1976-11-27.DIARIODLERIDA.ENTREVISTA CALVO SERER
Publicado: 1976-11-27 · Medio: DIARIODLERIDA
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1 ESPECIAL ESPECIAL Por P. GARCIA Hago una encuesta de urgencia. " U no del Opus", dice alguien. " U no que era muy del Régimen, y luego se fue a Francia, porque le cerra- ron el " M a d r i d ", a ponerlo a pa- r i r ", contesta otro. " Un amigúete de García-Trevijano, que al volver del exilio pasó unos días en Ca- rabanchel, pero que como esto no es lo que era, ha salido en seguida de la trena", responde un terce- ro en plan castizo. " Un hombre lo define García- honesto", me Trevijano. " Un personaje en la pe- numbra, que espera la ocasión pa- ra situarse, jugando a todo", dicen más allá. el En resumen: conocimiento parcial de siempre. Su ficha bre- ve es así: nace en Valencia en 1916, gana la cátedra de Historia Mo- derna de la Universidad de Valen- cia, pasa después a la Universidad de Madrid, es nombrado consejero del Consejo Superior de Investiga- ciones Científicas, más adelante de- legado del Ministerio de Asuntos Exteriores para las relaciones cul- turales con la Europa Occidental. época, Sus obras de la primera "España sin problema", en ei 49; "Teoría de la restauración", en el 53; " La configuración del futuro", también en el 53, y " La fuerza creadora de la libertad", en el 58. Después, la epopeya tan conocida del diario. " M a d r i d ". Eso no basta. Hay que conocer el proceso de cambio en el hombre, desde los acentos contrarrevolucio- narios hasta la Junta Democráti- ca, con Carrillo, en 1974. También interesa saber la posible contradic- ción entre una idea política y un pensamiento religioso. A eso tiende la conversación. Exilio --¿Por qué se exilió Calvo Serer de España? —Porque tenía que seguir la lu- cha por el diario " M a d r i d ". Me fui en mil novecientos setenta y uno, después de año y medio de negociaciones con el Ministerio de Información y Turismo (Alfredo Sánchez Bella era entonces minis- tro y Luis Carrero vicepresidente del Gobierno). Durante ese año y medio se logró dilatar el cumpli- miento del acuerdo del Gobierno de cerrar definitivamente el " M a- drid". Al principio intervinieron amigos copiunes. Carrero tuvo bue- I nas palabras, pero no modificó su , actitud; Alfredo Sánchez Bella, que se daba cuenta de la situación, tra- tó de evitar lo peor, por lo que im- plicaba el asunto tanto política co- mo personalmente... Al año y me- dio (tengo motivos fundados para decirlo) fue la intervención perso- nal del general Franco la que mo- tivó la aplicación de la orden que había estado ese año y medio en tramitación o negociando. Las condi- ciones que me propuso Sánchez Be- lla fueron un auténtico ultimátum: el director tenía que ser José Ma- ría Alfaro, con plenos poderes del Ministerio. Yo, prácticamente, no tenía derecho a nada en el perió- dico y me quedaba solamente con la propiedad. Entonces hablé con mis amigos del " M a d r i d" y con el Consejo de Administración de la empresa; acordamos no aceptar ta- les condiciones, le di plenos pode- res a Antonio García-Trevijano como abogado de la empresa y apo- derado mío en este caso, y me fui a París para continuar la lucha. Desde París, puesto que en España no se me permitía hacerlo, intenté poner en antecedentes a la opinión pública, con aquel artículo titulado " Yo también acuso", en el que echaba la mayor parte de culpa a Carrero, aunque dejando' siempre una puerta abierta a la ulterior ne- rención "La inten del general personal itivó el Franco mi "Madrid" 1 cierre del "El "ffladi •id" de 1977 estará aci tnalizado, pero habí continuidí de la etai ia anterior" á una id con el gociación. Al publicarlo quedé en una situación irreversible y natu- ralmente (y asi" sucedió) en condi- ciones muy desfavorables para vol- ver. --¿Pensabas que ese exilio podía ser muy dilatado? —Sí. Yo sabía que iba a estar mucho tiempo fuera de España. De la hecho, eso estaba claro, hasta muerte de Franco. De acuerdo con ello tomé mis disposiciones. —¿Y no temías que en ese exi- lio se adoptara alguna represalia de tipo físico contra ti? —No, porque París, en ese senti- do, es una ciudad tremendamente acogedora. Allí ha habido exiliados muy ilustres que podían motivar las iras de la derecha o la ultradere- cha quizá más que yo, y jamás sen- tí preocupación sentido. Luego, cuando se creó la Junta De- mocrática, me llamó la Policía de París y manifestó su deseo de pro- teger en todo momento mi integri- dad física. en este --Bien. ¿Por qué te has "desexi- liado" ahora? —Como he dicho antes, mientras hubiera un régimen dictatorial no podía regresar a España. No cabe duda de que el hecho de la muer- te de Franco creaba una situación nueva. De todas formas, si regresa- ba (tenía motivos para creerlo), Fraga se iba a volver contra mí, como así fue. Pero si no lo hacían iban a decir que no daba opor- tunidad de que saliera otro nue- vo Fraga, el demócrata y liberal... Lo cierto es que entonces yo venía desarrollando una labor muy inten- sa junto a Vidal Beneyto para la Junta Democrática en el exterior, y teníamos compromisos contraídos en diversos países que era conve- niente atender. " En mayo se producen hechos nuevos. No es que la dictadura haya desaparecido, aunque el Go- bierno se presentó con planes re- formistas. El propio Fraga dijo que era partidario de la "democratur"; se veía claro que no quería acabar con la dictadura, sino camuflarla. La situación nueva a que me re- fiero es la creación de Coordinación Democrática. Y sobre todo, lo que me decide a volver definitivamente es que Fraga ha arremetido de ma- nera especial contra García-Trevi- jano. Vuelvo entonces para hacer todo lo posible en favor de su pron- ta liberación. Discuto con mis ami- gos políticos, en los Estados Uni- dos primero, después en Méjico y luego en París, y vemos claro que el camino mejor está en demostrar nuestra solidaridad frente a los ex- cesos de Fraga. Y regreso el tres de junio. El día anterior, el Rey ha- bía hablado en Washington dicien- do que la democracia americana es la forma ideal de Gobierno... Por tanto, pienso que mi misión es vol- ver, para contribuir en la medida de mis posibilidades a que ese ideal se lleve a la realidad de España. --¿Has sido un hombre perse- guido? —¿Qué quiere decir persecución? Si el tener un periódico y ver cómo se le obliga a someterse o a desa- parecer; si la consecuencia de esto es una deuda personal de unos ca- torce o quince millones, que con los intereses acumulados quizá Je haya doblado; si el haber estado expuesto a perder la cátedra; si todo esto no se considera persecu- ción, ¿qué quiere decir esa pala- bra? Evolución --Desde "España sin problema", en mil novecientos cuarenta y nue- ve, hasta mil novecientos setenta y seis, ¿cuál ha sido tu evolución po- lítica? * —Eh, eh... L^ tesis de "España- sin problema" era precisamente que había que partir de una España "sin problema" para poder abordar los problemas de España (yo me refería, pues a la concepción de España)... En este sentido, no ca- be duda de que mi concepción te- nía unas connotaciones políticas que unos pueden calificar como tra- dicional, para otros será conserva- dora, otros la llamarían autoritaria, otros reaccionaria... A mí me gus- ta más, porque creo que la define más exactamente, llamarla "posi- ción tradicional". Ese libro refle- ja evidentemente una línea dife- rente a mi posición actual, que es democrática, liberal, • claramente abierta, progresista. No cabe duda que en mí se ha producido una gran evolución. Ahora, ¿cuáles han sido estas etapas?, preguntas tú.. Bien; creo que se puede dividir es-» ta evolución en varios períodos. El primero va desde mil novecientos cuarenta y nueve hasta mil nove- cientos cincuenta y tres; esta etapa culmina este año