2004-01-19.LA RAZON.IRREFLEXIONES DE AZNAR AGT
Publicado: 2004-01-19 · Medio: LA RAZON
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OTRAS RAZONES 26 LA RAZÓN LUNES, 19 - I - 2004 IRREFLEXIONES DE AZNAR EL ESTADO FASCISTA OTRAS RAZONES C omo en todo ser humano no dedicado al cultivo de la inteli- gencia racional, ni educado en el amor a la verdad, la vida mental de Aznar se forjó bajo el dominio familiar de senti- mientos reacciona- rios. Uno de ellos, común a los partidarios de la dictadura de Franco, se alimentó con la propaganda antifrancesa de aquel Régi- men nacionalista. Esa vil propaganda le ha hecho creer la falsedad que hoy declara a un periódico norteamericano: «Desde 1800 las decisiones de España en política exte- rior han estado subordinadas a Francia y eso, ahora, ya no es así». Aznar se confunde. Lo que pudo ser ver- dad con la dinastía borbónica en el XVIII, dejó de serlo en el XIX y sobre todo en el XX. ¿Ignora acaso que la conciencia na- cional emergió, amparada por el Reino Uni- do, en la guerra de Independencia y que la revolución liberal, la de Riego, fue aplasta- da por el Duque de Angulema en nombre de la Santa Alianza? ¿Desconoce la posi- ción antifrancesa de España (Donoso Cor- tés) durante la época marcada por las revo- luciones del 48 y la preferencia por una Corona alemana (Prim) tras la caída de Isa- bel II? ¿No sabe el origen español de la guerra franco-prusiana ni lo que representó el krausismo y la Institución Libre de En- señanza para la educación de la clase go- bernante? ¿Acaso no conoce la causa antifrancesa de la política colonial en África, las simpa- tías germánicas de Alfonso XIII (incluidos Benavente y Pío Baroja) durante la guerra europea, la traición de la policía que comu- nicaba a los submarinos alemanes las rutas de los barcos españoles torpedeados, la ad- miración de los intelectuales por la Repú- blica de Weimar, la política exterior de la II República, el germanismo de la filosofía dominante? Confundido con el antiliberalismo, des- de 1912 hasta hoy la política exterior espa- ñola ha estado orientada por un sentimiento antifrancés. Incluso durante la II Repúbli- ca. Cuando en plena ascensión del peligro fascista en Italia y Alemania, Edouard He- rriot visitó Madrid (1932) para estrechar la relación franco-española, Azaña lo entretu- vo hablándole del Greco mientras la extre- ma izquierda vociferaba contra el imperia- lismo francés. Azaña pensaba que la política exterior se heredaba de un régimen a otro y propició contra Francia, que se oponía a la invasión de Etiopía por Musso- lini (1935), la iniciativa de Salazar en pro de una Alianza Triangular entre Portugal, Inglaterra y España. Y no se necesita re- frescar la memoria de los treinta años que transcurren desde la muerte de Hitler a la de Franco. La francofobia se justificó en el constante apoyo de Francia a la causa de la libertad en España y al amparo concedido a los refugiados españoles. Si, para adular la francofobia de Bush, el presidente Aznar quiere mentir sobre la po- lítica exterior del pasado de España puede hacerlo impunemente. Sus palabras resba- lan sobre la realidad de los hechos históri- cos, aunque los historiadores y los medios de comunicación no quieran ridiculizarlo. Pero sus imprudentes y gratuitas palabras sobre la política exte- rior del futuro, asegu- rando que la posición de los gobiernos es- pañoles, a partir de su caída del caballo eu- ropeo camino de las Azores, no dependerá más de la política in- ternacional francesa, tendrán una trascen- dencia inmediata, pues además de ser ofen- sivas para Francia dañan gravemente la causa de la unidad europea y de los intere- ses económicos de España. Hemos de agradecer a la diosa Fortuna que Aznar se haya caído del caballo y cam- biado de rumbo espiritual poco antes de su- bir a la gloria del firmamento norteameri- cano en el carro de fuego iraquí. Si el 11 de septiembre, su ardiente Pentecostés, hubie- ra ocurrido antes, habríamos visto donde habría puesto a España con una política ex- terior basada en el pretexto antiterrorista. Una misión a la que Aznar no renunciará, como acaba de decir, esté en el paraíso del mundo anglosajón o en el de sus añorados luceros. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO E ntre la origina- ria manifesta- ción de la dere- forma cha en su aristocrática, tradicio- nalista y enfrentada a la Revolución France- sa, que comentaba en mi último artículo, y su desembocadura capita- lista y burguesa se ha cruzado un singular fenómeno en la primera parte del siglo XX: la aparición de los fascis- mos. Conjunto de movimientos que histórica- mente rechazaron su inclusión en la derecha, proclamándose revolucionarios Y, que, sin embargo, se han convertido en la imagen de la derecha más pura e incluso en el apelativo con que se vitupera a las posiciones derechistas, cuando éstas adquieren un carácter extremo- so. No obstante, el fenómeno fascista, en el sentido más preciso, se enmarca por una cir- cunstancia y unos límites temporales muy cla- ros. No se puede comprender