1977-07-16.EL ECO D CANARIAS.GUINEA

Publicado: 1977-07-16 · Medio: EL ECO D CANARIAS

Ver texto extraído
LAS  PALMAS  DE  G R AN  C A N A R IA 

-^  Sábacto.  16.  J u l io  1-977 

EL  ECO  DE  C A N A R t AS  —  Página  19 

GUINEA 
ECUATORIAL 

Un  tema  importante  en  relación  con  la  más  reciente  histo 
ria  española  y  que tiene  muchas  implicaciones  económicas  es  el 
de  Guinea  Ecuatorial. 

Se  precisan  a ún  de  muchos  trabajos  ¡previos  p a ra  e s c r i b ir 
algo  que  pueda  ser  d e f i n i t i v o.  U no q qe considero  esencial  es  el 
que  nos del>e  Fernando  Fernández  Echegoyén,  testigo  excepcional 
de  la  ú l t i ma  etapa  de  la  presencia  de  España  en  el  golfo  de Bia-
f r a.  Hoy, aparte  de  úí.'otar  q ue es  preciso  consultar  lai tesina  de 
Gonzalo  Sánchez  Casas,  «Los  p r o b l e m as  de  una  a g r i c u l t u ra  colo 
nial:  los  territorios  españoles  del  g o l fo  de  Guinea  (1940-1>960)», 
presentada  en  1975 en  la  U n i v e r s i d ad  Autónorna  de  Barcelona,  he 
leído  dos obras  que f i g u r an  siempre  en  la  bibliografía  de  f u t u r os 
análisis.  Existen  ya  más, pero  t r a t a ré  de  eltas  una  vez  las  haya 
manejado. 

La  primera  es  de  Luis  Carrascosa,  «IVIalabo.  Ruptura*  co^n 
Guinea».  Ediciones  Mayier,  1977. Me  apresuro  a  decir  dos  cosas. 
La  p r i m e r a,  que está  m uy  bien  escrita.  La segunda,  q ue la  leí lin-
testimonial  de  Gabriel 
mediatamente  después  del  documento 
García 
árquez,  «García  Márquez  en  Angola»,  «Le  Nouvel  O b-
servatore»,  13 de j u n io  d  1977, páginas  95-126.  Existen  ciertos  pa-
railelos  entre  lo sucedido  en  1975  en  Aingoia  y  en  1969' en  Guinea 
Ecuatorial.  También  profundísimas  diferencias.  Pero  lo q ue resul 
ta  claro  —y  también  habrá  que d i l u c i d ar  en el  f u t u ro  las  culpas 
—  es que el  nacionalismo  negro  está  disipuesto  a  s u f r ir  toda  suer 
te  de  incomodidaides  para  sus pueblos  a  c a m b io  de  que  desapa 
rezca  ra  presencia  blanca.  El  inicio  ds  la  n a r r a c i ón  de  García 
Márquez  es  este: 

«Hace  unas  semanias  en  Angola  no se e n c o n t r a ba  ya  cerillas-
Es  necesario  haber  v i v i do  t ai  experiencia  p a ra  saber  lo  q ue re 
presenta:  los 
fumadores,  ansiosos,  asaltaban  a  los  peatones  pa 
ra  mendigarles  fuego,  detenían  a  los vehículos  para  pedirles  el 
empleo  del  encendedor  de salpicadero,  y  se tenía  la  impresión  de 
que  estaban  dispuestos  a f r o t ar  piedras  para  hacer  saltar  la  chis 
pa  q ue las salvaría  la  vida. 

Tamipoco  se encontraba  ijabón,  ni  leche,  ni  aspirinas,  ni cu-
chiillas  de  afeitar,  ni  muchos  otros  artículos  c o r r i e n t es  para  la 
vida  diaria».  Desipués  (página  96)  nos r e l a ta  c ó mo  se  v an  dete 
niendo  los servicios  del  lujoso  hotel  en q ue habita  en  Luanda.  Un 
buen  día se i n t e r r u m p ió  el  servicio  de  habitaciones:  «El  mpleado 
del  hotel  al  que pregunté  cuándo  iba  éste  a  r e i n i c i a r s e,  me d io 
esta  respu  «ta  bíblica:  «¡Nunca  rfrás!»  En  re'alidad  no  lo  dijo  con 
fastidio  o  malhumorado,  sino  más bien  c on alivio». 

