1995-11-20.EL MUNDO.HABLANDO DE LA TRANSICIÓN JUSTINO SINOVA

Publicado: 1995-11-20 · Medio: EL MUNDO

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HABLANDO DE LA TRANSICIÓN
EL MUNDO. 20/11/1995 Página, 16
JUSTINO SINOVA
CONVERSACIONES SOBRE EL REY
TOM BURNS MARAÑÓN
PLAZA & JANÉS, BARCELONA. 464 PÁGINAS
NOSOTROS, LA TRANSICION
JULIA NAVARRO
TEMAS DE HOY, MADRID. 407 PÁGINAS
HOY todavía en todas las agrupaciones del PSOE hay una bandera republicana. Así lo dice, con estas palabras, el socialista Luis Solana en el libro de entrevistas de Tom Burns, periodista hispano británico, que actualmente escribe en The Financial Times. Sostiene que el PSOE guarda «en sus entrañas» la «cultura republicana». Recordando cómo en el primer congreso del PSOE celebrado en España desde la República un militante se paseó enarbolando una gran bandera republicana, Solana lo califica como «una foto impresionante que no se puede olvidar» (págs. 308 y 309). Enrique Múgica, por el contrario, confiesa que aquello le «inquietó bastante» (pág. 347).
Son dos impresiones que no vienen a aclarar algo que el PSOE ha gustado disfrazar de incógnita. Se da la circunstancia de que Solana, que hace esfuerzos por marcar distancias, fue uno de los pocos miembros de la izquierda que mantuvo contactos con el Rey y colaboró a dar a conocer una figura que muchos dirigentes del partido despreciaban o no tomaban en consideración. Para corroborarlo, Solana revela que «Felipe González tardó muchísimo, el PSOE tardó muchísimo, en darse cuenta de que el Rey traería la democracia» (pág. 309).
Múgica es más sincero y más directo. Pese a que el momento político que le apasiona es el comienzo de la República, ratifica que «lo que me pide el cuerpo es lo que a España le pide el cuerpo y a España lo que le pide el cuerpo es la continuidad de la Corona» (pág. 352).
Estas son algunas de las sorpresas que puede encontrar el lector en este libro de entrevistas sobre el Rey realizadas a 21 personajes que han tenido relación con él y, en muy diverso grado, con la etapa de la Transición. En conjunto, hay un reconocimiento a la labor de don Juan Carlos como impulsor de la democracia en España. Casi todo lo que se dice es ya conocido, pero el lector recibe la impresión directamente del protagonista. El autor, que ha realizado las entrevistas con un buen conocimiento de cada tema y de cada personaje, sabe preguntar, conversar, y extrae con habilidad de sus interlocutores la información que pueden dar.
Es una lástima que falten protagonistas. Se echa de menos una entrevista con Adolfo Suárez, que es el gran ausente y sin cuyo testimonio no puede hacerse una historia oral de la Transición. Falta también una entrevista con Manuel Prado, hoy en candelero por otros asuntos, que fue un colaborador directo del Monarca. Supongo que las ausencias de José Mario Armero y del cardenal Tarancón se deben a que el libro nació cuando habían caído seriamente enfermos o habían fallecido. (No obstante, al primero se le cita muy poco y al segundo, nada).
En cambio, es un acierto incluir los testimonios de José Joaquín Puig de la Bellacasa, que sirvió en La Zarzuela en dos períodos, Antonio García-Trevijano, republicano que sirvió a Don Juan, Jaime Miralles, juanista inteligente y honrado, Miguel Primo de Rivera, que gozaba de la confianza de don Juan Carlos y de Franco, Nicolás Franco Pascual del Pobil, sobrino del dictador que ayudó al Rey a mantener contactos con los políticos del exterior del sistema, y Ramón Serrano Súñer.
Este último emite dos juicios muy interesantes. El primero, sobre su cuñado Francisco Franco, del que fue ministro tras la guerra. Como se consideraba «irrepetible y providencial», nunca quiso «que le sucediese alguien que no fuese un rey» (pág. 226). El segundo, sobre González, a quien se refiere a propósito de un recuerdo de Julián Besteiro: «En aquel socialismo tuvieron la fortuna de no tener a un hombre tan charlatán como Felipe González, un hombre tan poco serio, tan poco digno, tan poco honesto» (pág. 220). Desde luego, González no aparece aquí como protagonista, no puede serlo. Rodolfo Martín Villa se encarga de trazar la frontera: la Transición fue un encuentro entre los jóvenes reformistas del franquismo y los viejos dirigentes republicanos, mientras que tienen un papel secundario los viejos del franquismo y los jóvenes de la oposición antifranquista que son los que nutren fundamentalmente al Partido Socialista. «Es decir -concluye Martín Villa-, aquí protagonizan Suárez y Carrillo y no protagonizan ni Felipe González ni Girón» (pág. 386). Está bien visto.
Las páginas están adornadas con una profusión de citas explicatorias que refrescan la memoria del lector o le informan sobre los acontecimientos. Así, el libro se asemeja a un relato y no es, como podría dar a entender el título, una simple serie de opiniones deslavazadas sobre el Monarca. El objetivo ha sido recordar el papel del Rey durante el franquismo y en la Transición. Se hace de manera amable y fácil para el lector.
También es amable y fácil el libro de la periodista Julia Navarro, que ha recurrido al mismo procedimiento de la entrevista para evocar el episodio de la Transición. Pero en este libro las entrevistas no aparecen una a una sino como sustrato de un mínimo relato de los acontecimientos. Julia ha tenido más suerte y ha conseguido hablar con Suárez, de lo que nos enteramos desde la primera página. No contacta, sin embargo, con Manuel Prado, a quien se cita en todo el libro una sola vez.
No hay secretos en este libro, sino una profusión de recuerdos desde el día de la muerte de Franco (los convocados van revelando cómo y dónde les sorprendió la noticia) hasta el triunfo socialista de 1982. La autora ha hablado con todos los políticos que de una manera u otra se distinguieron en ese tiempo, menos con González y Alfonso Guerra, no se sabe si por dificultades de contacto o porque no los incluyó en su relación. En todo caso, el número de citas a ambos es abundante, mayor que el de su contribución a la Transición, cuyo arranque torpedearon con su oposición a la Ley para la Reforma Política, un error de visión de futuro.
El libro está bien escrito, con sentido del relato periodístico y constituye una historia pormenorizada de aquella aventura que seguramente gustará al lector culto y al que quiera disponer de una descripción humana y digerible de la interesantísima operación política de la Transición.