1997-06-28.EL MUNDO.ERUDITO A LA VIOLETA AGT

Publicado: 1997-06-28 · Medio: EL MUNDO

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ERUDITO A LA VIOLETA 
EL MUNDO. SÁBADO, 28 DE JUNIO DE 1997
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO 
Despojado de esos magníficos atributos de prudente sabiduría con que los cargos públicos revisten las bachilleradas de quienes los ocupan, Felipe se presentó, tal cual es, ante cuatro periodistas, tal cual son. La fluidez de la ignorancia y la insensibilidad dan curso libre al lenguaje porque no discurren por los angostos aliviaderos de los diques de contención que el conocimiento y el buen gusto ponen a la facilidad de palabra. Si la ignorancia procede de la listeza y la insensibilidad, de la ambición, la verborrea que acompaña a la comunicación gestual puede ser tan convincente como  apareció en la pantalla como un zorro sevillano que no se alivia cuando habla porque más quiere parecer inteligente y culto que serlo. Por eso no puede concebir la posibilidad de ser alguna vez sincero. Su mentira es consustancial a su persona. Antes que a los hechos o a las ideas falsas, la mentira sostiene interiormente al que la inventa para ser y parecer humano. La palabra, mejor que las acciones, encarna así la mala fe. Felipe tranquiliza cuando admite la guerra sucia de su Gobierno, pero aterroriza cuando niega que él la autorizó. 
De su pretensión de parecer lo que no es, nace la afectación de su dialéctica de arrabal y la grotesca pedantería de su erudición a  forma de humillar al periodista que intentó ser digno, en medio de la alegre farsa de los demás, excusándose con impúdica vanidad por la superioridad de su dialéctica y haciendo creer que el periodista incurría en contradicción al preguntarle primero una cosa y luego su contraria, delató su grandioso estado de precariedad mental. Porque no puede haber contradicción entre dos preguntas contrarias si la primera es negada. Y el empleo de palabras cultas, y de nombres o hechos de la antigüedad, puso de manifiesto su bachilleresca necesidad de exhibir erudición a la violeta. Ágrafo no significa poca afición a escribir. Arístides no fue el reformador democrático que sucedió a la tiranía, ni el gobernante que introdujo la pena de ostracismo, ni el primero que la aceptó de buen grado. Indro Montanelli no tiene, ni pretende tener, la menor autoridad en temas de historia, ni su Historia de los Griegos es, en tal sentido, un libro maravilloso, como apostilló la periodista cortejante. 
Los eruditos a la violeta suelen ser personajes tan ridículos como inofensivos. Salvo cuando son y quieren ser educadores del pueblo. Entonces hay que desenmascararlos. González no ha ganado el honor de ser condenado al ostracismo político por un exceso de virtud y de honestidad, como le sucedió a Arístides. Este segundo jefe del partido aristocrático (durante la oligarquía que precedió a la reforma democrática de Efialtes) fue llamado el Justo desde que, en la representación teatral de Los Siete contra Tebas, los espectadores dirigieron a él sus miradas al recitarse el verso de Esquilo «más bien quiere ser justo que parecerlo». Seguramente, el Presunto y Presuntuoso Felipe no sabe que fue un verdadero ágrafo, que no conocía a Arístides, quien le pidió que escribiera ese nombre en la concha (ostracon) con la que se votaba el ostracismo promovido, contra él, por el jefe del partido popular Temístocles. Preguntado el analfabeto si el famoso hombre le había hecho algún mal respondió que no, pero que estaba harto de que todos le llamaran Arístides el Justo. Que Felipe no conozca la historia de la democracia es natural. Que cuatro periodistas del poder se humillen ante un casi ágrafo con poder, también lo es. Pero es una inmoralidad cultural que la inteligencia de la izquierda haya admirado, y aún admire, a este peligroso y vulgar erudito a la violeta.