2001-08-09.LA RAZON.EL SÍNDROME DE LA ESPAÑA RAPTADA JOSE A. SENTIS
Publicado: 2001-08-09 · Medio: LA RAZON
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LA RAZÓN JUEVES, 9 - VIII - 2001 11 OPINIÓN PASO CAMBIADO EL SÍNDROME DE LA ESPAÑA RAPTADA D e entre las muchas ce- siones estatales en la descentralización auto- nómica (tan bienintencionada como incontrolada por sus mentores, incapaces de estable- cer sus límites precisos en el cuerpo constitucional), la más irritante ha sido el desarme mo- ral por pasividad intelectual. No era extraño que algunos envi- diosos del Estado lo aprovecha- ran para llevarse una tajada de él. Y cuando se ha abordado la crítica política a los nacionalismos, se ha hecho por sus efectos, especialmente el de la violen- cia terrorista. No por sus causas ni por sus jus- tificaciones. A los nacionalismos hay que de- jarlos en cueros ideológicos, si es que se quiere confrontarlos. Por eso me gustaría reclamar la atención sobre el magistral esfuerzo de Anto- nio García-Trevijano en sus artículos en LA RAZÓN para desnudar las mixtificaciones en las que se basan y para reclamar en todo su sen- tido conceptos claves que fundamentan la co- munidad política en que vivimos, España; al- guno de ellos, tan vilipendiado, incomprendido, manipulado, como el patriotismo. Su profun- dización en estos asuntos es tan lúcida que pa- rece impropio de un coetáneo de esta genera- ción, todavía acomplejada por una dictadura y por una Transición que no se podría calificar de valiente, aunque fuese voluntariosa. Quizá cuando el síndrome de Estocolmo de la España raptada languidezca, otras generaciones podrán entender que sus padres han vivido entre espe- jismos, y que, como en otras naciones sucede, algunos de ellos han costado muertos, y otros indignidades. Frente a ambas agresiones es po- sible luchar, pero estamos tan preocupados por los primeros que no sabemos que las peores son las segundas. Pero, insisto, aunque les cueste o les duela, bien harían algunos gobernan- tes de hoy en la lectura de Tre- vijano, porque la política no tiene por qué estar siempre re- ñida con la inteligencia. Es cierto que en los últimos años (no más de cinco, desgra- ciadamente), intelectuales, pe- riodistas, algún político, han empezado a abordar el desarme ideológico es- tatal y a plantar cara a la pujanza falaz de los nacionalismos. Pero, una vez más, la buena in- tención no es suficiente. Se encelan éstos, y no excluyo la autocrítica, en mantener una inge- nuidad estéril, clásica de la Transición. Una ac- titud que se podría resumir en dos aspectos: en separar terrorismo y nacionalismo y en pensar que como nosotros no somos enemigos de na- die, ni estamos en guerra con nadie, nadie es nuestro enemigo; con todos se puede pactar, consensuar, dialogar. Incluso con quienes quie- ren hacer rapiña de lo nuestro. Pero es como quien quiere dialogar con el ladrón al que le pi- lla con la televisión y el video en la mano. No se le puede decir: Pactemos, llévate una, que yo me quedo con el otro. A los ladrones hay que combatirlos en su crimen; pero más aún en su indecente justificación, como si robar fuera otra de las bellas artes. Porque las guerras no decla- radas no lo son menos que las declaradas. Y las rendiciones no explicitadas no tienen más dig- nidad que las firmadas. CONFIDENCIAL Aznar y el veraneo En los mentideros las cosas más aparentemente pequeñas se escudri- ñan con lupa y se analizan con celo de entomólogo. Así ocurre con el vera- neo del presidente. Era tradicional su estancia en tierras playeras de Caste- llón. Allí se reunía con ZZaappllaannaa, el presidente autonómico, asistía a una cena del partido, recibía a algún mi- nistro cercano y a pocos, muy pocos visitantes más. Este año ha elegido Menorca, en las Baleares. Ya sabemos lo que le ha costado a su «hombre pa- ra todo», AAnnttoonniioo CCáámmaarraa, conseguir una residencia digna en Menorca. La primera pregunta en los mentideros «populares» es: ¿por qué no otra casa en Levante? Y la segunda ¿por qué Baleares? Es cierto que otros dirigen- tes del PP veranean allí, por ejemplo IIttuurrggaaiizz, pero elegir una Comunidad no gobernada por el PP, y precisa- mente la gobernada por ese «arcoiris» de la ecotasa y de tantos despropósi- tos, ha dado que pensar. ¿Por qué no Galicia, en vísperas electorales? ¿Por qué no el País Vasco, tan necesitado?. El veraneo del Rey en Mallorca supo- ne un orgullo para aquella Comuni- dad. Pero el