con la publica- ción de un largo artículo mío en la revista "Ecrits", de París (una revista de derechas, reaccionaria). Allí, desde mi concepción y menta- lidad de mil novecientos cuarenta y nueve, hago una crítica de la de política de Franco; discrepo Franco desde la mentalidad de la derecha; digo que Franco está ha- ciendo mal la política cultural y la interior, porque está sentando las bases de una España socialista y antimonárquica. Yo no quería que esto sucediera. Y venía a decir: " H ay que rectificar, hay que hacer otra política". Esto es lo que le de- cía a Franco. A partir de aquí cen- tro la crítica sobre los gobernantes falangistas y cristiano-demócratas colaboracionistas del período que se extiende desde el la guerra civil hasta mil novecientos cincuentra y tres. Y centro esa crí- tica contra Ruiz-Giménez en par- ticular, porque está entregando el poder a unos falangistas con la eti- queta de liberales.Esta es mi críti- ca. Naturalmente, Franco (que no permitía interferencias de criterios ajenos al suyo) reacciona contra mí y sanciona con gravedad, suspen- diéndome en mis actividades en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fui destituido por De- creto de Franco, a propuesta de lo Ruiz-Giménez. ¡Conste que no digo en contra de Ruiz-Giménez! El mismo me dio después explica- ciones. Pero, en fin, se produce es- te hecho, este choque frontal mío con el Régimen. Hasta el punto de que mi nombre es borrado, prohi- bido, no puede figurar en ninguna publicación. Y durante ese periodo comienza mi evolución. término de --¿Qué sucede entonces? la gran —Vuelvo a salir de España (yo me había formado en el extranje- ro durante los años de la guerra mundial, no había vivido lo que era la Europa democrática) porque me encuentro con toda la hostili- dad del Régimen y de la Falan- ge, acentuada por el hecho de que era monárquico. (¡Es curioso, s.o- bre todo visto ahora, cuando to- dos somos monárquicos!) El hecho es que vuelvo a salir de España ante ante la imposibilidad de rea- in- lizar una labor pública en ti terior y advierto trans- formación ijue se ha produ^vdo en. Europa: Intento la democracia. buscar una explicación histórco- filosófica al hecho y ello me lleva a plantearme el problema de la democracia y el-mundo anglosa- jón. Precisamente en el año cin- cuenta y ocho me marcho a Es- tados Unidos, y aquí comienza una nueva etapa. Esta, pues, del cin- cuenta y tres al cincuenta v ocho ha sido de transición. El año mi! novecientos cincuenta y ocho es- tá marcado por el libro " La fuer- za creadora de la libertad" Des- cubro la libertad en mil novecien- tos cincuenta y ocho. Lo digo f-on la mayor naturalidad porque he tenido la formación tradicional o conservadora, que es lo que en Es- paña se llama la formación cató- lica. Hasta entonces yo reflejaba lo que era el clima de mis maes- tros, los autores que había estu- diado, el clima de la sociedad es- pañola, que era antiliberal. Repi- to que descubro primero el valor de la liberta^, la fuerza creadora de la libertad. Es un libro, pues, luego, al visitar de transición. Y los Estados Unidos, descubro lo que es la democracia. Lo cuento así porque no es nada extraño; les ha pasado a muchos escrito- impacto. Este res y pensadores políticos... R e- cuerdo ahora el gran impacto que producen los Estados Unidos, por ejemplo, en Tocqueville, quien co- noce allí un mundo nuevo, desco- nocido en Europa: el mundo de la democracia americana. El impac- to de la democracia americana es un impacto profundo en la vida contemporánea, más intenso aún que el que pudo producir la de- inglesa. -Modestamente, mocracia salvando las distancias, he apren- dido de los grandes maestros de la sociología y busco una explica- lo más profunda posible a ción impacto este gran me va transformando en lo más profundo, hasta publicar, en mil novecientos sesenta y cuatro, " L as nuevas democracias". Queda