1976-11-27.DIARIODLERIDA.ENTREVISTA CALVO SERER

Publicado: 1976-11-27 · Medio: DIARIODLERIDA

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1  ESPECIAL 

ESPECIAL 

Por  P.  GARCIA 

Hago  una  encuesta  de  urgencia. 
" U no   del  Opus",  dice  alguien.  " U no 
que  era  muy  del  Régimen,  y  luego 
se  fue  a  Francia,  porque  le  cerra-
ron  el  " M a d r i d ",   a  ponerlo  a  pa-
r i r ",   contesta  otro.  " Un   amigúete 
de  García-Trevijano,  que  al  volver 
del  exilio  pasó  unos  días  en  Ca-
rabanchel,  pero  que  como  esto  no 
es  lo  que  era,  ha  salido  en  seguida 
de  la  trena",  responde  un  terce-
ro  en  plan  castizo.  " Un   hombre 
lo  define  García-
honesto",  me 
Trevijano.  " Un   personaje  en  la  pe-
numbra,  que  espera  la  ocasión  pa-
ra  situarse,  jugando  a  todo",  dicen 
más  allá. 

el 

En 

resumen: 

conocimiento 
parcial  de  siempre.  Su  ficha  bre-
ve  es  así:  nace  en  Valencia  en  1916, 
gana  la  cátedra  de  Historia  Mo-
derna  de  la  Universidad  de  Valen-
cia,  pasa  después  a  la  Universidad 
de  Madrid,  es  nombrado  consejero 
del  Consejo  Superior  de  Investiga-
ciones  Científicas,  más  adelante  de-
legado  del  Ministerio  de  Asuntos 
Exteriores  para  las  relaciones  cul-
turales  con  la  Europa  Occidental. 
época, 
Sus  obras  de  la  primera 
"España  sin  problema",  en  ei  49; 
"Teoría  de  la  restauración",  en  el 
53;  " La   configuración  del  futuro", 
también  en  el  53,  y  " La  
fuerza 
creadora  de  la  libertad",  en  el  58. 
Después,  la  epopeya  tan  conocida 
del  diario.  " M a d r i d ". 

Eso  no  basta.  Hay  que  conocer  el 
proceso  de  cambio  en  el  hombre, 
desde  los  acentos  contrarrevolucio-
narios  hasta  la  Junta  Democráti-
ca,  con  Carrillo,  en  1974.  También 
interesa  saber  la  posible  contradic-
ción  entre  una  idea  política  y  un 
pensamiento  religioso. 

A  eso  tiende  la  conversación. 

Exilio 

--¿Por  qué  se  exilió  Calvo  Serer 

de  España? 

—Porque  tenía  que  seguir  la  lu-
cha  por  el  diario  " M a d r i d ".   Me 
fui  en  mil  novecientos  setenta  y 
uno,  después  de  año  y  medio  de 
negociaciones  con  el  Ministerio  de 
Información  y  Turismo 
(Alfredo 
Sánchez  Bella  era  entonces  minis-
tro  y  Luis  Carrero  vicepresidente 
del  Gobierno).  Durante  ese  año  y 
medio  se  logró  dilatar  el  cumpli-
miento  del  acuerdo  del  Gobierno 
de  cerrar  definitivamente  el  " M a-
drid".  Al  principio 
intervinieron 
amigos  copiunes.  Carrero  tuvo  bue-
I  nas  palabras,  pero  no  modificó  su 
,  actitud;  Alfredo  Sánchez  Bella,  que 
se  daba  cuenta  de  la  situación,  tra-
tó  de  evitar  lo  peor,  por  lo  que  im-
plicaba  el  asunto  tanto  política  co-
mo  personalmente...  Al  año  y  me-
dio  (tengo  motivos  fundados  para 
decirlo)  fue  la  intervención  perso-
nal  del  general  Franco  la  que  mo-
tivó  la  aplicación  de  la  orden  que 
había  estado  ese  año  y  medio  en 
tramitación o negociando. Las condi-
ciones  que  me  propuso  Sánchez  Be-
lla  fueron  un  auténtico  ultimátum: 
el  director  tenía  que  ser  José  Ma-
ría  Alfaro,  con  plenos  poderes  del 
Ministerio.  Yo,  prácticamente,  no 
tenía  derecho  a  nada  en  el  perió-
dico  y  me  quedaba  solamente  con 
la  propiedad.  Entonces  hablé  con 
mis  amigos  del  " M a d r i d"   y  con  el 
Consejo  de  Administración  de 
la 
empresa;  acordamos  no  aceptar  ta-
les  condiciones,  le  di  plenos  pode-
res  a  Antonio  García-Trevijano 
como  abogado  de  la  empresa  y  apo-
derado  mío  en  este  caso,  y  me  fui 
a  París  para  continuar  la 
lucha. 
Desde  París,  puesto  que  en  España 
no  se  me  permitía  hacerlo,  intenté 
poner  en  antecedentes  a  la  opinión 
pública,  con  aquel  artículo  titulado 
" Yo   también  acuso",  en  el 
que 
echaba  la  mayor  parte  de  culpa  a 
Carrero,  aunque  dejando'  siempre 
una  puerta  abierta  a  la  ulterior  ne-

