1977-01-24.POR FAVOR 134.ENTREVISTA AGT

Publicado: 1977-01-24 · Medio: POR FAVOR 134

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24 enero. ario 4. número 134	

40 ptas.

'GARCIA TREVIJANO

EL INDEPENDIENTE CON LEYENDAS

—Dicen que va a contraatacar, que García
Trevóano saca a la calle algo sobre Guinea...
—El día primero de febrero saldrá a la ven-
ta un libro con el título de mi intervención en
Guinea y con el slogan de la editorial «lo que
ta prensa no publica». Ese libro no es más
que el dossier, el informe, que entregué a un
centenar de periodistas a los que convoqué
tiempo atrás en el hotel  «Eurobuilding» para
una rueda de prensa. En ese  dosier se demos-
traba con pruebas fehacientes que eran falsos
los argumentos que, para difamarme, empleó
contra mí el PSOE. Pero ciertos sectores de la
prensa han actuado mezquinamente y aunque
mi despacho siempre estuvo abierto a todos
en las negras horas del  franquismo, fueron
pocos los que vinieron a cerciorarse de si las
difamaciones del PSOE eran verdad. Cuando
investigué por que esos documentos que fa-
cilite a la prensa no habían sido publicados,
muchos directores me respondieron que ha-
bían sufrido fuertes presiones por parte del
Gobierno, del PSOE y de Alianza Popular pa-
ra que se publicase en sus periódicos todo lo
que podía perjudicarme pero nada de lo que
pudiera favorecerme.

—Es una extraña alianza esa de Gobierno,

PSOE. Alianza Popular...

—No tan extraña desde el punto de vista de
los intereses objetivos que están en juego en
la democracia española. Dadas mis posiciones
Políticas la considero muy normal: por dis-
tintos puntos había una coincidencia en el
interés común para eliminarme del momento
político. El libro no añade ni una coma a lo
que en su día entregué y el hecho de que yo
tenga que publicarlo es una vergüenza para la
prensa.

—éPor qué?
—Porque demuestra que no es libre y no ha
aprendido todavía lo que es la ética pro-
fesional.

—Y de esa triple alianza de que hablas,
¡cuántos nombres están implicados en lo de
Guinea?

—El asunto no viene por ahí. Yo creo que
la operación que se ha montado para poner-
me en una situación difícil ante la opinión
pública no está motivada por la corrupción
que haya habido en Guinea durante el colo-
nialismo, sino que creo que ha sido debida a
una coincidencia de intereses porque, sin que-
rer presumir de mi historia, conmigo se ha
intentado todo por el simple hecho de querer
cumplir con mi deber de demócrata: desde
pegarme una paliza, a la cárcel, pasando por
la intentona de comprar mi conciencia —cosa
que hizo Fraga— prometiéndome libertad polí-
tica sí rompía con mis aliados y concretamen-
te con el partido comunista. Ahora se ha in-
tentado esto ya que sólo quedaba como so-
lución o la muerte física o la muerte moral,
que es la difamación. Yo agradezco mucho al
PSOE y a Felipe González en concreto que
haya decidido usar el arma de la difamación
y no el matarme. No olvidaré nunca que han
sido generosos conmigo.

—Corre por ahí que cuando hay alguien con
poco porvenir se le dice «tienes  MOZOS  porve-
nir que el Trevi...«...

—Claro. El problema es que hoy, en España,
no tiene poder ninguno ni el Gobierno, ni la
Oposición, ni el Ejército, porque aunque ten-
ga el poder de hecho efectivo, no está dis-
puesto a utilizarlo. ¿Quién tiene pues el po-
der? No es nada nuevo decir que está
ocurriendo lo que ocurre siempre en épocas
crisis: el poder lo tiene la opinión pública

—La oposición no tiene que correr para
visitar al presidente del gobierno y luego decir
que es simpatiquísimo, inteligentísimo  y pre-
paradísimo. La oposición lo que tiene que ha-
cer es trasladar el equilibrio social y político
a un centro de poder que sea durable —y por
tanto al Estado— desde el punto de vista
de lo que se defiende. Yo me reafirmo en que
el gobierno actual es un gobierno franquista
que está defendiendo los intereses franquistas
porque sus intereses económicos son fran-
quistas y todo su objetivo es la continuación
del régimen bajo unas fórmulas distintas. Por-
que pienso esto y defenderé siempre esto es
por lo que el PSOE me ataca y algunos par-
tidos —no todos— han permanecido pasivos,
--¡Le dio buena comida a Santiago Carrillo

cuando le invitó el otro día  a su casa?