En  la página  284  del  l i b ro  de  Carrascosa  sé recoge  este p á 
r r a fo  de  uno de  los  mejores  periodistas  españoles  en  as  situacio 
nes  peHagudas.  Diego  Careado,  y  r e f e r i do  a  la  c r i s is  de  Guinea 
Ecuatorial  de 1969, q ue no se ha  hecho  más q ue e m p e o r a r:  «En las 
ciudades  y  pueblos  importantes  comenzaban  a  escasear  los  a l i 
mentos.  Habían  cesado  todas  las actividades  económicas.  El  t r u e 
que  vuelvo  a  desarrollarse  como  hace  doscientos  años».  La  reac 
c i ón  del  presidente  Macías  es  inmediata.  En 
t r a n c r i be  exactamente  sus  palabras:  «Claro,  f a l t a rá  coca-cola,  f a l 
t a rá  jabón,  porque  el  Gobierno  español  t r a ta  de  hacer  bloqueo 
al  Gobierno  de  Macías.  Hermanos,  a p r e t ar  los  cinturones.  Des 
pués  de  dos  meses  Guinea  Ecuatorial  se  levantará.  Como  habéis 
depositado  confia'nzai  «n  mi  ,persona,  no  i m p o r ta  q ue  nos  f a l te 
dlin«roa>hora.'Plantar  yuca, m a l a n g a,  plátanos...  H ay  mucha> c o m i 
da  #n  el  pafs  que  no  cuesta  dinero».  En  la  página  207 se puede ^^ 
leer  un  texto  análogo. 

la  pág¡na>  296  se 

Pero  la  patético  para  mi  de  la  poUtica  econóinlca  de Fran-
oisco  Macías  Ngue'ma,  es q ue  nu> a c e r tó  n u n ca  a  e c l a r ar  eso del 
«v9to  monetario»  que p a ra  él  era  en  realidad  u na «niebla  mone 
taria»  más espesa  a ún  que  la  q qe  ¡reina  on  el  c a m i no  Ihacia  la 
c u m b re  del pico  de  Santa  Isabel.  Es c l a ro  q ue a  través  tíe  m e a n" 
oros  «fue  provienen  de  las  viejas  leyendas  sobre  el  Tesoro  Colo 
nial, q ue llegaron  hasta  mí  cuando  era  presidente  de  la  Comisión 

del  Pian  de  Deearrollo  Económico  y  Social  de  Guinea  Ecuatorial, 
Macías  emiprende  su  búsqueda  como  si  de  algo  tangible  y a c u-
mulab'ie  en  un  pequeño  espacio  se  tratase.  No  tiene  sentido  el 
plantear  qué leyó  Macías,  pero  sí qué películas  vio. Sospecho que 
bloques  de  billetes  df  Banco,  en  escondrijos  especiales,  poblaron 
sus  sueños  desde  qué sa  hizo  con el  poder:  «Piensa  que el  d i n e ro 
existe,  y  qué está  escondido  en  algún  sitio...  Una  mañana  b r i g a 
das  de  obrero^  cóh pií)uetes  p e r f o r an  los suelos  de  la  Delegación 
de  Hacienda»  (págiina  215). Con sus  veiniticlnco  años  de  funcio 
n a r i o,  ¿no sabe  bien  él  que  los fondos  han venido  s i e m p re  d»e  Ha 
cienda? 

