2001-09-10.LA RAZON.IMPOTENCIA Y TERRORISMO AGT
Publicado: 2001-09-10 · Medio: LA RAZON
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OPINIÓN 24 LA RAZÓN LUNES, 10 - IX - 2001 OTRAS RAZONES IMPOTENCIA Y TERRORISMO S e cree que en LA BORRACHERA TECNOLÓGICA E n mi anterior el terrorismo está el último recurso de la impo- tencia de la idea na- cionalista. Tal creen- cia no tiene mucho fundamento. En bas- tantes casos (Irlanda, Israel, Argelia) no ha sido el último, sino el primer recurso de la idea de liberación contra la potencia ocupante. Y en otros (Palestina, Balcanes) no ha sido signo de impotencia política, sino militar. Algo cierto se barrunta, sin embargo, al rela- cionar terrorismo e impotencia del na- cionalismo. El error surge de la genera- lización. Pues hay distintas clases de impotencia de las ideas, según su grado de potencial. La que sostiene al terroris- mo no puede asimilarse, por ejemplo, a la que sustenta al partido comunista. Aquella es una idea-fuerza y ésta una idea-número. La evolución del comunis- mo, desde idea-fuerza a idea-número, lo ha llevado a su impotencia parlamenta- ria. Las grandes ideologías, al ser asumi- das por los partidos de masas, padecie- ron un cambio similar. Esta transforma- ción no ha sido estudiada por la ciencia política. Y es una de las causas de la ig- norancia intelectual de la idea-fuerza que constituye el nacionalismo terroris- ta, a diferencia de la idea-número en que se ha convertido el nacionalismo parla- mentario, después de la derrota militar de la idea-fuerza encarnada en el nacio- nalismo fascista. Esta ignorancia expli- ca el error de Arzallus cuando dice que el PNV persigue los mismos fines polí- ticos que Eta, pero por distintos medios. Los fines de una idea-fuerza jamás pue- den coincidir con los de una idea-núme- ro, porque la moral de fines de aquella es incompatible con la de ésta. Corresponde a Alfred Fouillée el mé- rito de la elaboración filosófica del «Evolucionismo de las ideas-fuerzas» (1890) y de «La moral de las ideas-fuer- zas» (1908). Todas las ideas tienen ener- gía, pero sólo algunas son, ellas mismas, una fuerza. Los estados de conciencia pueden llegar a ser factores reales de la acción, si la intensidad de la idea, la ide- alidad, se une a la revelación interior de una energía, de un potencia, de un puro apetito de hacer. En estos casos excep- cionales, la moral de la idea-fuerza se vincula a la conciencia emo cional de potencia y resistencia. Y lo asombroso en esta confusión de conciencia y ener- gía, presente en las formas extremas de egoísmo criminal, es que sea capaz de crear y jerarquizar valores objetivos opuestos a los de la moral de idea-nú- mero. Eta no es una idea sin moral, sino una idea-fuerza que hace de la conciencia nacional la única fuente de moralidad, al modo como el ejército lo hace en la gue- rra. Y no tanto porque su ideal naciona- lista sea más fuerte que el del PNV, pe- ro sí porque lo actualiza con el activismo de su potente conciencia sentimental de la nación vasca, destructora de resisten- cias. Mientras dure su creencia (alimen- tada por la catastró- fica política de go- biernos y medios) de que está destru- yendo resistencias, Eta no accederá a la conciencia de que es impotente para ga- nar la Independen- cia perseguida con la idea-número del nacionalismo parlamentario. Las ideas-número (distintas de las ideas aritméticas de número) carecen de energía emocional para la acción y procuran su fuerza, fuera de ellas, en la adición de voluntades homogéneas que las porten o soporten. De este modo transforman su cualidad idealista, inoperante, en canti- dad democrática operativa. La izquierda nacionalista, sin complejos fascistas, participa de la idea-fuerza de nación co- mo voluntad nacional actuante a través del activismo de su militancia. No tiene sensación de impotencia. La derecha na- cionalista emergente del antifranquismo se debate en la potencia impotente de la idea-número de nación, para llegar al de- recho de secesión por mayoría electoral. La idea-fuerza de Eta tiene más consis- tencia ideológica que la idea-número del PNV. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO artículo «Un mito costoso» me refería a la profun- da crisis económica provocada por el «fiascho» de las nue- vas tecnologías y las empresas de teleco- municación. Y parece que semejante crisis sigue rodando ladera abajo como creciente bola de nieve; de modo que ha sido motivo últimamente de múltiples análisis. Pero ha- bría que preguntarse, ante todo, por el senti- do más profundo de esta crisis. Se suele ar- gumentar al respecto que el lanzamiento de todo este sector tecnológico suscitó excesivas expectativas que ahora se derrumban. Mas es- ta fácil y obvia respuesta no hace sino re- plantear la pregunta. ¿Por qué y cómo se sus- citaron tales expectativas? Y entonces se abre un arco de fenómenos cuya conjunción de- terminó y sigue determinando toda la