2002-01-21.LA RAZON.ERRORES DEL ANTITERRORISMO CARLOS PARIS
Publicado: 2002-01-21 · Medio: LA RAZON
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ERRORES DEL ANTITERRORISMO LA RAZON 21 DE ENERO DE 2002 CARLOS PARÍS El Sr Aznar ha afirmado que durante el pe-ríodo de su presidencia en la Unión Europea su prioridad principal será la lucha contra el terrorismo. Con semejante afirmación se suma al viraje que, tras el 11 de septiembre, Bush ha impreso a la política mundial, haciendo que el cúmulo de problemas y desafíos planteados a nuestra civilización sea devorado por la obsesión antiterrorista. Lo cual, además de penosamente empobrecedor desde múltiples puntos de vista, representa un éxito para los terroristas, al situarlos en la cumbre del protagonismo histórico. Debemos percatarnos de que, cuanto más se desorbite la importancia del terrorismo en los medios de comunicación, como han apuntado certeramente los análisis de García Trevijano, y cuanto más se le sitúe en el centro de la política en mayor medida se le está prestando un involuntario servicio. No pretendo, evidentemente, que el combate contra el terrorismo deje de representar un gravísimo problema de nuestros días. Pero tal combate ha de ser conducido de manera racional. De tal modo que, no sólo se persiga la destrucción del aparato terrorista sino la «superación» del terrorismo. Tanto Bush como Aznar reducen la estrategia antiterrorista a la detección y liquidación de sus actuales redes, comandos y activistas. A ello se pretende añadir una serie de acciones en el terreno económico en el diplomático y en el propagandístico. Pero en la mención de tales frentes se omite el decisivo: el social e ideológico. El terrorismo en efecto no puede ser considerado como un fenómeno cerrado en sí mismo. Una realidad última reducida a sus acciones y protagonistas. Que, por lo tanto, se borra al hacer desaparecer a éstos. Requiere, como todo fenómeno humano, análisis y explicación. Es preciso considerarlo como algo que brota de una determinada situación social y de una conciencia, que percibe dicha situación en términos que se abocan a la acción terrorista como única salida posible. Esta conciencia puede responder a hechos reales, es susceptible de estar poseída por deformantes mitos, el acto terrorista es capaz de ejercer un peculiar atractivo sobre ciertas mentalidades o incluso ser objeto de una exaltación mística, al modo en que Rommel veía la guerra la cúspide de la realización humana. Justamente sobre todo ello hay que hacer luz si queremos pasar de la guerra a la superación, que la termine. Una consecuencia inmediata de lo que acabo de señalar es el enorme error que representa identificar todas las formas de terrorismo, tal como hace nuestro actual presidente del Gobierno, llegando a sostener últimamente que Ben Laden y Eta son lo mismo. Tales afirmaciones se quedan en la superficie más elemental de los hechos, en el puro acto formal de violencia. Pero los actos humanos no se agotan en su materialidad física. El beso de Judas no es igual a un beso de amor. ¿Cómo se puede identificar el mundo islámico y la sociedad vasca? ¿Los problemas y la mentalidad de una y otra? Ni siquiera es posible considerar unitariamente las acciones de Eta bajo la dictadura y su continuación en una democracia que las despoja de todo sentido. Pero no hay que reducirse a esta comparación dual. El terror recubre siniestramente toda la historia humana. Tanto utilizado por el poder ¬el Estado, los empresarios, las iglesias¬ como por movimientos que se oponen a él. Sus formas son múltiples, ¿la violencia contra las mujeres no representa una forma de terrorismo de sexo que llena la historia? Y los efectos terribles del terrorismo están, en primer lugar, en sus víctimas, inocentes, ajenas a los problemas de base, cuando se trata del terrorismo indiscriminado, pero, además y más ampliamente, el mal se extiende al estrangulamiento de la libertad en la sociedad que lo padece y en su consiguiente degradación, que puede alcanzar un extremo culminante, cuando quienes pretenden combatirlo, incorporan sus métodos. No caigamos en graves errores. El combate contra el terrorismo sólo puede hacerse desde la altura de la ética y el respeto a los derechos humanos y, para ser definitivamente eficaz, requiere analizar su sentido, sus raíces. Es preciso afrontar éstas para superarlo, no simplemente perseguirlo. En otro caso, aunque momentáneamente se desarticule, puede rebrotar y convertirse en fenómeno interminable.