Esta  niebla  espesa  en  la  que danza  se  mezcla  cori  o t ra  se 
r ie  de absurdos:  fabulosas  minas  de u r a n io  y  grandes  yacimientos 
de  petróleo  (página  207); Bancos  que se  pueden  alzar  en  el  área 
de  la  peseta  —como  el  Banco  de  Guiña  Ecuatorial  (páginas  299-
306)—,  sin  c o n t r a p a r t i da  ni  negociación  alguna; 
i n f r a v a i o r a c i ón 
del  papel  de  los  técnicos  españoles,  comO  lo  muestra  su  t e r r i b le 
discurso  de  Eninayong  el  19 de f e b r e ro  de  1969, que sigue  al  enlo 
quecimiento  colectivo  —de los auditores  y  del orador—  de  Nsorl< 
m uy  poco  antes,  y  que provoca  el  terror  y  el  éxodo  d© los españo 
les  de  Río M u n i;  ignorancia  de qué es eso del  t i po  de c a m b i o,  de 
la  c i r c u l a c i ón  del  dinero  o  de ios  impuestos  que decide  como  pre 
m io  por  la  independencia  q ue «no se  pueden  subir»  (página 204); 
creencia  de  que  los  a l i m e n t os  pueden  darse  g r a t is  —^e incluso 
q ue  deben  darse—,  tanto  en  España  como  en  Guinea  Ecuatorial 
(página  296); seguridad  pasmosa  en que la  c o m u n i d ad  internacio 
nal  limpedirá  siempre  q ue el  hambre  se expansione  entre  los  pue 
blos  subdesarroilados:  «¡Cómo  nos v an  a  dejar  que  muramos  de 
b a m b re  si  ahora  Estados  Unidos  está  ayudando  a  Biafra!...  Y  a 
un  pueblo  pacífico  como  el  nuestro...,  ¿cómo  nos v an a  dejar? Se 
r ía  incorrectOK  (páginas  236-297). 

El  p a n o r a ma  en  el  que vive  Macías  ya* lo  había  adelantado 

en  España.  No  f ue en  un  campo  de  f ú t b ol  (página  231), sino  en 
nuestrO'  p a l a c io  de  Santa  Cruz,  donde  Francisco  Macías  Ngema 
increiblr~: 
proniunció,  al  menos  p or  p r i m e ra  vez, estas  palabras 
' 
«El  hombre  q ue  b i zo  posible  la  independencia  de  Á f r i ca  f ue 
Fuhrer  al  provocar  la  g u e r ra  en  Europa,  consiguió  t r a er  la  liber 
t ad  que  hoy  día  d i s f r u t a m os  (ios  africanos).  Por  más que  dican 
que  H.itler  f ue  malo,  en  realidad  se  equivocó.  H i t l er  i n t e n tó  s a l 
v ar  a  Á f r i c a.  Es donde  tuvo  que  luchar,  iijero  después  empezó  a 
anexionarse  a  los  países  europeos.  Esa es el  hombre  que nos ha 
dado  la  Mbertad.  Tened  vso  bien  presente».  A n te  este  I n a u d i to 
elogio  a  H i t l e r,  que  dejó  a  todos  pasmados,  y  que  se  pronunció 
en  la  conferencia  Constitucional,  Ndongo  pronunció  sin  saberlo, 
su  sentencia  de  m u e r t e:  " M a c l as  no  ha  hablado  en  nombre  de 
Monálige;  sus  opiniones  son  puramente  personales".  Al  día s i 
guiente,  f ui  a  almorzar  con  Pedro  Ekong.  Me  dijo:  " N os  hizo  Ma 
cías  avergonzarnos  de  ser  g u i ñ é a n o s ". 

El  libroi  de  Carrascosa,  j u n to  con  los otros  que se  irán  p u 
blicando,  había  pensado  c o m e n t a r lo  dentro  de  u na nota  hiistóri-
ca  genei'ái  ¡pzra  «Nueva  Historia», si es que  Ricardo  de la' Cierva, 
senador,  sigue  Interesado  sobre  todo  p or  la  Historia  contemporá 
nea.  Lo  pensé  p o r q ue  poseo  datos  que  en  parte  deben  darse  a 
conocer  y  que  explican  el  confuso  panorama  M U N G E - M O N A L I-
GE-IPGE  que  se  presenta  en  las  páginas  140-149.  También  deben 
rectificarse  ciertas  informaciones,  como  por  ejemplo,  cuando  al 
pequeño  «Pizarro»  se  la  convierte  ya  en  c r u c e ro  (páginai  82), ya 
•en  acorazado  (página  294). Adelanto  que, p or  ahora  es  este a u 
t or  el  O'je  adivina  más cosas,  aunque  i g n o ra  algunas  esenciales. 
Pero  sí  me  i m p o r ta  decir  que  está  escrito  desde  la  dignidad,  y 
aijeno  a  todo  un  m u n do  de sabandijas  de las que,  parece,  t u vo  a l 
g u na  noticia,  pero  que  debe  haber  considerado  Carrascosa  que 
pertenecen,  c o mo  algo  n a t u r a l,  a  las excrecencias  que  proporcio 
na  la  humedad  de  Fernando  Póo y  Río  M u n i. 

