1991-02-18.EL INDEPENDIENTE.FRACASO O CULMINACIÓN DE LA POLÍTICA AGT
Publicado: 1991-02-18 · Medio: EL INDEPENDIENTE
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¿FRACASO O CULMINACIÓN DE LA POLÍTICA? EL INDEPENDIENTE, 18 FEBRERO 1991 TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO Para el Estado la guerra es un medio de obtener, por la violencia nacional, determinados objetivos exteriores que sin ella no lograría. Pero la historia ha demostrado que las guerras jamás dan satisfacción a los motivos por las que se declaran. Sus resultados finales no guardan relación con los propósitos iniciales. Sólo algunos científicos se han atrevido a considerar la guerra como un fin, determinado por la biología y la psicología social, que realiza algo tan semejante a la violencia como la política o el poder. Los gobernantes ven en la guerra la «última ratio» de la política que sólo entra en juego cuando ésta ha fracasado. Si la guerra fuera resultado del fracaso de la política, o de los políticos, representaría forzosamente una ruptura de la directriz fundamental de los actos internacionales de gobierno. Entre la primera y la última razón del ejercicio del poder internacional sólo puede haber una diferencia cuantitativa. Pasar de una a otra razón no sería un fracaso, sino más bien una culminación. Si la guerra entra en juego cuando la política fracasa, siendo este fracaso tan constante, se podría definir la política como la administración, por otros medios, de los fracasos de la guerra. El fin de la política consistiría, entonces, en reponer por medio de la economía los excedentes humanos y materiales destruidos por medio de la guerra, para que ésta pueda recomenzar su trabajo. La diferencia entre política y guerra sería la existente entre dos fases de un mismo proceso. Se acumula con las leyes de la economía política lo que luego se derrocha con las leyes de la guerra. La idea de la guerra como «última ratio» es, en el fondo, la misma que la de «continuación de la política por otros medios». Esta teoría de Clausewitz ha explicado el desarrollo de las grandes guerras que han jalonado los últimos doscientos años de industrialización. Pero la guerra del Golfo, como la guerra fría y la deserción de las grandes potencias en las guerras de Vietnam y Afganistán, no pueden ser ya explicadas como continuación de la política internacional. El holocausto nuclear no continuaría nada. Las visiones dantescas de los sufrimientos causados por las armas de destrucción masiva no son asumidas por los ciudadanos como pura continuación de los sentimientos de orgullo nacional en que se basan la política armamentista y de liderazgo moral de sus Estados beligerantes.