2003-12-13.LA RAZON.ELOGIO DE ATUCHA MARTIN MIGUEL RUBIO
Publicado: 2003-12-13 · Medio: LA RAZON
Ver texto extraído
ELOGIO DE ATUCHA LA RAZÓN. SÁBADO 13 DE DICIEMBRE DE 2003 MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN El Estado español se ha equivocado rotundamente con Atucha, en cuanto que lo que representa no es el rampante nacionalismo vasco, sino algo mucho más serio y esencial, la defensa acérrima de los representantes de la voluntad popular comitente. Atucha no está siendo juzgado por ser nacionalista, sino por ser un resuelto paladín del Parlamento que preside. El «delito» de Atucha no es de la índole de los desaguisados verbales de Arzallus o Eguíbar, sino que representa la fe incondicional y la reverencia liberal a los representantes del pueblo, sea cual sea su laya personal. Atucha está siendo procesado en este país de mezquinos generalizadores, incapaces de hacer distinciones, por ser un exquisito liberal. Es la conciencia liberal de Atucha lo que incomoda, y no su nacionalismo, que incluso a un jacobino como a mí parece educado y cortés. Al oponerse con todas sus fuerzas a la delicuescencia diluente de la representación por orden judicial no está contraviniendo las órdenes judiciales, sino que sencillamente muestra su incapacidad esencial para hacer lo que es incompatible con su función institucional. Y es que el ego del representante es sagrado para un liberal, porque es un ego que trasciende su individualidad concreta, y se convierte en un coro de egos inmanentes que cargan de fuerza política legítima su «persona». En toda lengua el último pronombre en crearse en el sistema de pronombres personales es el «nosotros». Hay lenguas donde todavía no se ha desarrollado este pronombre de primera persona del plural. De hecho, la lengua indoeurpea no conoció este pronombre en su etapa de comunidad, sino que fueron las distintas lenguas indoeuropeas históricas quienes lo crearon («hemeîs», «nos», «wir», «vayám», «my», «wes», etc.), cada una a su modo. Con toda razón. Es el pronombre con mayor capacidad de abstracción y representación. De repente, no se sabe por qué, un «yo» sale de un coro de «yoes» y, representando a esos «yoes», dice: «Nosotros...». Es la marca liberal de la lengua, el fontanar sagrado y natural del liberalismo político. El yo representante de «yoes», referido como «nosotros», debe ser respetado como una forma gramatical sagrada, pues en ese «yo» laten muchos «yoes». Quiero pensar que si la justicia, pilotada por el gobierno, hubiese ordenado a Atucha sacar del palenque parlamentario un grupo político no nacionalista, Atucha hubiera hecho lo mismo; es decir, nada. De lo contrario, sí sería culpable de parcialidad antidemocrática, y yo me hubiera confundido al defenderlo como liberal. Probablemente Atucha entiende que cuando una nueva ley disuelve un grupo político vasco después de las elecciones vascas de 2001, ésta no puede tener carácter retroactivo en relación a los cargos ya electos, sino que su vigencia debe arrancar a partir de la fecha de la promulgación de tal ley, no permitiendo «nuevas» representaciones y vicariatos populares del partido disuelto, pero nunca decapitando las cabezas vicarias de la voluntad pasada del pueblo. De lo contrario se podría pensar que en la Ley de Partidos late algún resentimiento de mal perdedor en las elecciones de 2001, en donde el partido de Atucha, nos guste o no, arrasó. Y si con la nueva ley se va a reducir a los actuales siete batasunos a cero patatero, ¿por qué no esperar a las próximas elecciones en que ya no tendrán cabida esos neocarlistas ultramontanos para ver cómo la Ley de Partidos ha producido un paisaje nuevo y menos siniestro? Vox populi, vox Dei. Y no hay juez por mucha razón de oro que se le otorgue que pueda conculcar las órdenes del pueblo. Sería tanto como conculcarse a sí mismo en tanto juez en una Democracia. Buscar un sentido prepóstero a la ley, un subterfugio anacrónico en contra de la lógica de los tiempos de la voluntad popular es una infamia a la democracia, que puede cambiar el hoy e incluso el mañana próximo, pero no el pasado. Siento como el que más, desde mi rincón diminuto, pasión por España, y me perturbo gravemente cada vez que entreveo los peligros futuros de su unidad ¬causados todos por estos geniales solones, carondas, licurgos y zaleucos que hicieron tan radiosa Constitución sobrehumana¬, pero como demócrata de la cepa trevijanista no puedo dar por bueno lo que es malo a la libertad política.