2005-01-10.LA RAZON.ESPAÑA A LA DERIVA GABRIEL ALBENDEA

Publicado: 2005-01-10 · Medio: LA RAZON

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CARTAS

TRIBUNA LIBRE

LUNES, 10 - I - 2005

LA RAZÓN

Cervantes, un buen
cristiano

Mucho  se  habla  de  estos  400  años
que cumple nuestra novela más univer-
sal. Pero poco oímos hablar de algo que
me gustaría resaltar del inmortal Cer-
vantes: era un hombre cristiano cien por
cien, cristiano cabal donde los haya.

¿Parece gratuita mi afirmación? Que
acudan los lectores a beber de esa fuen-
te inagotable de enseñanzas que es «El
ingenioso  hidalgo  don  Quijote  de  La
Mancha». En los diálogos que mantie-
nen don Quijote y Sancho se tratan, en-
tre bromas y veras, los valores funda-
mentales del cristianismo: hombría de
bien, valentía, lealtad, honradez, veraci-
dad...

Cervantes pone en boca de sus perso-
najes máximas y puntualizaciones sobre
las virtudes básicas que un cristiano de-
be vivir. Y eso está vigente hoy en día
aunque hayan pasado 400 años. Un cris-
tiano del siglo XXI debe demostrar su
valor a diario si no quiere ser empeque-
ñecido. 

El espíritu magnánimo y sincero de
don Quijote es el de los españoles. Y es
asimismo el espíritu noble y luchador
que Jesucristo vivió e implantó como
ejemplo para sus seguidores.

Desde estas líneas yo rompo una lan-
za, no contra molinos de viento imagi-
narios, sino animando a todos, cristia-
nos y no cristianos, a ser coherentes. Un
hombre  consecuente  con  su  fe  es  un
hombre íntegro, como lo fue Cervantes,
como lo es y siempre lo será su inmortal
personaje don Quijote.

Amparo Boquera
Ciudad Real

De Juana, en libertad

El asesino de ETA Ignacio de Juana
Chaos pronto saldrá de prisión, pues se
ha beneficiado de las leyes de la socie-
dad a la que él no reconoce, odia, pero
en la que sí se ampara. Sus familiares y
otros familiares de presos etarras le ho-
menajean  en  Bilbao  con  este  motivo.
¡Qué miseria moral las de esas gentes
con sus odios y sus apoyos a los asesi-
nos! A estas familias de presos etarras y
a los diputados pro-ETA de Batasuna, el
Gobierno  nacional-comunista  de  los
Ibarreche, Atucha y Madrazo los sub-
vencionan y protegen. ¡Qué barato les
sale a los etarras asesinar a personas!

Pero y a las víctimas asesinadas por
ETA y a  familiares, ¿cómo les ayuda el
Gobierno nacional-socialista? Y el se-
ñor Peces-Barba, ¿hará algo para impe-
dir la libertad del asesino etarra Chaos?
Manuel López
Sevilla

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E

spaña es ahora el úni-
co país europeo en el
que existe una polémi-
ca real sobre su identi-
dad, su Constitución y
las consecuencias ins-
titucionales y de toda
índole  que  de  ella  se
pueden seguir para los ciudadanos.
Y no se trata de la polémica previa
a una toma de decisión democrática
sobre el porvenir de la nación, como
se hizo en la Transición y cuyo re-
sultado fue una Constitución apro-
bada por una abrumadora mayoría.
Entonces nadie la llegó a poner en
duda, por eso llegó a un consenso,
que el sujeto de la soberanía era el
pueblo  español  que  se  daba  una
constitución  política.  No  era  esa
Constitución la que hacía soberano
al pueblo español, sino que sólo por-
que se presuponía que lo era, que vi-
vía en una nación soberana, España
tenía la capacidad constituyente. Só-
lo él y ninguno de los colectivos que
lo componen, por muy diferenciados que se
sientan del todo, pueden disfrutar de esa ca-
pacidad. (Antonio García Trevijano, en «El
discurso de la República», ha argumentado a
favor de esa existencia de hecho, incuestiona-
ble, de la nación frente a cualquier teoría po-
lítica o jurídica).

La polémica ahora alumbrada confusa y
artificialmente por el nacionalismo, y con
el  descaro  que  lo  caracteriza,  es  mucho
más grave. La idea última de Ibarretxe, ex-
puesta con la sencillez brutal del analfabe-
to, pretende que «España sea un proyecto
de convivencia sobre la libre asociación de
las naciones que la integran». De un plu-
mazo destruye una nación y se inventa no
sé cuántas. No sólo es ridículo, sino delic-
tivo para un Tribunal Constitucional que
tuviera la cabeza en su sitio y para un Go-
bierno que hubiera eliminado del Código
Penal el castigo de cárcel para quien con-
vocara motu proprio un referéndum de au-
todeterminación.