—Mi mujer, que es francesa, le hizo un
guiso popular francés, algo así como  boeuf
a la mode, con pierna de cordero y zana-
horia. Tarda cinco o seis horas en hacerse.
Por eso es muy típico allí: porque la mujer
lo pone en el fuego y se va a su trabajo.

—Carrillo es una de esas personas que hace

elogios del presidente Suárez...

—El Partido Comunista es un problema es-
pecífico. Por otra parte, yo también puedo
hacer elogios de Suárez si lo comparo con
Carrero Blanco,  con Arias o con Fraga . En
esta vida todo es relativo. Suárez es incom-
parablemente mejor y el día en que lo nom-
braron el único que hizo un elogio fui yo —en
«El País»— mientras todos los partidos polí-
ticos decían que era un paso atrás. ¿Por qué
dije eso? Porque Suárez representaba exacta-
mente lo que representó Carrero: el equilibrio
entre la oligarquía financiera y la  tecnoburo-
cracia del Opus y la Falange. Y eso lo es-
cribí. Son los otros los que tienen que rec-
tificar.

—Suárez...
—Suárez ha introducido una moda y en
consecuencia ha cambiado los modos al in-
troducir la moda del diálogo que en realidad
es un monólogo puesto que aunque deja ha-
blar es él quien toma las decisiones. ,¿En qué
ley ha tenido la oposición una intervención?
—De antes de fundar la Junta Democrática,
hay leyendas en torno a usted: que si cenaba
asiduamente con el director general de Se-
guridad, señor Blanco; que si había tenido
negocios con el procurador sindical  Dionisio
Martín Sanz, que si...

—Primero: no he cenado ni comido ni una
sola vez con Blanco. Segundo: no he tenido
j amás un solo negocio con Dionisio Martín
Sanz. ¿Empezamos a poner las cosas en claro?

—Empezamos...
—Lo de Martín Sanz: cuando vine a traba-
jar como abogado a Madrid busqué un traba-
jo a través de anuncios económicos en los
periódicos. Allí apareció la empresa  «Migros»,
que no conocía de nada, y allí estaba  Dionisio
Martín Sanz, al que no conocía de nada y que
me pagaba 25.000 pesetas mensuales...

—Poco...
—Sólo por las mañanas. «Migros» es una
cooperativa de gran prestigio en Europa que
Dionisio trajo a España, no le  fue bien y
quebró, y a eso me dediqué yo: a solucionar
los problemas que originaba la quiebra. Luego
fue la propia casa suiza la que me nombró su
abogado con el fin de que salvara el pres-
tigio de la marca. Me dieron unos ocho mi-
llones de pesetas con el fin de que pagara
a los pequeños detallistas de tiendas de  ul-

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:oh

«Ser ilemócram es la ideología nuis precisa y
más concreta que se puede tener.»

