1999-05-24.LA RAZON.JUEZA Y SEÑORA DE LA GUERRA AGT

Publicado: 1999-05-24 · Medio: LA RAZON

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JUEZA Y SEÑORA DE LA GUERRA
LA RAZÓN. LUNES 24 DE MAYO DE 1999
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO
Aunque la historia produce casos para cada tesis, y no se puede olvidar la fuente nacionalista del imperio nazi, yo no creo que las brillantes ideas de Hilferding, Bujarín y Lenin, sobre el imperialismo económico, expliquen hoy la actual guerra de los balcanes con la pertinencia con la que ayer aclararon la franco-prusiana, la del 14 y la del Golfo pérsico. En Kosovo no hay un mercado que ganar para los monopolios capitalistas. Lo que era válido en 1900 ha dejado de serlo en el 2000. La Unión Europea no es el Reich del Kaiser. Ni la Rusia de Yeltsin, exhausta pero bien armada, la del Zar. Y los imperios austro-húngaro, otomano y soviético, pese a las hoscas huellas de feudalismo, jenizarismo y funcionarismo que han dejado impresas en los balcanes, no son referencias que abran a nuestra comprensión el sentido histórico capitalista de la decisión aparentemente gratuita, de la OTAN.
En la guerra de Bosnia hubo medio millón de refugiados serbios, cristianos, y el mundo occidental no se conmovió. Antes de los bombardeos de la OTAN había decenas de miles de kosovares que huían de sus hogares, aterrados por la represión serbia contra el terrorismo albanés y su entorno kosovar, musulmán, y el mundo occidental, movido por sus medios de propaganda, se ha conmovido hasta el extremo de aprobar la destrucción de Serbia. Pese a la desinforrnación a que nos someten los actores y fautores de esta empresa bélica, la violación de derechos humanos no parece haber sido causa, sino pretexto y producto de la misma. La represión de la minoría kurda en un Estado de la OTAN confirma esta tesis. ¿Por qué no se tolera en Yugoslavia lo que se permite en Turquía? ¿Por qué el nacionalismo serbio, cristiano, es más peligroso para EE.UU y Europa que el turco, islámico? Esta constatación elimina también la religión y el europeísmo como causas de la guerra.
La guerra de Yugoslavia sería un acto sin causa, que la historia no habría parido, si no hubiesen entrado en juego las ambiciones de hegemonía mundial de EE.UU, y de soberanía de la UE en su zona, al final de la guerra fría. Ambiciones contradictorias. Que no lo parecen, salvo en el sector comercial, porque la conciencia política de la UE es incipiente.
Siempre que la imaginación no quiebra la inercia de las antiguas situaciones, los viejos temores impiden ver las nuevas oportunidades. El germen de esta guerra comenzó a latir cuando Alemania, por miedos y ambiciones sin base en su nueva situación europea, rompió el equilibrio de los balcanes, apoyando la independencia de Eslovenia y Croacia. La UE no tenía fuerza militar para alterar el mapa estatal de Europa. Necesitó de la OTAN, o sea, de los criterios políticos y estratégicos de EE.UU. A causa de su indefinición, este momento reclama en Europa la visión de un gran estadista. Y los Estados de partidos no lo pueden engendrar.
 Desmembrar y destruir Yugoslavia debilita, sin duda, a Rusia y, en ese aspecto, fortalece a EE.UU y Alemania, pero no favorece a la unidad política europea. Los grandes perdedores de esta guerra son ya la UE y Francia. Chirac no es De Gaulle. El entusiasmo del bravucón Tony Blair está justificado. Italia y España no tenían que haber entrado en esta guerra objetivamente: antieuropea, donde lo que se ha conseguido, aparte de una nueva demanda de armamento y un nuevo mercado para la reconstrucción de lo destruido, no es la deseable autonomía política de Kosovo ni la de la UE, si no la del poderío policial de la OTAN, mano armada multinacional de Estados Unidos. Esta mano militar sin cerebro civil, ha devenido única jueza y señora de la guerra en el mundo. El imperialismo militar puede ser el último mascarón del imperialismo económico. Por de pronto, las bombas de la OTAN han doblegado más al «euro» que a la resistencia yugoslava. Rusia y China no sobrepasan, porque no pueden, el nivel de la retórica.