cla- ro que se ha producido una in- flexión en mi vida. Cito, por ejem- plo, la crítica de Fernández de la Mora en " A B C ". Y las cartas de mis amigos. Recuerdo las de Areil- za, la de, Antonio Garrigues... e incluso una postal de los deste- firmada rrados en Fuerteventura por Joaquín Satrústegui y otros que estaban con él... Todos decían en efecto, que había tomado una posición clara, en sentido demo- crático, que me iba a hacer cho- car con todos mis antiguos ami- gos. Cosa que sí. se ha producido. Pero, claro, lo consideraban como una aportación positiva a la vida española. -rEn mil novecientos sesenta y cuatro, pues, comienza otra eta- p a . .. —Sí. En ese año se puede situar el tercer período de mi evolución, ya plenamente democrático, cuya manifestación más espectacular es la época del diario " M a d r i d ". Son cinco años, del sesenta y seis al setenta, en los cuales se deshacen • todos los recelos o lo que podrían tacharse de motivaciones tácticas de comportamiento, y llegando al final, a las últimas consecuencias, con la "catástrofe" del " M a d r i d ". Luego, ya en el exilio, sigo en esta l í n ea plenamente democrática, cuya culminación es la fundación en París de la Junta Democrática en julio de mil novecientos seten- ta y cuatro. "Madrid" --¿Qué significó para ti la aven- tura del diario "Madrid"? "hacía también, —Eh, eh... En primer lugar, eh, eh..., para mí fue..., eh, eh... En primer lugar, yo soy, si quieres, originariamente un profesor, un catedrático, un intelectual, un es- critor... Para mí fue la posibilidad de llevar a cabo una pedagogía política, con la norma (que quede claro) en la experiencia de Orte- ga. En este país se estaba en unas circunstancias de encogimiento de la vida intelectual, de la vida uni- versitaria. Como creo que dijo Ortega falta el filósofo en la plazuela". O sea, que nabía que salir, ¿no?, había llegar al pueblo, había que que salir de los marcos cerrados y lle- gar a las gentes. Esta es la expe- riencia del diario " M a d r i d" y, en ese sentido, tengo una impresión profundamente positiva. Los as- pectos negativos están en el cho- que Con el Gobierno, con el Régi- men. Pero eso me permite demos- trar hasta la saciedad que la re- forma es imposible. Por otra par- te, teniendo en cuenta que mis amigos, mis procedencias son de la derecha tradicional, yo tenía que dialogar con ellos, tratar de convencerles de que esa orienta- ción no tenía porvenir en el fu- turo dada la evolución de la so- ciedad española y del mundo. La derecha, como tal derecha reac- cionaria, estaba liquidada por los acontecimientos. —¿Qué significó para España la aventura del diario "Madrid" has- ta su cierre? Opus —Un centro de movilización de jóvenes periodistas y colaborado- res. Todo el mundo recuerda que fue un periódico de gran amplitud liberal. Fue una tribuna abierta que acogió a todo el mundo, apro- vechando al máximo las posibili- dades que ofrecía la legislación vi- gente en aquella época. Creo que supuso también la posibilidad de poner de relieve que había erç el país una corriente Joven, profun r da, enérgica, que estaba queriendo transformarlo. De hecho, lo que se pretendía era la plena homogenei- zación de la vida española con la de Europa Occidental, lo cual era y es compatible con el manteni- miento de unas peculiaridades de tipo espiritual y moral. El gran fue el de atractivo del " M a d r i d" manifestar en la España de Fran- co, de un modo vigoroso, que es- taba naciendo otra posibilidad, otro modo de entender la vida es- pañola: un entendimiento demo- crático. —¿Va a volver a salir el diario? f i jé -como — Yo realmente me meta durante todos estos años el hacer cuanto fuera posible por su reaparición. En efecto, al regresar a España me he encontrado con que todos mis amigos me aconse- jaban que me concentrase en su reaparición. Esto ha hecho que deseche las "posiciones de política