porque todavía no ha cuajado, hay una época
de transición, va a cristalizar en algo y ese
algo es lo que todos quieren capitalizar con-
quistando el favor de la opinión pública, pero
como llevamos cuarenta años sin libertad y
sin pensamiento crítico la opinión pública no
existe como entidad de estructura autónoma,
ni en la clase obrera ni en la burguesía, y
cuando no existe una libertad crítica ni una
tradición de libertades y la opinión pública
es determinante, el poder lo tiene la prensa.
Absolutamente. No hay en el mundo un país
en donde la prensa y la televisión tengan
más poder que el que tienen en España. Pe-
ro tampoco es un poder autónomo, sino un
poder que viene del franquismo, que quiere
olvidar que ha vivido adulando al dictador y
que es necesaria una nueva imagen ante la
opinión pública a punto de cristalizar. Es la
prensa y los intereses a lo que sirve la pri-
mera interesada en que no hubiese ruptura
ha impuesto la reforma al gobierno; es la
prensa la que a posteriori a creado la imagen
de Suárez, y es la prensa la que ha impedido
que la oposición continuase con su alternativa
de ruptura. En esas condiciones la prensa
hace lo que quiere y una de las operaciones
ha sido deshacerse de  Trevi¡ano. ¿Que corre
la frase de que tienes menos porvenir polí-
tico que el Trevi? ¡La prensa! ¿Que Treviiano
ha arruinado su carrera política? ¡La prensa!
¿Que a Trevijano hay que hacerle una esta-
tua en el Valle de los Caídos? ¡La prensa!
No hay ni una sola frase sobre  Treviiano que
no haya sido fabricada por un periodista! Y
quede claro que hablo en general; salvo a la
prensa de Catalunya y de Madrid al «Ya».
¡Pero los demás, empezando por el «Blanco
y Negro«, que tiene al periodista que escri-
bió la información sobre el  Trevi afiliado al
PSOE„.! Pero ya llegará el día que la opinión
pública sabrá que esto que se ha inventado
el PSOE y «Cambio 16» ni es socialista, ni  es
demócrata, ni es la libertad. Será entonces
el momento de ver si soy un cadáver.

—La oposición...

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los que por haber confiado en el
prestigio «Migros» habían perdido dinero.
Esos millones se pusieron en la cuenta de
Martin Sanz, se fue pagando a los perjudica-
dos y cuando quedaban un par de millones,
él dijo que no entregaba ni un céntimo más
porque también había tenido pérdidas. Yo le
dije que eso era una estafa, fui a Suiza, hablé
del asunto, le puse una querella criminal y
cuando va estaba en marcha la propia casa
suiza me dijo que la retirara;  so nie negué
dejé «Migros». Esa es la historia de «mi

negocio» con Martín Sanz.

—t'Y las comidas o cenas  co,, Blanco?
—Estaría en un manicomio si con la cohe-
rencia política que yo he demostrado fuese
capaz de la contradición de haber ido a comer
a cenar regularmente con Blanco, siendo
éste director general de Seguridad. A Eduardo
Blanco le conocí, por medio de Luis Valls Ta-
berner, el año 1967. Yo había estado aquel
verano con don Juan, que me había pedido
me informara sobre si era cierto que Franco
se había desmayado en una cacería, en Ca-
zorla. Blanco quedó sorprendido de que yo
estuviera al corriente de un secreto militar,
porque un resfriado de Franco era un secreto
militar. Después de esa ocasión habré habla-
do con Eduardo Blanco —siempre en la direc-
ción general de Seguridad— una decena de
ocasiones, y siempre por razones políticas. La
La segunda vez que le vi fue para sacar de la
cárcel al administrador de un local de mi pro-
piedad que yo habia cedido para una reunión
de Comisiones Obreras sin que el hombre su-
piese nada. En otra ocasión también le visité
para decirle que me hacía cargo del asunto
de Guinea y que, dado que estaba vigilado, no
se extrañase si veía entrar a mi despacho a
grupos de veinte o treinta negros. Además le
informé de que ya se lo había comunicado
a Castiella, entonces ministro de Asuntos
Exteriores.

—A Franco ele ha visto alguna vez?
—Nunca. Ni a Carrero, pese a que también
se ha dicho que yo era agente de Carrero
Blanco. ¡Que otra leyenda hay?

—Que le gustaría ser ministro de la Gober-

nación...

—e.Con quién?
—Co,, un gobierno democrático...
—Entonces, dentro de cincuenta años 'quizá.
—Jan pesimista es?
—No puede haber gobierno democrático  sin

fuerzas democráticas, y éstas no existen.

—Es 1111 poco fuerte eso...
—Ha y fuerzas que quieren el diez, el veinte
por ciento. Fuerza democrática que quiera el
poder, el estado, yo no veo ninguna.

—eHay miedo a coger en mano la herencia

del f ranquismo?