Otro  libro  q ue  del>e  leerse,  sobre  todo  después  del  durísimo 
ataque  que  el  autor  recibió  del  PSOE,  es  el  die  A n t o n io  García 
Trev¡ja<no,  «Toda<  ia  verdad».  Mi  i n t e r v e n c i ón  en  Guinea».  Dron-
te,  1977. En el  prólogo  señala  (páginas  8-9)  que va  a  e s c r i b ir  un 

l i b ro  sobre  el  «drama»  y la  «comedia»  de  Guinea  Ecuatorial.  Es 
curioso  que  los  que actúan  en  la  «comedia»  sean  'los que pa'rtici-
p an  en  actividades  eco'nómico-fi'nancieras.  En el  libro  se habla  de 
ciertos  conocidos  míos.  Me desagradó  su  léxico  para' los  'muertos 
políticos  ajusticiados  por  Macías:  «lacayo»  (páginas  21 y  37) pa 
ra  A t a n a s io  N'Dongo;  «secuaz»  p a ra  A r m a n do  IMúñez  de  Bolboa 
Dougan  (páginas  17 y  38)  y  S a t u r n i no  Ibongo. 

Algunos  documentos  sobre  el  Banco  de  Guinea  Ecuatorial, 
sobre  «Finguinea»,  sobre  el  Banco  Central  de  la  República  de 
Guinea  Ecuatorial  y  acerca  del  INFOGE  — I n s t i t u to  Nacional  de 
Fomento  de  -la  GUÍnea  Ecuatorial—  (páginas  79-83,  95-106, 37,, 
42-43,  aunque  parciales,  vienen  m uy  bien  p a ra  conocer  entresijos 
y  complementos  de  infarmaciones  que yo  había  acumulado  sobre 
estos  temas.  Es curioso  q u" a  veces me (legasen  a  través  de  miem 
bros  de  mi  cátedra,  a  los  q ue ciertas  personas  de  la  «comedia» 
t r a t a r on  vanamente  de  involucrar  en  esas  cuestiO'nes.  Dejo  a  un 
lado  el  tema  de  «Italcambio»,  '(páginas  108-110),  ipero  sí  me  inte 
resa  destacar  que si  existe  un  disparate  científico  es  el  q ue sa 
c<}ntiene  en el  documento  14 p a ra  efectuar  una planificación  del 
desarrollo  de  Guinea  Ecuatorial,  en  lá  que  aparece  la  fantástica 
f i g u ra  del  doctor  Montoya  (páginas  111-120  y  122). Si  esto  tiene 
a l g u na  disculpa',  quizá  se  halle  en  la  p á g i na  45, cuando  García 
Trevi'jano  señala  que todo  lo  redactó  ^(&\n  n i n g ún  l i b ro  q ue  poder 
consultar».  Entre  los  economistais  científicos,  eso, cuando  m í n i 
mo,  se  llama  irresponsabilidad'  Es curioso  q ue  Montoya  (página 
122)  le  diga  a  García  Trevijano:  «...tú  no has cobrado  m i n u ta  a l 
g u na  ni  obtenido  beneficio  en  relación  con los trabajos  de  inves-
tigación  de  Recursos  Naturales  realizada  por  rtií  en  dicho  país 
y  p a ra  tu  Plan  de  Desarrollo».  Ese  «tu  Plan  de  Desarrollo»  así 
mencionado  él  25  de  octubre  de  1976,  es  significativo.  La  c a r ta 
de  Macías  página  107, y  añado,  ¿redactada  p or  quién?—  habla 
ba  diQ ayudas  del  Banco  M u n d i a l.  Como  es  lógico,  este  organis 
mo  discute  de temas  serios  y con í n t er Loe uto res  que saben  de qué 
ss  t r a t a,  no de desatinos  científicos.  Ignoro  si  ayudó  en  algo  o en 
nada. 