rención 
"La  inten 
del  general 
personal 
itivó  el 
Franco mi 
"Madrid" 1 
cierre  del 
"El "ffladi •id" de 1977 
estará aci tnalizado, 
pero  habí 
continuidí 
de la etai ia anterior" 

á  una 
id  con  el 

gociación.  Al  publicarlo  quedé  en 
una  situación  irreversible  y  natu-
ralmente  (y  asi" sucedió)  en  condi-
ciones  muy  desfavorables  para  vol-
ver. 

--¿Pensabas  que  ese  exilio  podía 

ser  muy  dilatado? 

—Sí.  Yo   sabía  que  iba  a 

estar 
mucho  tiempo  fuera  de  España.  De 
la 
hecho,  eso  estaba  claro,  hasta 
muerte  de  Franco.  De  acuerdo  con 
ello  tomé  mis  disposiciones. 

—¿Y  no  temías  que  en  ese  exi-
lio se adoptara  alguna  represalia  de 
tipo  físico  contra  ti? 

—No,  porque  París,  en  ese  senti-
do,  es  una  ciudad  tremendamente 
acogedora.  Allí  ha  habido  exiliados 
muy  ilustres  que  podían  motivar  las 
iras  de  la  derecha  o  la  ultradere-
cha  quizá  más  que  yo,  y  jamás  sen-
tí  preocupación 
sentido. 
Luego,  cuando  se  creó  la  Junta  De-
mocrática,  me  llamó  la  Policía  de 
París  y  manifestó  su  deseo  de  pro-
teger  en  todo  momento  mi  integri-
dad  física. 

en  este 

--Bien.  ¿Por  qué  te  has  "desexi-

liado"  ahora? 

—Como  he  dicho  antes,  mientras 
hubiera  un  régimen  dictatorial  no 
podía  regresar  a  España.  No  cabe 
duda  de  que  el  hecho  de  la  muer-
te  de  Franco  creaba  una  situación 
nueva.  De  todas  formas,  si  regresa-
ba  (tenía  motivos  para 
creerlo), 
Fraga  se  iba  a  volver  contra  mí, 
como  así  fue.  Pero  si  no  lo  hacían 
iban  a  decir  que  no  daba  opor-
tunidad  de  que  saliera  otro  nue-
vo  Fraga,  el  demócrata  y  liberal... 
Lo  cierto  es  que  entonces  yo  venía 
desarrollando  una  labor  muy  inten-
sa  junto  a  Vidal  Beneyto  para  la 
Junta  Democrática  en  el  exterior,  y 
teníamos  compromisos 
contraídos 
en  diversos  países  que  era  conve-
niente  atender. 

" En   mayo  se  producen  hechos 
nuevos.  No  es 
que  la  dictadura 
haya  desaparecido,  aunque  el  Go-
bierno  se  presentó  con  planes  re-
formistas.  El  propio  Fraga  dijo  que 
era  partidario  de  la  "democratur"; 
se  veía  claro  que  no  quería  acabar 
con  la  dictadura,  sino  camuflarla. 
La  situación  nueva  a  que  me  re-
fiero  es la  creación  de  Coordinación 
Democrática.  Y  sobre  todo,  lo  que 
me  decide  a  volver  definitivamente 

es  que  Fraga  ha  arremetido  de  ma-
nera  especial  contra  García-Trevi-
jano.  Vuelvo  entonces  para  hacer 
todo  lo  posible  en  favor  de  su  pron-
ta  liberación.  Discuto  con  mis  ami-
gos  políticos,  en  los  Estados  Uni-
dos  primero,  después  en  Méjico  y 
luego  en  París,  y  vemos  claro  que 
el  camino  mejor  está  en  demostrar 
nuestra  solidaridad  frente  a  los  ex-
cesos  de  Fraga.  Y  regreso  el  tres 
de  junio.  El  día  anterior, el Rey  ha-
bía  hablado en Washington  dicien-
do  que  la  democracia  americana  es 
la  forma  ideal  de  Gobierno...  Por 
tanto,  pienso  que  mi  misión  es  vol-
ver,  para  contribuir  en  la  medida 
de  mis  posibilidades  a  que  ese  ideal 
se  lleve  a  la  realidad  de  España. 

