1987-08-15.LANCELOT.ENTREVISTA ONETO

Publicado: 1987-08-15 · Medio: LANCELOT

Ver texto extraído
bk(

Por  PEDRO  CÉSAR  QUINTANA

José  Oneto,
un  crónista para el cambio

Nacido  en  el gaditano  pueblo  de San  Fernando,  José  Oneto,
habla,  con nuestro  compañero  Pedro  César Quintana  de la transi
ción  democrática de España, sus protagonistas y el importante papel
que,  él mismo  jugó  como  cronista  de ella, desde  su  puesto  en la
dirección  de  la  revista  Cambiol6.

—

 En  el

 semanario

 no—
 Signo,
con  testó—.  Sólo  de colaborador.
 Hasta
que  ya entré  en el diario Madrid  a través
de  un personaje sorprendente  y fascinan
te  que yo conocía,  que se llamaba  Anto
nio  García  Trevijano,  no  sé  si  tú  te
acuerdas  de  él?

—

 Sí,sí,

 claro  que  sí,  el  que  montó  la

Junta  democrática...
—  Efectivamente— prosiguió—.  Allí hu
bo  una  operación  más  o  menos  Opus,
que  se  hizo  cargo  del  diario.  Antonio
García  ‘frevijano  era el abogado  de  Cal
vo  Serer y, bueno, yo estuve haciendo  in
formación  económica,
 ya  en  plantilla,
hasta  que lo cerraron.  Fue el año  70, de
bido  a que el periódico  adoptó  una  acti
tud  muy crítica contra Franco, sobretodo,
por  parte  de  Rafael  Calvo  Serer. Hubo
un  artículo  célebre que se llamaba:  “Re
tirarse  a tiempo:  No  al General De  Gau
lle”,  que fue interpretado  como un  no a
Franco...
—  Ya— lo interrumpí—.  Entonces,  ¿qué
hicistes?  Pasastes  a France Press,  ¿no?
 Sí,  eso.  Empecé  a  colaborar  con  la
agencia  esta, France Press, que, para  mí,
ha  sido  la  gran  escuela  de  periodismo.
Trabajar  en una  agencia  da  una  rapidez
de  reflejos  y, sobretodo,  un  tratamiento
de  los temas que, para mí, creo que es im
portante.  Informaba  de todo, hasta  de to
ros,  en los que, entonces,  era un experto.
Me  acuerdo  que pagaban  a cinco  duros
las  noticias.  Te  estoy hablando  del año
69/70,

 por  ahí.

—

Me  presintió  cuando  estuve  a su  al
tura,
 alzó  los ojos  del periódico  que es
taba  leyendo,  recostado  en  un  mullido
sillón  del bar  del hotel San Antonio,  y me
miró  espectante,  sin decir nada,  esperan
do  a  que  yo me  presentara.

—  ¿José  Oneto?— le pregunté aun estan
do  seguro de que era él—.  Soy el que que
dó  contigo  esta  mañana  para...

—

 ¡Ah!  Sí,  sí, te esperaba—  me  dijo,  le
vantándose  y  tendiéndome  la  mano—.
¿Te• parece  bien  aquí  mismo?

—

 Me  da  igual—  accedí,  sentándome
junto  a él.  Luego,  lo  invité  y  levanté  el
brazo para que nos  viera el camarero—.
¿Tomamos  algo?
—  Pues,  mira,  sí, yo un whisky solo con
hielo—  me  contestó—.  Y  tú?

mo.

 Está  bien— le  dije—  tomaré  lo mis
 ¿Qué?— añadí—  ¿empezamos?
Asintió  con  un  gesto.  Mientras  pre
paraba  el magnetofón,  apareció el cama
rero  con  nuestras  copas  y,  antes  de
comenzar,

 bebí  un  trago.

—

—

 Pues,  bien— le dije—.  Hablemos  un
poco  de  tu  vida,  tu  niñez,  tus  estudios,
en  fin,  esas  cosas.
—  Sí,  mira— respondió—.  Yo nací en  un

N°  220 /  15.08.87

 esos  estudios

pueblo  de  la  provincia  de  Cádiz  que  se
llama  San  Fernando,  el 14 de  marzo  de
1.943. Estudié económicas porque  mi pa
dre  se empeíló;  pero,  por  mi  cuenta,  si
multaneé
 con  los  de
 que  era mi  verdadera  voca
periodismo,
ción.  Mientras estudiaba, empecé a escri
bir  en  el  semanario  Signo,  de  Acción
Católica  y, más  tarde,  una  vez acabada
la  carrera,  pasé al diario Madrid.  A am
bos  medios los cerró  Fraga.  Cuando  me
quedé  en  paro,  tras  el  cierre  del  diario
lfadrid,  me puse a hacer infórmación  de
agencia  en France Press,  escribiendo,  al
mismo  tiempo, una crónica  política para
catorce  o quince, diarios de proviñcias. En
el 74, entré en Cambiol6  como subdirec
tor  y, en el 75, pasé a ocupar  la dirección
del  mismo,  cargo que ocupé durante  diez
años,  hasta  que dimitL Luego, he estado
año  y medio  prácticamente  de  free lan
ce, escribiendo  para otro  conjunto  de pe
riódicos  de  provincias,  hasta  que  me
nombraron  director  de Tiempo  a finales
de  mayo  de  este  año.
—  Bueno—  le  dije—.  Vamos a desarro
llar,  site  parece, este resumen que has he
cho.  ¿Estabas en plantilla en los primeros
medios  para  los  que  trabajastes?

—

 Vaya—  exclamé,  sonriendo—.  Ten
drías  que  dar  muchas  noticias  para  so
brevivir,  ¿eh?

—

 Claro,  imagínate— me  dijo,  sonrien
do  a su vez—Bueno, cuando  era una  no
ticia  gorda,  entonces,  pagaban  un  poco
más,  veinte duros. Es curioso, yo entré en
la  planlilla de France Press porque, veinte
días  antes del nombramiento  de don Juan
Carlos  como  sucesor,  le dije  al director
de  la  agencia que sabía  que ese nombra
miento  se iba a producir  y que  lo publi
cara.
 El  me  contestó  que  era  una
auténtica  locura,  que  Franco  jamás  iba.
a  nombrar  sucesor. Entonces,  hice  una
apuesta  con él: “Usted— le dije— publi
ca  la noticia.  Si es falsa,  pues me  echa y
se  acabó; pero,  si no, me  mete en planti
¡la  como  colaborador  fijo’
cuando  se confirmó  la información,
tré  en plantilla.
—  Fuerte  suerte,  ¿no?— le dije—.  Quie
ro  decir, lo de haberte  enterado  tú  antes
que  nadie.  Dime,  ¿cómo ocurrió?
 me  enteré  a través  de  mis con
—Pues,
 Rafael  Calvo
tactos  del  diario  Madrid.
Serer  era  del  Consejo  Privado  de  Don
Juan  y mé dijo que éste le había  dejado
ver  un mensaje  que le había  enviado  Ca
rrero  Blanco, que, por aquel entonces,  era
presidente  del Gobierno,  comunicándo
le  el nombramiento  de su hijo, Juan  Car
los,  como  sucesor  de  Franco.

 Aceptó  y,
 en

Lancelot /  23

(c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.