1995-11-14.ABC.EL TRANSITO VICTOR MARQUEZ REVIRIEGO

Publicado: 1995-11-14 · Medio: ABC

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NACIONAL

MARTES  14-11-95

El  Burladero
EL TRANSITO

Por Víctor MÁRQUEZ REVIRIEGO

Cuaderno de notas
UNA MEZQUINA ESTRATEGIA

Aestas alturas de la película, de

la vida política y de la Liga, ya
no  sé  si  el  que  se  va es  Felipe
González, o Ramón  Mendoza,
o  los  dos,  o  uno  sí y  otro  no,  o
uno no y otro sí, o ninguno de los
dos,  o cualquier otra salida com-
binatoria si la hubiere o hubiese.

El caso  es  que  en  casi  todas
partes  sustituimos  los  problemas
por  los  enredos.  Y  eso  es  mala
cosa, porque un problema puede
resolverse;  pero  un  enredo  todo
lo  más  que  admite  es  el desen-
redo, que es como volver a dejar
el  hilo  desliado.  Digamos  que,

Ramón Mendoza,

visto por lo bueno, sería como re-
cuperar  el hilo  conductor.  Y eso
ya  seria  mucho,  si  aplicamos  a
ello  lo  que  pensaba  el  abuelo
Kant  cuando  se  aplicaba  a  la
práctica de la razón y tiraba de tal
hilo  para  entrar  por  la  puerta es-
trecha  que  conduce  a  la  sabi-
duría.

brarse  un aniversario  que termine
en cero, pero no uno que termine
en tres o en siete o en ocho, pon-
gamos por caso, o mejor por nú-
mero. Y como ahora teníamos un
buen  cero  a  la  mano,  el  de  los
veinte  años  de  la  muerte  de
Franco,  todo  el  mundo  se  ha
puesto  a  hablar  de  la  transición
(¿o  hay  que  escribir  Transición,
bien  mayusculada,  para  que  sea
como  la Santa Transición o como
la  Inmaculada  Transición,  según
dice José Vidal Beneyto, al que
no me resisto  a llamar  Pepfn por
nombre  transitivo  y  muy  anterior
también?).

El enredo de los que se van es
como  otra  transición  nueva,  una
especie  de  tránsito  menor,  por-
que  a  diferencia  de  la  muerte
-que  suele ser  irreversible,  por lo
menos  mientras no se demuestre
lo  contrario-  admite  la  posible
vuelta en el futuro.  Lo curioso  es
que  el  argumento  mayor  contra
este tránsito,-o estos tránsitos, es
lo  que  Antonio  García  Trevi-
jano  (incomprensiblemente  au-
sente  en  tantas  pedestres  con-
memoraciones  transitivas:  ¡así se
escribe  la  historia!,  según  dijo
Voltaire  y  repite  ahora  Eslava
Galán  en  un  libro  para escépti-
cos)  llamaría  el  «argumento  del
cojo en peligro»: el no corráis que
es  peor.  Muy  usado,  por  cierto,
por todos  los que tienen miedo al
cambio y al tránsito y a la libertad
y a enfrentarse al futuro.

Aquí nos gusta más el volver la
vista atrás. Y si es  por el agujero
redondo  de  un cero  conmemora-
tivo, mejor todavía. Al final lo peor
de  aquello  ha  venido  a  ser  su
conmemoración.

EL  pasado  sábado,  desde

esta  misma  columna,  me
permití  opinar  que  el  asunto
Prado-De  la  Rosa  favorecía
los  intereses  del
G o b i e r no  y  sus
planes  de  oculta-
ción de  las  respon-
sabilidades  que  le
afectan.  Tal  esti-
mación  se  ha  im-
puesto  luego,  tanto
en 
la  autorizada
línea  editorial  de
ABC  como  en  va-
riedad  de  comen-
tarios  políticos  que
han  a m p l i a do  el
c a m po  de  visión
hasta  atribuir  direc-
tamente  al  Ejecu-
tivo  una  impresen-
table  reedición  de  la  teoría
conspirativa,  según  la  cual  el
Gobierno  estaría  sometido  a
una  suerte  de  conjura,  articu-
lada  esta  vez  sobre  el  eje  De
la  Rosa-Conde.  Y  ello  en  la
medida  en  que  la  mentada
conspiración  alcanzaría  a  la
C o r o n a,  hasta  convertir  la
situación  en  una  crisis  de
Estado.  Conde  se  ha querella-
do  contra  los  teorizantes  que
le  atribuyen,  en  un  libro  de
inminente  aparición,  una
cuota  de  autoría  en  esa  cons-
piración  política.  Con  los  días
parece  que  se  impone  la  ver-
sión  de  que  los  n e g o c i os
entre  Manuel  Prado  y  Javier
de  la  Rosa,  por  más  que  este
último  intente  salpicar  a  terce-
ros, 
son  un  asunto  personal.
Otra  cosa  es  que  los  autores
del  libro,  excelentes  periodis-
tas, 
hayan  sido  mensajeros
concienzudos  de  lo  que  ha
manifestado  en  privado  el  dis-