--¿Has  sido  un  hombre  perse-

guido? 

—¿Qué  quiere  decir  persecución? 
Si  el  tener  un  periódico  y  ver  cómo 
se  le  obliga  a  someterse  o  a  desa-
parecer;  si  la  consecuencia  de  esto 
es  una  deuda  personal  de  unos  ca-
torce  o  quince  millones,  que  con 
los  intereses  acumulados  quizá  Je 
haya  doblado;  si  el  haber  estado 
expuesto  a  perder 
la  cátedra;  si 
todo  esto  no  se  considera  persecu-
ción,  ¿qué  quiere  decir  esa  pala-
bra? 

Evolución 

--Desde  "España  sin  problema", 
en  mil  novecientos  cuarenta  y  nue-
ve,  hasta  mil  novecientos  setenta  y 
seis,  ¿cuál  ha  sido  tu  evolución  po-
lítica? 

* 

—Eh,  eh...  L^  tesis  de  "España-
sin  problema"  era  precisamente  que 
había  que  partir  de  una  España 
"sin  problema"  para  poder  abordar 
los  problemas  de  España 
(yo  me 
refería,  pues  a 
la  concepción  de 
España)...  En  este  sentido,  no  ca-
be  duda  de  que  mi  concepción  te-
nía  unas  connotaciones 
políticas 
que  unos  pueden  calificar  como  tra-
dicional,  para  otros  será  conserva-
dora,  otros  la  llamarían  autoritaria, 
otros  reaccionaria...  A  mí  me  gus-
ta  más,  porque  creo  que  la  define 
más  exactamente,  llamarla 
"posi-
ción  tradicional".  Ese  libro  refle-
ja  evidentemente  una  línea  dife-
rente  a  mi  posición  actual,  que  es 

democrática, 
liberal,  •  claramente 
abierta,  progresista.  No  cabe  duda 
que  en  mí  se  ha  producido 
una 
gran  evolución.  Ahora,  ¿cuáles  han 
sido  estas  etapas?,  preguntas  tú.. 
Bien;  creo  que  se  puede  dividir  es-» 
ta  evolución  en  varios  períodos.  El 
primero  va  desde  mil  novecientos 
cuarenta  y  nueve  hasta  mil  nove-
cientos  cincuenta  y  tres;  esta  etapa 
culmina  este  año  con  la  publica-
ción  de  un  largo  artículo  mío  en 
la  revista  "Ecrits",  de  París  (una 
revista  de  derechas,  reaccionaria). 
Allí,  desde  mi  concepción  y  menta-
lidad  de  mil  novecientos  cuarenta 
y  nueve,  hago  una  crítica  de  la 
de 
política  de  Franco;  discrepo 
Franco  desde  la  mentalidad  de 
la 
derecha;  digo  que  Franco  está  ha-
ciendo  mal  la  política  cultural  y  la 
interior,  porque  está  sentando  las 
bases  de  una  España  socialista  y 
antimonárquica.  Yo   no  quería  que 
esto  sucediera.  Y  venía  a  decir: 
" H ay   que  rectificar,  hay  que  hacer 
otra  política".  Esto  es  lo  que  le  de-
cía  a  Franco.  A  partir  de  aquí  cen-
tro  la  crítica  sobre  los  gobernantes 
falangistas  y  cristiano-demócratas 
colaboracionistas  del  período  que  se 
extiende  desde  el 
la 
guerra  civil  hasta  mil  novecientos 
cincuentra  y  tres.  Y  centro  esa  crí-
tica  contra  Ruiz-Giménez  en  par-
ticular,  porque  está  entregando  el 
poder  a  unos  falangistas  con  la  eti-
queta  de  liberales.Esta  es  mi  críti-
ca.  Naturalmente,  Franco 
(que  no 
permitía  interferencias  de  criterios 
ajenos  al  suyo)  reacciona  contra  mí 
y  sanciona  con  gravedad,  suspen-
diéndome  en  mis  actividades  en  el 
Consejo  Superior  de  Investigaciones 
Científicas.  Fui  destituido  por  De-
creto  de  Franco,  a  propuesta 
de 
lo 
Ruiz-Giménez.  ¡Conste  que  no 
digo  en  contra  de  Ruiz-Giménez! 
El  mismo  me  dio  después  explica-
ciones.  Pero,  en  fin,  se  produce  es-
te  hecho,  este  choque  frontal  mío 
con  el  Régimen.  Hasta  el  punto  de 
que  mi  nombre  es  borrado,  prohi-
bido,  no  puede  figurar  en  ninguna 
publicación.  Y  durante  ese  periodo 
comienza  mi  evolución. 

