2001-08-09.LA RAZON.ESE DÍA LLEGARÁ JOAQUIN NAVARRO

Publicado: 2001-08-09 · Medio: LA RAZON

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ESE DÍA LLEGARÁ
LA RAZÓN. JUEVES 9 DE AGOSTO DE 2001 
JOAQUÍN NAVARRO
El búho de Minerva sigue levantando el vuelo al anochecer. Cuando casi todo parece perdido y las malas señales presiden un horizonte aborrascado y erizado de amenazas, el búho bate sus alas y anuncia la buena nueva de que siempre es posible la paz. La del Ulster, por ejemplo. Todo estaba preparado para el desastre. La propuesta angloirlandesa expiraba en la medianoche del lunes pasado entre el escepticismo de unos y el derrotismo de otros. John Reid se aprestaba amargamente a la suspensión dentro de 3 días de la autonomía del Ulster. Los ultramontanos del sedicente IRA-Auténtico y del reverendo Paisley se frotaban las manos ensangrentadas. Ahora era la vencida. El Acuerdo de Viernes Santo se iba al carajo y los viejos cuchillos dejaban de temblar bajo el polvo recuperando el camino de la sangre. Algunos medios voceaban a los «terroristas» del IRA como los verdaderos culpables del desastre. Con terroristas nunca se llega a nada. Sólo al asesinato, la extorsión y los senderos de Marte. ¿Cómo iban a entregar las armas, que son sus únicas señas de identidad? Los desalmados nunca se desarman. Los profetas que lo hicieron lo pagaron con su vida. De pronto, la propuesta del IRA de inutilizar todos sus arsenales en presencia de la Comisión Internacional de Desarme rompió la panza de burra de la derrota y la resignación. Los Gobiernos británico e irlandés se apresuraron a mostrar su satisfacción. Los unionistas de Trimble van superando, poco a poco, su escepticismo. USA, el Vaticano y la UE muestran su alivio. Todos ellos habían cooperado espléndidamente en el Acuerdo de Viernes Santo y no querían llorar por su fallecimiento. Cuando algunos ansiaban oír cómo doblaban las campanas por la muerte del proceso de paz, escuchan ahora voltear las campanas de la esperanza.
   Los republicanos irlandeses repiten desde hace doscientos años: «Nuestro día llegará». El día de la independencia del Ulster y la reunificación de Irlanda. Lo que no podían prever es que «nuestro día» era también el día de «los otros», que sólo a través de un largo y duro proceso de diálogo y compromiso con el adversario es posible la paz. Que es tan importante el camino como la posada. En este sentido, las palabras de Gerry Adams son harto ilustrativas: «Existe una necesidad común: reconocer la honradez del otro, hacer las paces con el otro, hallar un terreno común, admitir diferencias como expresión de libertad entre iguales, edificar puentes hacia los corazones y las mentes de los que hemos considerado nuestros enemigos». Con este talante, compartido por los unionistas de Trimble, por la inmensa mayoría del pueblo norirlandés y por los Gobiernos británico e irlandés, es muy difícil la derrota. Por ello, cuando el Acuerdo de Viernes Santo parece más muerto, retiembla en nuestras manos, como profetizaba de sí mismo el inefable y magnífico Miguel de Unamuno. Hecha la cita, no faltarán quienes tuerzan el gesto con una sonrisa sardónica. ¿Ya estamos con el caso irlandés, como si Euskadi fuese el Ulster, como si no existieran diferencias sustanciales entre una y otra realidad!». Por supuesto que existen. Pero el Acuerdo de Viernes Santo es una lección de inteligencia, cooperación, paciencia, diálogo, saber escuchar y avanzar en la lucha por los objetivos enfrentados de cada uno. Sólo es un buen acuerdo aquel que puede ser presentado por todas las partes como el mejor posible para sus intereses. Aquel que permite colaborar a los opuestos y no rompe los planteamientos de nadie. Sin tabúes ni tópicos. En esta misma página, mi admirado García Trevijano denunciaba «la incultura española que pretende anular la causa del terror combatiendo sus efectos» y la estupidez que supone decir que el entorno de Eta es Eta. «Para el PP, Eta no tiene entorno porque ella es el entorno de sí misma. Autogeneración mágica. Solución: encarcelar al entorno». Es mejor enterrar la irracionalidad, ir derechamente a las causas del problema y buscar soluciones racionales y civilizadas. Sólo así podremos compartir el lema republicano: «Nuestro día llegará».