2001-02-08.LA RAZON.EL PENSAMIENTO FUERTE JOSE A SENTIS

Publicado: 2001-02-08 · Medio: LA RAZON

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EL PENSAMIENTO FUERTE
LA RAZÓN. JUEVES 8 DE FEBRERO DE 2001
JOSÉ A. SENTÍS 
Es una paradójica consecuencia de esta época de exuberancia editorial que la banalización haya ganado por aplastamiento la batalla de las ideas. Son poquísimos las aportaciones originales que huyan del empeño coyuntural destinado a ser pasto de los ratones; que puedan sorprendernos; que acumulen a la belleza de la escritura la precisión de la inteligencia. Celebro por eso que el velo del templo de la postmodernidad haya podido ser rasgado por un paradigma del pensamiento fuerte: las Pasiones de servidumbre, de Antonio García Trevijano, recién publicado en Ediciones Foca. 
    No pretendo, y además sería una presunción, ejercer de crítico: reto al lector a que lo haga. Pero sí puedo decir que quienes están interesados en conocer las claves psicológicas y sociológicas del proceso político por el que ahora transitamos no se sentirán decepcionados por la incursión en esta guía práctica de la dignificación moral, a sabiendas de que sólo se puede acceder a ella tras caer del guindo de lo convencional y atravesar el espejo de nuestras propias responsabilidades.
    Del guindo de la Transición se trata. De la aceptación acrítica de unas reglas de juego tan aparentemente indiscutibles como ocultamente traicionadas, por comodidad de los dirigidos y por interés de los dirigentes. De la elevación a valor social de la sumisión de aquéllos y de la venta como sacrificio de la impagable virtud de éstos por someternos. Porque, fascinados por la recuperación formal de la democracia, los españoles decidimos no cuestionarnos su ejercicio, convenientemente sedados por el pavor a la incertidumbre. Mientras que los que dictaban las reglas del sistema, los administradores de los partidos, se situaban en una posición de dominio cuyo solo cuestionamiento podía llevar al estigma antidemocrático. Hora es de que se pueda decir con crudeza, sin que se traspase el umbral del infierno, que el control de oligarquías políticas sobre la sociedad no es menos ominoso que el de las oligarquías económicas, y que la mediatización interesada de la representación ciudadana, delegada en elites de poder, no puede ahogar el ansia de las libertades cívicas.
    Claro que hacer una defensa radical de la democracia tiene como primer obstáculo a los gestores autodesignados del sistema. Por eso, las Pasiones de servidumbre son un recordatorio incómodo que los políticos de partido (tanto da que de gobiernos u oposiciones), tan instalados en sus parcelas de poder cooptado como temerosos de la elección directa, harán bien en despreciar. De la misma manera que a quienes sólo se les reclama mercantilmente el voto a estructuras de poder irresponsables, en lugar de a representantes obligados a responder, deberían considerar. Aunque sólo sea por la infrecuente pasión de orgullo ciudadano.