de partido, porque un diario nacional independiente debe ser, como dice Vidal Beneyto, meta partidista. Es decir, en él tienen que caber gen- tes de todos los partidos, salvo las limitaciones de los extremos, pues- to que ha de 'reflejar al muy am- plio sector de la vida del país que tiene mentalidad democrática y liberal. Eso es lo que he venido ju- haciendo desde mediados de lio, concentrando todas las ener- gías en su reaparición. Ahora, tras la sentencia del día veinticinco, confío en que desaparezcan mu- chas de las dificultades que po- dían encontrarse. --El recurso ante el Tribunal Supremo ya se ha ganado. Bien, ¿cómo será el "Madrid"-setenta y siete? Los tiempos no son los mis- mos . .. teniendo — Yo siempre he dicho que las empresas periodísticas necesitan una continuidad. Creo que habría que h a c er un diario " M a d r i d" actualizado. Es decir, partir del " M a d r i d" de entonces, pero adap- tándolo a las nuevas circunstan- cias y exigencias, en cuenta que el público se ha reno- vado; que hay unas posibilidades que no se daban entonces de tipo intelectual, político y técnico. Hay una nueva competencia, unas nue- vas exigencias por parte del lec- tor. Hay nuevos gustos y la po- sibilidad de escoger... Todo ello tiene que ser atendido, pero pro- curando al máximo que exista una continuidad con lo que supuso la gran aventura del " M a d r i d" de entonces. —¿Tú eres del Opus Dei? -^Sí. —¿Por qué te hiciste del Opus Def? —¡A mí me habló del Opus Dei su fundador, ^ s e m a r ia Escrivà de Balaguer, en Valencia, cuando era •un sacerdote apenas conocido, un mes de abril, en los años treinta. Y me convenció plenamente al ex- plicarme su concepción, la concep- ción del Opus Dei..., lo que ofre- cía, como cristianos, a sus hom- "-buscar la bres, en el sentido perfección cristiana en el trabajo ordinario, que era compatible cpn la vida política. Y yo ya estaba en la vida política en los medios universitarios y vi que era perfec- tamepte compatible mi vocación intelectual y política con mi con- cepción religiosa, tradicional en el sentido cultural (y ahora empleo esta palabra con el sentido que le daba mi maestro don Marcelino Menéndez y Pelayo: "católico a machamartillo"). Entonces, al oír que un sacerdote me hablaba de una línea que podía ser compati- ble con mis ideas... Aquello me resultó enormemente atrayente y acepté. —Hemos hablado de tu vocación política hacia la democracia. Bien. ¿La tendencia espiritual del Opus no resulta un tanto integrista? —¡Bien! Depende... En esto hay que tener mucho cuidado con las palabras. ¿Qué fluiere decir inte- grista? El término "integrista" se emplea habitualmente en política cuando se mezcla lo religioso con lo político. Por lo menos en Es- paña. ,¡Hummm...! Si integrista quiere d e c ir aceptar el cumplir exactamente lo que es la ortodo- xia... No es la palabra más ade- cuada. Sería más correcto decir integrador que integrista. Pero la connotación principal de esa pa- labra es la de un claro senFido po- lítico. En este sentido, la conjun- ción de lo religioso y lo político no existe. No vale la palabra. --Yo, más que en un integrismo político, estaba pensando en el so- ciológico o el intelectual. Me da la impresión de que la filosofía a que me refiero es rígida y priva al in- dividuo de libertad... —Bueno, pues, en ese sentido me interesa constatar lo contrario, por mi experiencia personal. En el Opus Dei se practica y se enseña de un modo profundo el valor de la libertad. Existe esa libertad, y además la institución está monta- da sobre el derecho del respeto a la conciencia. Tal estimación pto- funda puede verse en " C a m i n o ". —A "Camino" le pongo la pega de poder llegar a ser un prontua- rio alienador que ofrece al indivi- duo "de tropa" una serie de solu- ciones fáciles que le apartan de un sentido crítico más amplio y gene- ral. "En el Opus Dei se ensena de un modo