1996-12-01.ABC.EL ESCOLLO DE LA GRAN MENTIRA AGT.2

Publicado: 1996-12-01 · Medio: ABC

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CULTURA 

DOMINGO  M  2-96 

-«Ei escollo de la Gran Mentlra»-

«Los intelectuales europeos son culpables de 
haber renunciado a  la verdad y al 
desenmascaramiento  de la mentira propagada 
por la democracia ideológica» 

«Es tan evidente que el pueblo no elige ni 
depone al gobierno en el Estado de partidos, 
que lo inexplicable es por qué intelectuales y 
clase política dicen, sin inmutarse, lo contrario > 

(Viene de la página anterior) 

cial. Lo que no impide a la utopía, cuando se 
intenta realizar, que asuma la función  de ide 
ología, como pasó con el comunismo. 

La palabra ideología se usa hoy para desig 
nar  esas cosas que antes  se llamaban  ideas, 
ideales, doctrinas, teorías, creencias  o con 
cepciones del mundo. El abuso de la propa 
ganda  ideológica,  durante  el fascismo  y la 
guerra fría,  desacreditó la  utilizacióri  en las 
ciencias sociales de la palabra ideología. Pero 
incluso si nó la empleamos para lo que se de 
signa  mejor  con las palabras  clásicas, siem 
pre tendremos  la necesidad  de ella para ex 
presar  con un  término adecuado, como pide 
Sartori, «la conversión de las ideas en palan 
cas sociales», en  motores  de la acción polí 
tica. 

Lo particular sobre lo general 
Yo entiendo aquí por  ideología  la  conver 
sión  intelectual  y moral  de unos  intereses 
particulares y concretos en ideas universales 
y abstractas, con el propósito político, más o 
menos consciente, de prolongar o conquistar 
en el Estado una  situación  de dominio de lo 
particular sobre lo general. 

La distinción poco antes esbozada entre las 
ideologías del poder, como las contenidas en 
los términos liberalismo, socialismo o nacio 
nalismo, y las ideologías  del saber, como las 
expresadas  con  las  palabras  Estado,  go 
bierno, constitución y Democracia, no quiere 
decir que estas últimas carezcan  de finalida 
des políticas. Detrás  de  toda  ideología  hay 
una idea particular del poder que se presenta 
como una  idea  general  del  saber.  Pero  las 
ideologías puras que operan directamente en 
la política  centran  nuestra  mirada  en la ac 
ción, y el problema que nos plantean es el de 
su  eficacia.  Mientras  que  las ideologías del 
saber  fijan  nuestra  atención  en  el  pensa 
miento, y el problema  que suscitan  es el de 
su  validez.  La  voz  democracia  se  usa  hoy 
como una ideología del saber, como una ideo 
logía del conocimiento que prejuzga, sin per 
mitir su verificación  en la realidad, la validez 
del concepto. Las ideologías del poder falsean 
los  móviles  de  la  acción  y presuponen  en 
ellos una eficacia solucionadora del conflicto 
social. Por eso son movilizadoras. En cambio, 
las ideologías del saber falsifican  los  presu 
puestos  intelectuales  de la acción  y  prejuz 
gan su validez sin análisis. Por eso son para 
lizadoras. 

La democracia  como ideología  paraliza  la 
acción política porque nos hace creer el error 
o la mentira de que ya la tenemos como forma 
de gobierno, y nos hace sentir con demagogia 
que  también  la  tenemos  al  alcance  como 
forma  igualitaria  de la sociedad.  La idea de 
mocrática, que sólo puede ser una parte de la 

«La democracia como ideología 
paraliza la acción política 
porque nos hace creer el error o 
la mentira de que ya la tenemos 
como forma de gobierno» 

realidad, ha adquirido hoy, al convertirse en 
ideología del conocimiento, un poder  mayor 
que  el  de  la  realidad  misma,  a  la  que  su 
planta. 

£1 pueblo no elige 
Es tan innegable que el sistema proporcio 
nal de listas no puede ser  representativo  de 
la  sociedad  civil  ni  de los  electores; es  tan 
irrefutable  que  el  régimen  parlamentario 
está basado en la confusión  de los poderes del 
Estado; es tan evidente que el pueblo no elige 
ni depone al gobierno en el Estado de parti 
dos, que lo inexplicable es por qué todos los 
intelectuales  y toda  la clase política  dicen, 
sin inmutarse, lo contrario. 

Mannheim introdujo una excepción a la re 
gla del condicionamiento  existencial  del co 
nocimiento. Los intelectuales, al no ser  una 
clase  social, escapaban  a la  determinación 
socioeconómica  de su  pensamiento. El pro 
blema  de  Mannheim,  a  diferencia  del pro 
blema  de Marx, ya  no estaba  en  la  explica 
ción social deí pensamiento creativo, sino en 
los motivos que inducen a las masas de los no 

«Yo entiendo aquí por ideología 
la conversión intelectual y moral 
de unos intereses partíciüares y 
concretos en ideas universales y 
abstractas (...)  un dominio de lo 
particular sobre lo general» 

pensadores a elegir o adherirse a los produc 
tos mentales que les ofrecen  los intelectuales 
en forma de mentira ideológica. 