—No. Lo que hay es impotencia. Las fuerzas
democráticas desconocen que el franquismo
ha trasformado por completo la naturaleza y
la función del estado, que es moderno como
pueda ser el francés o el americano. La es-
tructura de un estado moderno es algo más
que la imagen de un dictador.

—/Cómo se puede ir a la ruptura?
—No puede venir mientras las masas no

entren en la escena política.

—Y las masas, desde mediados del 76, más

bien ha perdido poder en la calle...

—Desde julio, desde las manifestaciones por
la amnistía. Desde esas fechas las masas han
sido conscientemente apartadas de la escena
política. Y la gran responsabilidad de esa
operación ha sido fundamentalmente del
PSOE y de los partidos de izquierda que no
han querido enfrentarse a él por creer en su
papel hegemónico, que no es tal. Si lo fuera,
si el papel del PSOE fuese decisivo para la de-
mocracia en España. aquí no habría demo-
cracia nunca.

-

es entonces la fuerza de izquierda

importante en España?

24 •

•

—No, no. no. De ninguna manera. En pri-
mer lugar, todos los conceptos que se usan
en España sobre derecha o iz q uierda lo son
con referencia a la terminologia usada en el
año 1939, cuando la sociedad y el Estado es-
taban separados y las posiciones de derecha e
izquierda se determinaban en el seno de la so-
ciedad. Según esas referencias, a la izquierda
estaba el anarquismo y más a la derecha del
anarquismo el comunismo, porque aspiraba a
la destrucción del estado no de inmediato,
sino un poco más tarde, y más a la derecha
del comunismo estaba el socialismo, y así..
Todo eso a mi me parece arcaico, periclitado
V propio de una civilización terminada; no me
afecta. Para mi el problema de la derecha y
de la izquierda está situado en un terreno: la
lucha por la conquista de un estado demo-
crático. y en esa lucha sólo ha y dos líneas:
la oligarquía por un lado  y todas las demás
clases asalariadas y de la burguesía del em-
presariado independiente por el otro. Eso
quiso ser la junta democrática: la alianza de
todas las clases no monopolísticas de la so-
ciedad española, la de todos aquellos que no
están adscritos ni dependen de una manera
orgánica al capital financiero. Si en esa junta
yo me sitúo en el centro no lo es ideológica-
mente, ya que para mi la política es como el
arte militar, es una batalla permanente, sino
porque me sentía responsable de que en aquel
abanico de fuerzas tan heterogéneas el equili-
brio no pudiera romperse. Y eso es lo mismo
que he venido haciendo en coordinación demo-
crática y lo mismo que hago ahora, porque si
el objetivo es el estado democrático, acepto
que se me diga ahora que soy de extrema iz-
quierda. Sí, soy de extrema izquierda. Pero
si con decir que so y de extrema izquierda se
quiere decir que tengo una ideología de las
que segregó la sociedad agraria de hace cua-
renta años, entonces me río, porque no sien-
do marxista ¡cómo puedo ser de extrema
izquierda?

—;Pero está por el socialismo, o no está Por

el socialismo?

—Sí, sí, sí. Esa es otra cuestión. Las únicas
ideologías que segregó la sociedad de hace
cuarenta años fueron el anarquismo, el comu-
nismo y el socialismo. Ocurre que yo no soy
de ninguno de esos socialismos. Soy demó-
crata. Y so sé que ser demócrata —y la gente
cree que ser demócatra es no ser nada— es
la ideología más precisa  y más concreta que
se puede tener frente a un mundo y a un es-
tado que solamente trabajando y profundi-
zando en la democracia puede llegar a la iden-
tificación entre la sociedad civil y la sociedad
politica; se puede llegar a que toda la maqui-
naria, todo el inmenso poder de los monopo-
lios públicos y del estado, estén dirigidos en
favor de las inmensas capas populares de la
población, y no de la oligarquia. ¿Que a eso
se le llama socialismo porque no hay otra pa-
labra? Bueno. Pues so y socialista, sin que
tenga nada que ver con el socialismo que
han descrito desde el punto de vista científico
ni populista.

