2003-12-08.LA RAZON.EL FACTOR HEBREO AGT

Publicado: 2003-12-08 · Medio: LA RAZON

Ver texto extraído
OTRAS RAZONES
OTRAS RAZONES
OTRAS RAZONES
OTRAS RAZONES

24
16
20
16

LA RAZÓN
LA RAZÓN
LA RAZÓN
LA RAZÓN
SÁBADO, 20 - IV - 2002
SÁBADO, 20 - IV - 2002
DOMINGO, 7 - XII - 2003
LUNES, 8 - XII - 2003

EL FACTOR HEBREO

SALIDA EN IRAQ

OTRAS RAZONES

dría  dejar  de  fumar,
de drogarme, de ma-
tar,  pero  «no  puedo
querer».  La  libera-
ción  cultural  de  los
instintos  reprimidos
ha  conducido  a  la
anulación de la con-
ciencia  moral.  Vio-
lencia, terrorismo, te-
lebasura. 

La psiquiatría equilibrada de Baruck su-
pone para la freudiana lo que la psicología
unitaria de Spinoza para la cartesiana. La re-
presión de los deseos puede producir neu-
rosis perturbadoras de la estabilidad indivi-
dual. La represión de la conciencia moral,
producida con la liberación colectiva de los
instintos individuales, infantiliza el carácter,
degenera la cultura y genera psicosis ame-
nazantes de la estabilidad social. Baruck era
un médico psicosomático de la posmoder-
nidad. Su descubrimiento clínico lo encon-
tró refrendado en el profeta Joel: «Extende-
ré mi Espíritu a toda carne, lo introduciré en
la carne, pues la vida es santa». Tan santa de
alma como de cuerpo. Factor hebreo del
cristianismo.

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA  TTRREEVVIIJJAANNOO

¿Cómo  hay

que  con-
ceptuar el
acto  que  produjo  la
muerte de siete miem-
bros del CNI? ¿Fueron
víctimas de un ataque
terrorista o cayeron ba-
jo el fuego de la resis-
tencia?  La  pregunta
fue  planteada,  en  su
comparecencia parlamentaria, por el presi-
dente Aznar con cierto aire de desafío. Cual, si
calificar la mortífera agresión como un acto de
resistentes que defienden la independencia de
su país, representara una ofensa para los mili-
tares fallecidos, o disminuyera el valor de su
sacrificio. Pero es preciso afrontar la realidad,
sin dejarse confundir por este capcioso juego
con los sentimientos. Y no cabe sino afirmar
que el ataque ha de ser conceptuado como una
acción de la resistencia. Así lo han calificado
altos mandos de nuestra cúpula militar, dis-
crepando de Aznar.Y ello no va en detrimen-
to del homenaje que nuestros compatriotas
merecen y del dolor que  su muerte ha produ-
cido en nuestra sociedad. Los militares del
CNI obedecían órdenes, se les había asignado
una misión, en la cual perdieron la vida, cum-
pliendo con su deber. Valorar positiva o nega-

ABRIR LA ESPITA

L a convivencia, la modernidad, el pro-

greso que ha propiciado nuestra Cons-
titución es una realidad. Ha llegado con
muy buena salud a su 25 cumpleaños y, sin em-
bargo, los necios le han puesto todo tipo de
bombas en su línea de flotación a ver si se la
cargan. Lo último, lo de Benach, ahora presi-
dente del Parlamento catalán, gritando lo de
«Visca Catalunya lliure» con la voz impostada
del que no repara en el ridículo. Claro que es-
to no es nada en comparación con la vergüenza
ajena que producen el viejo del paraguas y el
engolado Atutxa llevándose a la corte de cie-
gos peneuvistas como clac «ad hoc» a los Juz-
gados, con el fin de que les aplaudan y les ja-
leen...  ¡por  no  cumplir  la  Ley!  Los  tiranos,
como los nazis y el fascismo, siempre han cre-
ído eso: que están por encima de las leyes y de
la democracia, y dispuestos a destruir a quie-