término  de 

--¿Qué  sucede  entonces? 

la  gran 

—Vuelvo  a  salir  de  España 

(yo 
me  había  formado  en  el  extranje-
ro  durante  los  años  de  la  guerra 
mundial,  no  había  vivido  lo  que 
era  la  Europa  democrática)  porque 
me  encuentro  con  toda  la  hostili-
dad  del  Régimen  y  de  la  Falan-
ge,  acentuada  por  el  hecho  de  que 
era  monárquico. 
(¡Es  curioso,  s.o-
bre  todo  visto  ahora,  cuando  to-
dos  somos  monárquicos!)  El  hecho 
es  que  vuelvo  a  salir  de  España 
ante  ante  la  imposibilidad  de  rea-
in-
lizar  una  labor  pública  en  ti 
terior  y  advierto 
trans-
formación  ijue  se  ha  produ^vdo  en. 
Europa: 
Intento 
la  democracia. 
buscar  una  explicación  histórco-
filosófica  al  hecho  y  ello  me  lleva 
a  plantearme  el  problema  de 
la 
democracia  y  el-mundo  anglosa-
jón.  Precisamente  en  el  año  cin-
cuenta  y  ocho  me  marcho  a  Es-
tados  Unidos,  y  aquí  comienza  una 
nueva  etapa.  Esta,  pues,  del  cin-
cuenta  y  tres  al  cincuenta  v  ocho 
ha  sido  de  transición.  El  año  mi! 
novecientos  cincuenta  y  ocho  es-
tá  marcado  por  el  libro  " La   fuer-
za  creadora  de  la  libertad"  Des-
cubro  la  libertad  en  mil  novecien-
tos  cincuenta  y  ocho.  Lo  digo  f-on 
la  mayor  naturalidad  porque  he 
tenido  la  formación  tradicional  o 
conservadora,  que  es  lo  que  en  Es-
paña  se  llama  la  formación  cató-
lica.  Hasta  entonces  yo  reflejaba 
lo  que  era  el  clima  de  mis  maes-
tros,  los  autores  que  había  estu-
diado,  el  clima  de  la  sociedad  es-
pañola,  que  era  antiliberal.  Repi-
to  que  descubro  primero  el  valor 
de  la  liberta^,  la  fuerza  creadora 
de  la  libertad.  Es  un  libro,  pues, 
luego,  al  visitar 
de  transición.  Y 
los  Estados  Unidos,  descubro 
lo 
que  es  la  democracia.  Lo  cuento 
así  porque  no  es  nada  extraño; 
les  ha  pasado  a  muchos  escrito-

impacto.  Este 

res  y  pensadores  políticos...  R e-
cuerdo  ahora  el  gran  impacto  que 
producen  los  Estados  Unidos,  por 
ejemplo,  en  Tocqueville,  quien  co-
noce  allí  un  mundo  nuevo,  desco-
nocido  en  Europa:  el  mundo  de  la 
democracia  americana.  El 
impac-
to  de  la  democracia  americana  es 
un  impacto  profundo  en  la  vida 
contemporánea,  más 
intenso  aún 
que  el  que  pudo  producir  la  de-
inglesa.  -Modestamente, 
mocracia 
salvando  las  distancias,  he  apren-
dido  de  los  grandes  maestros  de 
la  sociología  y  busco  una  explica-
lo  más  profunda  posible  a 
ción 
impacto 
este  gran 
me  va  transformando  en  lo  más 
profundo,  hasta  publicar,  en  mil 
novecientos  sesenta  y  cuatro,  " L as 
nuevas  democracias".  Queda  cla-
ro  que  se  ha  producido  una 
in-
flexión  en  mi  vida.  Cito,  por  ejem-
plo,  la  crítica  de  Fernández  de  la 
Mora  en  " A B C ".   Y  las  cartas  de 
mis  amigos.  Recuerdo  las  de  Areil-
za,  la  de,  Antonio  Garrigues...  e 
incluso  una  postal  de  los  deste-
firmada 
rrados  en  Fuerteventura 
por  Joaquín  Satrústegui  y  otros 
que  estaban  con  él...  Todos  decían 
en  efecto,  que  había  tomado  una 
posición  clara,  en  sentido  demo-
crático,  que  me  iba  a  hacer  cho-
car  con  todos  mis  antiguos  ami-
gos.  Cosa  que  sí. se  ha  producido. 
Pero,  claro,  lo  consideraban  como 
una  aportación  positiva  a  la  vida 
española. 