—Y entre este maremagnum de siglas  y de
ideas, ¿qué pinta el grupo de los independien-
tes?

—A los independientes les definiría como
un grupo bastante homogéneo. Desde un pun-
to de vista negativo están todos aquellos que
han querido luchar por la democracia a un
mismo nivel de compromiso y de riesgo per-
sonal que los partidos mas comprometidos
pero que ideológicamente no estaban de
acuerdo a la hora de definirse con la ideolo-
gía de esos partidos por estimar que corres-
ponden a otras épocas o bien porque, estando
de acuerdo, estimaban que esos partidos no
ponían de acuerdo su ideología con su prác-
tica. Entre los independientes hay gentes con
ideologías de izquierda pero los hay también
procedentes del liberalismo progresista.

—O sea que entre estos demócratas inde-
pendientes los hay que están por el socialis-
mo y oIrr, (lis . 11(1

«Me ataca la coalición gobierno. PSOE,  Alian-
za Popular.»

—La fuerza potencial de las masas oprimi-
das a lo largo de cuarenta años sin libertades.
Esa acumulación de energías deben ser un
día liberadas, pero esa irrupción no creo que
llegue de modo violento porque la experiencia
de la guerra civil y de la opresión creo que
ha dado a las masas españolas conciencia de
estado y saben que no se puede ir a con-
quistar en una semana lo que en cuarenta
años no han tenido. La cuestión estriba en
saber interpretar a esas masas. La cuestión
estriba, en fin. en que la preocupación del
partido-organización, la preocupación del par-
tido-institución, va a largo plazo en contra de
la propia naturaleza del partido.

—Dicen que ahora le cae muy bien el PTE..
—Me cae muy bien todo partido y toda
persona que sea coherente con lo que dice y
con lo que hace. Por eso me ha caído muy
bien el Partido Comunista, me ha caído muy
bien el Partido del Trabajo, muy bien el MC
y muy bien el ORT, y no puedo hacer distin-
ciones entre ninguno, porque yo solamente
puedo juzgar a los demás por  la coherencia
interna entre su filosofía y su praxis. Luego,
el hecho de que coincidamos, como coincidi-
mos dentro de coordinación democrática, que
tenía como objetivo el conseguir la democra-
cia, hará natura/ que nos encontrásemos en
las mismas posiciones porque ellos y yo éra-
mos coherentes entre lo que decíamos  y lo
que hacíamos. Pero no eran posiciones ideo-
lógicas derivadas de una determinada idea
logia marxista de izquierdas, sino de algo más
simple: conseguir la democracia y conseguir
la ruptura, y ahí estamos, porque a Roma se
puede ir por autobús, por tren o por barco, y
nosotros hemos dicho «vamos a Roma, vamos
en tren» y como vamos por las mismas fe-
chas, vamos a ir también en el mismo vagón.
Con los demás, decidías ir a Roma, marchar
en tren y ocupar el vagón número trece el día
ocho pero a la hora de la verdad, en la esta-
ción no estaban todos porque muchos se ha-
bían ido a otro sitio e incluso los que se-
guían vendo a Roma, en lugar del ocho iban
al cuatro, se subían a otro vagón y, en mu-
chos casos, incluso cambiaban el tren por el
avión o por la barca de remo...

—En la época de la junta democrática apa-
recía como un hotnbre de centro izquierda.
Ahora aparece más bien como un hombre de
extrema izquierda...

he
Tierno Galvän o a Santiago Carrillo les
arjeta de
enseñado y deslumbrado con una t
crédito o el flete de un avión va un abismo.
¡O es menos digna una oposición que cena en
reír! Yo
buenos restaurantes? ¡No me hagan
afirmo que en Guinea no he ganad
o dinero
pero afirmo también que lamento profunda-
mente no haberlo ganado y digo públicamen
te que me hubiese gustado ganar
mil o dos
mil millones de pesetas porque entonces el
Todas es
triunfo de la oposición era seguro.
tas tonterías que se dicen no son -
sino com
plejos de frustración e inferioridad de cuaren-
ta años de franquismo.