sin la crisis eco- nómica y política, también psicológica y cultural, que conmociona la sociedad europea tras la I Guerra Mundial, en la cual y en el se- no de una intensa lucha de clases han emergi- do las revoluciones comunistas, Ante ellas puede verse en el fascismo una poderosa ar- ma utilizada por la derecha burguesa para PROPUESTAS PESADILLA L o más divertido de la semana ha sido el episodio Ibarra con su propuesta, vista y no vista, sobre la cuota del 5 por ciento a los nacionalismos. Ibarra ha dicho una verdad que comparte el 95 por ciento de los españoles, al igual que su calificación de que los citados na- cionalismos son una «pesadilla». El problema de su propuesta es que, tras cederles el brazo en- tero en la transición, ese remedio ya no se puede aplicar. Pero Ibarra le ha dado un susto a esta di- rección del PSOE, que en Cataluña les ha entre- gado los dos brazos, los ojos y parte del hígado a los radicales. Ibarra siempre ha sido muy nota- ble, aunque Bono no le va a la zaga. No ha he- cho ninguna propuesta, pero su insulto al «pre- mier» británico nos descubre que tiene otra cara menos «Bono» de lo que algunos creen. Mien- tras, estamos todos en ascuas sobre cuál será el siguiente «notable» en proponer, porque lo de la foto de Zapatero con Bo- tín con pretensión de ven- der que su coincidencia quiere decir algo, sólo puede ser una broma, o una idea «sebastiana». Pe- ro, en fin, el caso es que más que notables, estos chicos resultan «sobresalientes», en la plena acepción de la palabra, pues están que se salen. Se habla de si Rajoy es previsible o no previsi- ble, que está muy de moda, pero lo más intere- sante de Rajoy es su dominio del «tempo». Él va a su paso, con serenidad, y anuncia sus pro- puestas cuando lo tiene previsto, sin alterarse por las palomitas de maíz que explotan en el PSOE. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO combatir la revolución comunista y destruir el movimiento obrero, Y de hecho no ha dejado de cumplir esta fun- ción, haciendo el «tra- bajo sucio» que conve- nía al orden capitalista Pero la derecha burgue- sa ha sido capaz de mantener su poder sin romper los mecanismos de la democracia for- mal, manipulándolos. Los fascismos, en cam- bio, desprecian la democracia. «El mejor des- tino de las urnas es ser rotas». Y en la II Guerra Mundial las democracias burguesas se vieron abocadas a luchar contra un fascismo al que habían hecho numerosas concesiones. Los ideales de la Ilustración, en efecto, son denostados por el fascismo, aunque Horkhei- mer y Adorno hayan adivinado un sutil hilo de comunicación entre ambos movimientos, La aspiración es crear una nueva sociedad por vía revolucionaria. Y como clave de ella, frente a la racionalidad moderna y los valores burgue- ses, se glorifican los valores heroicos. Se exal- ta la violencia y la guerra es cantada como la más alta realización de lo humano, según pro- clamaba Rommel. No ya como mero medio para servir a los intereses económicos, sino co- mo fin en sí misma. ¿Añoranza de los tiempos homéricos y medievales? No exactamente, frente a la exaltación del héroe individual y aristocrático los fascismos aspiran a la movi- lización y organización de las masas. Algo que en el fascismo español nunca llegó a cuajar. Pero sí en el italiano y sobre todo en el nazis- mo. Nada más ilustrativo que contemplar en los documentales de la época el impresionan- te espectáculo de las multitudes nacional-so- cialistas marchando en férreos bloques y ha- ciendo ondear legiones de banderas. Una estética de la fuerza que arrastró a gran parte del pueblo alemán, incluso a importantes in- telectuales. Y que respondía a una época en que, a diferencia de las últimas guerras cientí- fico-tecnológicas, el potencial de un ejército de masas resultaba decisivo en el campo de batalla. La exaltación de las virtudes bélicas hace que los fascismos se muestren como la forma más radical de la derecha en dos aspectos. En uno de ellos, en cuanto tales virtudes se pro- claman como propias en su plenitud de los pueblos superiores, entendidos además bioló- gicamente como raza. En otro en cuanto son atributos «viriles» que relegan a la mujer a un lugar secundario. Tan combatido como el co- munismo resultó el feminismo. En el social los fascismos originariamente se declaran anticapitalistas. Se pretende arran- car la bandera de la revolución al comunismo y al anarquismo Pero las tendencias izquier- distas fueron barridas, Incluso sangrientamen- te. Y los fascismos se aliaron con el poder ca- pitalista de sus países. Revelaron, así, su rostro de movimientos contrarrevolucionarios Hoy asistimos a una nueva crisis de la de- mocracia en el imperialismo belicista de Bush, y en su política policíaca. Pero no hace falta invocar el heroísmo, ni movilizar masas. Bas- ta con el poder de la tecnología, la bélica so- bre el campo de batalla, la de la propaganda sobre las conciencias. El «Estado Guardián» no requiere guerreros sino sumisos ciudada- nos amedrentados. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS