2004-01-15.LA RAZON.INCONCIENCIA DE EUROPA AGT
Publicado: 2004-01-15 · Medio: LA RAZON
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INCONCIENCIA DE EUROPA LA RAZÓN. JUEVES 15 DE ENERO DE 2004 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO Hay confusión sobre la naturaleza de la crisis provocada por España y Polonia en el seno de la UE. Aunque el problema deriva de la división producida en ella por una cuestión coyuntural (guerra de Iraq), sin embargo, adquirió carácter estructural cuando la desconfianza hacia el protagonismo de la hegemonía franco-alemana se extendió desde la política exterior al modo democrático de tomar decisiones (número de votos por Estado). Sobre España y Polonia, vinculadas a la administración Bush, cae la responsabilidad de haber impedido la aprobación del Tratado Constitucional, cuando hasta el Reino Unido se disponía a firmarlo. No hay motivos de orgullo con el renombre adquirido por España en su innecesario belicismo contra Iraq. Apoyada o desaprobada por el resto del mundo, la invasión militar del régimen dictatorial de Sadam estaba decidida de antemano. ¿La apoyó Aznar por motivos de conciencia de un partido, el suyo, fundado por los prohombres de la dictadura española? Imposible. ¿Lo hizo por error de un vago cálculo de intereses que la posguerra no ha materializado? Improbable. ¿Por sueños de grandeza mundial inmediata? Posiblemente. ¿Para advertir a Francia de que España, como el Reino Unido, podía tener una política internacional independiente de la suya? Seguramente. ¿Por defecto de conciencia europea? Se comprobó en su posterior rechazo del Tratado Constitucional. Sin embargo, la cuestión no está definitivamente contestada puesto que la conciencia de la unidad europea se presta a distintas concepciones. La más estricta, que yo comparto, es la de Julien Benda. «Nunca ha existido una conciencia de Europa por encima de la diversidad de sus partes». En consecuencia, España tiene la misma libertad que Francia y Reino Unido para prefigurarla con sus acciones particulares. Lo que Aznar ha podido traicionar, por tanto, no es la inexistente conciencia de Europa, sino el «tipo actual» de conciencia común que tienen los pueblos integrados en la UE. ¿Es un tipo de conciencia política, administrativa o económica? Merleau-Ponty reprochó a Julien Benda que concibiera una Europa «en representación» (como EE UU o la URSS), sin considerar otro tipo completamente distinto, «un tipo de Europa en acto». Tal abstracción se impuso a la realidad histórica porque daba altos vuelos al espíritu europeo del Mercado Común. Mi admiración por Merleau-Ponty no me impidió ver la vaciedad de su fórmula tan pronto como advertí que, con ella, sustituía la idea o representación de Europa «por cierto modo de relación entre el hombre y la naturaleza o entre el hombre y los otros hombres». Merleau-Ponty no era consciente de que su Europa en acto, sin acción ni conciencia europeas, legitimaba los postulados de la división impuesta por la guerra fría. Antes que reconocer la inconciencia de la unidad de Europa, prefería ver crisis en todas las dimensiones de la vida europea (crisis de la distinción entre yo y el mundo, de la objetividad o la verdad, de la ciencia y la epistemología, crisis económica, del trabajo, del arte, del Estado), para concluir que estábamos en una crisis de conciencia. Considerada la cuestión europea bajo la perspectiva política de la unidad de poder, parece obvio que el paso del Mercado Común a la UE ha transformado la primitiva conciencia económica unitaria en otro tipo de conciencia, también unitaria, donde el elemento económico se ha entreverado con el burocrático para dar mayor agudeza al sentimiento colectivo de impotencia política. La defección de España y Polonia, siendo negativa para los intereses de sus economías y sus tecnoburocracias, ha soliviantado el sentimiento de impotencia política de la UE, acicateando la voluntad franco-alemana de acelerar, en un grupo de vanguardia, el proceso de unión política, mediante la creación de estructuras unitarias de poder democrático, que vayan suprimiendo la necesidad antipolítica del consenso entre estados nacionales.