—Por el asunto de Guinea resulta curioso
ha ataca-
adrid

que el sector de prensa que más le
do sea el procedente del diario «M»...
Madrid

—Es lógico. Es un grupito no del «».
que eran trescientos trabajadores, sino de pe-
riodistas que se pueden contar con
los dedos
de una mano, que llegaron incluso ha querer
seguir saliendo tras quedarse con la cabecera
del periódico. Yo les dije aquel día, delante
de los demás, que para hacer eso tenían que
tumbar primero a la dictadura franquista, ga-
nar después una revolución socialista en la
calle v, para terminar, iniciar y ganar una re-
volución autogestionaria dentro de la empresa
del «Madrid». «Sólo cuando hayáis ganado to-
das esas cosas podéis venirme a ver para que
os dé la cabecera del periódico», les dije. Por
eso me atacan ahora.

«Me acabo de pegar el porrazo ahora, ¿y qué?»

—Si, sf, sí. Aunque la mayoría son de ideo-
logía socialista. Pero también hay mucho de-
mócrata radical, que son lo que hoy sería
Azaña. Este grupo abunda entre los catedráti-
cos de universidad. Yo no. Yo so y dialéctico
Y Por lo tanto del radicalismo sólo me atrae
el amor, la pasión por las libertades. Nada
más. Yo no creo que el radicalismo tenga na-
da que hacer en el mundo moderno. Es algo
del pasado, que sirvió para dar conciencias
a las masas campesinas y llevarlas desde la
izquierda a una alianza con las clases obreras
de la ciudad con las que fundamentar, conso-
lidar el estado laico, la enseñanza libre... unas
batallas que no son las de un estado moder-
no. Muchos me han pedido que resucite la
ideología radical quizá porque han confun-
dido la radicalidad de mis posturas con una
ideología y no es eso.

—eVais  a ir a las elecciones como indepen-

dientes o no vais a ir?

—Hoy por hoy y aun considerando que es
un error ir a las elecciones, si se dan todas
la libertades, si pueden ir todos los partidos
políticos sin excepción, pensamos que hay que
aceptar el riesgo y correr la misma suerte
que la oposición porque nuestra causa es la
de la oposición aun pensando que estén todos
equivocados. Por eso participaremos, para
correr su misma suerte, en lugar de quedar-
nos en casa para luego denunciar los errores
de los demás como si fuesemos unos señori-
tos.

—¡Y está el grupo independiente en condi-
ciones de movilizar todo el aparato que pre-
suponen unas elecciones?

—Sí. Mejor que la mayoría de los partidos.
—ePorryle tiene mucho dinero?
—No. Simplemente porque con excepción
del partido comunista, los únicos que estamos
implantados en todo el territorio nacional so-
mos nosotros. Por otra parte éstas van a ser
unas elecciones a las personas, no a las ideo-
logías, porque en este país no se distingue
que es cada cosa entre el maremagnum de
siglas que hay. ¡Si ya no me aclaro ni yo, que
llevo muchos años metidos en política! En
estas elecciones, que yo llamaría las elecciones
de la ignorancia, se va a votar a los nombres
de las personas ¡y quién mejor situados que
los independientes? Por un lado los franquis-
tas y por los otros nosotros vamos a ser los
grandes recipientarios de los votos de la igno-

rancia y del miedo. No vamos a hacer tam-
poco una campaña a la americana, cosa para
la que está más preparado cualquier partido
que reciba dinero de Alemania, Nuestra cam-
paña estará basada en el coraje, en la deci-
sión, en la confianza en nosotros mismos.

—Dice la leyenda que en una ocasión casi
raptó a don Juan de Barbón para montarle
una entrevista con Diez-Alegría...

—Salvo lo del rapto, lo demás es cierto. Fue
cuando don Juan de Borbón vino por primera
vez a Madrid, al bautizo de su nieto. Cuando
venía de visitar a Menéndez Pidal pasó por
delante de mi casa, mandó al chófer que pa-
rase el automóvil, bajó y subió a verme...
Ya está.

