primeros momentos el CNI y
la Policía experta en terrorismo, según se ha
publicado, informaron al Gobierno descar-
tando tal hipótesis. ¿No resultaba sorpren-
dente esta repentina capacidad de acción de
ETA, cuando parecía tan debilitada, según el
mismo Ejecutivo? Las características del gol-
pe  hacían  sospechar  del  terrorismo  de Al
Queda o de un grupo islámico similar. Y lue-
go se produjo  la declaración de Otegui. No
se quiso prestarle atención. Pero, por mucha
desconfianza que dicho personaje inspire, lo
cierto es que nunca Batasuna había condena-
do un acto terrorista que tuviera a ETA como
protagonista. A las 10:30 de la mañana apa-
rece un vehículo con detonadores y cintas en
árabe. A pesar de ello Michavila sigue insis-
tiendo en ETA habría que preguntarle si cree
que el árabe es la lengua usual entre los eta-
rras. Y de este descubrimiento no da cuenta
el ministro Michavila hasta las ocho de la tar-
de. 

Por otra parte, resulta llamativo que tanto
el Rey como Aznar eludan cuidadosamente
la referencia directa a ETA, aunque el dis-
curso del segundo, a través de circunloquios,
como la afirmación de que no se puede ne-
gociar, resulta sólo aplicable al grupo terro-
rista vasco. Al parecer, el «trabajo sucio» se
confía a los subalternos. Aunque es Aznar
quien llama a los medios de comunicación
presionándolos. Y, a última hora, nos infor-
man los telediarios de la comunicación de Al
Qaeda, reivindicando la autoría del golpe. 

Todos estos acontecimientos se desarrolla-
ban en el mismo día del atentado. Y, mientras,
la ministra Ana Palacio está dando órdenes a
las embajadas para que difundan la autoría de
ETA, dejando en ridículo la credibilidad in-
ternacional del Gobierno. Finalmente, ya el
sábado, a última hora, nos enteramos de las
detenciones de marroquíes e hindúes. Y apa-
rece un vídeo reivindicativo. ETA queda des-
cartada. Se abre un horizonte inquietante pa-
ra nuestro país. Cuando el terrorismo de ETA
parecía desarticulado, y en manos de sujetos
afortunadamente inexpertos y torpes, se le-
vanta un terrorismo aún más fuerte y peli-
groso. No sólo los expertos y encargados de
combatir el terrorismo, todo el pueblo espa-
ñol debe saberlo y sacar consecuencias. 

CCaarrllooss  PPAARRÍÍSS