-rEn  mil  novecientos  sesenta  y 
cuatro,  pues,  comienza  otra  eta-
p a . .. 

—Sí.  En  ese  año  se  puede  situar 
el  tercer  período  de  mi  evolución, 
ya  plenamente  democrático,  cuya 
manifestación  más  espectacular  es 
la  época  del  diario  " M a d r i d ".   Son 
cinco  años,  del  sesenta  y  seis  al 
setenta,  en  los  cuales  se  deshacen 
• todos  los  recelos  o  lo  que  podrían 
tacharse  de  motivaciones  tácticas 
de  comportamiento,  y  llegando  al 
final,  a  las  últimas  consecuencias, 
con  la  "catástrofe"  del  " M a d r i d ". 
Luego,  ya  en  el  exilio,  sigo  en  esta 
l í n ea  
plenamente  democrática, 
cuya  culminación  es  la  fundación 
en  París  de  la  Junta  Democrática 
en  julio  de  mil  novecientos  seten-
ta  y  cuatro. 

"Madrid" 

--¿Qué  significó  para  ti  la  aven-

tura  del  diario  "Madrid"? 

"hacía 

también, 

—Eh,  eh...  En  primer  lugar,  eh, 
eh...,  para  mí  fue...,  eh,  eh...  En 
primer 
lugar,  yo  soy,  si  quieres, 
originariamente  un  profesor,  un 
catedrático,  un  intelectual,  un  es-
critor...  Para  mí  fue  la  posibilidad 
de 
llevar  a  cabo  una  pedagogía 
política,  con  la  norma  (que  quede 
claro)  en  la  experiencia  de  Orte-
ga.  En  este  país  se  estaba  en  unas 
circunstancias  de  encogimiento  de 
la  vida  intelectual,  de  la  vida  uni-
versitaria.  Como  creo  que  dijo 
Ortega 
falta  el 
filósofo  en  la  plazuela".  O  sea, 
que  nabía  que  salir,  ¿no?,  había 
llegar  al  pueblo,  había  que 
que 
salir  de  los  marcos  cerrados  y  lle-
gar  a  las  gentes.  Esta  es  la  expe-
riencia  del  diario  " M a d r i d"   y,  en 
ese  sentido,  tengo  una 
impresión 
profundamente  positiva.  Los  as-
pectos  negativos  están  en  el  cho-
que  Con  el  Gobierno,  con  el  Régi-
men.  Pero  eso  me  permite  demos-
trar  hasta  la  saciedad  que  la  re-
forma  es  imposible.  Por  otra  par-
te,  teniendo  en  cuenta  que  mis 
amigos,  mis  procedencias  son  de 
la  derecha 
tradicional,  yo  tenía 
que  dialogar  con  ellos,  tratar  de 
convencerles  de  que  esa  orienta-
ción  no  tenía  porvenir  en  el  fu-
turo  dada  la  evolución  de  la  so-
ciedad  española  y  del  mundo.  La 
derecha,  como  tal  derecha  reac-
cionaria,  estaba  liquidada  por  los 
acontecimientos. 

—¿Qué  significó  para  España  la 

aventura  del  diario  "Madrid"  has-
ta  su  cierre? 