Aquí  más  bien,  o mal,
en lo  que  estamos  o  en
lo  que  nos  ponen  es  en
enredar  tanto  la  madeja
que  no  haya  manera  de
saber  adonde  vamos.
Más de  una vez lo habrá
dicho,  y  más  habrá  que
repetirlo,  pero  es  verdad
que desde hace meses e
incluso  más  de  un  año,
vivimos  los  españoles
una situación  política tan
enredada  y  sin  hilo con-
ductor  que  podría  me-
dirse  en  el  tiempo  tonto
de  los  relojes  blandos.
Sustituimos  la  realidad
por considerandos  sobre
ella o traemos fantasmas
del  ayer  para  no  ver  lo
que  está  delante  de
nuestros ojos.

Por ejemplo, esa infan-
til  admiración  por  lo  re-
dondo  que  se  aplica  en
las  conmemoraciones.
Según  ella  ha  de  cele-

—A
contra

mí  no  me distraigas tú con que  ha
el Estado; déjate de historias, Felipe

Por  Lorenzo  CONTRERAS

cutido financiero catalán. De la
Rosa dijo lo que dijo y no cabe
zafarse por el socorrido proce-
dimiento  del  «diego»  frente  al
«dijo».  El Gobierno,
siempre  al  acecho
en  su  actual  etapa
defensiva, ha apro-
vechado  la polémi-
ca  para  lanzar  otro
mensaje  a  la  opi-*
nión;  un  mensaje
que cabría formular
así:  «Ya ven  uste-
des, 
si  involucran
al  Rey,  ¿qué  no
harán conmigo?»

Mensaje  recibi-
do.  Pero  mensaje
falso.  Porque  la te-
oría de la conspira-
ción  desestabiliza-
dora  del  Gobierno  carece  de
fundamento.  Y  si  el  Gobierno
da alas a la versión interesada
del  propio  De  la  Rosa,  será
porque  él  mismo,  en  cuanto
Ejecutivo  en  apuros,  conspira
también  para  igualarse  con  el
Rey  y  pregonarse  como  víc-
tima.

Es  una  estrategia  pobre  y
mezquina.  Estas  artes  no
podrán evitar que la crisis polí-
tica avance. Al Gobierno le sa-
len mal los intentos que realiza
para poner dique  a las conse-
cuencias  de  sus  propias  fe-
chorías.  Es muy  probable  que
se  vea  en  apuros  a  propósito
de  los  famosos  papeles  del
CESID,  cuya  entrega  al juez
Garzón viene regateando hasta
el extremo de interponer, como
se sabe, un recurso que habrá
de  resolver  la  comisión  de
conflictos.  Lo probable  es que
el conflicto de jurisdicciones se
resuelva a favor  del Gobierno,
pero no sin desgaste
para él y para las ins-
tituciones,  en  este
caso  para  la  citada
comisión  y  para  el
Consejo  General  del
Poder  Judicial,  cuya
renovación,  por  cier-
to,  está  a  punto  de
producirse  pese  al
silencio  reinante.  En
la  comisión  de con-
flictos  estalló  hace
unos días una impor-
tante  controversia,
en  la  que  Pascual
Sala,  su  presidente,
tuyo  que  soportar  la
crítica  dura  e  incle-
mente  de  un  Ruiz-
Jarabo  dispuesto  a
negar  que  exista
conflicto  de jurisdic-
ciones en el caso de
los  papeles  del CE-
SID. 
La  cólera  de
Sala no conoció lími-
tes  cuando  oyó  que
se  le  acusaba  de
propiciar  un  fraude
de ley.

ABC (Madrid) - 14/11/1995, Página 32
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quedado  en  evidencia  la  conspiración
Contesta:  ¿cómo  va  lo  nuestro?