1990-11-02.EL INDEPENDIENTE.GORBACHOV SÍNDROME DE MOSCÚ AGT

Publicado: 1990-11-02 · Medio: EL INDEPENDIENTE

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GORBACHOV SÍNDROME DE MOSCÚ
EL INDEPENDIENTE, 2 NOVIEMBRE 1990 
TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Es difícil de comprender. La política de imagen hace sospechoso todo lo que toca. Sin ser profeta en su tierra, Gorbachov se está convirtiendo en un dios para el resto del mundo. Pero tan inequívoca como es aquí su popularidad, es equívoca la causa que la cimenta. El héroe es una flor indígena, insólita en el suelo propio, que se marchita con el menor abono de tierra extraña. Nunca pueden ser claras, por ello, las razones de admiración popular a un político extranjero que parezca desprovisto de heroísmo. Y no es cuestión, para aclararlas, de conocer mejor a Gorbachov. Basta lo que de él se sabe para justificar el entusiasmo.
Un amor admirativo por el adversario que deja de amenazamos afecta, como síndrome de Moscú, a las masas de Occidente. Para descifrar este síndrome hemos de encontrar, en el subsuelo de la mentalidad colectiva, la fuente emocional de donde brota el impulso que nos arroja a los brazos de un hombre a quien deseamos cobijar, como niño, en nuestro regazo. Es más fácil distinguir los sentimientos de gratitud y compasión, presentes en una misma emoción, que ser conscientes del origen y jerarquía de esas pasiones contradictorias que nutren los sentimientos de filial devoción y beato paternalismo hacia Gorbachov.
Esta reflexión parte, como toda investigación analítica, de una oscura sospecha inicial. Dejando de lado las razones interesadas de los gobiernos, visibles en la propaganda, Gorbachov, que no es un héroe en su país, debería ser admirado por las acciones emprendidas para conducir a los pueblos de la Unión Soviética desde el estancamiento burocrático de la dictadura al socialismo democrático, desde una economía planificada para el armamento y la subsistencia a una economía de libre producción para el consumo y el desarme. Pero nada de esto, que aún está por demostrar, parece contar en el aprecio internacional por un político del que estamos haciendo, y hemos de averiguar por qué, un símbolo de santidad ecuménica a lo Juan XXIII.