Opus 

—Un  centro  de  movilización  de 
jóvenes  periodistas  y  colaborado-
res.  Todo  el  mundo  recuerda  que 
fue  un  periódico  de  gran  amplitud 
liberal.  Fue  una  tribuna  abierta 
que  acogió  a  todo  el  mundo,  apro-
vechando  al  máximo  las  posibili-
dades  que  ofrecía  la  legislación  vi-
gente  en  aquella  época.  Creo  que 
supuso  también  la  posibilidad  de 
poner  de  relieve  que  había  erç  el 
país  una  corriente  Joven,  profun r 
da,  enérgica,  que  estaba  queriendo 
transformarlo.  De  hecho,  lo  que  se 
pretendía  era  la  plena  homogenei-
zación  de  la  vida  española  con  la 
de  Europa  Occidental,  lo  cual  era 
y  es  compatible  con  el  manteni-
miento  de  unas  peculiaridades  de 
tipo  espiritual  y  moral.  El  gran 
fue  el  de 
atractivo  del  " M a d r i d"  
manifestar  en  la  España  de  Fran-
co,  de  un  modo  vigoroso,  que  es-
taba  naciendo  otra  posibilidad, 
otro  modo  de  entender  la  vida  es-
pañola:  un  entendimiento  demo-
crático. 

—¿Va  a  volver  a  salir  el  diario? 
f i jé   -como 
— Yo   realmente  me 
meta  durante  todos  estos  años  el 
hacer  cuanto  fuera  posible  por  su 
reaparición.  En  efecto,  al  regresar 
a  España  me  he  encontrado  con 
que  todos  mis  amigos  me  aconse-
jaban  que  me  concentrase  en  su 
reaparición.  Esto  ha  hecho  que 
deseche  las "posiciones  de  política  de 
partido,  porque  un  diario  nacional 
independiente  debe  ser,  como  dice 
Vidal  Beneyto,  meta  partidista.  Es 
decir,  en  él  tienen  que  caber  gen-
tes  de  todos  los  partidos,  salvo  las 
limitaciones  de  los  extremos,  pues-
to  que  ha  de 'reflejar  al  muy  am-
plio  sector  de  la  vida  del  país  que 
tiene  mentalidad  democrática 
y 
liberal.  Eso  es  lo  que  he  venido 
ju-
haciendo  desde  mediados  de 
lio,  concentrando  todas  las  ener-
gías  en  su  reaparición.  Ahora,  tras 
la  sentencia  del  día  veinticinco, 
confío  en  que  desaparezcan  mu-
chas  de  las  dificultades  que  po-
dían  encontrarse. 

--El  recurso  ante  el  Tribunal 
Supremo  ya  se  ha  ganado.  Bien, 
¿cómo  será  el  "Madrid"-setenta  y 
siete?  Los  tiempos  no  son  los  mis-
mos . .. 

teniendo 

— Yo   siempre  he  dicho  que  las 
empresas  periodísticas  necesitan 
una  continuidad.  Creo  que  habría 
que  h a c er   un  diario 
" M a d r i d" 
actualizado.  Es  decir,  partir  del 
" M a d r i d"   de  entonces,  pero  adap-
tándolo  a  las  nuevas  circunstan-
cias  y  exigencias, 
en 
cuenta  que  el  público  se  ha  reno-
vado;  que  hay  unas  posibilidades 
que  no  se  daban  entonces  de  tipo 
intelectual,  político  y  técnico.  Hay 
una  nueva  competencia,  unas  nue-
vas  exigencias  por  parte  del  lec-
tor.  Hay  nuevos  gustos  y  la  po-
sibilidad  de  escoger...  Todo  ello 
tiene  que  ser  atendido,  pero  pro-
curando  al  máximo  que  exista  una 
continuidad  con  lo  que  supuso  la 
gran  aventura  del  " M a d r i d"  
de 
entonces. 

—¿Tú  eres  del  Opus  Dei? 

-^Sí. 
—¿Por  qué  te  hiciste  del  Opus 

Def? 

—¡A  mí  me  habló  del  Opus  Dei 
su  fundador,  ^ s e m a r ia  Escrivà  de 
Balaguer,  en  Valencia,  cuando  era 
•un  sacerdote  apenas  conocido,  un 
mes  de  abril,  en  los  años  treinta. 
Y  me  convenció  plenamente  al  ex-
plicarme  su  concepción,  la  concep-
ción  del  Opus  Dei...,  lo  que  ofre-
cía,  como  cristianos,  a  sus  hom-
"-buscar  la 
bres,  en  el  sentido 
perfección  cristiana  en  el  trabajo 
ordinario,  que  era  compatible  cpn 
la  vida  política.  Y  yo  ya  estaba 
en  la  vida  política  en  los  medios 
universitarios  y  vi  que  era  perfec-
tamepte  compatible  mi  vocación 
intelectual  y  política  con  mi  con-
cepción  religiosa,  tradicional  en  el 
sentido  cultural 
(y  ahora  empleo 
esta  palabra  con  el  sentido  que  le 
daba  mi  maestro  don  Marcelino 
Menéndez  y  Pelayo: 
"católico  a 
machamartillo").  Entonces,  al  oír 
que  un  sacerdote  me  hablaba  de 
una  línea  que  podía  ser  compati-
ble 
con  mis  ideas...  Aquello  me 
resultó  enormemente  atrayente  y 
acepté. 

