2004-01-29.LA RAZON.INCONSCIENCIA DE ESPAÑA
Publicado: 2004-01-29 · Medio: LA RAZON
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OTRAS RAZONES 26 LA RAZÓN JUEVES, 29 - I - 2004 OTRAS RAZONES INCONSCIENCIA DE ESPAÑA LA CRISIS DEL POLLO que la proporcionali- dad entre el valor de la acción y el derecho de voto tomara acuer- dos no deseados por la minoría dotada de voto plural. Si la ley europea de socieda- des anónimas prohíbe la desproporcionali- dad en el derecho de voto, con mayor razón debe de estar prohi- bida en una asociación que, además de eco- nómica, quiere ser democrática. La inconsciencia europea que distingue a España y Polonia de Francia y Alemania no es de orden espiritual o sentimental. Lo que las separa es el nuevo rasgo de pragmatismo que en Francia y Alemania ha sustituido a la Realpolitik dominante en la guerra fría. Un respeto ciego a la ley del más fuerte que to- davía subsiste en los países europeos más inseguros de sí mismos. Lo verdaderamen- te curioso es que el pragmatismo franco-ale- mán, por ser de intereses prudenciales, pro- cede de la filosofía norteamericana, mientras que la Realpolitik de Bush, Blair y Aznar, por ser de dominación estratégica, proviene de la filosofía alemana. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO ¿C ómo va a ser posi- ble que animales tratados así, peor que piedras, tor- turados en su inmovi- lismo, arrojados vivos al fuego o enterrados vivos, estén sanos? ¿Cómo extrañarse de que sean portadores de todos los virus y bacterias del mundo, de que se venguen del trato brutal que se les dis- pensa en vida y para quitarles la miserable vida que les dejan? Los sádicos de cualquier tribu o nación están de enhorabuena. Matan sin límite y sin estribos. Sienten en sus ma- nos el temblor de terror y de muerte de los pollos condenados. Y los matan sin sanción alguna. Son héroes de la comunidad. Toda comunidad que se precie tiene este tipo de héroes. Y se les dispensan honores, ascensos, túmulos y elegías escarchadas por el llanto. Los amigos de la comunidad no tienen por qué ser héroes. No lo quieren, no lo bus- can. Pretenden el bien colectivo a costa de su comodidad. Se arriesgan para defender a los suyos sin ser pretores ni pretorianos. En un país acostumbrado a la mentira, a la hipo- cresía, a la farsa y a la doblez, a la represión, persecución y condena de los hombres de EL MISERABLE D ice, el cobarde, que él no se arrodi- lla ante Madrid (Madrid somos to- das las gentes de todos los pueblos de España que no comulgamos con sus rue- das independentistas) pero corre a postrarse ante los criminales de ETA. Dice que no se «acojona» ante nadie y saca pecho ante las víctimas del terror, pero pierde el culo por agasajar a los verdugos y ordena recibir a sus emisarios con flores y boatos. El mise- rable habla de vileza después de haber co- metido la más vil de las deslealtades con los pacíficos y las gentes de la libertad y haber traicionado y mentido a sus socios y amigos. Se proclama, encima, de izquierdas cuando su cercanía está en los ultranacionalismos padanos de Bossi y su proclama es la des- igualdad, la insolidaridad y el odio por mo- tivos de riqueza o terri- torio. La vieja consigna del «No pasaran» se ensu- cia en su boca y es un insulto para quienes la defendieron. Este com- padre de Otegui, este amigo de Ternera, este cretino que se ha cre- ído rey del mambo porque una banda de asesinos le ha dado audiencia es la vergüen- za de una Cataluña que fue ejemplo de fu- turo y hoy comienza a ser espejo de paletis- mo butifarrero. Porque lo triste es que el tal Carod Rovira puede incluso hasta sacar pro- vecho de su felonía. AAnnttoonniioo PPÉÉRREEZZ HHEENNAARREESS REBOREDO Y SAÑUDO A znar polari- za un defec- to de visión europea del que no es responsable. Al fin y al cabo no se le puede reprochar que actúe en la UE con el ánimo nacionalis- ta de los únicos sen- timientos que la his- toria de España le podía transmitir. En esto no se diferencia del resto de los go- bernantes europeos. Si Francia y Alema- nia parecen hoy más europeístas que Es- paña y Polonia, no es debido a que en ellas predomine el espíritu europeo sobre el nacional, o a que tengan mayor con- ciencia europea, sino a que su potencia económica les hace presumir, y no les fal- ta razón para ello, que tienen derecho a orientar por sí mismas el porvenir de una Unión Europea que todavía no sobrepasa la dimensión administrativa de una mu- tualidad económica. Aznar ha sido in- consciente de esta realidad. Otra cosa sería si la UE fuera una fede- ración democrática o, sin serlo, obedeciera al impulso de un espíritu común europeo, en lugar de a una hábil estrategia para su- primir las fuentes del conflicto nacionalis- ta franco-alemán. En la Comunidad Euro- pea, subproducto del éxito de ese propósito fundacional, sólo el Benelux ha desarrolla- do, al socaire del pretexto europeo