1995-07-15.EL MUNDO.EL PODER Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN CIERRA CURSO AEPI
Publicado: 1995-07-15 · Medio: EL MUNDO
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LA RELACIÓN ENTRE EL PODER Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN CIERRA EL PRIMER CURSO DE LA AEPI EL MUNDO. 15/07/1995. Página, 26 VICENTE MATEU MADRID.-Medio millar de alumnos, la mayoría de ellos universitarios procedentes de toda España, asistieron ayer a la clausura del I Curso de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), que bajo el título de «Prensa, Literatura y Poder», ha analizado a lo largo de una semana la situación de los medios de comunicación en España en el umbral del siglo XXI. Una situación marcada especialmente por las difíciles relaciones entre el Gobierno del PSOE con los medios de comunicación críticos, como puso de relieve en la jornada inaugural el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, con cuya intervención se abrió el curso. Ayer, en su quinta y última jornada, participaron Manuel Martín Ferrand, Antonio García Trevijano y Antonio Gala, a quien correspondió cerrar las sesiones de trabajo con una conferencia sobre «El teatro de hoy y el teatro de mañana». En la clausura, Pablo Sebastián, secretario de la AEPI y director del curso, felicitó a los más de 500 alumnos inscritos por su participación activa en los debates y les emplazó para el próximo año. Junto a él, arroparon el acto con su presencia sobre el escenario del teatro Infanta Isabel de Madrid Manuel Martín Ferrand, Antonio Gala, Teodoro González Ballesteros, Raúl del Pozo, José Luis Balbín, Antonio García Trevijano y Pedro J. Ramírez. La intervención de Martín Ferrand, titulada «El Estado sí edita», resumió en cierta medida algunas de las tesis que han constituido el hilo conductor del curso. Columnista en prensa escrita y habitual de las tertulias radiofónicas, Ferrand criticó con dureza la hegemonía de los medios de titularidad pública en el panorama de la comunicación en España. Martín Ferrand afirmó, al mismo tiempo, que el espacio ocupado por los medios privados tampoco está exento de un férreo control y, además, se encuentra concentrado en pocas manos. Tras destacar que, después de un silencio de muchos años, en 1995 vuelve a haber en nuestro país periódicos controlados por las Administraciones públicas -en Ciudad Real y Teruel, concretamente-, centró su exposición en la televisión y la radio. Para Martín Ferrand, todas las televisiones públicas sin excepción, estatales y autonómicas, sufren el mismo síndrome de dependencia gubernamental. «Todas son iguales», dijo. Destacó, sin embargo, que ha sido TVE «la que ha alcanzado el máximo nivel de perversión» y señaló su influencia sobre la población de las zonas rurales, para la que constituye en muchos casos el único canal de información. Los medios públicos, además, no sólo concentran un gran poder informativo. «Esta gran maquinaria -dijo- absorbe por sí sola el 40% de los ingresos publicitarios totales», en detrimento de las empresas de comunicación privadas. A este respecto, Martín Ferrand considera especialmente preocupante el que la deuda de la televisión estatal sea «cinco veces superior al presupuesto del Ministerio de Educación». La «ocupación» de los medios por parte del poder ha sido la constante de este primer curso de la AEPI. Hasta el punto de que, como señaló el director de EL MUNDO, «la verdad se ha convertido en un valor revolucionario». Según Pedro J. Ramírez, las relaciones entre el Gobierno y los medios de comunicación críticos se han saldado con «el triunfo de la información». Un triunfo en el que han jugado un papel excepcional las revelaciones sobre los casos de corrupción que han salpicado durante los últimos años las portadas de los periódicos. En esta tarea han participado también los escritores e intelectuales que, como Francisco Umbral, Camilo José Cela o Juancho Armas Marcelo, recogen en sus columnas de periódicos o en las tertulias de la radio «el discurso de la calle frente al discurso del poder», en palabras del columnista de EL MUNDO. Antonio Herrero y Luis del Olmo, junto a sus contertulios, también presentes en el curso, han reivindicado igualmente el «derecho» de la radio y la televisión a ser un vehículo para la opinión crítica. APOYO «Fábrica de mentiras» El abogado y columnista de EL MUNDO Antonio García Trevijano aprovechó ayer la fecha emblemática del 14 de julio para dedicar su intervención en el curso de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI) a la Revolución Francesa. Fue el medio de adentrarse en una comparación entre los avatares de la opinión pública de entonces y la de nuestros días. El autor de «Discurso de la República» no dudó en afirmar que «en España no existe opinión pública». Tan sólo hay, dijo, «opinión institucional, es decir, propaganda. No hay -insistió García Trevijano- ni libertad de expresión en la sociedad civil ni libertad de pensamiento en la sociedad política». Tal y como la clase política francesa de la revolución mintió al pueblo el 15 de julio de 1791 -la huida de Luis XVI se convirtió en un secuestro-, «durante la transición española se ha mentido sistemáticamente desde el poder». Nuestro actual sistema político no es para Antonio García Trevijano sino «una fábrica de mentiras, crímenes y corrupción». APOYO Una visión del teatro «El autor español de teatro se ha entregado al público y no al pueblo». El diagnóstico de Antonio Gala sobre este género literario está marcado por el pesimismo. Pero su visión hacia el futuro no es menos crítica, ya que supondrá «la quiebra de la individualidad» de sus creadores. El autor de «La pasión turca» cerró ayer el turno de intervenciones en el curso de la AEPI sobre «Prensa, literatura y poder». En su conferencia, un exhaustivo repaso al teatro español, Gala explicó que la misión del género es, además de constituir «una vía de conocimiento intelectual y emocional», hacer un «diagnóstico» de la sociedad. La cura, la función «quirúrgica» corresponde en cambio «a los políticos». El teatro, no obstante, está en crisis, aunque ésta no afecte más que «a un determinado teatro, ya que de lo que sí hay crisis es de la sociedad», dijo. Gala señaló que este género se ha hecho en todo momento para una clase social, la burguesía, pero que hoy es preciso revisar esta idea, en tanto que el resto «imita» lo burgués y acude a los teatros.