2003-12-22.LA RAZON.ESPAÑA NO VA BIEN AGT

Publicado: 2003-12-22 · Medio: LA RAZON

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OTRAS RAZONES
OTRAS RAZONES

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LA RAZÓN
LA RAZÓN
LUNES, 22 - XII - 2003
LUNES, 22 - XII - 2003

ESPAÑA NO VA BIEN

¿JUICIO A SADAM?

OTRAS RAZONES

ciando el valor cultu-
ral de la riqueza co-
lectiva. Le han basta-
do  treinta  años  para
alcanzar un nivel de
vida material compa-
rable  al  de  Francia.
Pero  su  mentalidad,
su cultura y su sensi-
bilidad, sin un acon-
tecimiento de ruptura
que las cambiara en lo profundo, no han
madurado a la vez que el aumento de la ri-
queza y han pasado a ser las de un nuevo ri-
co que inventa su pasado. 

Esnobismo de la vulgaridad, famoseo de
los cuerpos, apogeo de las difamaciones,
exhibicionismo de la ignorancia, moral de
éxito, desprecio del mérito, cultivo de lo
efímero,  demagogia  de  la  igualdad,  des-
arraigo de las tradiciones honorables, aban-
dono de los ancianos, delincuencia domés-
tica, infantilismo de las aficiones, vacuidad
de las vocaciones, deslealtad en las coope-
raciones, irresponsabilidad en las profesio-
nes, degradación en la enseñanza, justicia
sin jurisprudencia, envidia del Estado en las
regiones y falta de ánimo europeo en las
Instituciones.  La  España  diferente  se  ha
vuelto indiferente. 

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA  TTRREEVVIIJJAANNOO

La captura de Sa-

dam Husein ha
ido acompaña-
da por la advertencia,
hecha  por  el  mismo
Bush, de que tal acon-
tecimiento no permitía
creer que las acciones
de la resistencia –o del
terrorismo según la ter-
minología  manejada
por los invasores y su séquito– podían darse
por conclusas. Y, sin duda, pensar que Sadam
dirigía la guerrilla resulta bastante inverosímil,
dadas las condiciones de aislamiento en que,
al parecer, se encontraba. No obstante, tal
apresamiento del presidente de Iraq ha sido
lanzado como un gran éxito, y proclamado
con euforia entusiasta. ¿No asistimos a una
contradicción? Si la guerra va a continuar, in-
cluso haciéndose más dura, ¿por qué este es-
truendo de clarines victoriosos?

Se puede invocar la satisfacción de un ob-
jetivo cumplido, cuando la eficacia de las fuer-
zas militares, tras más de medio año de estéril
persecución, estaba quedando en ridículo. Y
con el apresamiento la posibilidad de desmi-
tificar, más aún, de degradar la imagen de Sa-
dam Husein, que ha culminado en su exhibi-
ción en las pantallas de televisión, hurgando
su boca como en la compraventa de un caba-
llo. Un espectáculo atentatorio no ya sólo con-

LA DERIVA Y LA ESTAFA

Q ue el PSOE en el que entró Cristina

Alberdi no tiene nada que ver con el
partido que piensa que gobierna la ac-
tual dirección es una realidad fácil de ver. Di-
go «piensa» porque en el seno socialista hay
muchos que le dan la razón a Alberdi, sólo que,
por el momento, temen decirlo. Y hasta se di-
ría que hacen bien, vistos los modos y maneras
que utilizan contra su propia gente. Métodos
«estalinistas», según calificaba Alberdi en una
entrevista con Carmen Gurruchaga en LA RA-
ZÓN. Se vieron cuando le hicieron el vacío en
el Congreso por discrepar de la política seguida
en Madrid que le costó un expediente. Y se ha
visto ahora también la hipocresía y la necia
frialdad de la que son capaces. Es una pena que
activos políticos de la categoría de la ex-minis-
tra Alberdi, que lo fue con Felipe González, se

hayan visto en la tesitura
de abandonar su partido
por  expresar  opiniones
que son de cajón de ma-
dera de árbol para todos
menos  para  quienes  se
sientan ahora en Ferraz.
La gota que ha colmado
el vaso de Alberdi ha sido el tripartito catalán.
Sólo por decir lo que todo el mundo sabe, que
el PSOE ha cedido ante los independentistas,
que Carod-Rovira es el jefe y Maragall el flo-
rero, que esto no es el PSOE. Y así es, esto no
es el PSOE. Por eso la sensación de Alberdi de
«deriva y estafa», porque entre tanto, lo que pe-
ligra es una alternativa nacional.

LLuuiissaa  PPAALLMMAA

REBOREDO Y SAÑUDO

L a  pasión  de

poder deforma
la  visión  de
los  Gobiernos  y  la
Oposición. De tal de-
fecto patético provie-
ne  el  optimismo  de
presente en aquellos
y  de  futuro  en  ésta.
Cuando  no  inventa
una realidad ficticia,
como en las dictaduras, la propaganda de
partido oficializa la parcialidad que su pa-
decido intelecto percibe. Los partidos se
creen providenciales porque, ante una tota-
lidad inabarcable,  reducen la infinidad de
particularidades divergentes a una cuantas
generalidades superficialmente convergen-
tes. Decir que España va bien supone un
simplismo intelectual tan reduccionista co-
mo el de que no va bien, pues eso depende
de con quién o con qué se la compare.  

