2004-03-08.LA RAZON.ELECCIONES SEIS PLEBISCITOS AGT
Publicado: 2004-03-08 · Medio: LA RAZON
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OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES OTRAS RAZONES 32 26 28 32 LA RAZÓN LA RAZÓN LA RAZÓN LA RAZÓN DOMINGO, 7 - III - 2004 LUNES, 8 - III - 2004 LUNES, 8 - III - 2004 DOMINGO, 7 - III - 2004 OTRAS RAZONES ELECCIONES: SEIS PLEBISCITOS L os electores EL AUTOMÓVIL Y SU MITOLOGÍA votarán al par- tido que les parece más apto para tomar las riendas del Poder Ejecutivo. A ningún votante le in- teresa quiénes van a legislar. Solamente qué jefe de partido merece ser presidente de Gobierno. Todas las elecciones legisla- tivas son anticonstitucionales y todas las campañas podrían ser anuladas por el TC. La Constitución excluye el «presidencialis- mo» como forma de gobierno donde el po- der ejecutivo está separado del legislativo, pero cada elección impone un régimen de poder «presidencialista» donde legislan los mismos que gobiernan. A ningún medio de comunicación le in- teresa denunciar el gran fraude constitucio- nal que implica convocar elecciones legis- lativas para nombrar presidente del Ejecutivo. A ningún intelectual le importa que la práctica política anule por completo el valor normativo de la Constitución. El consenso de la Transición no se redujo al pacto de excluir la convocatoria a Cortes Constituyentes, a fin de que una simple Asamblea Legislativa hiciera la Constitu- ción, sino que también dio licencia a los partidos para infringir la norma sobre su funcionamiento democrático y la prohibi- ción del mandato imperativo a sus diputa- dos de lista. Las consecuencias de estas prácticas an- ticonstitucionales, que en el pasado se ma- nifestaron con el auge de la corrupción du- rante los gobiernos socialistas y con el autoritarismo sin control parlamentario de los dos mandatos de Aznar, se hacen hoy patentes con las anomalías que transforman las próximas elecciones legislativas en seis plebiscitos sobre: 1. Jefatura del Partido Po- pular; 2. Presidencia del Gobierno; 3. Plan Ibarreche; 4. Gobierno tripartito catalán; 5. Retirada de tropas de Iraq; 6. Política anti- francesa del gobierno. Todo lo demás son ruidos de carnaval de distintas letras parti- distas cantando al unísono la misma músi- ca. Es decir, lo que no es plebiscito es equi- polencia de partidos. Después de las elecciones nadie podrá tachar de antidemocrático el nombramien- to, a dedo de Aznar, de su sucesor en la Je- fatura del Partido Popular y en la cabecera de su lista electoral, pues Rajoy tendrá la superior legitimación de las urnas. Si los partidos nacionalistas vascos obtienen la mayoría absoluta, nadie podrá oponerse a la ejecución del Plan Ibarreche sin ser ta- chado de antidemocrático. Si los partidos integrados en el Gobierno de la Generalitat logran mayoría absoluta de votantes, la ac- ción clandestina de Rovira y la voluntad «maragalliana» de federar al Estado espa- ñol estarán legitimadas por la soberanía po- pular de Cataluña. Si los electores dan a Zapatero la Presi- dencia del Gobierno, la retirada de Iraq de la soldada española y la reanudación en Eu- ropa de la política de España con la de Francia y Alemania, no serán libres opcio- nes del futuro gobierno, sino el obligado cumplimiento de lo aprobado en el plebis- cito popular que suponen las próximas elec- ciones, sin que esas cuestiones hayan sido sometidas, como po- drían haberlo sido a causa de su impor- tancia trascendental, a un legítimo referén- dum. El Estado de partidos aplica a la política el principio de economía o míni- mo esfuerzo con un rigor tan admirable que no lleva aparejados inconvenientes in- soportables para el pueblo o la sociedad ci- vil. De una sola tacada electoral resuelve la legitimación democrática de la falta de de- mocracia en la vida interna de los partidos, del nombramiento del jefe de Gobierno, del relleno de los escaños legislativos con lis- tas de partidarios, de la configuración fede- ral de las Autonomías en Euskadi y Catalu- ña y de las decisiones principales del futuro Gobierno. ¿Y cuales son las nimiedades de sus inconvenientes? Suprimir la representa- ción de la sociedad civil en el Estado, eli- minar la posibilidad de control del Poder Ejecutivo por el Legislativo y someter a las urnas cuestiones no susceptibles, por natu- raleza, de ser votadas. Total, nada. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO E n fechas re- cientes se ha la difundido noticia de que había aumentado la venta de coches en nuestro país, proporcionando una inyección a la in- dustria automovilísti- ca. Se ha atribuido el fenómeno a una su- puesta mejora del nivel de vida y al descen- so de los créditos. Cuando, según las encues- tas, la mayoría de las familias españolas se encuentran con dificultades para llegar a fin de mes, hay que pensar que el factor más in- fluyente ha sido el segundo, la facilidad para endeudarse. Y habría que añadir otra razón: la importancia exagerada que se concede al coche en la economía familiar y en el presti- gio social. Porque el automóvil, un artefacto destinado a satisfacer una necesidad humana, agudizada en la inquieta y dinámica cultura moderna y occidental, se ha convertido en al- go más que un útil; se ha revestido de signo de posición social También en desahogo de diversas frustraciones Y por ello muchos compradores no se resignan a un «utilitario», cuando la mera posesión de un coche se ha popularizado, sino que hacen un esfuerzo pa- ra exhibirse en un coche de lujo. Y creo que EL LADO OCULTO DE RAJOY A mitad de campaña, algunos se han sor- prendido positivamente al descubrir lo que llaman «lado oculto» de Rajoy. Y es que en los últimos días el candidato popular aparece contento, con un tono más incisivo y con el pulso bien tomado mitin a mitin. Pero este Rajoy ha existido siempre, aunque no siem- pre se deja ver. Cuando lo hace aparece el Ra- joy de la ironía, inteligente y demoledor, sin per- der su tranquilidad. No sé si este «cambio» es porque las encuestas le dan posibilidades de mayoría absoluta o porque en su «tempo» de campaña ya toca sacar todas las cartas. Sea co- mo sea, aparte de esto, la campaña no ofrece mayor novedad. Siguen todos contra el PP con el único objetivo de quitarle la mayoría absolu- ta. Yo no sé si las absolutas son buenas o malas, pero no me gusta descalificarlas por sistema. Por ejemplo, en la situa- ción actual, es mejor para la gobernabilidad que Ra- joy la tenga, entre otras cosas porque el peaje que tendría que pagar sería perjudicial ya no para el PP, sino para el Estado. No hablo de Coalición Canaria, sino de CiU, por ejemplo, que tras dar alas a ERC ahora alardea de nacionalismo ra- dical y cuyo líder, Durán, dice que desconfía de Rajoy. El peaje sería el problema, pues ya se sa- be qué es lo que pasa cuando uno se asocia con radicales. Y si no que se lo pregunten a Zapate- ro o Maragall con su experiencia con Carod. LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO ello es especialmente intenso en España. Cuando la motori- zación se encontraba en sus primeros tiem- pos, comparaba Ortega el uso del automóvil en España y en Francia en un divertido artículo. Observaba en él que los coches en el país vecino, siendo mucho más numerosos, eran utilizados fundamentalmente para desplazar- se y su presencia exterior no se mostraba tan meticulosamente cuidada como en España. En nuestro país, en cambio, el coche era usa- do en gran medida para pasear y exhibirse en una carroza lúcida, impoluta. Además, el nú- mero de chóferes resultaba mucho mayor, proporcionalmente, en nuestra tierra. Cuan- do han transcurrido bastantes décadas y nues- tras ciudades y carreteras están tan plagadas de coches que su función de desplazamiento parece perdida, no deja de conservarse resi- dualmente esta visión del automóvil, tan pro- pia de nuevos ricos, llegados tardíamente a este producto de la industria. Naturalmente las contraposiciones son es- quemáticas. Para muchos españoles, hoy día, el coche es visto en función de su utilidad, de su necesidad, incluso, y, sin duda, no deja de haber franceses y ciudadanos de otros países para quienes el automóvil es percibido como medio de ostentación. Hace ya algunas déca- das en Francia se realizaron estudios sobre las proyecciones sexuales de que el coche es ob- jeto y los problemas de celos de pareja que suscita. Recordemos que en Francia «la voi- ture» es femenino y que tradicionalmente el comprador y conductor de coches era el va- rón, el patriarca, que frecuentemente en los viajes, aunque la mujer supiera conducir, se apoderaba del volante. Y, si bien la conduc- ción femenina se ha normalizado, las muje- res suelen dar menos importancia al prestigio social del coche, mientras persiste una idola- tría masculina del automóvil, que es perfec- tamente captable en los grandilocuentes anuncios de estos vehículos, muchas veces cargados de sexismo machista. Esta psicología no deja de ser peligrosa. Un hombre, tanto más cuanto más frustrado está, y mayor sacrificio le cuesta pagar las letras, acrecienta su ego subido a un coche de lujo, se siente un rey de la carretera, aprieta el ace- lerador hasta alcanzar velocidades enloqueci- das, dando luces, bocinazos y gritos a quien pretende obstaculizar su exhibición de pode- río. Y los accidentes inexorablemente llegan. Se habla actualmente de «educación vial». Lo fundamental sería inculcar una visión ra- cional y desmitificadora del coche, como un instrumento que nos sirve para desplazarnos armónicamente, además, con otros muchos conductores. Ni es un bólido que disputa pre- mios, ni un trono móvil en que lucir nuestras pretensiones de riqueza. ¿No sería preferible que el nivel de vida de nuestra sociedad se manifestara en gastos de cultura, libros, asis- tencia al teatro y a conciertos, a que se mues- tre en la incesante adquisición de coches? Un producto de nuestra civilización, cuyo abuso, además, consume las reservas energéticas y deteriora el medio ambiente. Pero aquí se abre toda una crítica del modelo de desarrollo actual y éste es ya otro cantar. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS