2001-09-10.LA RAZON.IMPOTENCIA Y TERRORISMO AGT
Publicado: 2001-09-10 · Medio: LA RAZON
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IMPOTENCIA Y TERRORISMO LA RAZÓN. LUNES 10 DE SEPTIEMBRE DE 2001 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO Se cree que en el terrorismo está el último recurso de la impotencia de la idea nacionalista. Tal creencia no tiene mucho fundamento. En bastantes casos (Irlanda, Israel, Argelia) no ha sido el último, sino el primer recurso de la idea de liberación contra la potencia ocupante. Y en otros (Palestina, Balcanes) no ha sido signo de impotencia política, sino militar. Algo cierto se barrunta, sin embargo, al relacionar terrorismo e impotencia del nacionalismo. El error surge de la generalización. Pues hay distintas clases de impotencia de las ideas, según su grado de potencial. La que sostiene al terrorismo no puede asimilarse, por ejemplo, a la que sustenta al partido comunista. Aquella es una idea-fuerza y ésta una idea-número. La evolución del comunismo, desde idea-fuerza a idea-número, lo ha llevado a su impotencia parlamentaria. Las grandes ideologías, al ser asumidas por los partidos de masas, padecieron un cambio similar. Esta transformación no ha sido estudiada por la ciencia política. Y es una de las causas de la ignorancia intelectual de la idea-fuerza que constituye el nacionalismo terrorista, a diferencia de la idea-número en que se ha convertido el nacionalismo parlamentario, después de la derrota militar de la idea-fuerza encarnada en el nacionalismo fascista. Esta ignorancia explica el error de Arzallus cuando dice que el PNV persigue los mismos fines políticos que Eta, pero por distintos medios. Los fines de una idea-fuerza jamás pueden coincidir con los de una idea-número, porque la moral de fines de aquella es incompatible con la de ésta. Corresponde a Alfred Fouillée el mérito de la elaboración filosófica del «Evolucionismo de las ideas-fuerzas» (1890) y de «La moral de las ideas-fuerzas» (1908). Todas las ideas tienen energía, pero sólo algunas son, ellas mismas, una fuerza. Los estados de conciencia pueden llegar a ser factores reales de la acción, si la intensidad de la idea, la idealidad, se une a la revelación interior de una energía, de un potencia, de un puro apetito de hacer. En estos casos excepcionales, la moral de la idea-fuerza se vincula a la conciencia emo cional de potencia y resistencia. Y lo asombroso en esta confusión de conciencia y energía, presente en las formas extremas de egoísmo criminal, es que sea capaz de crear y jerarquizar valores objetivos opuestos a los de la moral de idea-número. Eta no es una idea sin moral, sino una idea-fuerza que hace de la conciencia nacional la única fuente de moralidad, al modo como el ejército lo hace en la guerra. Y no tanto porque su ideal nacionalista sea más fuerte que el del PNV, pero sí porque lo actualiza con el activismo de su potente conciencia sentimental de la nación vasca, destructora de resistencias. Mientras dure su creencia (alimentada por la catastrófica política de gobiernos y medios) de que está destruyendo resistencias, Eta no accederá a la conciencia de que es impotente para ganar la Independencia perseguida con la idea-número del nacionalismo parlamentario. Las ideas-número (distintas de las ideas aritméticas de número) carecen de energía emocional para la acción y procuran su fuerza, fuera de ellas, en la adición de voluntades homogéneas que las porten o soporten. De este modo transforman su cualidad idealista, inoperante, en cantidad democrática operativa. La izquierda nacionalista, sin complejos fascistas, participa de la idea-fuerza de nación como voluntad nacional actuante a través del activismo de su militancia. No tiene sensación de impotencia. La derecha nacionalista emergente del antifranquismo se debate en la potencia impotente de la idea-número de nación, para llegar al derecho de secesión por mayoría electoral. La idea-fuerza de Eta tiene más consistencia ideológica que la idea-número del PNV.