veraneo presidencial re- presenta un «plus». AAzznnaarr no ha querido que ese «plus» se lo lleve este año ZZaappllaannaa. Los mentideros esperan lo que ocurra al fin del verano, con la tradicional visita a Quintanilla de Onésimo, en una Castilla y Léon sin LLuuccaass. Por cierto ¿qué ha sido del tor- neo de padel de Oropesa? Continuará. JJoosséé AA.. SSEENNTTÍÍSS EELL SSUUBBMMAARRIINNOO LAS CARAS DE LA NOTICIA e f E í z a D s u L i LLaa aassiisstteenncciiaa aa llooss tteeaattrrooss ccrreeccee mmááss ddee mmeeddiioo mmiillllóónn ddee ppeerrssoonnaass El público asistente al teatro experimentó el año pasado un crecimiento de algo más de medio millón, un 5,7 por ciento más, hasta alcanzar los 10.294.020. En la imagen, Gus- tavo Pérez Puig, director del Teatro Español, uno de los que registra mayor asistencia. CCééssaarr NNoommbbeellaa:: ««LLaa cclloonnaacciióónn hhuummaannaa eess uunnaa aabbeerrrraacciióónn»» El catedrático de Microbiología de la Uni- versidad Complutense de Madrid, César Nombela, consideró que el proyecto de clo- nación humana anunciado por el ginecólogo italiano Feverino Antinori es una «propues- ta aberrante y carente de interés científico». JJoonn JJuuaarriissttii:: ««LLaa ssoobbeerraannííaa nnoo eess nneeggoocciiaabbllee,, eess ddeell ppuueebblloo eessppaaññooll»» El director del Instituto Cervantes, Jon Jua- risti, aseguró que las demandas de autode- terminación sólo pueden ser respondidas con «el principio general de que la sobera- nía pertenece al pueblo español y, por tan- to, no es negociable con los nacionalistas». s e . n o z a r a l @ s i t n e s j z e u g í r d o R s e d e c r e M ACOTACIONES LA HORA DE LA SERPIENTE N o sólo las bi- cicletas son para el ve- rano. También valen las llama- das «serpien- tes», esa vasta rumorología que descubre temas donde habitualmente no los hay. O que agranda las proporciones de ciertos asuntos. Eso suele ocurrir todos los agostos, cuando la fantasía se libera y da en fabricar situaciones más o menos verosímiles y hasta inverosímiles. Lo malo viene cuando la «serpiente» no con- siste en inventar algo que no sucede o que puede suceder mañana mismo, a la vuelta de las vacaciones políticas. Lo malo, lo per- verso es que ciertas fuentes se pongan a dis- parar contra lo evidente llamándole preci- samente «serpiente» o parte de ella. Ahora, por ejemplo, asistimos al esfuerzo de algu- nos portavoces de partido por negar que las cosas son como son. Si al Gobierno del se- ñor Aznar se le chamusquinan algunos mi- nisterios –bastantes– lo normal es que los periodistas pregunten si ello inducirá cam- bios o remodelaciones. El señor Aznar, abordado en Palma de Mallorca sobre tal cuestión, respondió que todo va «razona- blemente bien», como queriendo indicar, por vía indirecta, que niega la mayor. Allá él con sus respuestas. La Iglesia con- denó a Galileo por decir que la Tierra se movía y tuvo que rectificar, aunque lo hi- ciera varios siglos después. Lo probable es que José María Aznar no tenga que esperar tanto. La teoría de que la duración de los Gobiernos es un certificado de salud políti- ca quiebra cuando, al igual que en terapéu- tica, lo recomendable o necesario es recu- rrir a la cirugía. Y al Gobierno actual le conviene una pasada por el quirófano. ¿Hace falta recordar los nombres de Ce- lia Villalobos, Pilar del Castillo, Ana Biru- lés, Josep Piqué, Jaume Matas y algunos más concernidos por el incendio del bosque político? Claro que la evidencia de que Az- nar se equivocó al efectuar ciertos nombra- mientos resulta muy difícil de reconocer si quien tiene que hacerlo por la vía práctica ha de acometer un desmontaje casi general. Al señor Aznar no le tembló el pulso a la hora de hacer picadillo con ciertos produc- tos políticos de su elección. Juan Villalon- ga, pongamos por caso, no lo olvidará nun- ca. Pues bien, hay ministros que tienen más peligro que el ex presidente de Telefónica. Y todo lo que sea concederles una prórroga de mandato cuando éste ya ofrece claros síntomas de acabamiento equivale a ape- drear el propio tejado. Es una magnanimi- dad absurda que trata de ocultar una ofus- cación, concretamente la de interpretar que para ser dueño del calendario propio, fren- te a las versiones ambientales, hay que pa- sar por la impermeabilidad política. Lo cual puede producir inundaciones. Los periodis- tas suelen preguntar demasiado, hasta que se cansan y hablan definitivamente los he- chos. LLoorreennzzoo CCOONNTTRREERRAASS