2000-02-19.LA RAZON.EL GOBIERNO ILETRADO ANDRES SOREL
Publicado: 2000-02-19 · Medio: LA RAZON
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EL GOBIERNO ILETRADO LA RAZON, 19 FEBRERO 2000 ANDRÉS SOREL Nuevamente se ha puesto en marcha el ritual de la Gran Coremonia Democrática. A votar, cada cuatro años, en orden y representación. Y luego, al silencio. Me recuerda esto los sucesos de El Ejido. (Insisto: no existe la actualidad, hablemos de la continuidad de una situación de explotación y miseria propia del llamado neoliberalismo económico. Políticos y dirigentes sindicales corriendo por salir todos juntos en la foto que extingue momentáneamente los rescoldos del fuego por ellos mismos desatado. Años permanecieron callados, no callados, ofreciendo su manto protector a los negreros de nuestros días, los de los contratos ilegales, la corrupción empresarial etc. Cierto que a veces los esclavos, si en demasía son azotados, se rebelan, de Espartaco a los anarquistas de Chicago, de los incendiarios de cortijos andaluces a quienes trabajan en minas o astilleros, mas para eso se multiplican las dotaciones policiales, empresas privadas de seguridad, ejércitos de ocupación interior, eficaces y obedientes y que pueden contar, paralelamente y en ocasiones especiales, con brigadas de amaestrados y furiosos cachorros fascistas, para los que siempre existen judíos -los otros- a los que apalear). Más hablábamos del ritual de las elecciones que como escribía el lunes García Trevijano, «instrumenta la enajenación partidista del pueblo y asegura la vida de una clase oligárquica y degenerada». En 1986 escribía Hans Magnus Enzensberger: «La regla será que los analfabetos secundarios ocupen las posiciones más elevadas en la política y la economía. Basta con señalar al actual presidente de los Estados Unidos y al actual canciller de la República Federal Alemana». Una sociedad de analfabetos secundarios acaba elevando al poder a uno de los suyos. Es la regla de la democracia, Las grandes instituciones, Banca, Iglesia, etc, son quienes sostienen el coste de las campañas, en las que sobre las ideas priman las imágenes. A través de la televisión, o medios afines, los dominadores imponen sus reglas y leyes. El control económico ya cuida de impedir accedan a los mismos los antaño ilustrados. Al pan y toros o fútbol y procesiones de ayer, se añade hoy el «instale en su casa decenas de canales televisivos y enchúfese a la red». Porque en ellos nunca encontrará ideas, análisis, y sobre todo participación. Espectadores mudos, consumidores pasivos, se necesitan. Que tomen la droga aquiescentemente y bien edulcorada, sin esfuerzo. Se irá diluyendo en la conciencia de cada uno hasta hacer de todos un único receptor, e ignorarán que gracias a su consumo se ha conseguido anular la voluntad, no más diferencias. Ya no se trata de explotar la fuerza de trabajo -salvo para los modernos esclavos, los inmigrantes, que para eso están, sino el control de la voluntad, la capacidad de discernimiento propio. Así se asume el papel requerido confiadamente, tal vez un día ya no muy lejano no necesiten ni su voto: se harán las elecciones, como todo, virtualmente, simuladamente, y él participará desde ese domicilio que es cárcel, celda en la que sin embargo se siente reconfortado pues considera le está permitido viajar por todo el Universo sin moverse de su asiento, y recibir información de todas partes al tiempo que imágenes adormecedoras y especialmente para él elaboradas. Aquellos Gobiernos ilustrados de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad han desembocado en la regla de oro de la democracia: la de la concentración del poder político y económico por la acumulación capitalista. Basta un puñado de familias para controlar la riqueza del mundo. Y en el Nuevo Orden una policía internacional se encarga de marcar los campos de bombardeos y delimitar las reservas de los nuevos esclavos. Policías y ejércitos eficientes, toda vez que se ha sentado la jurisprudencia, por ellos mismos sancionada de que las masacres y bombardeos de ciudades y pueblos son por razones «humanitarias», y burócratas bien adiestrados administran ese dirigismo mundial en una simulación política incuestionada. A votar pues, y a esperar cuatro años para la nueva convocatoria. Y que nadie ose cuestionar las reglas del juego: la disidencia no existe.