Dejo  a  un  lado  el  asunto  SIMED,  donde  se  involucra  a  Pedro 
Ekong,  que p or  cierto  está  exiliado  en  Camerún-  Dejo  para  un  tra 
bajo  de o t ro  ti'po  m il  otro  detalles  curjosos  o  importantes  como  el 
de  la  peseta  guineana.  iPero  he de decir  q ue el  PSOE  ha  a d m i t i do 
con  demasiada  f a c i l i d ad  todo  el  documento  de la  A N R D,  y  pues 
to  así  algunas  —creO' que no muchas—  armas  de  defensa  en m a 
nos  dh  García'  T r e y i j a no  y  del  «presidente  del  Comité  Central 
del  Partido  Unicó  Nacional  de  Trabajadore®  (PUNT)  y  presiden 
te  v i t a l i c io  de  la  República,  g r an  camarade  y  mayor  general  de 
las  Fuerzas  A r m a d as  Populares,  S.E. Me$ié  Biyc-go  Negué  Idong» 
(página  68), nombre  actual  que se da  Francisco  Mecías  Nguema, 
y . al  que añade  el  de  «gran  líder  popular»  (página  67). En  «News-
weeik»  de  20 de  j u n io  de  1977  ('pá9ina  28),  b a jo  el  t i t u lo  «Reigns 
of  terror»,  el  tema  se  a c t u a l i za  y  resume  así: «En Guinea  Ecua 
t o r i a l,  en  la  costa  occidental  a f r i c a n a,  el  Presidente  Francisco 
Macías  Nguema,  que  según  dicen  sus  opcinentes  d io  m'uerte  a 
50.000  de  los  3244}00  ciudadanos  de  su  nación—  da  caza  y  m a ta 
a  l os  pocos  subditos  educados  que  le  quedan.  Asegura  Macías: 
«Los  así  ilaniados  intelectuales  son  el  mayor  problema  con  el 
que  se  enfrenta  hoy  África.» 

De  acuerdo.  El día qiue  asesinaron  los secuaces  del gran  líder 
a  mi  a m i g o,  q ué -me  honró  con  'el  t í t u lo  de  «hermanó»,  Agustín 
Eñeso  ÍSieñ», decidí  ique  este  ©rimenino-qtiedaria-imptrne.  Los»-Inte--
lectuales  somos  peores  que el  «gen-gen».  Molestamos  t a n to  como 
él  y  de  pronto  picamos  c o mo  la  mamba.  A h o ra  el  g r an  líder  y 
sus  lacayos  b án  ^ n e t r a do  e n t re  cacaoteros  y  el  «gen-gen»  ha 
empezado  a  mOIe^iarles.  Ya  no  sólo  se  hace  presente  desde  el 
lado  de  Felipe  González,  y  eso que el  ataque  de  éste  ya'  levantó 
una  ampolla  que  qp se  ha c u r a do  mi mucho  menos. 

(Catedrático  <d<> Economía  de  la  Universidad  de  M a d r i d, 
en  «Arriba») 

Juan  VELARDE  FUENTES 

DIALOGO CONSTRUCTIVO SOBRE i LAS  ISLAS 
EL  FUTURO  DE LA ESCUELA  CANARIAS 

El  documento  sobre  la  ense 
ñanza  que han  publicado  los obis 
pos  españoles  al  concluirse 
su 
XXVI  asamblea  plenariá no  apor 
ta,  en  realidad,  grandes  noveda 
des  en  cuanto  a  su  contenid>o 
ideológico.  Si  las  hay,  en  cam 
bio,  en  lo  que  se  refiere  a  la  cla 
ridad  «n  las  formulaciones  y  al 
estilo  y  tono  dialogante  del  do 
cumento  entero.  Los  obispos  no 
chaman  tenantes,  no  exigen  en 
nombre  de  Dios,  no  amenazan  en 
nombre  de  poder  alguno,  «pre 
sentan  respetuosamente»  a  la  co 
munidad  española  su  pensamien 
to  y  anticipan  que  en  modo  al 
guno  desean  que  un  tema  como 
éste  pueda  convertirse  en  fac 
tor  de  división  en'tre  los  españo 
les. 

'Esta  suavidad  no  excluye,  sin 
embargo,  la  energía  en  la  defen 
sa  de  unos  derechos  qwí  no  son, 
en  rigor,  de  los  obispos  ni  de  la 
Iglesia  misma,  sino  de  los  padies 
creyentes,  a  quienes  los  obispos 
no  jnicdein en  modo  alguno  aban 
donar  en  algo  tan  sagrado  como 
es  la  promoción  de  la  fe  de  sua 
hijos. 