mito- logía que vemos en crisis. En principio habría que distinguir entre los ingenuos e ignoran- tes, los que podríamos llamar «supersticio- sos», encandilados por el misterio de la revo- lución que se anunciaba y de la cual no tenían idea y los interesados no inocentes, los astu- tos manipuladores. Entre los primeros se si- tuarían ciertos políticos, obsesionados por presentarse como personas muy en la actua- lidad, así como los inversores, ya sea en ma- LAS EVIDENCIAS DE PIQUÉ E l ministro de Exteriores Josep Piqué ha dicho alto y claro lo que muchos españo- les pensamos desde hace tiempo: que Marruecos tiene mucho morro. Evidentemente, no lo ha dicho así, sino con palabras sutiles su- brayando la connivencia de la policía marroquí y las mafias que organizan las pateras. Tan es verdad lo dicho por Piqué que en menos de 24 horas obtuvo una reacción furibunda por parte de Rabat que suspendió una prevista reunión jus- tamente sobre inmigración. Hay quien dice, que hay que ser diplomáticos en aras de las buenas relaciones entre España y Marruecos, pero para que lo sean, está claro que una de las partes no se puede lavar las manos diciendo, como ha he- cho el Rey alauita, que las mafias de las pateras son es- pañolas, cuando en las pla- yas de Marruecos se alinean los inmigrantes mientras la policía mira a otro lado. ¿Es o no es tener morro? ¿Es es- to un país amigo? España se ha portado siempre muy bien con Marruecos. Al revés no se puede decir lo mismo, recuérdese sino lo que ha pasado con la pesca, por no remontarnos más atrás. Así que da gusto oír a Piqué, al menos que sepan que es- tamos perfectamente enterados. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO terial, a veces enorme- mente costoso, o en acciones, seducidos por la propaganda. En el segundo grupo, el de los no inocentes, po- dríamos emplazar, pri- meramente, como es lógico, a los grandes empresarios del nuevo sector y, en segundo lugar a los teóricos de las nuevas tecnologías, sociólogos, economistas, filósofos, a quienes se ofrecía la posibilidad de abrirse un futuro intelectual al convertirse en los gurus de este nuevo mundo. Se desplegaron, así, ideas co- mo la de que entrábamos en una nueva era, la sociedad del conocimiento y que esta revolu- ción dividiría a la historia y la sociedad. Las generaciones más avanzadas quedarían con- vertidas en analfabetas y los pueblos rezaga- dos en su incorporación a este mundo técnico fuera de la historia. Hace poco he leído «si no recibes correo electrónico, no existes». Lo perverso de todo este discurso, carente de sen- tido crítico, es que mezcla importantes reali- dades con extremosas exageraciones. Es una especie de borrachera tecnológica. ¿La socie- dad del conocimiento, de la comunicación co- mo pórtico de una nueva era? Habría que ob- servar bastantes cosas. En primer lugar, el ser humano no se reduce al conocimiento. Entre el «pienso luego existo» de Descartes –no di- gamos ya «existo porque recibo correo elec- trónico»– y el «como luego existo» de Ramón Turró, hay que reconocer la superior verdad de este último. O la de Hesiodo cuando define a los humanos com «comedores de pan». Y descendiendo sobre la actualidad considero que las vacas locas son mucho más peligrosas que los virus informáticos. Las industrias o las prácticas alimentarias bastante más básicas que las dedicadas a los ordenadores. Quizá ta- les consideraciones resulten demasiado bur- das, para los exquisitos que no han pasado hambre, ni sienten solidaridad con los mil mi- llones de humanos que la sufren. Pero, además, no todo el conocimiento ni la comunicación pueden ser vistos en térmi- nos informáticos. Una cosa es transmitir in- formaciones y otra muy compleja y superior pensar, reflexionar. Una cosa es enviar un co- rreo electrónico o «chatear» y otra tener un encuentro personal. La relación maestro- alumno, la tertulia íntima, el viejo género epis- tolar cultivado con sosiego son las formas más altas y humanas de comunicación. La infor- mática tiende a un lenguaje simplificado, con- densado, escaso en matizaciones. Más apto para la orden y el control que para la apertura problemática del pensamiento. No olvidemos que sus orígenes están en las necesidades bé- licas, en la cibernética surgida en la II Guerra Mundial, que con la energía atómica y los rnotores a reacción diseño gran parte de nues- tro mundo tecnológico. Y la obsesión es la de la velocidad. La transmisión en «tiempo real», como tópicamente se dice. Pero también aquí brilla mucha mitología. El teléfono, el teleti- po ya permitían dicha comunicación. De he- cho la prensa y la radio, antes de que apare- ciera el internet venían informando con inmediatez de todo lo que ocurría en el plane- ta. Y más radicalmente hay que revisar la mi- tología de la velocidad. No olvidemos que Aquiles en las aporías de Zenán de Elea es de- rrotado por la tortuga. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS