2004-02-02.LA RAZON.INGENUIDAD DESLEAL AGT

Publicado: 2004-02-02 · Medio: LA RAZON

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INGENUIDAD DESLEAL
LA RAZÓN. LUNES 2 DE FEBRERO DE 2004 
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO 
Dos conflictos institucionales acaparan la atención. Los dos derivan de la incoherencia en los preceptos constitucionales que regulan la relación entre los poderes del Estado de Partidos. Uno de ellos enfrenta de nuevo al TS con el TC a propósito de una sentencia de aquél contra éste, que pone en juego la supremacía jurisdiccional, no resuelta en la Constitución. Sin la intervención de un poder constituyente que la reforme, este asunto escapa de la mutua lealtad o buena voluntad a que recurren las malas constituciones. Diderot lo explicó. 
   El otro enfrenta la Generalitat al Gobierno español, por la entrevista en suelo francés del consejero en «cap» con dirigentes de ETA. La falta de cultura política enfoca equivocadamente el tema desde un punto de vista moral. Como si hablar con un terrorista, sobre la renuncia a la sangre y a la coacción de las conciencias a cambio de un apoyo activo de Cataluña al Plan Ibarreche (única baza del «cap de la Generalitat»), fuera una ilicitud descartada de la acción política. Las precedentes negociaciones de los gobiernos españoles deberían bastar, puesto que nadie sano puede compartir la inmoralidad del terror, para situar la deslealtad del Sr. Rovira en la órbita de la inmensa ingenuidad política donde se ha manifestado. 
   El Sr. Rovira se ha hecho acreedor, por supuesto, a la crítica política, pero no a su descalificación moral. Esa crítica debe extenderse, por reacción inadecuada, al desconcierto del presidente de la Generalitat y del secretario general del PSOE, como también, por maniqueísmo puritano, a la precipitada destemplanza de Aznar, Rajoy y PP. ¿No hay una última y secreta legitimidad en la iniciativa de Ezquerra Republicana? ¿Se hubiera atrevido a emprenderla sin el ánimo independentista que le insufla la Constitución de las nacionalidades? ¿No ha realizado la hazaña nacionalista que sus socios de gobierno deseaban y no osaban ejecutar? Hipocresía de aliados. Demagogia de adversarios. 
   Se acusa a Rovira de un pecado capital de inmoralidad cuando lo asombroso es precisamente la candidez de su triple ingenuidad. Era pueril imaginar que su acción permanecería secreta y no sería estimada, con razón, como una deslealtad a su partido, al gobierno del que forma parte, al de España y al de Francia. Era infantil negociar con ETA sin hablar en nombre de los poderes efectivos que tienen la responsabilidad de combatirla. Era quimérica la esperanza de obtener alguna rentabilidad catalana de tan impopular atrevimiento. 
   Porque soy republicano me parece mal que un partido se apodere de la palabra, como si él solo pudiera encarnar ese ideal, y me río del republicanismo de los partidos que sostienen la Monarquía sin haber tenido libertad constituyente. Porque soy demócrata no apruebo a ningún grupo político que esté incorporado al Estado de Partidos, financiado con fondos públicos y no sea representativo de la sociedad civil. Como nunca tuve sueños restauradores de la República parlamentaria y siempre identifiqué la democracia política con la República Constitucional (que se instaurará cuando se haga históricamente necesaria), vivo un ideal objetivado donde no se respeta más ni se juzga peor a ER que a CiU, PNV, PP, PSOE o IU. 
   La torpe acción de Rovira no debe justificarse con su posible buena voluntad, pues entonces cabría preguntarse si ineptitud en política equivale a bribonería en moral. Los partidos y sus votantes se fascinan con los ineptos fantásticos. Menos mal que no suelen ser diligentes. Gramsci ilustró el peligroso activismo del «tonto-granuja» con el caso del «inteligente que puede fingirse tonto y conseguir que lo tomen por tal», frente al «tonto que no puede hacerse pasar por inteligente, a menos que encuentre gente más tonta que él, lo que nunca es difícil». Las elecciones situarán al «romántico cap» en una de esas categorías mixtas.