La  escuela  —recuerdan 

los 
obispos—  no  puede  ser  neutra. 
Siempre  hay  tras  un  proyecto 
educativo  una  determinada  ma 
nera  de ver  y de  explicar  el  mun 
do.  Desde  otro  ángulo,  la  fe  no 
es  separable  de  la  cultura.  Arrin 
conar  la  fe  en  el  campo  de  la  pu 
ra  conciencia  individual  es  des 

natura'izarla,  es  violarla  y  diesa-
rraigarla.  Es, pues,  perfectamente 
lógico  el  que  un  padre  creyente 
desee  que  la  fe  sea  parte  del pro 
yecto  educativo  de  sus  hijos.  En 
España,  concretamente,  recien 

tes  encuestas  prueban  sobrada-
damente  que  éste  es  él  deseo  ex-
pireso  del  93  por  100  de  los  pa» 
dres  con  hijos  en  edad  escolar. 
¿Podría  el  Estado  ignorar  este  de 
recho?  ¿Podría  limitarse  a  acep 
tarlo  en  teoría  haciéndolo  invla' 
ble  en  la  práctica? 

Aquí  los  obispos  son  tajantes 
en  sus  afiTmaciones;  no  corres' 
po«d«  al 
(Estado  fijar  por  su 
cuenta  o  por  el  criterio  alternan 
te  de  sus  equipos  de  Gobierno  el 
modelo  educativo  que  ha  de  ins 
pirar,  en  lo  ideológico,  el  sistema 
de  enseñanza.  El  Estado  debe, 
más  bien,  ofrecer  todos  los  .mo 
delos  educativos  que  sean  reflejo 
de  las  tablas  de  valores  que  se 
registren  en  el  cuerpo  social-

Que  en  la  España  actual  exis 
ten  varias  tablas  de  valores  pa 
rece  claro.  Que  un  porcentaje  al 
tísimo  d«  padres  —como  prueba 
la  estadística—  desean  una  for 
mación  cristiana  lo  es  también, 
Tendrá,  pues,  el  Estado  que  pro-
teig«r  esa  pluralidad,  tendrá  que 
abrir  caminos  efectivos  para  qvf 
esa  mayoría  de  pad*es  vea  refle 
jada  su  aspiración  cristiana  en 
tre  lo.<!  modelos  educativos  del 
país.  Y  tan  incorrecto  como  se 
ría  imponer  obligatoriamiente  una 
fe  a  quien  no  'a  desea,  resultaría 
inaceptable  el  que  se  pusieran 
«mpedimien'tos  activos  -a  pasivos 
para  quien  desea  ver  la  fe  refle 
jada en  la  educación  cultural  que 
sus  hijos  reciben. 

Este  derecho  de los-padres  cris 
tianos,  podrá  en  algún  caso  co'i-
sionar  con  otros  derechos.  Y  fun 
ción  del  Estado  será  conseguir 
que  esos  derechos  se  compaginen 
sin  aaularse.  En  rigor,  la  fe  no 

puede  ir  contra  la  Justicia  c  con 
tra  la  aspiración  de  que 
iodos 
los  españoles  Puedan  llegar  gra 
tuitamente  a  la  enseñanza.  il«ero 
tampoco  estas  Justas  aspiraiio-
nes  podrán  chocar  con  :a  fe.  Y 
las  exigencias  de  la  fe  no TM>dran 
Ir  contra  la  calidad  de  la  ense 
ñanza,  así  como  la  búsqueda  d« 
esta  calidad  no  tiene  por  qué  ser 
un  obstáculo  para  el  anuncio  de 
la  fe. 

A  nadie  se  le  oculta  que  esta 
mos  ante  un  tema  delicado  en  el 
que  más  de  una  vez  se  cruzaron 
intereses  creados  y  en el  que pue 
de  que  algunos  enfoques  econó 
micos  se  disfrazaron  con  el  her 
moso  nombre  de  la  fte.  Tendrán 
que  corregirse  los  abusos,  pero 
sin  atentar  a  los  derechos. 