—Pero hubo el natural desconcierto...
—Hombre, sí, claro. Iba con veinte policías,
motoristas de escolta... Cuando desapareció
del automóvil cortaron los teléfonos de toda
la zona, bloquearon las calles, pusieron ame-
tralladoras en las azoteas. Creían que se ha-
bía dado un golpe de estado o algo así. Fue
cuando se extendió en los medios oficiales la
noticia cuando algunas personas vinieron a mi
casa a ver qué pasaba y uno de los que vino
fue Diez-Alegría, con el que tomamos una co-
pa don Juan y yo.

—Sigamos con la leyenda: se dice que toda
tu autoridad con sectores de la oposición
arranca simplemente del hecho de que a una
oposición sin medios tú le enseñaste que se
podían alquilar aviones para ir a Estrasburgo
y que se podía viajar por el mundo con unas
cosas que se llaman tarjetas de crédito...

—Eso es también una idiotez de los onetos.
Yo me he ganado la vida con mi trabajo de
abogado y he ganado bastante porque he es-
tudiado mucho en mi vida y puedo llevar
buenos casos. Ocurre que ese dinero.  en lugar
de llevármelo al extranjero, de comprarme
fincas, de emplearlo en valores o en acciones
o en negocios a nombres de terceros, lo he
empleado en que mi familia viviera lo mejor
que pudiera y en la política. Y como gastarse
dinero en la política en este país no lo ha
hecho nadie a muchos imbéciles les sabe mal
que invite a la oposición a comer en un res-
taurante de lujo en lugar de llevármela, para
hacer demagogia hipócrita, a una tasca ba-
rata. Ha sido para mí un honor inmenso lle-
var a mis amigos a los mejores sitios que he
podido. Pero de eso a la cretinez de que a

—etln grupito de cinco...?
—Si, sí, ya sabéis quiénes son: los onetos
de «Cambio 16». Y lo que digo yo lo puede
decir cualquiera de los trescientos trabajado-
res del «Madrid», que tengo buena memoria
para saber lo que digo. Por algo fui notario.

—ePor qué dejó lo de notario?
—Por razones de independencia. Empece co
un pueblo de Teruel —Montalván— en donde
vive a fondo el problema de la minería del
carbón. Luego pedí el traslado a una zona ra-
dicalmente agrícola, porque vo llegue a la no-
taría con un gran bagaje intelectual pero con
poca experiencia humana. V q uería tenerla.
Fui a Jarandilla, en donde se implantaban los
nuevos regadíos, con el problema de unos cin-
co mil aparceros que dependían exclusivamen-
te de su trabajo en el tabaco y el algodón.
Les organicé la primera huelga en el sector
porque sus condiciones de vida eran infrahu-
manas. Licinio de la Fuente, que era goberna-
dor de Cáceres, me llamó y me dijo que me
iban a sacar de la carrera si seguía así. El re-
sultado es que la aparecería no existe  en la
zona, que donde se cultivaba tabaco y algodón
los propietarios han tenido que plantar árbo-
les frutales, que se doblaron y triplicaron los
salarios, que los riquillos me hicieron el boi-
cot en todas las escrituras y  que a los tres
años de aguantar y habiendo aprendido de la
vida lo que quería aprender, pedí la exceden-
cia, me fui a Madrid y empecé a trabajar
como abogado.

—Parece que le gusta el ejercicio del trape-

cista...

—¡Por qué?
—Más difícil todavía, nada por aquí, nada

por allá, hale hop y encima sin red. .

—Si la red equivale a la retaguardia, es
cierto: nunca me he buscado una retaguardia.
Pero eso le habrá pasado a miles de perso-
nas, sobre todo de la clase obrera.

—Los trapecistas se terminan pegando el

gran porrazo...

—Yo me lo acabo de pegar ahora. ¡Y qué?
—Volverá a trabajar sin miedo, vamos...
—Eso seguro.
—Antes quizá estalle la hipótesis de que tie-
ne a Oriol Urquijo encerrado en uno cual-
quiera de estos despachos...

—Pues sí. Como su yerno vive en la esca-

lera ..

Josep RAMONEDA
Jose MARTI GOMEZ
Fotos: Santiago LLOBREGAT

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