En sintonía con el descabellado propó-
sito del PNV, con motivo de un atentado de
ETA, un destacado miembro de aquél, Ur-
kullu,  amenaza  con  que  «ni  ETA  ni  las
Cortes pararán el Plan Ibarretxe. Es claro
que este individuo, aparte del mal gusto
ético de equiparar a los representantes del
pueblo soberano con la banda asesina, se
sitúa, como ya es de dominio público ha-
blando del PNV, al margen de la democra-
cia. Porque, incluso antes de que se dialo-
gue con las demás fuerzas políticas y de
que se celebre consulta alguna, da por sen-
tado que el plan se impondrá. La insistente
propuesta del lendakari y su partido de que
el pueblo vasco decida si cambia las reglas
de juego democrático es ilegal e ilegítima
aun en el supuesto de que tal pueblo fuese
sujeto de soberanía. Porque el Plan Iba-
rretxe sólo podría ser democrático (en la
hipótesis absurda de que el pueblo español
renunciara a su soberanía sobre Euskadi)
si el parlamento vasco lo votara no por ma-
yoría absoluta, sino por mayoría cualifica-
da. Es el cauto procedimiento habitual en

España a la deriva

GGaabbrriieell  AALLBBEENNDDEEAA

Tan poco se respetan los
resultados electorales que un
partido como ERC con ocho
escaños en el Congreso se cree
con derecho a fijar las nuevas
reglas de juego que pretenden
sustituir a las del 78

las democracias para que un partido gana-
dor de unas elecciones no pretenda perpe-
tuarse en el poder cambiando las reglas de
juego que le han llevado a la victoria. La
victoria del PNV con el Estatuto de Guer-
nica sólo le autoriza a gobernar de acuer-
do a él, pero no tiene más poder que los
otros partidos para cambiar las reglas de
juego.  Si  el  PNV  fuera  democrático  lo
comprendería perfectamente, pero con su
negativa a retirar el plan demuestra que no
lo es. Lo de Ibarretxe, diciéndolo sin tapu-
jos, es una tentativa golpista. En la demo-
cracia la alternancia en el poder debe ser
algo anecdótico y es mal asunto cuando
pretende convertirse en categoría, o sea, en
cambio de las reglas de juego.

Cuando escribí en el 95 «España a la de-
riva»  (Huerga  y  Fierro),  los  problemas
acuciantes de España, aunque escandalo-
sos, eran problemas del partido gobernan-
te –corrupción, desastre económico, falta
de liderazgo–, más que problemas de Es-
tado, de nación, constitucionales. La pri-
mera fecha fatídica en la que comienzan
éstos y la verdadera deriva de España es la
del pacto PNV-ETA, la de la huida sabi-
niana hacia delante que culmina en el plan
soberanista. La segunda fecha de la deriva
nacionalista que pretende agudizar el pro-
blema constitucional de España es la del
gobierno del tripartito catalán, que hace

Raúl

desbarrar al PSC y hace decir a
Maragall  tonterías  como  que
«hay que diseñar las reglas de
juego atendiendo a las diferen-
cias nacionales», o que «serán
nacionalidades históricas aque-
llas que en el pasado hubieran
plebiscitado su Estatuto». ¿Ésa
es la nueva teoría progresista, la
del tradicionalismo más rancio
que  legitima  el  ordenamiento
político por su antigüedad? Es
tan  demencial  semejante  pre-
tensión que podíamos legitimar
así las dictaduras por ser mucho
más viejas que las democracias.
El PSOE, que gana las elec-
ciones por un trauma popular y
que  no  puede  gobernar  sin  el
tripartito catalán y sin los de-
más partidos en el Senado, se
convierte en rehén de los nacio-
nalismos vasco y catalán radi-
cales y se inventa lo de la Espa-
ña plural, la nación de naciones,
la comodidad y todas esas za-
randajas preconstitucionales, por no decir
medievales. Cuando aquí los únicos que
incomodan son los terroristas y sus socios
que paladinamente amenazan con la des-
trucción de España. Ya sin ningún pudor
hasta los consejeros del lendakari home-
najean a los etarras. Y lo que en otras épo-
cas hubiera sido un escándalo hoy es una
costumbre, como la desobediencia de la
mesa del Parlamento vasco a las sentencias
del Supremo.

Así, asistimos a un verdadero deterioro
no sólo de la democracia, sino de España
como nación. Tan poco se respetan los re-
sultados electorales que un partido como
ERC con ocho escaños en el Congreso se
cree con derecho a fijar las nuevas reglas
de juego que pretenden sustituir a las del
78. El ínclito Carod-Rovira dice que «a
Madrid llegará un texto digno y el PSOE
no tendrá excusas para rechazarlo», y que
«tiene la oportunidad de presentar un mo-
delo de Estado distinto al de la derecha,
UCD y PP». ¿Cuándo se enterarán ERC,
IU, PNV y demás de que para cambiar las
reglas de juego se necesita una mayoría
cualificada, imposible sin el PP? Produce
vértigo ver a tanto imbécil metido en polí-
tica. O sea, que, según el sabio Carod, el
modelo del 78 no fue consensuado por la
derecha y la izquierda, sino que era un mo-
delo de la derecha que la izquierda aceptó
porque era tonta, no para resolver de una
vez el problema de España.

Creo que la gente aprenderá en esta le-
gislatura que no se puede votar para que
gobierne a un partido que tiene tanta con-
fusión mental, que, como dice Iñaki Ez-
querra, carece por completo de discurso
ideológico. Habrá que reformar la Consti-
tución, sí, pero para poner coto definitiva-
mente a las irresponsables fantasías nacio-
nalistas.

Gabriel Albendea es catedrático 
y escritor