—Hemos  hablado  de  tu  vocación 
política  hacia  la  democracia.  Bien. 
¿La  tendencia  espiritual  del  Opus 
no  resulta  un  tanto  integrista? 

—¡Bien!  Depende...  En  esto  hay 
que  tener  mucho  cuidado  con  las 
palabras.  ¿Qué  fluiere  decir  inte-
grista?  El  término  "integrista"  se 
emplea  habitualmente  en  política 
cuando  se  mezcla  lo  religioso  con 
lo  político.  Por  lo  menos  en  Es-
paña.  ,¡Hummm...!  Si 
integrista 
quiere  d e c ir   aceptar  el  cumplir 
exactamente  lo  que  es  la  ortodo-
xia...  No  es  la  palabra  más  ade-
cuada.  Sería  más  correcto  decir 
integrador  que  integrista.  Pero  la 
connotación  principal  de  esa  pa-
labra  es  la  de  un  claro  senFido  po-
lítico.  En  este  sentido,  la  conjun-
ción  de  lo  religioso  y  lo  político  no 
existe.  No  vale  la  palabra. 

--Yo,  más  que  en  un  integrismo 
político,  estaba  pensando  en  el  so-
ciológico  o  el  intelectual.  Me  da  la 
impresión  de  que  la  filosofía  a  que 
me  refiero  es  rígida  y  priva  al  in-
dividuo  de  libertad... 

—Bueno,  pues,  en  ese  sentido  me 
interesa  constatar  lo  contrario,  por 
mi  experiencia  personal.  En 
el 
Opus  Dei  se  practica  y  se  enseña 
de  un  modo  profundo  el  valor  de 
la  libertad.  Existe  esa  libertad,  y 
además  la  institución  está  monta-
da  sobre  el  derecho  del  respeto  a 
la  conciencia.  Tal  estimación  pto-
funda  puede  verse  en  " C a m i n o ". 

—A  "Camino"  le  pongo  la  pega 
de  poder  llegar  a  ser  un  prontua-
rio  alienador  que  ofrece  al  indivi-
duo  "de  tropa"  una  serie  de  solu-
ciones  fáciles  que  le  apartan  de  un 
sentido  crítico  más  amplio  y  gene-
ral. 

"En  el  Opus  Dei  se 
ensena  de  un  modo 
irofnndo  el  valor  de 
a  libertad" 

• H KH 

—Mi  éxpériencia  personal,  repi-
tó,  me   lleva-a  pensar  todo  lo  con-
trario." 

--Oye:  ¿La.  Iglesia  no  se  habrá 
"pasado"  en  materia  política,  so-
ciedad  y  costumbres? 

—Para  todo 

católico  hay  una 
norma,  que  es  sentir  con  la  Iglesia, 
estar  con  la  Iglesia.  Y  la  Iglesia  es 
la  Jerarquía  eclesiástica.  Todo  ca-
tólico  procura  estar  unido  al  magis-
terio  eclesiástico,  en  el  que  se  dan 
unas  constantes.  Hay  un  consenso 
clarísimo  que  yo  considero,  desde 
el  punto  de  vista  religioso  y  cultu-
ral  e  histórico,  plenamente  posi-
tivo. 

—¿De  qué  forma  crees  en  la  vi-

da  ultraterrestre? 

—Creo  que  es  exactamente  como 
dice  la  Iglesia  católica:  que  la  vida 
no  termina  con  la  muerte;  que  ter-
mina  la  vida  en  este  mundo  y  co-
mienza  otra,  la  vida  eterna,  la  vi-
da  en  el  Cielo,  que  es  una  vida  per-
fecta,  de  felicidad  plena. 

—¿Individualizada? 
—Sin  duda  alguna.  Yo   tengo  la 
lo  que 
sigo 
lo 

fe  del  carbonero.  Todo 
aprendí  en  el  catecismo 
creyendo. 

—A  un  hombre  del  Consejo  Su-
perior  de  Investigaciones  Científi-
cas  debo  preguntarle  esto:  ¿no  está 
esa  fe  en  oposición  con  los  conoci-
mientos  científicos? 

—No.  En  esto  pasa  algo  pare-
cido  a  lo  que  se  ha  hablado  de 
los  conflictos  en  el  seno  de  la  Igle-
sia,  en  la  historia  del  pensamiento 
de  la  Iglesia...  En  determinados 
momentos,  como  en  el  siglo  dieci-
nueve,  con  el  positivismo  y  el  ma-
terialismo,  incluso  en  el  dieciocho 
con  la  Ilustración,  se  han  exacer-
bado  estos  conflictos.  Realmente  no 
puede  contestarse  afirmativamente 
a  su  pregunta  porque  hoy  existe 
un  crisis  del  pensamiento  profun-
do,  del  pensamiento  puramente  ra-
cional,  apartado  del  pensamiento 
religioso.  Yo   diría  que  hoy  dominan 
las  tendencias  escépticas.  Por  tan-
to,  este  conflicto,  desde  el  punto  de 
vista  intelectual,  existe  menos  que 
en  períodos  anteriores. 

"Establishment" 

--Para  acabar,  volvamos  a  la  po-
lítica  y  a  España.  Tú  eres  el  intro-
ductor  del  concepto 
"establish-
ment"  en  nuestro  país.  ¿Cómo  ves 
el  "establishment"  hoy? 

este 

—Realmente, 

"establish-
m e n t"   al  que  yo  me  refiero  en  Es-
paña  (en  los  años  sesenta,  que  es 
cuando  empecé  a  emplearlo)  es  el 
que  agrupa  a  los  grandes  grupos 
los  grandes  Ban-
de  empresa,  a 
cos...,  al  margen  de  unos  sectores 
pequeños,  como  los  de  la  Falange, 
u  otros  muy  minoritarios,  como  la 
democracia  cristiana  o  los  teenó-
cratas,  creo  yo  que  sin  raíz  pro-
"establish-
funda  en  el  país.  El 
m e n t"   era  la  Banca,  la  gran  indus-
tria,  bastantes  ventanillas  de 
la 
Administración,  grandes 
sectores 
de 
la  propiedad  del  campo.  No 
tenían  una  participación  directa  en 
el  Gobierno  de  la  Administración 
franquista,  pero,  de  hecho, 
eran 
plenamente  solidarios  con  la  esta-
bilidad  que  Franco  había 
implan-
fuerza.  De  ella  era 
tado  por 
"establishment". 
el 
beneficiario 
Ahora  se  encuentra  con  que  al  de-
saparecer  Franco 
(que  era  el  que 
daba  un  orden  externo,  que  no  le 
resultaba  grato  al  "establecimien-
t o ",   pero  sí  beneficioso)  desaparece 
la  presión  de  la  fuerza.  Se  halla 
ante  situaciones  nuevas  y  se  en-
cuentra  como  sitiado.  Ha  perdido 
fuerza,  apremiado  a  cambiar  ese 
impuesto,  ese  orden 
orden  social 
sentido 
impuesto,  en  un 
político 
nuevo,  que  es  el  democrático.  Por-
que,  evidentemente,  en  'el  Estado 
español  tiene  que  haber  democra-
cia...  Y  ese  es  el  drama  actual  del 
"establishment". 
( " I n t e r v i ú ") 

la 

Sábado,  27-11-76 

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RAFAEL 
CALVO 
SERER 

Rafael  Calvo  Serer:  un  nombre  que  pasará  a  la  Historia  li-
gado  a  la  peripecia  del  diario  "Madrid".  Hoy  se  habla  más  que 
nunca  de  él,  sobre  todo  después  del  fallo  favorable  y  sonadísimo 
del  Tribunal  Supremo  a su pleito  con  la Administración.  Algo  tre-
mendo.  "Más  sonado  que  el  Watergate"",  me  diría  él. 

Pero,  ¿quién  es  Rafael  Calvo?  ¿Qué  es  Rafael  Calvo?  ¿Qué 
sabe  el  español  de  la  calle,  que  va  cara  a  la  democracia  y  al  re-
feréndum  y  que  habrá  de  votar  a  unos  o  a  otros,  de  él? 

n w n M B B S O T ^ ^^ 

Mi 

ÍOjeilOB 

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