Los  obispos  exponen  todas  es 
tas  consideraciones  con  la  mano 
tendido  del  diálogo.  Manifiestan 
expresamente  su  confianza  en  la 
recta  intención  de  los  grupos  po 
líticos,  incluso  d«  aquellos  que 
han  manifestado  visiones  distin 
tas  del  problema.  Confían  en  que 
el  diálogo  común  imnida  que  es 
te  tema  termine  por  convertirse 
en  un  conflicto  religioso  que  pu 
diera  dividir  a  los  españoles.  De 
lo  que  se  trata  es  del  bien  oo-
c>»mún  de  todos,  no  de  imponer 
vm-^s criterios  de  grupo.  (Pensa 
mos  que  esta  mano  tendida  de 
los  obispos  debe  encontrar  abier 
ta  la  mano  del  diálogo  de 
todos 
cuantos  buscain  no  imponer  su 
ideoloffía,  sino  s*rvir  al  bien  co 
mún. 

En  «ABC» 

Las  Islas  Canarias, 
e  inequívocamente,  son  españolas 

terminante 

España  n.o  iperraitirá  bajo  ninguna  circunstancia  una 
investigación  o  una  negociación  relacionada  con  la  perte-
ntjncia  de  las  Islas  Canarias.  Esta  será  la  contestación  del 
Gobierno  español,  cuando  de  m a n e ra  definitiva  la  Organi 
zación  p a ra  la  Uniaad  Africana  (OUA)  decida  enviar  una 
comisión  investigadora  al  grupo  de  islas  del  Archipiélago 
'Canario,  p a ra  convencerse  sobre  la  profundidad  y  el  arrai 
go  en  estas  islas  del  así  denominado  "Frente  de  Liberación 
p a ra  la  Autonomira  y  la  Independencia  del  Archipiélago  Ca 
nario»  «MPAIAO.  Con  motivo  de  la  celebración  de  la  Con 
ferencia  de  la  OUA  en  Libreville  (Gabón)  los  ministros  de 
Asuntos  Exteriores  africanos  han  decidido  el  envió  a  las 
Islas  C a n a r i as  de  una  comisión  investigadora  semejante. 
Esta  decisión  se  halla  todiavia  pendiente  del  asentimiento 
de  los  jefes  de  Estados  africanos.  Los  ministros  de  Asuntos 
Exceriores  han  e^:presado  su  opinión  de  que  las  Islas  Cana 
rias,  sin  duda  alguna,  pertenecen  a  África.  Sin  embargo, 
los  cit"<los  ministros  no  están  del  todo  seguros  de 
si  el 
MPAIAC,  representa,  en  efecto,  la  voluntad  de  la  pobla 
ción  canaria.  El  MPAIAC.  bajo  el  mando  del  abogado  Cubi 
llo,  iQue  vive  en  el  exilio,  se  ha  dado  a  conocer  por  medio 
de,  una  serie  de  atentados  con  bombas  en  l as  Islas  Cana 
rias.  El  Gobierno  argelino,  después  de  la  entrega  por  parte 
del  Gobierno  español  del  Sahara  Occidental  a  Marruecos 
y  Mauritania,  ha  ofrecido  a  Cubillo  toda  clase  de  facilida 
des  p a ra  dirigirse  por  Radio  Argel,  en  emisiones  de  noche, 
a  la  población  canaria.  Estas  emisiones  se  oyen  muy  bien, 
a p a r te  deiftn  las  Islas  Canarias,  en  la  Península.  También 
la  oposición  española  de  tendencia  izquierdista,  que  en  el 
asunto  del  Sahara  se  situó  más  bien  al  lado  de  Argelia  y 
del  Movimiento  de  Liberación  del  Polisario,  ha  exigido  a 
Argelia  que  cese  en  su  ayuda  a  Cubillo  y  al  MPAIAC  To 
dos  los  partidos  políticos  españoles  se  han  pronunciado  en 
contra  de  la  separación  de  las  Islas  Canarias  de  España-, 
aunque  sí  recomienaan  más  derechos  do  autonomía  p a ra 
los'  canarios. 

(c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.

RAMÓN, en  "Pueblo" 

?óoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooood$ 

W A L T ER  H A U B R I C H,  en  «Frankfurter  Allgemeine  Zeitung»