irofnndo el valor de a libertad" • H KH —Mi éxpériencia personal, repi- tó, me lleva-a pensar todo lo con- trario." --Oye: ¿La. Iglesia no se habrá "pasado" en materia política, so- ciedad y costumbres? —Para todo católico hay una norma, que es sentir con la Iglesia, estar con la Iglesia. Y la Iglesia es la Jerarquía eclesiástica. Todo ca- tólico procura estar unido al magis- terio eclesiástico, en el que se dan unas constantes. Hay un consenso clarísimo que yo considero, desde el punto de vista religioso y cultu- ral e histórico, plenamente posi- tivo. —¿De qué forma crees en la vi- da ultraterrestre? —Creo que es exactamente como dice la Iglesia católica: que la vida no termina con la muerte; que ter- mina la vida en este mundo y co- mienza otra, la vida eterna, la vi- da en el Cielo, que es una vida per- fecta, de felicidad plena. —¿Individualizada? —Sin duda alguna. Yo tengo la lo que sigo lo fe del carbonero. Todo aprendí en el catecismo creyendo. —A un hombre del Consejo Su- perior de Investigaciones Científi- cas debo preguntarle esto: ¿no está esa fe en oposición con los conoci- mientos científicos? —No. En esto pasa algo pare- cido a lo que se ha hablado de los conflictos en el seno de la Igle- sia, en la historia del pensamiento de la Iglesia... En determinados momentos, como en el siglo dieci- nueve, con el positivismo y el ma- terialismo, incluso en el dieciocho con la Ilustración, se han exacer- bado estos conflictos. Realmente no puede contestarse afirmativamente a su pregunta porque hoy existe un crisis del pensamiento profun- do, del pensamiento puramente ra- cional, apartado del pensamiento religioso. Yo diría que hoy dominan las tendencias escépticas. Por tan- to, este conflicto, desde el punto de vista intelectual, existe menos que en períodos anteriores. "Establishment" --Para acabar, volvamos a la po- lítica y a España. Tú eres el intro- ductor del concepto "establish- ment" en nuestro país. ¿Cómo ves el "establishment" hoy? este —Realmente, "establish- m e n t" al que yo me refiero en Es- paña (en los años sesenta, que es cuando empecé a emplearlo) es el que agrupa a los grandes grupos los grandes Ban- de empresa, a cos..., al margen de unos sectores pequeños, como los de la Falange, u otros muy minoritarios, como la democracia cristiana o los teenó- cratas, creo yo que sin raíz pro- "establish- funda en el país. El m e n t" era la Banca, la gran indus- tria, bastantes ventanillas de la Administración, grandes sectores de la propiedad del campo. No tenían una participación directa en el Gobierno de la Administración franquista, pero, de hecho, eran plenamente solidarios con la esta- bilidad que Franco había implan- fuerza. De ella era tado por "establishment". el beneficiario Ahora se encuentra con que al de- saparecer Franco (que era el que daba un orden externo, que no le resultaba grato al "establecimien- t o ", pero sí beneficioso) desaparece la presión de la fuerza. Se halla ante situaciones nuevas y se en- cuentra como sitiado. Ha perdido fuerza, apremiado a cambiar ese impuesto, ese orden orden social sentido impuesto, en un político nuevo, que es el democrático. Por- que, evidentemente, en 'el Estado español tiene que haber democra- cia... Y ese es el drama actual del "establishment". ( " I n t e r v i ú ") la Sábado, 27-11-76 / Página 11 RAFAEL CALVO SERER Rafael Calvo Serer: un nombre que pasará a la Historia li- gado a la peripecia del diario "Madrid". Hoy se habla más que nunca de él, sobre todo después del fallo favorable y sonadísimo del Tribunal Supremo a su pleito con la Administración. Algo tre- mendo. "Más sonado que el Watergate"", me diría él. Pero, ¿quién es Rafael Calvo? ¿Qué es Rafael Calvo? ¿Qué sabe el español de la calle, que va cara a la democracia y al re- feréndum y que habrá de votar a unos o a otros, de él? n w n M B B S O T ^ ^^ Mi ÍOjeilOB Sábado, 27-11-76 / Página 10 0 1