2006-09-20.REBELION.ENTRECOMILLANDO JON ODRIOZOLA

Publicado: 2006-09-20 · Medio: REBELION

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20-09-2006 

Entrecomillando
Jon Odriozola
Gara

  Me pasa que a las grandes palabras les tengo que poner comillas y, a  diferencia de quienes se
llenan la boca con, por ejemplo, el concepto  democracia sin que sufran empacho, yo me quedo
famélico. Si escribo  democracia, la tengo que entrecomillar, vean: «democracia». Y ello, por 
supuesto, porque no creo que en el Reino de España exista una  democracia a no ser que seamos
nominalistas y creamos en la magia de  las palabras, es decir, que con sólo nombrarlas o enumerar
una serie de  libertades formales ya cobran vida y adquieren consistencia. Una suerte  de fiat lux y,
oye, milagro, la luz se hizo, qué cosa.

Decía  el cronopio Julio Cortázar que las palabras pueden llegar a cansarse y  a enfermarse, como
los hombres y los caballos. Hay palabras que, a  fuerza de ser repetidas y muchas veces mal
empleadas, terminan por  agotarse. Palabras-cumbre, como libertad, dignidad, derechos humanos, 
pueblo, justicia o democracia se ven atacadas por este virus que a mí  me obliga, según quien las
pronuncie, a entrecomillarlas para  protegerlas. Digo libertad, digo democracia y, súbito, si no les
pongo  comillas siento que las pronuncio maquinalmente y, lo que es peor,  quienes me escuchan
corren el riesgo involuntario de asimilarlas como  un estereotipo, como un cliché vacío de
contenido. No es ya que  padezcan desgaste o erosión, sino que, en efecto, los cuatreros de 
plusvalía y sus lacayos y coimas nos hurtan hasta las bizarras palabras  y su significado. Y ello con
glotonería. Ni las ningunean ni son  anoréxicos con las nobles palabras; al revés, las expectoran a
cada  rato así no más les pidas la hora. Al monopolio de la violencia le  agregan el monopolio del
verbo y hasta del logos.

Mostraré ahora  otra impostura. Me valdré de Antonio García Trevijano, quien sostiene  que la
deslealtad ha sido el motor y paradigma de la llamada Transición  española. Empezando por el Rey,
que fue desleal primero a su padre y  luego a los principios del Movimiento que juró. Lo fue Adolfo
Suárez a  la Falange. Fraga a su credo franquista. Felipe González a los  postulados socialistas. Y
Carrillo al ideario comunista. A los  intelectuales y artistas no los toquemos, que están inspirándose.
Como  puede verse, todo un rosario de traiciones. A cambio del medro y la  posición, por
descontado. Como decían los milicos argentinos, nosotros  somos «derechos» y «humanos». Con
este personal nos jugamos los  cuartos. En estas manos estamos. En la inversión de valores que no
es  precisamente la transvaloración de Nietzsche. En el posmodernismo  fraseológico huero de
fonética y ahíto de fonología. Pura halitosis.  Quienes todavía se mantienen en pie y no de rodillas
son los proscritos  que aún creen en las grandes palabras y les restituyen su auténtico  significado.
Algo más que un metarrelato. 

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