2000-02-24.LA RAZÓN.JESÚS CONTRA LOS MERCADERES JOAQUIN NAVARRO

Publicado: 2000-02-24 · Medio: LA RAZÓN

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JESÚS, CONTRA LOS MERCADERES
LA RAZÓN, 24 FEBRERO 2000 
JOAQUÍN NAVARRO ESTEVAN 
Algunos conocían la urdimbre y otros la trama. Pero la unción de urdimbre y trama estaba por hacer hasta que Jesús Cacho nos ha ofrecido «El negocio de la libertad». Los hilos de urdimbre -que son paralelos- enlazados por la trama -cuyos hilos se cruzan con los de la urdimbre y se colocan a lo ancho- forman la tela. Cada uno de los hilos de trama recibe el nombre de «pasada». La trama es también intriga, confabulación y colusión. La urdimbre y la trama de la transición desde la dictadura a la oligarquía, sus «pasadas» y miserias, intrigas y supercherías son expuestas por Jesús Cacho con la desnudez y la crudeza de un entomólogo. Los que intuían la impudicia, la indecencia intelectual y moral, la vileza y la codicia como motores de la transición confirman sus intuiciones y las convierten en certeza. Los que aún pensaban en la gloria y el honor de la «democracia» conquistada se vienen abajo con el estruendo de los hechos porfiados, tenaces y tozudos como la verdad misma. Tanto hablarnos de conspiraciones contra el Estado y contra este sistema coronado y comprobamos que fueron ellos -los oligarcas- los que conspiraron para dar un golpe de Estado y lo dieron; los que conspiraron para asesinar desde el Estado y asesinaron; los que conspiraron para robar a calzón quitado y robaron; los que conspiraron para encubrir sus malas fechorías y protegerlas frente a la justicia, acosando y aniquilando a sus denunciadores y a sus jueces, y consiguieron el derecho a la impunidad.
    De estas cuatro conspiraciones, subseguidas de la perpetración de los más graves crímenes contra la convivencia y la comunidad, nació el adefesio de la transición. Jesús Cacho nos lo muestra con todas sus vegûenzas al aire y con toda su muerte a cuestas. El negocio de la libertad está hecho de agio, granjería y farsa. Pero los mercaderes del templo están en el tabernáculo del poder. Jesús Cacho nos enseña el espíritu de la farsa, su más fina urdimbre y su trama más pelúcida: el consenso. El maestro García-Trevijano lo escribió con singular lucidez: el miedo a la libertad y la ambición de mandar y enriquecerse se dieron mutua tranquilidad pactando un reparto oligárquico de los poderes del Estado. Este procedimiento mafioso de media docena de personas -las tres de la portada del libro están en la cumbre de la pirámide- logró imponer a nuestro viejo pueblo estas cinco patrañas antidemocráticas: las reglas del juego político oligárquico y la imposición de la forma monárquica del Estado, mediante el consenso institucional; la marginación de las minorías y la imposibilidad de investigar al poder, mediante el consenso parlamentario; la complicidad de la oposición en la razón de Estado, mediante el consenso gubernamental; el descontrol del poder y su patente de impunidad, con el consenso jurisdiccional; y la exclusión del debate público de los cuatro consensos anteriores, con el consenso mediático. Jesús Cacho denuncia las cinco patrañas y apunta certeramente a su corazón. El establishment no puede soportarlo. Se agita con el sordo rumor de la gusanera, tasca el freno de su cólera represiva y se afana en ningunear al autor y a la obra. Saint-Just pesaba así: «No se puede reinar inocentemente. Todo rey es un usurpador». La cabeza de Saint-Just rodará a manos de la revolución traicionada por los usurpadores. No sin que antes el propio Sait-Just conminase a la Convención: «Todas las piedras necesarias para el edificio de la libertad están ya talladas; con esas piedras podemos levantar un templo o alzar una tumba». Aquí se alzó una tumba a la que se llamó templo de la libertad. Es el templo que describe Jesús Cacho. El templo en el que mandan los mercaderes y en el que todo buen ciudadano debe convertirse en un perieco. Los servidores del templo son carneros de Panurgo, gozosos por su condición de ilotas y su pasión por la obediencia.