nes no les aplauden. Y es-
tá claro que el PNV quie-
re cargarse el modelo de
Estado. En esas, sale Za-
patero  y  se  lía  diciendo
no sé qué de que no teme
a las ideas nuevas y que
hay que reformar la Car-
ta Magna. Pero hombre, si eso ya lo dice Fraga.
Si el problema no es la reforma, sino qué se re-
forma. La diferencia es que Zapatero no lo ha
dicho y Fraga sí. Reformas habrá que hacer,
como todo en la vida, porque es la forma de
progresar. Pero justo ahora, cuando los necios
se la quieren cargar, conviene tener en cuenta
que abrir la espita puede traernos más de un
disgusto.

LLuuiissaa  PPAALLMMAA

REBOREDO Y SAÑUDO

E ntreverado  de

elementos he-
braicos,  grie-
gos,  romanos  y  ger-
mánicos, 
el
cristianismo entró en
la  composición  del
espíritu europeo. Po-
cas personas sabrían
ponderar la importan-
cia  de  cada  uno  de
ellos en la síntesis cristiana, aparte del ex-
traordinario valor del Antiguo Testamento
para la Iglesia Reformada. Solo los grandes
renovadores de la psicología profunda pu-
dieron averiguar, en el siglo XX, que lo más
típico de la conciencia occidental, el deseo
de justicia en este mundo, proviene de los
sentimientos de culpabilidad nacidos, en el
primero de los monoteísmos, con el justi-
ciero Dios de los hebreos. 

Aunque la base teórica de este descubri-
miento está en la hipótesis «mosaica» de
Freud, la introyección de la justicia de Je-
hová en el corazón europeo la comprobó el
gran  psiquiatra  francés,  Henry  Baruck,
quien se vio obligado a estudiar hebreo para
cerciorase de la coincidencia de sus hallaz-
gos clínicos con la justicia divina del Anti-
guo  Testamento.  Su  conferencia  en  los
«Rencontres» de Ginebra, «El problema de
la personalidad», causó sensación en la in-
teligencia europea y, sobre todo, en la co-
munidad judía. Años después me regaló sus
publicaciones y, con su amistad, pude ad-
mirarlo aún más como persona.  

Muchos criminales entran en prisión sin
remordimientos ni trastornos de personali-
dad y tras salir de ella padecen perturbacio-
nes psicóticas. La tesis de Baruck puede ex-
plicar también el acto suicida del terrorista,
tan diferente de la lealtad del kamikaze ja-
ponés. Si la «justicia oficial» no se ejecuta
desde instancias exteriores, o el castigo pa-
terno, penal, político y bélico no agota el
sentimiento de culpabilidad (real o falsa),
éste proyecta sobre su propio cuerpo, o so-
bre la sociedad, la «justicia divina» de su
conciencia moral, sea con parálisis sumarias
de la voluntad motriz (in-cenestesia, cata-
lepsia) o con supremos «actos nietzscheis-
tas» (expresión de Baruck) de disposición
de vidas ajenas o/y de la propia.  

«Una vez que hube descubierto por mí
mismo esa fuerza extraordinaria que es la
conciencia moral, susceptible de crear psi-
cosis graves, odios y catástrofes sociales, me
dije: de todos los elementos de la persona-
lidad es la más terrible fuerza que conoce-
mos. A su lado el instinto es una pequeña
fuerza. ¿Dónde se ha descrito esta fuerza?
La encontré admirablemente descrita en el
Antiguo Testamento. Ese Dios terrible ca-
paz de destruir una sociedad. Cuando reco-
nocí en ella mis propias experiencias me pu-
se a estudiar la tradición de Israel». 

