1990-12-10.EL INDEPENDIENTE.GUERRA DEL AMOR AL SEXO AGT
Publicado: 1990-12-10 · Medio: EL INDEPENDIENTE
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GUERRA DEL AMOR AL SEXO EL INDEPENDIENTE, 10 DICIEMBRE 1990 TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO Un lema de publicidad estatal ha sido considerado «casus belli» por la jerarquía eclesiástica en la tradicional polémica del amor con el sexo. La ética del amor («propóntelo, propónselo») frente a la moralidad venérea («póntelo, pónselo») anima la cruzada contra una cultura dominante que, según los obispos, «trata de legitimar la separación del sexo y el amor». No es la cultura dominante, ni la naturaleza, sino la propia Iglesia, la que legitima la separación de sexo y amor al prohibir la unión de ambos. Para llevar a cabo esta disección del amor respecto de su base natural, la Iglesia tuvo que transformar la dietética del cuerpo y la economía sexual del paganismo —que sólo ilegitimaba la incontinencia sin atender a la naturaleza del acto o al tipo de relación amorosa—, en una verdadera deontología del amor, que sólo da licencia profesional para ejercerlo al matrimonio dispuesto a «padecer» el placer como consecuencia, no buscada, del acto reproductor. El pliego de condiciones que regula la administración de este singular monopolio está concebido, y celosamente vigilado por la autoridad del confesionario, para impedir la unión de sexo y amor en el matrimonio. Los griegos, que atribuían a estas cuestiones mucho menos importancia, se habrían ruborizado con los manuales de confesión y las largas listas de actos eróticos de los penitenciales. Para conseguir la separación de sexo y amor ha de ser destruida la unidad del acto de Afrodita. De los tres elementos que componen el amor sólo el de la conjunción define lícitamente a los cónyuges. La pastoral cristiana trata de eliminar a los otros dos. Al deseo, con la idea revelada de la naturaleza caída del ser humano. Al placer, con la idea utilitaria de la procreación. No hay lugar en el amor matrimonial para una estrategia del deseo ni para una táctica del placer. Es natural que el sexo reivindique estos juegos con la esperanza de recomponer, emboscadamente, la unidad perdida del amor.