Pero si la ideología es un  sistema de ideas 
sobre el que nadie piensa ya más, la respon 
sabilidad  de la  continuidad  de la Gran Men 
tira creada por el universo mental de los pro 
pagandistas  de la  democracia  ideológica  re 
cae  sobre  «la  mollera  sabia  que  hace  una 
reverencia al imbécil dorado» (Timón de Ate 
nas). 

Delatar el extremismo 
Los intelectuales europeos son culpables de 
haber renunciado a la verdad  y al desenmas 
caramiento de la mentira propagada por la de 
mocracia  ideológica.  Hay  que  denunciar  la 
brutalidad  mental  del  consenso  creado  por 
ellos contra la libertad  de pensamiento  sobre 
la democracia  política. Hay que delatar,  ante 
el tribunal de la razón pública, el extremismo 
de esos intelectuales  que afirman  inmodera 
damente  la existencia  de democracia  en Eu 
ropa. 

Como dijo  Ortega,  «los inmoderados  son 
siempre los inertes de su época». Y la inercia 
intelectual de la propaganda de la guerra  fría 
está  mantenida  por  dos tipos  de  inmodera 
ción  ideológica: el terrorismo  mental,  que 
asesina la evidencia de los hechos, y la espe 
culación  fantástica,  que  ahoga  al  pensa 
miento crítico. Estos dos tipos de inmodera 
ción están encarnados en la ideología latina y 
en la ideología alemana de la «democracia de 

partidos». 

Aunque ambas versiones de la  democracia 
ideol^ca  persiguen la misma finalidad legiti 
madora de la oligarquía de partidos, cada una 
de ellas lo hace al modo típico de su tradición 
cultural. La ideología latina, cínica y antíposi-
tiva, se reserva  el privilegio autista  de poder 
ignorar los hechos de evidencia  experimental 
que contradicen  la existencia  dé la democra 
cia. 

En España y los demás países latinos euro 
peos  se piensa  que hay  democracia  simple 
mente porque la ideología del saber democrá 
tico afirma, sin fundamento alguno en la rea 
lidad, que el régimen  político tiene  las  tres 
condiciones  requeridas  para  ello: la  condi 
ción  representativa  de la  sociedad, la condi 
ción electiva del gobierno y la condición divi 
soria  del poder. No importa  que la  realidad 
pueda  refutar  con facilidad  la  existencia  de 
estas tres  Condiciones. La ideología jurídica 
Jas  suple  tranquilamente  con tres  ficciones 
formales  que ocultan  o enmascaran  la reali 
dad. 

En cambio, la ideología alemana, hipócrita 
y fantástica,  se doblega  ante  las  evidencias 
fácticas  y rechaza, en consecuencia,  la natu 
raleza  representativa  de la  democracia  de 
partidos, pero no porque esté dispuesta a re 
conocer la naturaleza oligárquica de la reali^ 
dad, sino para sublimarla,  como vimos en el 
capítulo anterior con la veladura  intelectual 
y el aroma espiritual  de una fantástica  ideo 
logía de democracia directa, electiva y diviso-
. ria del poder. 

Idelogías alemana y latina 
La democracia  como ideología  latina con 
vierte  espiritualmente  a una  particular  oli 
garquía de partidos  en un  sistema  universal 
de poder representativo, electivo y dividido. 
Mientras  que  la  ideología  alemana,  mucho 
más audaz, la presenta como un sistema uni 
versal de democracia directa y plebiscitaria, 
en  la que  se produce  la  identificación  entre 
gobernantes y gobernados y la división social 
de los poderes del Estado. Y la  opinión  pú 
blica, fabricada por los grandes medios de co 
municación,  consume  como  estupefacientes 
tranquilizadores los productos ideológicos de 
los intelectuales europeos de partido y de la 
corrupta oligarquía. 

Mi esfuerzo intelectual desde comienzos de 
1977 ha estado orientado por el propósito de 
desenmascarar  el verdadero  rostro  oligár 
quico que se esconde detrás de la democracia 
ideológica, para  promover,  sin ella y, contra 
ella, la democracia política. 

Era inevitable que en esta lucha  contra la 
ideología democrática de la oligarquía de par 
tidos, y buscando la perla de la libertad en el 
estercolero  cultural  de la  transición,  apare 
ciera la idea de la República, cual estatua de 

«Mi esfuerzo intelectual ha estado 
orientado por el propósito de 
desenmascarar el verdadero rostro 
oligárquico que se esconde detrás 
de la democracia ideológica» 

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ABC (Madrid) - 01/12/1996, Página 66
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