1995-12-04.LA VANGUARDIA.ENTRESIJOS VILALLONGA
Publicado: 1995-12-04 · Medio: LA VANGUARDIA
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LUNES, 4 DICIEMBRE 1995 O P I N I ÓN LA VANGUARDIA 23 CARTA DE PARÍS. JOSÉ LUIS DE VILALLONGA Entresijos Ya empieza a amainar el enorme inte- rés que ha despertado en el gran pú- blico la historia de la transición, contada en todos sus detalles por Victoria Prego en su estupendo serial que, por cierto, llevaba tres años olvidado en un cajón de Televisión Española. Pero más que las eru- ditas explicaciones, más que las interpretacio- nes de los historiadores, a mí siempre me han interesado los entresijos de los grandes acon- tecimientos políticos. Mi afición a meterme a veces en camisa de once varas me ha permiti- do, en varias ocasiones, vivir de cerca ciertos hechos que aclaran con nitidez algunos pro- blemas que hasta ahora parecían pertenecer al mundo de los iniciados. ¿Qué hizo, por ejem- plo, que Antonio García Trevijano, ex notario y coordinador de la Junta Democrática, en Pa- rís, se declarara apasionadamente republica- no después de haber asesorado -a mi parecer, equivocadamente- al conde de Barcelona, cuando éste no parecía haber aceptado toda- vía que su hijo don Juan Carlos asumiera, en su lugar, la Corona? Noviembre de 1975, en la sede de la Junta Democrática de París. Franco lleva semanas agonizando y se espera que fallezca de un mo- mento a otro. Desde hace ya días, Calvo Serer, García Trevijano, Vidal Beneyto, Carrillo y otros miembros de la junta, tratan en vano de tomar contacto con don Juan de Borbón. Des- de su domicilio del bulevar Malesherbes, un secretario contesta una y otra vez que don Juan no está en casa y que no se sabe a qué hora volverá. Es evidente que el conde evita poner- se al teléfono. El que peor soporta la situación es García Trevijano. Está absolutamente em- peñado en que don Juan se declare partidario, en la prensa francesa, de una drástica ruptura con el régimen franquista. En la junta, excep- ción hecha del ex notario, nadie -y menos que nadie Santiago Carrillo, el más inteligente de todos- cree en la necesidad de esa ruptura. So- bre todo desde que don Juan Carlos había he- cho saber cuál era su posición: no a la ruptura inmediata, pero sí a la recuperación de las li- bertades. La ruptura, de haberla encabezado don Juan de Borbón, implicaba peligros in- calculables, entre otros el rechazo, probable- mente violento, por parte de las fuerzas arma- das, que todavía creían que don Juan Carlos encarnaba el continuismo. Tras varias horas intentando en vano conec- tar con don Juan, Carrillo me dice de pronto: "Llámale tú. A ti seguro que te recibirá". Y en efecto, el secretario del conde me dio cita a las cuatro de aquella misma tarde. Inmediata- mente, Trevijano, sin ocultar su mal humor, comenzó a aleccionarme sobre lo que debía decir a don Juan. Trevijano siempre ha sido aficionado a soltar soporíferos rollos, prefe- rentemente sobre las diferencias existentes en- tre la democracia y el liberalismo. Pero esta vez su mensaje es muy simple: la última opor- tunidad que tiene don Juan para recuperar la Corona se la brinda la Junta Democrática, a la EL CASTILLO DE naipes que pretendía levantar García Trevijano, enfrentando al padre contra el hijo, acababa de desmoronarse que debía adherirse públicamente y sin pérdida de tiempo. Trevijano insiste una vez más en que sólo don Juan representa la democracia, en tan- to que su hijo encarnaba la continuación pura y simple del franquismo. Carrillo escuchaba con aire escéptico sin decir nada. Ya en el taxi que me llevaba a casa del mar- qués de Marianao, el anfitrión catalán del con- de, repasé in mente el discurso de Trevijano que de repente me sonaba a pura paranoia. Hacía ya mucho tiempo que el problema dinástico de los Borbones sólo interesaba a un grupo mino- ritario de monárquicos nostálgicos. Para los republicanos -es decir, para los que iban a apoyar la monarquía de don Juan Carlos- el tema se reducía a un problema de familia que nada tenía que verxon ellos. El conde de Barcelona me recibió en pijama, sentado frente a un televisor y con un vaso de whisky en la mano. Parecía estar allí desde ha- cía varias horas, esperando como todos noso- tros, la noticia del fallecimiento del dictador. Tras intercambiar varias frases sin importan- cia, don Juan me preguntó: "Bueno, dime, ¿a qué has venido?". No lo dudé ni un instante. Decidí olvidar el mensaje de Trevijano y dije a don Juan: "Señor, en cuanto Franco haya muerto, los monárquicos tendremos que hacer frente a una situación muy difícil, por- que nos vamos a encontrar con dos reyes: Vuestra Majestad en Estoril y el