de la en- tente franco-germana, la conciencia de que- rer pertenecer a una entidad supranacional independiente de las naciones integradas. Una entidad que jamás ha existido, como realidad o como idea, en la historia de los intentos de unificación del continente. Las ambiciones europeas de Francia y Alema- nia siguen siendo pues, como las de Espa- ña y Reino Unido, de orden nacionalista. Sentada esta premisa, se puede compren- der mejor la dimensión del estrepitoso fallo de Aznar, que aleja a España de los centros de decisión económica y administrativa don- de se regulan sus intereses mayores e inme- diatos. En la guerra contra Iraq, el gobierno español ha hecho una opción política no so- lo distinta y contraria a la de sus principales socios europeos, sino incluso contradictoria de los intereses españoles en la UE. La divergencia en la política extra-euro- pea ha sido lo más llamativo y novedoso, lo más hiriente en la posición de España, pero no lo más trascendente, dada la indefinición de objetivos exteriores consecuentes con la independencia internacional de la UE. Los cambios de alianzas en sus miembros pue- den recorrer caminos de ida y vuelta sin pro- ducir daños irreversibles. Si la guerra de Iraq era una cuestión políticamente discutible, los partidarios de la misma no pueden ser acusados de falta de conciencia europea, pues no era inconcebible que Francia y Ale- mania se alinearan con EE UU y España se opusiera, como el Vaticano, a la invasión mi- litar. Lo inaudito ha sido que España, como miembro de una asociación primordialmen- te económica, que ella no ha fundado, pre- tenda una capacidad de bloqueo de las deci- siones de sus socios mayoritarios, como la que tenían las acciones privilegiadas en las antiguas sociedades anónimas, generalmen- te reservadas a los fundadores, para impedir paz que tengan el co- raje de dialogar con los más peligrosos pa- ra intentar que dejen de serlo, ese coraje se paga. Los que predi- can el inmovilismo, la inflexibilidad y la má- xima retórica para re- solver el contencioso vasco; los que dicen siglo a siglo, que están derrotando a ETA con sólo la policía y los jueces; los que pro- híben hablar con los etarras en nombre de la paz y la civilidad, avisándoles silencio y amenazándoles miedo; y los que arremeten contra quienes pretenden «comprender» el fenómeno etarra para contribuir a su desapa- rición, son necesarios para la supervivencia del caldo de cultivo de la violencia de ETA o de otra similar. «¿Cómo voy a dimitir por defender una situación de paz?» Se pregunta Carod Rovi- ra. Y añade: «Hice lo que debía haber hecho quien tiene poder de verdad». A esta situa- ción se ha llegado. Los que defienden la paz con dignidad son tachados y difamados. Los que se niegan a dialogar por la paz y para la paz se comportan debidamente y tienen de- recho a denostar a los hombres de paz. Sin conocer el contenido de las conversaciones de Carod con los etarras, Aznar asegura con la mayor desvergüenza que Carod pretendía «señalar a una organización terrorista a quién puede matar y a quién no». Lo sabe Aznar. Se lo dijo el Papa cuando yacía de bruces an- te él con toda su familia. El filósofo Rajoy va más allá. Carod ha cometido un grave de- lito. Carod ha ofrecido contrapartidas políti- cas al terrorismo; les ha ofrecido el recono- cimiento del derecho de autodeterminación. ¿Por qué sabe ésto Rajoy? ¿Había entre los etarras algún miembro del CNI? ¿Recorda- ba acaso el contenido de las negociaciones de Aznar con los etarras en Zurich o evocaba parte del diálogo argelino del PSOE con re- presentantes de ETA? No era necesario. Di- famar, desacreditar, condenar en los medios, utilizar la lucha antiterrorista a favor del más feroz y en contra del más dialogante es sóli- to en Celtiberia. En lugar de sonrojarse por no aplicar todos los medios políticos para terminar con el problema, Aznar, «quien tie- ne poder de verdad», impide cualquier con- ducto político de diálogo y negociación. Mientras tanto, los compañeros de Gobier- no de Carod y sus propios compañeros de partido aceptan cobardemente que se equi- vocó «por ingenuidad» y que las sanciones obsequiadas por Zapatero ante un Aznar des- pectivo que sólo quiere la cabeza de Carod (como una Salomé con bigote la del bautista) son muy adecuadas. No se alzan, con voz in- dignada y colectiva, contra tanta doblez y fal- sía tanta. La crisis del pollo. Al final, Carod prosigue pero sin cartera y en el albañal. En todas las formaciones políticas se es- tán imponiendo los señores de la guerra y muchos de los que no lo son se afanan por parecerlo. Muy conspicuos representantes de la «moderación» propia del centro, se niegan a dialogar y hacen como si creyeran en la guerra como instrumento de desaparición de ETA. Los que hablan de la liberación nacio- nal de Euskadi no son pollos. Pueden ser te- rroristas. JJooaaqquuíínn NNAAVVAARRRROO