El Poder hace de la realidad que él con-
figura el mejor de los mundos posibles. El
terremoto de Lisboa, una dicha para la eco-
nomía de reconstrucción, introdujo lo posi-
tivo del mal en la filosofía política. Cándi-
do  y  Pangloss  encarnaron,  como  Job,  la
miserable felicidad del conformismo. La
ironía de Voltaire no pudo con la metafísi-
ca del mal en la teodicea de Leibniz. El Te-
rror, razón suficiente del Bien, no era sim-
ple mal menor o precio de la Revolución.
La dictadura del proletariado no salió del
pesimista  materialismo  dialéctico,  como
creyeron sus profetas, sino del contagiante
optimismo de la providencia histórica. El
mal nazi, sin mezcla de bien, ya no permitió
separar el pesimismo de la inteligencia y el
optimismo de la voluntad. Nada podría ser
visto o querido como antes. 

Pero tras el holocausto se siguió trasla-
dando a la política, que es cosa humana y
voluntaria, la resignación cristiana ante la
constitución del Mal como ingrediente del
Bien, que es cosa divina y necesaria. El fas-
cismo hizo buenos a los Estados que amal-
gamaron sus materiales de derribo con los
de la libertad. Confundiéndola con el par-
lamentarismo, Churchill divulgó la triste y
falsa idea de que la democracia era el me-
nos malo de los sistemas conocidos. Los
padres del patriotismo constitucional, pari-
do con la vergüenza de ser alemán, asegu-
ran que nos dieron la mejor Constitución
posible. Tan irreformable, pues, como la
Creación.    

Las  catástrofes  naturales  aseguran  las
maravillas vitales de la Naturaleza y las ma-
las Constituciones la bondad de los siste-
mas políticos. Si González pudo decir que
España iba bien con la corrupción, Aznar lo
pregona con la descomposición del poder
estatal y la degradación cultural que digni-
fica a la indiferencia. España va bien por-
que su parte vasca o catalana van mal; por-
que  finge  creer  que  Francia  va  a  peor;
porque contra el bendito terrorismo entró
en el mejor de los mundos posibles, el de
Bush. 

El estado de las naciones modernas se
mide con  parámetros de bienestar y de ma-
lestar que indican la situación material y
espiritual de cada una dentro de la civiliza-
ción en que se ha desarrollado. Dominada
por el espíritu conservador del catolicismo,
España se desvinculó de Europa y se creyó
reserva  espiritual  de  Occidente,  despre-

tra  la  Convención  de
Ginebra,  sino  contra
cualquier sensibilidad
respetuosa de la digni-
dad humana, como ha
denunciado  Amnistía
Internacional o el pon-
tífice  Wojtyla. Y  que
degrada,  tanto  o  más
que a la víctima, a los
que  se  ensañan  con

ella.

Pero  la  clave  más  importante  no  se  en-
cuentra en las fáciles razones apuntadas, sino
en algo más profundo. Se trata de agarrarse,
en el naufragio de las pretendidas justifica-
ciones de la agresión, a una tabla salvadora.
No han aparecido las armas de destrucción
masiva, cuya inexistencia conocían los inva-
sores, pues, de temerlas, no hubieran lanzado
la guerra. El peligro de un ejército amenaza-
dor de la estabilidad de la zona y del mundo
se ha revelado pura fantasía. Tampoco se han
podido mostrar conexiones con el terrorismo
anti-occidental. Entonces se ha dado un brus-
co  y  oportunista  giro  a  la  argumentación.
Aquello que se pretendía era derribar un régi-
men tiránico, aunque fuera por el surrealista
medio de aumentar el número de sus víctimas
a través de los bombardeos. 

Es la última y desesperada estrategia justi-
ficativa que se estaba siguiendo últimamente.
Para ella nada mejor que someter a juicio a
Sadam y condenarlo, con una espectaculari-
dad inalcanzable de ser juzgado en rebeldía,
rodeado por la aureola de un ser misterioso,
inencontrable. Pero ¿es lícito que tras una gue-
rra los vencedores, convertidos en juez y par-
te,  juzguen a los vencidos? En tiempos que
consideramos bárbaros un pueblo, codicioso
de las riquezas y el territorio de otro, impul-
sado por la mística de la expansión y la supe-
rioridad, lo invadía, ejecutaba a los dirigentes
sometidos o los reducía a esclavitud. Frente a
semejantes prácticas se fue estableciendo una
concepción más civilizada de la guerra y su
conclusión, respetuosa con los derrotados.
Apareció el derecho internacional. ¿No esta-
mos asistiendo a un retorno de la barbarie? Y
no solamente en este caso. Recordemos las in-
vasiones de Panamá, de Granada, la interven-
ción de la OTAN en Yugoslavia, el manipula-
do juicio de Milosevic. 

El proceso de Nüremberg fue un juicio de
los vencedores sobre los vencidos. Pero, en
este caso, los nazis eran quienes habían lan-
zado, unilateralmente, una guerra de agresión.
Y aquí la agresión ha corrido a cargo de los
vencedores EE UU y Reino Unido. Pretenden
esconderse tras un tribunal iraquí. Y ¿quién
puede creer que en un Iraq ocupado militar-
mente, en que las manifestaciones a favor de
Sadam son disueltas a tiros y con muertos, en
que se empiezan a crear grupos de asesinos
paramilitares, va a actuar imparcialmente un
tribunal? 

Mas aún dada la escandalosa torpeza con
que se anuncia un «juicio justo», al mismo
tiempo que se califica, antes de tal juicio, al
reo de criminal máximo. Incluso se proclama
por Bush que merece la pena de muerte, a la
cual ha mostrado bastante afición. Y ¿quien
va a juzgar a Bush? Y ¿a los responsables de
un embargo que ha costado un millón de vi-
das infantiles? ¿No debemos ser todos igua-
les ante la ley?  

CCaarrllooss  PPAARRÍÍSS