príncipe don Juan Carlos en Madrid. ¿Qué es lo que debe- mos de hacer?". Don Juan me contempló lar- gamente en silencio. Se había puesto muy páli- do y noté que de repente le temblaba la barbi- lla. Pareció hacer un gran esfuerzo para concentrarse en sí mismo y me contestó con voz sorda: "¡Al Príncipe tendréis que ayudarle con todas vuestras fuerzas!". Se acabaron los malabarismos. El conde de Barcelona acababa de poner fin con unas pocas palabras a un pro- blema que nos preocupaba a todos. Me dije que si don Juan nos pedía que ayudáramos al Príncipe era porque él tenía la intención de ha- cer lo mismo. El castillo de naipes que preten- día levantar García Trevijano, enfrentando al padre contra el hijo, acababa de desmoronar- se. Nos quedamos los dos callados unos ins- tantes mientras desfilaban por el televisor los jugadores de un equipo de fútbol recién llega- do a París. A punto ya de despedirme de don Juan, empecé a decir: "A propósito, señor, García Trevijano"... De un gesto el conde me paró en seco. "¡No, por favor, no me hables de ése! Dios sabe en qué nuevo lío querrá meter- me!" Y para darme a entender que no había más que hablar, don Juan me abrió la puerta del salón y me despidió dándome una palma- da en el hombro. Ya restaurada la monarquía de don Juan Carlos, Trevijano ofreció sus servicios en la Zarzuela, donde le contestaron cortésmente que les podía ser más útil "desde fuera". Aho- ra, Trevijano, cuando ya no lo hace nadie, rompe efímeras lanzas por la república. No co- nozco a ningún hombre tan "leído y escribido" que se haya equivocado tanto en política y en el conocimiento de sus semejantes.» España en el mundo LLUIS FOIX Sería una simplificación in- terpretar en clave española el nombramiento de Javier Solana como secretario ge- neral de la OTAN o el acuerdo fir- mado ayer en Madrid por el presi- dente Clinton y Felipe González en nombre de la Unión Europea. El análisis de cuanto ocurre en Occi- dente en general y en Europa en particular no puede olvidar que el contexto de estos finales de siglo es radicalmente distinto del que exis- tía antes de 1989. T La guerra fría ha terminado. No hay adversario que amenace de for- ma inmediata las libertades demo- cráticas en Europa. Los países que pertenecían al bloque del Este es- tán llamando a la puerta de todas las instituciones políticas, militares y económicas europeas. La situa- ción en Rusia es ciertamente in- quietante. Pero no por los peligros que pueda significar para Europa sino por el desasosiego que una des- composición política y social en Moscú supondría para la estabili- dad continental. No sé cuáles habrán sido las cua- lidades que los dieciséis miembros de la Alianza Atlántica han encon- trado en Javier Solana para dirigir un organismo militar de tanta en- vergadura. No creo que haya pesa- do mucho la hipotética promesa de que España entre en la estructura militar de la Alianza. Puede que Washington haya filtrado esta insi- nuación para vender bien la candi- datura de Solana a los congresistas que habían planteado el pasado ciertamente poco atlantista del mi- nistro español. Me cuesta creer que esta supues- ta promesa de Solana haya sido de- cisiva para su nombramiento. Más bien me inclino a pensar que lo que se ha valorado más haya sido el pa- pel de España como socio respeta- ble y responsable en un club de paí- ses democráticos en el que están en juego no sólo intereses militares sino un planteamiento político glo- bal que todos tienen el máximo in- terés en defender. En menos de diez años España se ha incorpora- do como miembro de pleno dere- cho a todas las instituciones políti- cas, económicas y militares que forman el llamado mundo occiden- tal. Y, desde Francisco Fernández Ordóñez hasta Javier Solana, lo ha hecho con un notable convenci- miento y eficacia. La participación española en la guerra del Golfo y el brillante papel desarrollado por nuestras fuerzas armadas en la ex Yugoslavia no han sido episodios pasajeros. Por primera vez en varios siglos España no se ha dejado llevar por la retóri- ca y ha superado las lógicas y casi endémicas luchas fratricidas para incorporarse a una Europa que, a pesar de las constantes crisis nacio- nales, sigue siendo nuestra referen- cia más fiable. Dos aspectos me interesa señalar EL ACUERDO entre las principales fuerzas políticas españolas será preciso en el futuro a este respecto. El primero es la de- claración de Felipe González de que España "seguirá siendo fiel a todas las acciones de la Alianza con la máxima eficacia de que seamos capaces". Es indiferente que este posicionamiento español sea den- tro de la estructura militar o fuera de ella. El segundo es la