La concepción dualista de la personalidad
(alma y cuerpo) dio lugar a las sociedades
represivas (economía de producción), don-
de la voluntad del alma era la encargada de
reprimir los instintos groseros del cuerpo.
Las ciencias biológicas y las rebeliones de
la juventud dieron paso al monismo cuerpo-
alma de la sociedad permisiva (economía de
consumo), donde los derechos del cuerpo y
de la animalidad se han tomado la revancha.
La moderna psicología encuentra gran difi-
cultad en ubicar la voluntad. Si quisiera po-

tivamente esta misión
no implica ningún jui-
cio sobre estos servido-
res de nuestro Estado,
sino que remite sobre
quienes desde el  poder
político 
les  habían
comprometido en una
injusta invasión. 

Que los ciudadanos
de  un  país  invadido
combatan a las fuerzas ocupantes no puede ser
calificado de terrorismo. Fueron terroristas los
ataques del 11 de septiembre y los que se han
ido perpetrando después en muy diversos pun-
tos del planeta, produciendo víctimas civiles
y, en este sentido, algunas acciones indiscri-
minadas de la resistencia en Iraq también pue-
den ser consideradas como terroristas. Sin ol-
vidar,  tampoco,  las  que  realizan  las  tropas
estadounidenses, penetrando violentamente en
las viviendas,  disparando contra vehículos,
edificios y manifestantes, haciendo exhibicio-
nes de fuerza, Se trata de amedrentar a las po-
blaciones y extender la sumisión por el terror.
Pero luchar contra ejércitos extranjeros es re-
sistencia. 

Quizá, se objete que las tropas españolas no
tomaron parte en la invasión de Iraq como las
estadounidenses y británicas. Pero el hecho es
que ahora aparecen colaborando con ellas.
Más aún, están a sus órdenes, aunque sea por
intermedio polaco. Inevitablemente son vistas
con  hostilidad.  De  nada  sirven  las  últimas
componendas de las Naciones Unidas. Y, al
respecto, las encuestas han mostrado el amplio
rechazo de la población iraquí a los que con-
sidera lógicamente como ocupantes de su pa-
ís. Y  de  esta  inevitable  hostilidad  hay  que 
estar conscientes sin autoengaños propagan-
dísticos. La consecuencia es que nuestras tro-
pas en las actuales circunstancias, que no pue-
den  ser  definidas  sino  como  forzada
ocupación, deberían regresar.  

Se objetará la situación caótica del país en
que la invasión, derribando un Estado, ha su-
mido a Iraq en la anarquía y la miseria. La res-
ponsabilidad es de los invasores. Últimamente
hablan, bajo la presión internacional, de de-
volver la soberanía al pueblo iraquí, en junio
de 2004, pero manteniendo sus tropas. Y real-
mente lo que se pretende es establecer un ré-
gimen y un gobierno sometidos a los intereses
de los EE UU o, más exactamente, de las em-
presas asociadas con Bush. ¿Qué garantías hay
de libre expresión y organización de la volun-
tad popular, mientras los ejércitos de EE UU
y Gran Bretaña, con otras fuerzas bajo su man-
do, sigan instalados en el territorio de Iraq? 

La única vía de salida sería que las Nacio-
nes Unidas se hicieran cargo de la situación,
asumiendo el mando de las fuerzas y de la ad-
ministración. Además, que tanto los EE UU
como Gran Bretaña indemnicen por la des-
trucción producida. Y que el país se organice
democráticamente, representando en sus nue-
vos órganos de gobierno a la pluralidad de ten-
dencias que existen en Iraq, incluyendo en
ellas,  como  recientemente  proponía  Samir
Amin, a los baazistas, que no dejan de contar,
según se está viendo, con un respaldo popular.
Ciertamente un camino bien difícil dada la
obstinación del «trío de las Azores» en no re-
conocer sus errores. y mantener sus intereses.
Pero el único posible si queremos que Iraq sea
un país libre, independiente y democrático. 

CCaarrllooss  PPAARRÍÍSS