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Publicado: 2007-05-22 · Medio: BLOG AGT

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HORIZONTE ELECTORAL
BLOG DE AGT, 22 DE MAYO DE 2007
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Para centenares de miles de familias españolas, las elecciones municipales y autonómicas no son meros asuntos públicos de los que hayan de preocuparse cada cuatro años, sino el más importante asunto privado de sus vidas profesionales, del que han de ocuparse todos los días del año. 
No hay de qué extrañarse. Como los buscadores de oro, pocos son, relativamente, los que viven del filón encontrado, pero son legiones los que dedican sus vidas a buscarlo. Si las estadísticas publicaran la repercusión del factor electoral en la acumulación de capitales que produce la calificación de terrenos o la concesión de licencias, todos sabrían situar el horizonte de los partidos y empresarios de la corrupción en el panorama electoral, en la coincidencia de la visión electoral con sus horizontes vitales, es decir, en la línea horizontal donde se junta el cielo de la política municipal y autonómica con la tierra de la especulación. 
Proponer la abstención es, para estas personas, una acción tan grave y perniciosa como la de retirar el oxígeno de la respiración asistida. La idea de una abstención masiva produce, en el horizonte vital de los espíritus corrompidos por el Estado de Partidos, una conmoción ambiental tan grave como la sufrida por los habitantes de Chernobyl. Los abstencionarios seremos tachados de impotentes destructores y, sin embargo, aborrecidos. 
La degeneración de los pueblos es inevitable si el Régimen político hace coincidir el panorama electoral con el horizonte vital de las ambiciones empresariales o personales. Para comprender la exactitud de esta afirmación conviene recordar que la noción de horizonte, de larga tradición en el pensamiento filosófico, llegó a ser constitutiva de la personalidad en las fórmulas del “yo y mi circunstancia” (Max Stirner), “yo y mi mundo alrededor” (Husserl), “el tiempo como horizonte de cualquier comprensión del ser” (Heidegger), “vivimos y pensamos siempre dentro de un horizonte” (Jaspers), “definimos el horizonte dentro del cual tenemos que vivir” (Ortega). 
La decadencia cultural de Europa está motivada -entre otras razones de orden educativo y de trastorno de la escala de valores que lleva consigo el rápido crecimiento económico y tecnológico- por la negativa generalización del horizonte electoral, en tanto que definición concreta del horizonte histórico. Pues el horizonte vital o histórico es, nada menos que, la línea de adecuación del estado del conocimiento a las aptitudes de los gobiernos, las capacidades de los docentes y las aspiraciones de los pueblos. 
En toda Europa, y particularmente en España, el horizonte histórico no está marcado por una línea horizontal, dada la inadecuación de la magnitud del conocimiento universal a las pequeñas capacidades y aptitudes de las clases dirigentes. Esa línea se ha quebrado en una profunda sima vertical, que ha engullido el horizonte vital de las generaciones posteriores al 68, en el horizonte estatal de los partidos y en las ambiciones sin fuero que generan las proximidades al poder político sin control.
Lo dramático del pueblo español no está en la corrupción de todos los partidos estatales, ni en que esta degeneración sea la matriz de la clase gobernante, pues eso también define la vida política europea, sino en que el horizonte electoral, explicable como única razón de ser del horizonte vital de los partidos estatales, se haya convertido, en virtud del consenso y de los medios de comunicación, en el horizonte de los horizontes sociales, en el horizonte que articula todos los horizontes personales. 
Por muchos cambios que haya traído la Transición de la Dictadura a la Monarquía de los partidos oligárquicos, siempre será determinante el continuismo producido por el hecho de que la vivencia de la sociedad civil sigue siendo vertical, de que los españoles sometieron su horizonte histórico al horizonte electoral de los partidos estatales. La única forma inteligente y pacífica de romper la inercia de este perverso continuismo, abriendo horizontes propios a la sociedad civil, es la abstención. Cualquier otro modo de actuar sobre ella será vertical y despectivo.