significati- va declaración de José María Az- nar en el sentido de que, si conquis- ta el poder, respetará todos los compromisos internacionales ad- quiridos. Un entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas espa- ñolas, estén en el gobierno o en la oposición, será preciso en los pró- ximos tiempos. No sólo para que la presencia de nuestro país en el mundo no sufra absurdos altibajos sino para otras cuestiones tan im- prescindibles como cumplir los re- quisitos necesarios -el control del déficit público entre otros- para no quedar descolgados de un club del que sólo podemos cosechar benefi- cios, al margen de los esfuerzos que comporten. En un marco más amplio está el acuerdo firmado ayer en Madrid entre los presidentes Clinton y González como máximo represen- tante rotatorio de la Unión Euro- pea. Es una renovación de los com- promisos adquiridos en los casi úl- timos ci ncuenta años entre Estados Unidos y Europa. Puede que el fu- turo económico internacional se encuentre en la cuenca del Pacífico pero no es menos cierto que el eje atlántico será la columna vertebral de cuanto ocurra en el mundo en el ocaso de este siglo y en el umbral del siguiente.» BALTASAR PORCEL 4 contra 1: confusión I nteresantísimo el pacto 4 con- tra 1 por la luz agriamente rea- lista que arroja sobre la política catalana, en la que siempre flo- ta un alto grado de retórica o dog- mática convencional, que podría- mos resumir con el mandamiento aquel de "honrarás a Dios (a Catalu- ña) sobre todas las cosas". Pero lue- go, en la práctica, manda la "pela"... El primer ejemplo es el que afecta a los votantes habituales de CiU que en las últimas autonómicas escogie- ron a ERC por tres motivos: castigo medio vergonzante a Pujol por ha- ber pactado con el "español" PSOE, impedir que el PP arrebatara a los independentistas el tercer puesto en la escala catalana -lo que encima ocurrió-, plantar cara a la derecha españolista que "invade" Cataluña. ¡Y ahí está Colom estrechando la mano de Vidal-Quadras contra Pu- jol y para abatir a Rigol! Para el PP, sin embargo, es dife- rente: desacti var a ERC, y más debi- litando de paso a Pujol, constituye uno de sus lógicos objetivos. Y, so- bre todo, segando la hierba bajo los pies de Unió Democrática, el tába- no que molesta a Aznar en la Inter- nacional Democristiana, en Catalu- ña. Este verano el líder popular ya consiguió sembrar la confusión en CiU llevándose a Duran Lleida a co- quetear por ahí. Divide y vencerás, claro... En cuanto a IC, ha penetra- do en el mismo pantano que su her- mana mayor IU en Andalucía: ya no hay legitimidad de izquierda ni en- tre el viejo comunismo obrero ni la vieja intelectualidad marxista cata- lanes, que se vendían como los últi- mos de Filipinas... Y los socialistas con el 4 contra 1 han continuado con su único norte político real: el acoso a Pujol. La existencia de Pujol encarna el fracaso del PSC, al que incongruentemente hasta molesta que CiU y PSOE hayan pactado en Madrid. El 4 contra 1 es para ellos una buenajugada. A Unió el pacto la debilita mu- cho, muestra que su entidad es a la postre escasa. Y para Convergencia pone de manifiesto lo que se asegu- raba: que el partido se ha burocrati- zado y que sus mayorías absolutas le han llevado a olvidarse de la oposi- ción, que ha perdido no filosofía po- lítica, sino capacidad de gestión y vanguardia, que Pujol cuenta con un equipo escaso en fuelle o sofoca- do por la amplia personalidad del propio líder, que Miquel Roca -que era quien negociaba con el PSOE- está en verdad al pairo. Jordi Pujol puede jugarse el futuro si no pone en marcha un nuevo Govern fuerte. Porque el 4 contra 1 ha venido a echar mucha agua al vino de dos re- ferencias políticas tradicionales: que por lógica doctrinal la oposi- ción no se pondría globalmente de acuerdo, que los partidos no se com- prometen antes de una cita electo- ral. ¿Cataluña es diferente? En una cosa, sí: su entusiasmo por la inco- herencia.» LA VANGUARDIA Presidí nw I diioi JAVIER GODO CONDE DE GODO Director General Antonio Pique Directores Generales Adjuntos Jaume francas y Csteban Silluc Director Arca Económica Miguel A Burgos Dior Markctmg Publicidad Roldan Martínez Dtor de Planihc v ( ontrol Tráncese Tcixido Director de Distribución Joan Pons Director de Pcisonal lose Ramón Maun Directo! de ( ompras laumc Vilarrasa Director de Expansión Eduardo Alcalde Adjunto Dirección General Didac Soto Proyectos Industriales Nicolás Salom Dricen ¡om \ loimniaks Hainlonu Pdax) 2<V (OHVOl) ii! 10¡ W U ¡a\ 11 mol n 2V(0ti()06) ht ¡a\ 41S 28-4* íM ^-87 4}>92^) Dthwnon Uatltul Oqiumio 21(28006) /(./ 91/4Ü-0Í07 Difusión controlada por O I D la\ VI/S62 16-24