2000-12-04.LA RAZON.GARZÓN AGT

Publicado: 2000-12-04 · Medio: LA RAZON

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GARZÓN, O EL MITÓMANO 
LA RAZÓN. LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO 
Garzón sigue obsesionado con Gómez de Liaño. Lo comprendo. Éste es todo lo que él no es. Una buena persona y un buen juez. Tras haber contribuido a expulsarlo de la carrera, ahora lincha con mentiras su buena fama. Con pluma alquilada, desahoga su pasión de vanidoso mitómano, atribuyendo a personas honradas por sus biografías, ideas y conductas que sólo una mente deshonesta y una conciencia inmoral osan imaginar. Sin parar en que sus mentiras sobre Márquez de Prado, Anson, Navarro, Fungairiño, Gordillo y otras dignas personalidades sean tan grotescas y fáciles de destruir, como las vertidas contra mí. Nunca he sido amigo de Garzón, ni tuve interés en conocerlo. Jamás me encontré con él a solas. Me lo presentaron en una comida. Las ocho veces que lo reencontré lo vi servido a mesa y mantel. No me ocuparía de él si no fuera porque soy testigo de hechos que desmienten sus falsos cuentos sobre personas cuya rectitud me importa defender tanto como la mía. Por eso no hablo aquí de su falaz argumento conspiratorio, sino de las mentiras en que lo apoya. Ejemplos:
    1. Respecto de Anson. No estuvimos unidos en el «juanismo», sino enfrentados, ni fui miembro del Consejo privado de Don Juan. No he sido asesor de Televisa, ni de ninguna otra empresa donde estuviera Anson. No he escrito un libro sobre la III República. No pude pedir a Garzón, durante la cena de Abc en enero del 97, que presentara mi «Discurso de la República» en el Paraninfo, porque tal cosa se hizo en octubre del 94, cuando yo no conocía a Garzón. En otra cena de Abc, Anson habló de un informe sobre Sogecable, sin decir quién lo había hecho, sin entregar copia a nadie y diciendo que carecía de ciencia jurídica para valorarlo. Por lo que se abstuvo de comentarlo. Nunca hubo tensión en las cenas de Abc, ni Garzón pudo dirigirse al anfitrión en «términos tajantes» sin haber recibido respuesta adecuada a su grosería.
    2. Respecto a María Dolores. Sólo en una ocasión hablé a solas con ella sobre el asunto Sogecable, para expresarle mi inquietud por la tardanza de Javier en tomar una resolución, fuera la que fuese. Ella contestó: «Tú sabes mejor que nadie que precisamente yo debo ser la más escrupulosa en no influir en sus decisiones». Los amigos de María Dolores sabemos que su educación exquisita y su feminidad innata le impiden usar palabras tan soeces como las que Garzón pone en su boca.
    3. Respecto a Javier. Es falso que yo pidiera a Garzón que me lo presentara. Lo conocí mucho antes que a él. Nos presentó, en un «cocktail», el magistrado Mazas. Hablamos a solas y simpatizamos en el acto. Los asistentes a «Lur Maitea» confirmaron ante el TS que no oyeron las palabras que, según Garzón, pronuncié «con voz bien sonora». Mi prosodia granadina no puede sonar «cársel» y «personahe», sino cárcel y «personage». Ni una sola vez hablé con Javier sobre el sumario de Sogecable, ni él me consultó o informó sobre ese asunto. Que me mandara un fax, o un borrador del auto de prisión de Polanco, pertenece ya a lo esperpéntico.
    4. Respecto a Joaquín. Hoy, después de las hazañas de «corre, ve y dile» fabulatorio que le atribuye Garzón en el caso Sogecable, es mi amigo íntimo. Jamás ha traicionado la confianza que tengo en él. Su pasión irresistible por la verdad y la lealtad hacen del todo imposible que hablara de mí a Garzón en los términos que éste dice. Ni una sola vez me advirtió o amonestó por mi absoluta negativa a la petición de Neira de que influyera en Javier, para que archivara el asunto Sogecable. Sabía y compartía mi criterio de no interferir, por respeto a la amistad común con Javier, en la libertad de su conciencia. Así se lo dijimos al mensajero de Garzón (Neira) en el Zoco de Somosaguas. Esa fue toda la fantasía en la «conspiración de salón» y «dominó» republicano.